Le di un par de bofetadas más y nada. Tragué en seco y miré a mi alrededor. No había nada, estábamos solos. Volví a mirarlo, con más preocupación.—¡Deja de bromear! —le grité desesperada.Empecé a golpear su pecho, pero nada. Me senté a su lado y empecé a comerme la uña con nerviosismo. Lo miré, y él se veía pálido.—Tú no puedes morir de esa manera tan estúpida. Levántate, Mikhail, me estoy cabreando —le dije con la voz entrecortada.Le di un par de golpes más, y las lágrimas empezaron a salir de mis ojos.—Si quieres morirte, puedes hacerlo cuando me saques de este lugar, pero ahora no te lo permito. Levanta tu culo ya, sé que estás fingiendo —le dije.Le di otro golpe en el pecho, me tiré en su pecho y empecé a llorar más fuerte.—Por favor, despierta. Tú no puedes dejarme sola en este lugar. Cuando lleguemos, sí puedes morir, pero no ahora —le supliqué. El movimiento de su pecho hizo que me levantara.—¿Estás llorando y suplicándome? —me preguntó el bastardo con una ligera sonris
El frío se calaba por mis huesos, y la noche cada vez se volvía más espesa. La única luz que teníamos era la de la luna. Miré a Mikhail, y él estaba como si nada, como si este frío tan horrible no le afectara. Se detuvo de la nada, cerró los ojos y se quedó así por un momento.—Me encanta la nieve —me dijo mientras sonreía.Miré de lado a lado. Íbamos a morir aquí, y su tranquilidad me lo estaba gritando.—Solo admite que nos vamos a morir aquí y ya —le dije.Él volteó a verme, me dio una leve sonrisa, se acercó a mí y me dio un suave beso en los labios.—Tal vez, pero jamás pensé escuchar esas palabras de tu boca —me dijo.Lo empujé y seguí caminando. Este tipo no era serio, ni aún teniendo la muerte respirándole en el cuello.—Odio la nieve —le dije—. Me parece tan deprimente —le confesé mientras caminábamos.—A mí me gusta demasiado. Un día como hoy, mi madre se llenó de valor y mató al hombre que le hacía daño. Ese recuerdo siempre viene a mi mente cuando está nevando, y me hace m
Mikhail cerró la puerta lo mejor que pudo, ambos echamos un ojo al interior. Aunque aún se sentía frío, no era tan intenso como el que hacía allá afuera.—¿Tienes tu celular? —le pregunté.Él empezó a palpar sus bolsillos y sonrió. Al menos algo bueno nos estaba pasando. Lo sacó y después me miró.—Está muerto, te recuerdo que tú lo lanzaste al suelo —me dijo.Yo se lo quité de la mano y traté de encenderlo. Respiré profundo y lancé el celular lejos.—Me vas a tener que comprar uno nuevo, no puedes ir destruyendo mis cosas solo porque tienes rabia. ¿Qué clase de persona eres? —me preguntó.Me tiré en el suelo, no quería gastar mis últimos minutos con él, iba a morir, pero prefería hacerlo por el frío, no por algún coraje.—Estamos igual. Ni siquiera sabes dónde estamos, la nieve cada vez es más espesa, nunca había sentido tanto frío en mi vida —le confesé.Mikhail empezó a partir algunos muebles que estaban en el lugar, los apiló a un lado, después se sacó la camisa, sacó su encendedor
Mikhail se agachó y recogió el abrigo. Los hombres de Belov le apuntaron de inmediato. Él se acercó a mí y lo puso sobre mis hombros.—Todo estará bien —me dijo.Yo no estaba muy convencida de sus palabras, pero iba a darme el beneficio de la duda.—Deberías ponerte al menos los pantalones —le sugerí.Él se separó de mí, levantó ambos brazos estirándose, todos los músculos de su cuerpo se marcaron aún más.—Quiero mostrarles a ellos algo que nunca en su vida tendrán: un buen cuerpo y una polla grande —me dijo con una sonrisa.Volteé a ver a Belov y este lo miraba con tanto remordimiento. Entonces surgió la pregunta: ¿por qué lo odiaba?—Golpéenlo —ordenó Belov.Dos hombres se acercaron a Mikhail y lo empujaron con fuerza, lanzándolo al suelo. Uno de ellos lo sostuvo de ambos brazos mientras el otro le golpeaba repetidas veces en la cara y el abdomen. Mikhail parecía no sentir nada, ya que no emitía ningún sonido. Este bastardo era un masoquista.—Es una lástima que una mujer como tú s
La miré y ella me sonrió. Parecía tan confiada en estos momentos. Pero de algo estaba segura: yo iba a matar a esa hija de puta. Se lo merecía por lo que me había hecho.—¿Mikha, me extrañaste? —preguntó ella.Yo miré a Mikhail otra vez, y él estaba demasiado serio. Después miré a Pia y le sonreí.—Cuando alguien no te quiere es mejor apartarse, ¿no crees, Pia? —le pregunté.Pia me miró y después miró a Mikhail.—Qué mal gusto tienes —le dijo.— Yo soy mil veces más bella y mejor mujer que ella.Mikhail estaba muy callado, mirándola directamente.—Pero soy yo a la que se follan —le respondí.Ella me fulminó con la mirada y yo solo le sonreí.—Vas a morir igual que Muriel, y yo me voy a quedar con Mikhail —me dijo.Miré a Mikhail; la vena en su cuello se estaba inflamando poco a poco. Si se le daba la oportunidad, él iba a partirle el cuello a Pia.Belov se levantó de la silla y hizo que Pia saliera de la habitación. Se acercó a mí y pasó su mano por mi clavícula.—¿No quieres pasar un
Seguí presionando la herida con fuerza, pero la sangre nada que se detenía; el piso era un lío en esos momentos. Yo miré a la cara a Mikhail, él me estaba taladrando con la mirada. Sí, tal vez me había pasado un poco, pero era eso o dejar que lo mataran a golpes, y, pues la verdad, como que ya me había encariñado un poco con él.—¿Por qué sangras tanto? —me quejé, ya me dolían los brazos por hacer presión.—Tal vez es porque me apuñalaste, ¿no lo habías pensado? —me preguntó.Yo me levanté y lo fulminé con la mirada. ¡Qué malagradecido!—Si no lo hubiera hecho ya estarías muerto, agradéceme que te salvé.Él se rió con amargura.—Estás loca, pero eso me gano yo por fijarme en mujeres como tú —me dijo.La mano me picaba por golpearlo.—Deja de quejarte, malagradecido, y haz algo para sacarnos de este lugar. Quiero partirle la columna a esa desgraciada arpía —le dije con enfado.Mikhail se quejó y yo volví a agacharme y a apretar la herida.—Me duele como el infierno —me dijo mientras ce
La puerta se abrió de golpe. Yo metí el anillo en el bolsillo de la chaqueta y volví a hacerle presión a la pierna de Mikhail. Miré sobre mi hombro y era Belov.—Él necesita sutura, se va a desangrar —le dije. Mikhail empezó a negar con la cabeza. ¿Acaso él era tonto?—Eso no me importa, de igual forma yo quiero que se muera —me dijo.¿Cuándo carajos iban a venir por nosotros? Puede que Mikhail sea una bestia, pero el bastardo no era de hierro.—¿Por qué quieres que muera? ¿Porque se folló a tu mujer? ¿No deberías matarla a ella también? Se supone que ella es la que debe respetar su compromiso —le dije.Belov se acercó a mí y me separó de Mikhail. Si este tipo se atrevía a golpearme otra vez, yo lo iba a matar.—Ella ya está muerta, y no solo es por mi mujer. Él ha arruinado cada negocio que he intentado, y mató a mi hermano. Eso no se lo voy a perdonar jamás —me dijo con rabia.Yo miré a Mikhail y este estaba sonriendo.—Le partí la cabeza con un martillo hasta que su cerebro voló po
Él se apartó de la puerta; esta se abrió de un golpe. Vladislav entró con un par de hombres más. Nunca pensé que me alegraría verlo, pero me alegraba mucho. Corrí hacia él y lo abracé.—Te acepto como pareja de mi hermana —le dije sonriendo y le estampé un beso en los labios. Mikhail me separó de él con agresividad y me miró mal.—¿Estás loca? —me preguntó. Yo me encogí de hombros, me puse de puntillas y le di un pequeño beso en la mandíbula.—Sí, eso ya lo sabes. Ahora sácame de este lugar, tú necesitas ir a un hospital de inmediato —le dije.Mikhail me apretó fuerte del brazo y me sacó de la habitación. Cuando salimos, había un montón de hombres. Esto era impresionante.—¿Qué tan peligroso eres? —le pregunté. Él levantó la mano, apuntó a uno de los hombres de Belov y le disparó justo en el centro de la frente.—Demasiado —me contestó.El cuerpo del tipo cayó pesadamente al suelo. Yo lo quedé mirando.—Ahora deja de cabrearme —me regañó y me soltó de mala gana.—¡Los odio!— grito una