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4 AÑOS DESPUÉS**

Mi negocio iba subiendo como la espuma. En poco tiempo, me hice de un buen territorio; todos le temían a "La Bestia", un apodo que tengo desde mis días en esas peleas clandestinas. Pero así como iba subiendo, también iba acumulando enemigos.

Llevé a mi mamá a ver el pequeño edificio que había comprado. Sí, yo era un delincuente, pero también tenía algunos negocios legales o más o menos legales. Ella se quedó estupefacta al verlo y luego me miró.

— ¿De dónde sacaste el dinero? — me preguntó.

Puse los ojos en blanco. Siempre con lo mismo. Ya debería estar acostumbrada.

— ¡Mamá! ¿Por una vez en la vida puedes felicitarme? Tu hijo está a nada de convertirse en millonario. Voy a hacerte la mejor casa de Rusia — le aseguré.

Ella me miró con mala cara. ¡Joder! Las mujeres eran tan complicadas.

— Solo estoy preocupada por ti. Me da miedo que algo malo te pase — me dijo.

Le di un beso en la cabeza y ella me apartó.

— ¡Hueles a cigarrillo! Pensé que lo habías dejado — me regañó.

La miré a los ojos.

— No... Yo te prometí no volver a fumar en tu presencia y eso lo he cumplido, ¿o no? — le pregunté.

Ella me dio un golpe en el pecho.

— Cuídate, Mikha. Tú eres el hombre de mi vida — me dijo.

La tomé de la mano y la llevé dentro de las instalaciones. Este era el primero de muchos, de eso estaba bastante seguro.

**AÑOS DESPUÉS**

Miré al bastardo que estaba frente a mí, le di una calada a mi cigarro y boté el humo. El tipo parecía que se iba a mear en los pantalones y yo me reí.

— Por favor, yo te pagaré — me suplicó.

Negué con la cabeza. Ya no quería dinero. Me levanté de la silla, fui a él, lo levanté y lo tiré al suelo. Él se hizo un ovillo y yo le di un pisotón en la cabeza con fuerza. Quiso levantarse, pero lo detuve poniendo el pie en su cuello. Intentó quitar mi pie, pero seguí presionando. Iba a matarlo. Levanté la pierna y la bajé con fuerza. Sentí cómo crujió su cuello. Sus ojos se abrieron como platos y empezó a tener una epilepsia hasta que se quedó muy quieto.

Sostuve el cigarro en mis labios y volví a sentarme. Odiaba encargarme de estos asuntos, pero si quería que mi negocio siguiera tan próspero como hasta ahora, tenía que ensuciar mis manos de vez en cuando.

La puerta se abrió después de unas dos horas y entró el hermano del tipo que estaba en la cocina sin vida. Me quité el cigarro de la boca y le sonreí al tipo.

— ¿Qué haces aquí? — me preguntó.

Le sonreí y me acomodé mejor en el asiento.

— Quería hacerles una visita, ¿no estás feliz de verme? — le pregunté.

El tipo se sentó en la mesa y me quedó mirando.

— Yo iba a hablar contigo. Quería un poco más de tiempo — me dijo.

Negué con la cabeza de inmediato.

— A mí no me conocen por ser paciente y eso lo sabes — le dije.

Asintió con la cabeza lentamente.

— ¿Me vas a matar? — me preguntó.

Negué con la cabeza.

— Un pajarito me contó que la mercancía que les di ustedes la consumieron, ¿eso es cierto? — le pregunté.

Negó con la cabeza. Se veía bastante asustado.

— ¿Entonces tu hermano es un mentiroso? — le pregunté mirándolo directamente a los ojos.

— ¿Dónde está mi hermano? — me preguntó.

Sonreí y me encogí de hombros.

— Espero mi dinero en un mes o vas a terminar como tu hermano — le advertí.

Arrugó el entrecejo.

— ¿Dónde está mi hermano?

Sonreí y miré en dirección a la cocina.

— Está esperándote en la cocina. Ve y habla con él — le dije.

Corrió a la cocina con rapidez. Me levanté y empecé a caminar hacia la puerta.

— ¡Hijo de puta! — gritó.

Corrió hacia mí y me empujó. Lo miré fijamente.

— Un mes, ¿entendido? O terminarás peor que él — le advertí.

**Él empezó a llorar.**

— ¿Has entendido? — le pregunté.

Asintió mientras se limpiaba las lágrimas. Yo salí de su casa. Hoy estaba nevando, y caminé por la calle sintiendo la nieve caer en mi cara. Era tan relajante, me encantaba la nieve.

10 AÑOS DESPUÉS

Hoy iba rumbo a Italia; tenía algunos negocios que atender. Salvatore me había invitado a una cena. Yo estuve a punto de decirle que no, pero después recordé que quiero y necesito algo de él, y de inmediato le dije que sí.

— ¿Qué crees que te pedirá Salvatore? — me preguntó Vlad.

Lo miré y me encogí de hombros. Desde hace un par de años estábamos haciendo negocios juntos. He de admitir que el hombre era un genio y un jodido despiadado. Por esa razón, me caía tan bien.

— Tal vez me quiere proponer un trío con su mujer, se me hace agua la boca de solo pensarlo — le dije con una sonrisa.

Vlad me miró mal y yo le sonreí. La esposa de Salvatore era muy caliente, y cualquiera que tuviera dos dedos de frente lo notaría.

***

Llegué por la tarde a la oficina de Salvatore. Él estaba atendiendo algo, así que me senté a esperar. Esto era algo que no me gustaba; yo era demasiado impaciente. Y para empeorar la situación, precisamente hoy era Halloween, y quería tomarme algún trago y follar con alguna italiana.

— ¿Puedes apurarte? De verdad necesito el tiempo — le dije.

Quitó su vista de la pantalla de su computadora y me miró.

— ¿Estás bromeando? ¿Tiempo para qué? Se supone que estás aquí porque yo te invité — me dijo de mala gana.

Le sonreí de medio lado.

— No estoy bromeando. Tengo quince minutos aquí. Quince minutos perdidos. Yo estaría en estos momentos entre las piernas de alguna sexy italiana. Ahora date prisa que tengo mejores cosas que hacer que estar sentado aquí viendo tu cara — le dije.

Salvatore puso mala cara. O bueno, al menos cambió de expresión, ya que mala cara siempre ha tenido.

— He matado a personas por menos que eso — me dijo.

Me encogí de hombros.

— Yo también. ¿Entonces qué propones? ¿Nos matamos los dos? — le pregunté.

Sonrió y se cruzó de brazos.

— Quiero invitarte a invertir en mi negocio. Piénsalo, eso te abrirá las puertas aquí en Italia; muchos querrán trabajar contigo — me dijo.

Levanté una ceja con interés. Hace mucho que lo había pensado, de hecho, ya a mi edad necesitaba algo estable.

— ¿Y tú qué obtienes a cambio? — le pregunté.

Ambos éramos un par de bastardos, y Salvatore no hacía nada sin obtener algo a cambio, igual que yo.

— Tu favor. Quiero pasar mercancía por Rusia siempre que me dé la gana — me dijo.

Me recosté en la silla y lo miré detenidamente.

— Está bien, pero primero quiero que me presentes a algunos de tus socios — le propuse.

Asintió y me tendió la mano. La apreté y sonreí.

— Conozco a alguien que te ayudará a ir por buen camino en los negocios. Así que bienvenido a Italia — me dijo.

Me levanté y salí de la oficina. Vlad me quedó mirando y yo le sonreí.

— ¿Te gusta Italia? — le pregunté.

Se detuvo en seco y me quedó mirando.

— Claro, he visto unos pisos espectaculares. Deberías obsequiarme alguno, así yo no me quejaré de cualquier decisión que tomes — me dijo.

Le di un golpe en el pecho.

— Eres un hijo de puta — me quejé.

Vlad sonrió más ampliamente.

— Un hijo de puta con un hermoso piso — añadió.

No dije más nada y seguí caminando. Más tarde le diría que si quería quedarse en Italia, tendría que vivir conmigo.

***

Me largué con Vlad a un bar. Quería emborracharme, celebrar mis futuros negocios, quería celebrar que pronto ganaría el triple de lo que estaba ganando en estos momentos.

Miré a lo lejos y vi a una chica preciosa, con un disfraz de gatita. Uff, cómo me encantaban las gatitas. Amaba que me arañaran la espalda mientras las follaba como un jodido animal.

Caminé hacia ella y me le acerqué, me mordí el labio inferior, la agarré de la parte de atrás de su cabeza y la acerqué.

— Qué guapa eres — le dije en mi mal italiano.

Ella sonrió y llevó su mano a mi paquete.

— Y tú también — respondió.

Saqué la lengua y se la pasé por todo su rostro. ¡Qué delicia! Esta sí que la iba a disfrutar en grande.

— ¡Ey, qué carajos haces, infeliz! — gritó alguien.

Fui empujado lejos de la gatita. La chica miró al tipo que se había atrevido a tocarme. Ella se dio la vuelta para mirarme, pero el tipo la agarró del brazo y le dio una bofetada. La bestia que llevo dentro salió; aparté a la gatita a un lado y lo agarré del cuello, lo arrastré fuera del bar, al callejón, lo tiré al suelo y empecé a darle puñetazos. La chica empezó a gritar y a tratar de alejarme.

— ¡Mikha, ya es suficiente! — gritó Vlad.

Detuve mi brazo a mitad de camino, me levanté y escupí al bastardo. La chica me miró y salió corriendo mientras lloraba.

— Trae una bolsa — le ordené a Vlad.

Él se cruzó de brazos y miró al tipo.

— Aún está vivo — me recordó.

Saqué un cigarro de la cajetilla y lo puse en mi boca.

— Me importa una m****a. Ahora trae la m*****a bolsa — le grité.

Vlad salió en busca de la bolsa. Miré al tipo que estaba arrastrándose como un parásito. Puse mi pie en su cabeza y apreté.

— Te voy a enseñar a no golpear a las mujeres — le dije mientras presionaba mi pie en su cabeza.

El tipo empezó a llorar y a suplicar que lo dejara, pero necesitaba un castigo mucho más grande. Y si era necesario, le cortaría las manos para que entendiera que a una mujer jamás se le levanta la mano.

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