Estaba sentada en una silla alejada de todos. La directora de la escuela había hecho una fiesta de Halloween para los profesores, pero yo mil veces hubiera preferido quedarme en casa leyendo algún libro.
—Muriel, ven —me llamaron.
Yo me levanté y me acerqué a los demás profesores. Miré mi reloj y ya eran las 11 de la noche; solo tenía que esperar un poco más para irme.
—Esto es una m****a —me dijo al oído mi amiga Nuria. Yo me reí un poco.
—El pendejo de música está que te come con la mirada, ¿por eso te pusiste el disfraz de Caperucita? —me preguntó con una sonrisa.
Yo puse los ojos en blanco y me aparté de ella. Nuria era un ser que no tenía filtro alguno. Caminé hasta la directora.
—Ya me tengo que ir, he dejado a mi perro solo en casa —le mentí.
Yo no tenía ningún perro, pero ya no soportaba esto; quería salir de este lugar lo más pronto posible.
—Está bien, y muchas gracias por venir —me dijo ella con una sonrisa.
Yo me despedí de todos y salí del salón. Iba a caminar un rato, ver a las personas disfrutando de este día.
Cuando iba caminando por un callejón, un tipo tiró una bolsa negra en mis pies. Yo miré al suelo y de la bolsa se había salido un brazo. Miré al tipo y tragué en seco; sus ojos eran aterradores.
—Es un adorno para mi casa —me dijo.
Yo miré abajo y la mano del "adorno" movió los dedos.
—Se ha movido —le dije lentamente.
Él pisó la mano del hombre y me miró.
—Es de esas cosas con baterías —me dijo con una sonrisa.
El hombre dentro de la bolsa empezó a quejarse.
—También tiene sonido —me dijo sonriendo, y después pisoteó la cabeza del individuo.
Yo estaba muda. ¿Qué se hace en este tipo de situaciones? ¿Correr? ¿Llamar a la policía?
—¿Quieres un trago? —me preguntó.
Yo levanté la cabeza y negué lentamente.
—Yo no tomo alcohol —le contesté con una risita nerviosa.
Él se rió, y después se puso serio.
—¿De verdad? —me preguntó sorprendido.
Yo asentí y volví a mirar la bolsa. El tipo dentro se estaba moviendo.
El tipo empezó a pisotear la mano del hombre con agresividad, ¡y yo no podía moverme! Mis piernas estaban muertas.
—Ya no se volverá a mover más —me dijo.
Me hubiera quedado en la fiesta. ¿Por qué tenía que ser tan asocial?
—¿Nos vamos a tomar el trago? Te compro un jugo si quieres, estoy aburrido, quiero divertirme un rato. ¿No quieres que este lobo feroz te coma? —me preguntó.
Abrí la boca de par en par. ¿Era en serio? Este tipo estaba loco de remate.
—No... —le respondí con el entrecejo fruncido. Tenía que correr o yo terminaría en otra bolsa.
—¡No me tengas miedo! Yo soy buena persona —me dijo.
Miré al tipo dentro de la bolsa, que por la manera en que tenía su brazo, era más que obvio que lo tenía destrozado.
—¿Se ha movido otra vez? —me preguntó e intentó aplastarle el brazo otra vez.
Yo lo detuve de inmediato.
—¡No! Ya no se ha movido más —le dije.
Él asintió y me sonrió.
—¿Entonces nos vamos? —me preguntó.
Él se acercó a mí y tuve que levantar la cabeza para mirarlo. ¿Cómo era tan alto? Yo medía 1.75, y le llegaba al hombro.
—Yo tengo que irme ya —le dije y traté de huir, pero él me atrapó de inmediato.
—Solo será un trago, vamos, sé buena y acompáñame. No conozco a nadie aquí —me dijo.
Yo traté de soltar su agarre de mi cintura, pero me tenía apretada.
—Me voy con ella. Lanza al hijo de puta en algún parque lejos de aquí —ordenó.
Miré al otro tipo que había llegado, pero por la oscuridad del lugar no pude verlo del todo. Él asintió y empezó a arrastrar al tipo a una camioneta cerca de allí. ¿Acaso nadie estaba viendo? ¿Dónde estaba la policía cuando se necesitaba?
—Vámonos, Caperucita, hoy tendrás la mejor noche de toda tu vida —me dijo.
Él me agarró por la muñeca y me arrastró con él. Yo empecé a jalar mi brazo, pero este enorme animal no me soltaba.
—Me estás lastimando, ¡suéltame! —le grité.
—Te suelto si aceptas un trago —me propuso.
Yo asentí. Él me soltó y yo empecé a masajear mi mano. Caminé a su lado con total tranquilidad, esperando el momento perfecto para echarme a correr. Las personas en la calle nos miraban, y yo sentía vergüenza en esos momentos.
—Ese se ve bien, vamos —me dijo.
Él volvió a arrastrarme. Yo le di un golpe en el brazo para que me soltara, pero ese animal no pareció importarle.
Ambos entramos al bar y él me obligó a sentarme en una de las mesas.
—Me gustan las mujeres italianas, son tan calientes —me dijo él, mientras sacaba una cajetilla de cigarrillos.
Yo lo miré atentamente. Era simpático, con cabello negro, un poco despeinado, mandíbula fuerte y ojos grises. Se veía tan peligroso.
—¿Una cerveza y un jugo, no? —preguntó.
Yo asentí. Él llamó a una camarera y esta llegó inmediatamente. Él le pidió las bebidas y ella se fue.
—¿Cómo te llamas? —me preguntó. Yo lo pensé un momento antes de responder.
—Nuria, ¿y tú? —pregunté de vuelta.
Él sonrió ampliamente; tenía lindos dientes.
—Mikhail Novikov. ¿Y tu apellido es...? —volvió a preguntar.
Yo me mordí el labio inferior y le sonreí.
—Nuria Marco —le respondí.
Él asintió. La mesera llegó con las bebidas, yo me tomé el jugo de un trago y me levanté.
—¿A dónde vas? —me preguntó. Yo le sonreí.
—Mañana tengo clases, y tengo que descansar —le dije.
Salí del bar como alma que lleva el diablo. No me iba a quedar un minuto más con ese tipo.
—¡¿Te llevo a casa?! —me gritó.
Yo volteé a mirarlo y empecé a correr. Corrí lo más que pude. Sería muy idiota de mi parte detenerme.
*
Cuando llegué a casa, llamé a la policía. Les di la descripción del tipo y el nombre. Ellos me pidieron mis datos y yo también se los di. ¡Dios mío! Ese tipo de personas debería estar tras las rejas.
Me quité el disfraz ridículo y fui a darme una ducha. Ojalá y capturen a ese loco.
…
Empecé a empacar mis cosas para irme a almorzar. Nuria entró a mi salón y sonrió.
—Muriel, un modelo súper sexy te está buscando —me dijo.
Yo levanté la ceja. ¿Modelo? ¿De qué estaba hablando?
—¿Dónde conociste a ese manjar de hombre? Todas las profesoras están mojando sus bragas. Ese tipo es tan sexy, que solo el hecho de verlo fumar un cigarro se hace jodidamente caliente —me dijo.
Tomé mis cosas y salí del salón. ¿De qué estaba hablando Nuria? ¿Acaso ya estaba loca?
Salí de la escuela y allí estaba el tipo de la noche anterior, recostado en un coche de lujo fumando un cigarro. Yo tragué en seco y volví a entrar a la escuela.
—Dile que no estoy —le pedí.
Ella me miró y sonrió. Yo cerré los ojos por un momento. La iba a ahorcar.
—Yo le dije que sí estabas y que ya ibas a salir —me dijo.
¡Iba a matar a Nuria! ¿Cómo pudo decirle eso a un completo desconocido?
—Te odio en estos momentos. yo ayer lo denuncie con la policia, estoy segura que ahora quiere venganza —le dije.
Me asomé por la puerta y lo miré. ¿Ahora cómo salía de esta sin que él me viera?
Empecé a morderme la uña del dedo índice con nerviosismo. ¿Cómo supo dónde trabajaba? ¿Acaso quiere hacerme lo mismo que al tipo en la bolsa?—¿Le debes dinero? —me preguntó Nuria.Yo volteé a verla. Quería ahorcarla en estos momentos.—¡Claro que no! Ese tipo ayer casi mata a un hombre frente a mis ojos. Es peligroso y ahora está buscándome.Ella abrió un poco la boca, y después sonrió.—Qué rico, sexy y peligroso —dijo ella con una sonrisa.En ocasiones no entendía cómo podía ser amiga de ella. Nuria estaba loca.—Él es un hombre peligroso, ¿cómo puedes pensar en él como alguien sexy? —le pregunté.Su sonrisa se hizo mucho más ancha. Yo la agarré del brazo y la moví de sitio, dándole la espalda a las puertas.—Ese tipo es un animal —le dije.—Y tú una soplona —dijo una ronca voz a mi espalda.Yo me di la vuelta lentamente. Lo miré y él me sonrió. Tragué saliva, ¿cómo lo pudieron dejar entrar?—No entiendo qué haces aquí. Eres un peligro para la sociedad, deberías estar en la cárcel
Tenía que hablar bien con Muriel. Ella no podía llevarse una mala impresión mía. Yo era un hombre culto, educado, bueno en la cama, sexy, millonario y un muy buen besador. Era casi perfecto, así que le iba a demostrar que no encontraría un mejor hombre en esta tierra que yo. En poco tiempo se enamoraría de mí, de eso estaba más que seguro.La puerta del sauna se abrió y entró Vlad con su típica mala cara. Yo lo quedé mirando y también lo miré mal.—Lárgate —le dije.Vlad me lanzó una toalla a la cara.—Salvatore quiere hablar contigo. Ahora levanta el trasero y ve a hablar con él —me dijo.Respiré pesadamente. Cómo odiaba que me interrumpieran cuando estaba en un momento de paz.—¿Pero qué mierda quiere ese hombre? ¿por que no envía un mensaje como una persona normal? —pregunté de mala gana.—Y yo qué mierda voy a saber. Agradece que te estoy avisando, ahora levantate —me respondió.Me levanté de mala gana y salí del sauna. Salvatore estaba en el recibidor de mi casa. Él me miró y des
Miré al tipo con rabia. ¿Acaso no se da cuenta de que no es bienvenido en mi casa? ¿Cómo puede estar en mi cocina tan campante? ¡¿Y por qué está invadiendo mi espacio?!—¿Cuándo te irás de mi casa? —le pregunté ya con algo de irritación.Yo tenía que corregir unos exámenes y también quería dormir, pero con él aquí, todo se complicaba. Tenía que estar muy alerta.—¿Y si dormimos juntos? —me preguntó.¡Ja! ¿Este tipo qué se creía? Lo miré de arriba a abajo. ¿Acaso no tenía vergüenza? ¡Claro que no! Este tipo carecía de todo eso.—¡Mira, animal! Yo no dormiré contigo, solo deseo que te largues de mi casa. Quiero paz y tú solo me molestas —le dije.Él inmediatamente se acercó a mí. Yo pegué la espalda al refrigerador. Si se acercaba más, lo iba a golpear por atrevido.—Ya te lo dije, soy una buena persona. Una noche conmigo equivale a entrar al cielo —me dijo con voz seductora.Levanté la ceja lentamente y me mordí el labio inferior para no reírme. Qué hombre más descarado. Él se acercó m
El sonido de ronquidos me despertó. Miré al techo por un momento antes de voltear a ver al enorme hombre abrazado a mí. Me removí un poco y entonces lo sentí, su polla estaba pegada a mi pierna. Iba a matarlo e iría feliz a la cárcel. Me quedé quieta por un momento observándolo, y me di cuenta de que ya estaba despierto. Respiré profundamente para calmarme un poco.—Voy a contar hasta tres, si no te despiertas voy a golpearte. Uno... dos...—El bastardo abrió sus ojos y me miró, tenía una sonrisa resplandeciente en su boca. Puse los ojos en blanco y lo empujé, pero no se apartó de mí.—Buenos días, sladkiy. ¿Cómo amaneciste? Te ves preciosa. ¿Si yo te pidiera casarte conmigo tú me dirías que sí? —me preguntó.—Prefiero mil veces quedarme solterona —le dije.Sonrió un poco, se acercó más a mí y me dio un ligero beso en los labios.—No seas mala, Muriel. Por favor, di que me deseas tanto como yo a ti —me dijo en un tono de voz sexy.Lo empujé mucho más fuerte y me bajé de la cama. ¡Dios
Vlad se la pasó regañándome todo el camino de regreso a casa. Yo estaba a nada de darle un golpe en la boca para que se callara de una maldita vez. Claro, como él aún no conocía al amor de su vida, por eso actuaba como un imbécil.—¿Si me estás escuchando? —me preguntó.Asentí de inmediato, pero no lo miré; mirarlo equivaldría a muchos más regaños.—Repite lo que te dije —me ordenó.Lo miré y maldije. Lo iba a lanzar fuera del coche en marcha, ya después le inventaría algo a su familia.—Deja de romperme los huevos, Vladislav. Para regañarme está mi madre, y ahora Muriel, así que deja de joder. Más bien céntrate en cosas más importantes. Tú deberías estar feliz por mí, encontré a la mujer perfecta. Con ella tendré un par de hijos, y estoy seguro de que a mi madre le encantará —le dije.Detuvo el coche en seco y me miró. Se veía bastante cabreado.—Por eso te estoy regañando, porque me centro en cosas importantes. Salvatore está furioso, me llamó y me gritó. ¿Cómo pudiste romperle la c
Mikhail me quedó mirando mientras sonreía. Le lancé un golpe que esquivó rápidamente. Tenía mucha rabia.—Eres una bestia, Mikhail. ¿Cómo pudiste hacer eso? Pudiste matarlo —le dije.Entré a la casa con rabia y mucha vergüenza. ¿Cómo iba a ver mañana a los ojos al pobre Johnny? Dios mío, mi vida se había vuelto tan tormentosa de un día para otro.—Lo siento —me dijo a mis espaldas.¡Espera! ¿Escuché bien? Me di la vuelta y miré al orangután. Estaba cabizbajo; de hecho, se veía culpable. Pobrecito, tal vez he sido muy dura con él.—Yo solo quería despedirme de ti. Me voy en la madrugada y ya no regresaré más. Así que sé linda conmigo, aunque sea por el día de hoy —me dijo.Me acerqué a él y le di un abrazo. Él me apretó fuertemente y yo lo empujé para que se apartara.—Tal vez si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias, hubiéramos sido buenos amigos —le dije.La mano de Mikhail aterrizó en mi mejilla.—¿Solo amigos? —me preguntó.Asentí con la cabeza. Aunque siendo sincera conm
Cuando bajé del avión, el frío de Moscú caló mis huesos. Fue allí, en ese preciso momento, que me di cuenta de que estaba descalza. Mikhail merecía un golpe en la cabeza por atrevido, por traerme así, sin preocuparse por mi bienestar.—¿Tienes frío, mi dulce? —me preguntó él al verme temblar.Yo asentí con la cabeza. ¿Cómo la gente podía vivir con este clima? ¡Dios santo, esto era horroroso!Mikhail le arrancó el saco a Vladislav y me lo puso en los hombros. Yo lo quedé mirando con mala cara, y ni hablar de Vladislav. Mikhail es una bestia, no tiene tacto para hacer o pedir las cosas.—Quítate los zapatos —le ordenó a Vladislav.Yo lo miré con la boca abierta. ¿Por qué él era así?Vladislav, con mala cara, se los quitó y se los entregó. ¡Increíble! Yo le devolví los zapatos de inmediato. Miré al coche que nos estaba esperando y corrí a él. Estos tipos eran raros. El hombre me abrió la puerta y yo entré inmediatamente. El calor allí dentro era tan delicioso.—¿Por qué corriste? —me pre
Me tiré en las escaleras viendo cómo traían la cama nueva y se llevaban la otra. Respiré profundo, resignada, tal vez era cierto lo que me había dicho Vlad; Misha nunca perdía. Vladislav empezó a subir las escaleras y me miró, negó con la cabeza y se sentó a mi lado.— Te dije que Mikha nunca pierde, él es muy terco, siempre se sale con la suya — me dijo.No le iba a responder nada. Miré a Vladislav con más detenimiento, era tan extraño que el jefe fuera el orangután. De hecho , Mika no tenía pinta de jefe. en cambio, Vladislav era todo lo contrario, vestía bien, se veía más calmado, era alguien con quien yo fácilmente podría hablar, pero Mikhail es todo lo contrario, era un bruto que todo lo quería conseguir en las carreras.— Si me sigues mirando de esa forma, Mikha empezará a pensar cosas que no son, y la verdad yo quiero conservar mis pelotas — me dijo.Yo puse los ojos en blanco y me levanté. fui a la habitación donde estaban armando la cama, ese tipo era extravagante. ¡La cama