Vlad se la pasó regañándome todo el camino de regreso a casa. Yo estaba a nada de darle un golpe en la boca para que se callara de una maldita vez. Claro, como él aún no conocía al amor de su vida, por eso actuaba como un imbécil.—¿Si me estás escuchando? —me preguntó.Asentí de inmediato, pero no lo miré; mirarlo equivaldría a muchos más regaños.—Repite lo que te dije —me ordenó.Lo miré y maldije. Lo iba a lanzar fuera del coche en marcha, ya después le inventaría algo a su familia.—Deja de romperme los huevos, Vladislav. Para regañarme está mi madre, y ahora Muriel, así que deja de joder. Más bien céntrate en cosas más importantes. Tú deberías estar feliz por mí, encontré a la mujer perfecta. Con ella tendré un par de hijos, y estoy seguro de que a mi madre le encantará —le dije.Detuvo el coche en seco y me miró. Se veía bastante cabreado.—Por eso te estoy regañando, porque me centro en cosas importantes. Salvatore está furioso, me llamó y me gritó. ¿Cómo pudiste romperle la c
Mikhail me quedó mirando mientras sonreía. Le lancé un golpe que esquivó rápidamente. Tenía mucha rabia.—Eres una bestia, Mikhail. ¿Cómo pudiste hacer eso? Pudiste matarlo —le dije.Entré a la casa con rabia y mucha vergüenza. ¿Cómo iba a ver mañana a los ojos al pobre Johnny? Dios mío, mi vida se había vuelto tan tormentosa de un día para otro.—Lo siento —me dijo a mis espaldas.¡Espera! ¿Escuché bien? Me di la vuelta y miré al orangután. Estaba cabizbajo; de hecho, se veía culpable. Pobrecito, tal vez he sido muy dura con él.—Yo solo quería despedirme de ti. Me voy en la madrugada y ya no regresaré más. Así que sé linda conmigo, aunque sea por el día de hoy —me dijo.Me acerqué a él y le di un abrazo. Él me apretó fuertemente y yo lo empujé para que se apartara.—Tal vez si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias, hubiéramos sido buenos amigos —le dije.La mano de Mikhail aterrizó en mi mejilla.—¿Solo amigos? —me preguntó.Asentí con la cabeza. Aunque siendo sincera conm
Cuando bajé del avión, el frío de Moscú caló mis huesos. Fue allí, en ese preciso momento, que me di cuenta de que estaba descalza. Mikhail merecía un golpe en la cabeza por atrevido, por traerme así, sin preocuparse por mi bienestar.—¿Tienes frío, mi dulce? —me preguntó él al verme temblar.Yo asentí con la cabeza. ¿Cómo la gente podía vivir con este clima? ¡Dios santo, esto era horroroso!Mikhail le arrancó el saco a Vladislav y me lo puso en los hombros. Yo lo quedé mirando con mala cara, y ni hablar de Vladislav. Mikhail es una bestia, no tiene tacto para hacer o pedir las cosas.—Quítate los zapatos —le ordenó a Vladislav.Yo lo miré con la boca abierta. ¿Por qué él era así?Vladislav, con mala cara, se los quitó y se los entregó. ¡Increíble! Yo le devolví los zapatos de inmediato. Miré al coche que nos estaba esperando y corrí a él. Estos tipos eran raros. El hombre me abrió la puerta y yo entré inmediatamente. El calor allí dentro era tan delicioso.—¿Por qué corriste? —me pre
Me tiré en las escaleras viendo cómo traían la cama nueva y se llevaban la otra. Respiré profundo, resignada, tal vez era cierto lo que me había dicho Vlad; Misha nunca perdía. Vladislav empezó a subir las escaleras y me miró, negó con la cabeza y se sentó a mi lado.— Te dije que Mikha nunca pierde, él es muy terco, siempre se sale con la suya — me dijo.No le iba a responder nada. Miré a Vladislav con más detenimiento, era tan extraño que el jefe fuera el orangután. De hecho , Mika no tenía pinta de jefe. en cambio, Vladislav era todo lo contrario, vestía bien, se veía más calmado, era alguien con quien yo fácilmente podría hablar, pero Mikhail es todo lo contrario, era un bruto que todo lo quería conseguir en las carreras.— Si me sigues mirando de esa forma, Mikha empezará a pensar cosas que no son, y la verdad yo quiero conservar mis pelotas — me dijo.Yo puse los ojos en blanco y me levanté. fui a la habitación donde estaban armando la cama, ese tipo era extravagante. ¡La cama
Al día siguiente, me levanté con un horrible dolor en la cintura; follar con Mikha era un trabajo bastante difícil.—Buenos días, mi dulce —me dijo él, mirándome mientras yo me sentaba en la cama. Mikha ya estaba de pie, cambiándose.—¿A dónde vas? —le pregunté.Él solo me sonrió. Después fue a la mesa que estaba a un lado, tomó un cigarro, lo prendió y le dio un par de caladas.Yo me levanté de la cama. Estaba furiosa; todas esas palabras que me había dicho ayer eran una jodida mentira. Mikhail era un bastardo sin palabra.—Quiero comprar ropa y también quiero hacerle un cambio a la casa. Si voy a vivir aquí, quiero sentirme a gusto —le dije.Él me miró y levantó una ceja. Iba a molestarlo lo más que pudiera, estaba decidida a aburrirlo de mí.—¿Estás bien? —me preguntó.Yo quedé mirando el cigarro. Él lo tiró al suelo de inmediato.—Perdón, es la costumbre —me dijo.Yo no le dije nada.—Quiero ropa —le dije.Él trató de tocarme, pero yo me aparté.—Está bien, uno de mis hombres te a
Ver la furia en sus ojos hizo que me acobardara de inmediato. Salí corriendo a la habitación, la cerré con llave y me senté en la cama. Tal vez me pasé un poquito con lo que hice, ¿pero se supone que él tiene mucho dinero, no? ¿Por qué estaba tan enojado? Él podía simplemente comprar más cosas. ¡Carajo! Yo había actuado como lo haría él. Se me estaba pegando su inmadurez.—¡Abre la puerta, Muriel! —gritó él con rabia.Yo empecé a morderme la uña; si seguía así, iba a quedar sin dedo. Pero era mejor eso a lidiar con un Mikhail enojado. Él empezó a darle golpes a la puerta. Yo me levanté de la cama y abrí la puerta; él cayó al suelo, se levantó rápidamente y me miró con furia.—Tú me diste permiso de cambiar lo que yo quisiera. Ahora no entiendo por qué estás tan enojado. Es tu culpa, así que deberías estar enojado contigo mismo —le dije.Él se acercó a mí y yo cerré los ojos, esperando algún golpe, pero nada. Abrí un ojo lentamente; Mikha me estaba mirando con los brazos cruzados.—Nun
Iba a morir congelada, y todo por culpa de ese orangután. Me detuve a mitad de la calle y miré a ambos lados para cruzar. Todo se veía blanco. Traté de respirar profundo, pero el aire frío era tan cortante y doloroso. Un coche de lujo se detuvo a mi lado; su ventanilla empezó a bajar. Mikhail tenía una cara de pocos amigos.—Sube al maldito coche, no me cabrees más —me gritó Mikhail.Yo lo miré con desprecio y crucé la calle. Él no iba a gritarme, y también estaba segura de que no me iba a dejar tirada aquí, así que iba a hacerme de rogar lo más que pudiera.—¿Es en serio, Muriel? Estamos a menos cuatro grados, deja de ser tan terca y sube al coche, te vas a congelar —me dijo en tono más calmado.Yo no le presté atención y seguí caminando. Mikhail se bajó del coche y yo empecé a correr. Me resbalé con el hielo y terminé en el suelo, con una horrible raspadura en la rodilla.—¿Estás bien? —me preguntó él, tratando de tocarme.Yo lo empujé.—Lo siento —le dije.Él miró la herida en mi p
La enorme y gruesa polla de Mikhail estaba en lo más profundo de mi coño, haciéndome sentir mil sensaciones a la vez. Mikhail apretó con fuerza mi cuello y yo jadeé de placer. sus ojos gélidos parecían querer incendiarlo todo. Mi cuerpo estaba ardiendo por él.—Seré gentil — Me dijo él mientras acariciaba mi trasero.yo apoyé mi cabeza en su hombro y miré por la ventana del coche. Podía ver a algunas personas pasar por el lugar, inocentes de lo que estaba haciendo en estos momentos. Mikha empezó a embestirme con lentitud, pero sentía que faltaba algo. yo lo miré y pude notar que se estaba conteniendo.— Quiero que lo hagas a tu manera, Mikhail, follarme como un salvaje — le pedí.Él me agarró fuertemente por el cuello y con su otra mano hizo que abriera la boca, después metió dos dedos profundamente hasta llegar a mi garganta; yo empecé a toser, pero eso en conjunto con su polla me hicieron desear mucho más. Él me sacó los dedos y me besó, fue un beso totalmente dominado por él.Mikha