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CAPÍTULO 3: Thomas Wayne.

-Se los dije, este era el hombre que le hacía falta a la compañía. –Dijo él chico que acababa de llegar mientras sonreía en dirección de mi padre.

-Lo sé, Thomas, yo tampoco dudo de ello. –Respondió el señor Nicholas al joven. M****a, ¿Ese era su hijo menor?, mi padre al darse cuenta de quien se trataba se levantó para saludarlo, mientras yo seguía completamente congelada en mi asiento, no podía dejar de mirar al tal Thomas. “¿Por qué carajos te pones así?, ¡Ni si quiera le conoces!, ¡Al menos trata de disimular!” me regañé internamente.

-Muchísimas gracias, Thomas. –Dijo mi padre mientras le tendía la mano al recién llegado, a lo que este correspondió de inmediato. –Es un gusto conocerte, muchacho.

-Lo mismo digo, señor William. –Respondió él mostrando su sonrisa con perfecta dentadura. Mi-er-da. Luego de saludar a mi padre, quien volvió a tomar asiento, se dispuso a ocupar el puesto restante en la mesa, justo a mi lado, aunque a decir verdad parecía no percatarse de mi presencia. –Pido disculpas por la tardanza, había un poco de tráfico en la gran manzana. –Añadió soltando una pequeña risa irónica que todos acompañamos con facilidad, el tráfico no era nada fuera de lo común en New York.

-Thomas –Era su padre quien hablaba en esta ocasión, este obtuvo la atención de todos los presentes al hablar. –Permíteme presentarte a la hija de William. –Añadió señalando en mi dirección, acto que dirigió todas las miradas hacía mí, de inmediato sentí un leve ardor en mis mejillas. Descubrí que me hallaba en lo cierto al pensar que, hasta ese momento, él no se había percatado de mi presencia. Al verme pareció incluso quedar sorprendido, lo cual solo hizo que me sonrojará muchísimo más.

-M****a, eh... –Dijo recomponiéndose luego de un par de segundos que, a decir verdad, fueron bastante incomodos. –Disculpa mi poca cortesía, no te había visto. Muchísimo gusto, Thomas Wayne. –Añadió tendiendo su mano en mi dirección. Su mirada reflejaba algo profundo, un sentimiento que no logré descifrar.

-El gusto es mío. –Respondí con la mayor naturalidad que pude fingir mientras imitaba su acción. Sentí como una corriente atravesó todo mi cuerpo al tocar su mano, no pude evitar que mi corazón se acelerará por completo.  

-Disculpa, ¿Cómo te llamas? –Preguntó con curiosidad mientras seguía sosteniendo mi mano. Sentí como todas las miradas se hallaban sobre nosotros y como mis mejillas se colocaban del color de mi vestido. Hice todo lo posible por mantener mi postura y retirar con sutileza mi mano de encima de la mesa.

-Anabelle Miller. –Dije dándole una pequeña sonrisa mientras tomaba mi copa con vino para dar un sorbo, necesitaba tranquilizarme, carajo. Mientras bebía un poco de vino me percaté que mi padre me miraba con rareza, y no era para menos, sentía los nervios de punta y aún no entendía siquiera el por qué. La mesa estaba llena de un silencio completamente incomodo, Thomas no dejaba de verme, y por unos segundos tuve la impresión de una mirada de extraña complicidad entre el señor Nicholas y su esposa, pero de ello no estaba segura.

-Perdón por la tardanza, acá están los menús. –Dijo el recepcionista acercándose de nuevo a la mesa, agradecí inmensamente su llegada pues había roto la tensión existente. 

 -Gracias, Dylan. –Respondió el señor Nicholas mientras el joven colocaba los menús frente a cada uno de los presentes. 

-¿Gusta vino, señor Thomas? –Dijo Dylan al llegar al asiento de este. 

-Sí, por favor. –Dijo Thomas asintiendo con tranquilidad. Luego añadió. –Y no me llames “señor” Dylan, solo soy un par de años mayor que tú. –Noté como el chico, Dylan, rio tímidamente ante el comentario de Thomas, parecían conocerse, incluso estaba casi segura de que eran amigos.

-Thomas, no seas grosero, él está haciendo su trabajo. –Fue la señora Olivia quien cortó completamente el pequeño momento de hermandad que había surgido entre los jóvenes. Dylan de inmediato cambio su cara, acomodo su postura, pidió disculpas y se retiró.

Luego de esa situación los momentos incomodos cesaron por completo. El resto de la cena comenzó a transcurrir con una sorprendente normalidad que jamás pudiese haber imaginado, la comida era deliciosa, el postre ni se diga y el vino era exquisito, ya nos habíamos terminado una botella y llevábamos la segunda a la mitad. Las conversaciones saltaban de un tema a otro sin ningún orden en específico, mi padre, a quien ya se le habían olvidado los nervios, hacía reír a todos los presentes con sus grandes historias y sus peculiares chistes. 

De vez en cuando sentía la mirada de Thomas posada sobre mí, lo cual me hacía colocar nerviosa, hubo un momento de la noche en la cual incluso casi regaba el contenido de mi copa sobre la mesa debido a un rocé de brazos que tuve con él. Era realmente absurdo sentirme así, no tenía sentido alguno, no era la primera vez que un chico llamaba mi atención y no por ello había actuado así antes, aunque no podía negar que había algo que iba más allá en él. 

Decir que era atractivo físicamente se quedaba corto, además, las veces que había participado en las conversaciones grupales había dicho cosas realmente interesantes, por lo que había alcancé a escuchar era un chico bastante culto, inteligente y carismático, sin mencionar lo educado y respetuoso que era. Definitivamente no se parecía en lo más mínimo a su familia, resulto ser la gran excepción entre tanta rareza. 

-¿Puedo preguntarte algo? –Dijo Thomas sacándome de mis pensamientos. Hablaba casi en un susurro. Me giré para poder verlo mejor, se encontraba bastante cerca, lo cual hizo que mi corazón diera un vuelco.

-Claro, dime. –Respondí conteniendo los nervios, comenzaba a odiar el sentirme así. 

-¿Nos hemos visto antes? –Preguntó con genuina curiosidad. En esta ocasión su mirada me transmitía seriedad y a su vez existía cierta ingenuidad en su tono de voz. –Y perdón que lo pregunte, es que te me haces muy familiar, pero la verdad no recuerdo donde hemos coincidido. –Añadió con algo de pena, podría jurar que incluso se sonrojó. 

-Tranquilo. –Añadí con una corta risa. –Y respondiendo a tu pregunta: No, no nos habíamos visto antes. –Dije negando con mi cabeza.

-Demonios, ¿Estas segura? –Inquirió nuevamente. Sin embargo no me dejo contestarle pues volvió a hablar. –Bueno, con eso tendría sentido el por qué no recuerdo con exactitud dónde te había visto, estoy seguro que de haberlo hecho no lo habría olvidado. –Añadió con una sonrisa bastante atractiva. A pesar de que su comentario parecía con intenciones de sonar seductor, lo que consiguió fue causarme gracia, y de esta manera disminuir completamente mis nervios. 

-Por Dios. –Dije entre risas que no pude evitar. –Esa línea es un poco antigua, ¿No? –Añadí alzando una de mis cejas mientras le sonreía con ironía.

-Auch. –Dijo él mientras se acomodaba en su asiento con una sonrisa igual de irónica, pareció quedar no solo sorprendido sino también divertido con mi respuesta. –Eso fue un golpe muy bajo. –Añadió haciéndose el ofendido mientras cruzaba ambos brazos sobre su pecho y se recostaba en su silla. Me encogí de hombros mientras le daba un sorbo a mi copa de manera triunfante. 

Estuvimos un largo rato hablando sobre diversos temas. Me contó que tenía diecinueve años, había estudiado en varios institutos a lo largo del país, vivió también un tiempo en Londres y en Italia como alumno de intercambio, hablaba con fluidez varios idiomas y actualmente estudiaba administración de finanzas para poder comenzar a trabajar en la empresa de su padre al cumplir la mayoría de edad. 

A decir verdad, hablar con él era realmente fascinante, no solo por las historias que contaba, sino también por la forma en que me observaba cuando yo tenía la palabra, a pesar de no ser las mejores historias, ni compararse en lo más mínimo con las suyas, se veía maravillado y completamente envuelto en la conversación en todo momento. 

-Anny, cariño, creo que ya debemos irnos a casa, no me siento bien. –Dijo mi padre, sacándome por completo de la conversación que estaba teniendo con Thomas, tenía un tono de voz tan extraño que me gire con curiosidad para verlo, fue entonces cuando me percaté que se encontraba más ebrio de lo que pude haber imaginado. Su camisa estaba por fuera de su pantalón, la corbata se encontraba totalmente desbaratada y cabello había perdido la forma. 

-M****a, papá, ¿Qué tanto tomaste? –Dije girándome completamente en su dirección para ver qué tan mal se encontraba, que para ser sincera no era ni cerca el mejor en el que lo había visto.

Mire a los demás presentes en la mesa y fue cuando descubrí que el señor Nicholas y la señora Olivia se hallaban igual de desaliñados que mi padre, y Allison ni siquiera estaba en la mesa. Joder, ¿En qué momento había pasado todo eso?, ¿Tan sumergida estaba en la conversación con Thomas que no me percaté de lo que sucedía al rededor?

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