-Se los dije, este era el hombre que le hacía falta a la compañía. –Dijo él chico que acababa de llegar mientras sonreía en dirección de mi padre.
-Lo sé, Thomas, yo tampoco dudo de ello. –Respondió el señor Nicholas al joven. M****a, ¿Ese era su hijo menor?, mi padre al darse cuenta de quien se trataba se levantó para saludarlo, mientras yo seguía completamente congelada en mi asiento, no podía dejar de mirar al tal Thomas. “¿Por qué carajos te pones así?, ¡Ni si quiera le conoces!, ¡Al menos trata de disimular!” me regañé internamente.
-Muchísimas gracias, Thomas. –Dijo mi padre mientras le tendía la mano al recién llegado, a lo que este correspondió de inmediato. –Es un gusto conocerte, muchacho.
-Lo mismo digo, señor William. –Respondió él mostrando su sonrisa con perfecta dentadura. Mi-er-da. Luego de saludar a mi padre, quien volvió a tomar asiento, se dispuso a ocupar el puesto restante en la mesa, justo a mi lado, aunque a decir verdad parecía no percatarse de mi presencia. –Pido disculpas por la tardanza, había un poco de tráfico en la gran manzana. –Añadió soltando una pequeña risa irónica que todos acompañamos con facilidad, el tráfico no era nada fuera de lo común en New York.
-Thomas –Era su padre quien hablaba en esta ocasión, este obtuvo la atención de todos los presentes al hablar. –Permíteme presentarte a la hija de William. –Añadió señalando en mi dirección, acto que dirigió todas las miradas hacía mí, de inmediato sentí un leve ardor en mis mejillas. Descubrí que me hallaba en lo cierto al pensar que, hasta ese momento, él no se había percatado de mi presencia. Al verme pareció incluso quedar sorprendido, lo cual solo hizo que me sonrojará muchísimo más.
-M****a, eh... –Dijo recomponiéndose luego de un par de segundos que, a decir verdad, fueron bastante incomodos. –Disculpa mi poca cortesía, no te había visto. Muchísimo gusto, Thomas Wayne. –Añadió tendiendo su mano en mi dirección. Su mirada reflejaba algo profundo, un sentimiento que no logré descifrar.
-El gusto es mío. –Respondí con la mayor naturalidad que pude fingir mientras imitaba su acción. Sentí como una corriente atravesó todo mi cuerpo al tocar su mano, no pude evitar que mi corazón se acelerará por completo.
-Disculpa, ¿Cómo te llamas? –Preguntó con curiosidad mientras seguía sosteniendo mi mano. Sentí como todas las miradas se hallaban sobre nosotros y como mis mejillas se colocaban del color de mi vestido. Hice todo lo posible por mantener mi postura y retirar con sutileza mi mano de encima de la mesa.
-Anabelle Miller. –Dije dándole una pequeña sonrisa mientras tomaba mi copa con vino para dar un sorbo, necesitaba tranquilizarme, carajo. Mientras bebía un poco de vino me percaté que mi padre me miraba con rareza, y no era para menos, sentía los nervios de punta y aún no entendía siquiera el por qué. La mesa estaba llena de un silencio completamente incomodo, Thomas no dejaba de verme, y por unos segundos tuve la impresión de una mirada de extraña complicidad entre el señor Nicholas y su esposa, pero de ello no estaba segura.
-Perdón por la tardanza, acá están los menús. –Dijo el recepcionista acercándose de nuevo a la mesa, agradecí inmensamente su llegada pues había roto la tensión existente.
-Gracias, Dylan. –Respondió el señor Nicholas mientras el joven colocaba los menús frente a cada uno de los presentes.
-¿Gusta vino, señor Thomas? –Dijo Dylan al llegar al asiento de este.
-Sí, por favor. –Dijo Thomas asintiendo con tranquilidad. Luego añadió. –Y no me llames “señor” Dylan, solo soy un par de años mayor que tú. –Noté como el chico, Dylan, rio tímidamente ante el comentario de Thomas, parecían conocerse, incluso estaba casi segura de que eran amigos.
-Thomas, no seas grosero, él está haciendo su trabajo. –Fue la señora Olivia quien cortó completamente el pequeño momento de hermandad que había surgido entre los jóvenes. Dylan de inmediato cambio su cara, acomodo su postura, pidió disculpas y se retiró.
Luego de esa situación los momentos incomodos cesaron por completo. El resto de la cena comenzó a transcurrir con una sorprendente normalidad que jamás pudiese haber imaginado, la comida era deliciosa, el postre ni se diga y el vino era exquisito, ya nos habíamos terminado una botella y llevábamos la segunda a la mitad. Las conversaciones saltaban de un tema a otro sin ningún orden en específico, mi padre, a quien ya se le habían olvidado los nervios, hacía reír a todos los presentes con sus grandes historias y sus peculiares chistes.
De vez en cuando sentía la mirada de Thomas posada sobre mí, lo cual me hacía colocar nerviosa, hubo un momento de la noche en la cual incluso casi regaba el contenido de mi copa sobre la mesa debido a un rocé de brazos que tuve con él. Era realmente absurdo sentirme así, no tenía sentido alguno, no era la primera vez que un chico llamaba mi atención y no por ello había actuado así antes, aunque no podía negar que había algo que iba más allá en él.
Decir que era atractivo físicamente se quedaba corto, además, las veces que había participado en las conversaciones grupales había dicho cosas realmente interesantes, por lo que había alcancé a escuchar era un chico bastante culto, inteligente y carismático, sin mencionar lo educado y respetuoso que era. Definitivamente no se parecía en lo más mínimo a su familia, resulto ser la gran excepción entre tanta rareza.
-¿Puedo preguntarte algo? –Dijo Thomas sacándome de mis pensamientos. Hablaba casi en un susurro. Me giré para poder verlo mejor, se encontraba bastante cerca, lo cual hizo que mi corazón diera un vuelco.
-Claro, dime. –Respondí conteniendo los nervios, comenzaba a odiar el sentirme así.
-¿Nos hemos visto antes? –Preguntó con genuina curiosidad. En esta ocasión su mirada me transmitía seriedad y a su vez existía cierta ingenuidad en su tono de voz. –Y perdón que lo pregunte, es que te me haces muy familiar, pero la verdad no recuerdo donde hemos coincidido. –Añadió con algo de pena, podría jurar que incluso se sonrojó.
-Tranquilo. –Añadí con una corta risa. –Y respondiendo a tu pregunta: No, no nos habíamos visto antes. –Dije negando con mi cabeza.
-Demonios, ¿Estas segura? –Inquirió nuevamente. Sin embargo no me dejo contestarle pues volvió a hablar. –Bueno, con eso tendría sentido el por qué no recuerdo con exactitud dónde te había visto, estoy seguro que de haberlo hecho no lo habría olvidado. –Añadió con una sonrisa bastante atractiva. A pesar de que su comentario parecía con intenciones de sonar seductor, lo que consiguió fue causarme gracia, y de esta manera disminuir completamente mis nervios.
-Por Dios. –Dije entre risas que no pude evitar. –Esa línea es un poco antigua, ¿No? –Añadí alzando una de mis cejas mientras le sonreía con ironía.
-Auch. –Dijo él mientras se acomodaba en su asiento con una sonrisa igual de irónica, pareció quedar no solo sorprendido sino también divertido con mi respuesta. –Eso fue un golpe muy bajo. –Añadió haciéndose el ofendido mientras cruzaba ambos brazos sobre su pecho y se recostaba en su silla. Me encogí de hombros mientras le daba un sorbo a mi copa de manera triunfante.
Estuvimos un largo rato hablando sobre diversos temas. Me contó que tenía diecinueve años, había estudiado en varios institutos a lo largo del país, vivió también un tiempo en Londres y en Italia como alumno de intercambio, hablaba con fluidez varios idiomas y actualmente estudiaba administración de finanzas para poder comenzar a trabajar en la empresa de su padre al cumplir la mayoría de edad.
A decir verdad, hablar con él era realmente fascinante, no solo por las historias que contaba, sino también por la forma en que me observaba cuando yo tenía la palabra, a pesar de no ser las mejores historias, ni compararse en lo más mínimo con las suyas, se veía maravillado y completamente envuelto en la conversación en todo momento.
-Anny, cariño, creo que ya debemos irnos a casa, no me siento bien. –Dijo mi padre, sacándome por completo de la conversación que estaba teniendo con Thomas, tenía un tono de voz tan extraño que me gire con curiosidad para verlo, fue entonces cuando me percaté que se encontraba más ebrio de lo que pude haber imaginado. Su camisa estaba por fuera de su pantalón, la corbata se encontraba totalmente desbaratada y cabello había perdido la forma.
-M****a, papá, ¿Qué tanto tomaste? –Dije girándome completamente en su dirección para ver qué tan mal se encontraba, que para ser sincera no era ni cerca el mejor en el que lo había visto.
Mire a los demás presentes en la mesa y fue cuando descubrí que el señor Nicholas y la señora Olivia se hallaban igual de desaliñados que mi padre, y Allison ni siquiera estaba en la mesa. Joder, ¿En qué momento había pasado todo eso?, ¿Tan sumergida estaba en la conversación con Thomas que no me percaté de lo que sucedía al rededor?
-¿Estas segura que no quieres que los lleve?, ya te dije que no tengo ningún problema con hacerlo. –Insistía Thomas nuevamente.-Y yo te dije que sé manejar, no te preocupes. –Repetí por séptima vez mientras rodaba mis ojos. Desde que anuncie que ya debíamos marcharnos Thomas había comenzado a insistir en que él podía llevarnos, debido al estado de ebriedad de mi padre. A decir verdad tenía algo de encantador su gesto, además de que su preocupación se veía genuina, sin embargo no había necesidad de eso, yo podía hacerlo sin ningún problema, mi padre me había enseñado a manejar a los catorce, incluso ya había conseguido mi licencia de conducir. Además, no quería dar la impresión, por mucho que me gustase la idea, de que entre él y yo podía surgir algo, una situación así podría afectar el puesto que del cual mi padre recién se iba a hacer cargo.-Está bien, si quieres puedes manejar tú, pero entonces ¿Me dejas acompañarte? –Pregunto con cierta ternura, había en sus ojos al
-Agh, no, aún nada. –Dije negando con mi cabeza mientras llevaba unas cuantas papas a mi boca. –Es como si hubiese desaparecido de la faz de la tierra. ¿Estás seguro que los meses antes del accidente los pase con él? –Inquirí frunciendo mi ceño.-¿No te cansas de preguntar eso? –Dijo rodando sus ojos. –Ya te dije que sí, estoy completamente seguro de que así fue. –Añadió con sequedad.-Disculpa si te molesto con mis preguntas, es que ya no hallo la manera de recuperar la memoria. –Dije con frustración. –Es que no puedo creer que la única persona que pudiese ayudarme a recuperar la memoria sea precisamente alguien que no aparece. Es una estúpida ironía.-Perdón. –Dijo soltando un suspiro. –Me encantaría poder ser de más ayuda, en serio, pero de momento solo puedo traerte papas fritas e intentar que te sientas meramente normal. –Dijo encogiéndose de hombros.-No es tu culpa, tranquilo. –Dije exhalando un aire que sin saber retenía. –Me estoy volviendo loc
18 de abril, 2019.Eran alrededor de las 9 am, me encontraba trotando a la mitad del Central Park con mis auriculares a todo volumen mientras escuchaba “Bomm Clap” de Charlie XCX. A decir verdad me gustaba como se veía Central Park a estas horas, se convertía en un lugar bastante pintoresco, de lo habitual, además, el clima fresco de hoy le sumaba más puntos al lugar. Me encontraba sumergida en mis pensamientos, en la canción, en el entorno a mí alrededor, tanto que no me percaté que me llamaban a mis espaldas, fue cuando sentí que tocaron mi hombro que caí nuevamente en la realidad.-Por Dios, no eres fácil de alcanzar en ningún aspecto. –Dijo él colocando las manos en su cintura mientras luchaba por recuperar el aliento. Se encontraba con ropa formal, de traje para ser exacta, su cabello se hallaba complemente despeinado, sin mencionar que se le veían algunas gotas de sudor en la frente.-¿Thomas? –Dije por inercia frunciendo mi ceño mientras me
“¿Qué carajos iba a colocarme?” Era el interrogante más grande en este preciso momento. Ya me había probado absolutamente todos los jeans, las blusas, suéteres, franelillas y demás prendas de ropa que tenía y nada, había colocado mi closet patas arriba y aún no hallaba una combinación que me convenciera como outfit para mi cita con Thomas. Me deje caer boca arriba sobre mi cama completamente frustrada, ¿Por qué no podía vestirme con equis cosa y ya? ¿Por qué me importaba tanto vestir bien para ir a ver a Thomas?, “Porque te gusta, duh” respondió la voz de mi interior, di un suspiro de resignación. Escuche como mi celular comenzó a sonar desde la sala, respire hondo y me levante para ir a contestar, quizás se trataba de mi padre, o de Thomas. Al ver la pantalla descubrí que era Noah quien llamaba. Oh, mierda.-¿Ya estas lista? –Pregunto al otro lado de la línea apenas conteste. –Ya casi voy saliendo a buscarte.-Noah, perdón, perdón, perdón. –Dije de inmediato. –Me
Presente.-¿Thomas? –Pregunté al verle allí parado frente a mí. Era él sin duda alguna, aunque la verdad se veía bastante diferente al recuerdo que conservaba del día que lo conocí. En esta ocasión se encontraba despeinado y tenía algo de barba, la cual lo hacía ver desaliñado, el brillo de sus ojos se había perdido por completo, el gris era opaco, oscuro. Vestía una franela gris con un estampado que decía “STOP”, un jean negro que estaba algo roto a la altura de las rodillas y unas VANS clásicas.-Hola, An. –Dijo curvando un poco la comisura de sus labios, más que una sonrisa su gesto era de nostalgia. Noté como sus ojos se humedecieron un poco, su tono de voz era apagado, lo cual hizo que mi estómago diera un vuelco, en definitiva no estaba ni cerca de ser el Thomas que recordaba.-¿Qué te paso? –Pregunte con una mezcla de confusión y sorpresa. Una parte de mí quiso acercarse a él y abrazarlo, darle consuelo a lo que fuese que pasase por su mente
La noche era bastante fría, sin embargo eso no parecía importarles a las personas que iban y veían por las aceras de Brooklyn. A veces solía preguntarme sobre qué rumbo tendrían esas personas, incluso me gustaba pensar que todos iban ya a sus casas a descansar después de un día de trabajo, o quizás se dirigían hacia algún restaurante a tener una cita con el amor de sus vidas, o tal vez simplemente a reunirse con amigos o familiares. A decir verdad trataba de no pensar en las cosas malas, hacía lo posible por dejar ese tipo de cosas a un lado, como si no existiesen, a pesar de que en el fondo sabía que la verdad era otra, el mal, la desdicha, la mala suerte y sobre todo las malas situaciones siempre iban a existir. Yo era el claro ejemplo de eso.Pase los primeros cinco años de mi vida en el orfanato “Santa Marta”, planeando todas las noches sobre cómo encontraría a mis padres biológicos, planes que fui dejando de lado cuando me volví miembro oficial de la familiar Miller
Los abuelos de Dylan nos recibieron con gran cariño y amabilidad, como si fuésemos conocidos de toda la vida, aunque si lo pensaba bien quizás Thomas lo era, “¿Y si yo los había conocido también?” fue un pregunta que no pude evitar formularme. Luego de atravesar la puerta principal nos condujeron hacía la cocina de la cabaña, donde nos ofrecieron un poco de chocolate caliente acompañado de unas tostadas con tocino, no me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que las probé, estaban realmente deliciosas. El lugar era bastante acogedor, por lo que había alcanzado a notar contaba con un sinfín de fotografías familiares que decoraban las paredes de madera, del techo colgaban candelabros que brindaban una luz tenue, se notaba como los muebles habían sido bien elegidos, pues combinaban perfectamente con todo el entorno.-¿Te gusta el lugar? –Pregunto con tranquilidad la señora Caroline, abuela de Dylan, en mi dirección.-Es un hogar muy acogedor. –Respondí dirigién
Abril 30, 2019.-¿Crees en el destino o en las casualidades? –Pregunto Thomas mientras tomábamos un café en “Yellow Coffe”.-Que pregunta tan profunda. –Dije riendo mientras le daba un sorbo a mi café, él soltó una pequeña risa. –Debo confesarte que en realidad nunca lo había pensado. –Admití. –Sin embargo, me inclinaría un poco más por las casualidades que por el destino. –Añadí luego de pensarlo un poco.-¿Por qué? –Pregunto él con curiosidad al mismo tiempo que ladeaba su cabeza y posaba sus codos sobre la mesa.-Todos decidimos quienes ser y que hacer según las situaciones que se nos van presentando en la vida, no creo que seamos robots siguiendo un manual de instrucciones. –Respondí con tranquilidad encogiéndome de hombros– ¿Y tú, en que crees? –Pregunte imitando su acción al colocar mis codos sobre la mesa.-Yo creo en el destino, aunque sinceramente no lo veo como un “Manual de instrucciones” –Respondió él con una pequeña risa.&n