-Agh, no, aún nada. –Dije negando con mi cabeza mientras llevaba unas cuantas papas a mi boca. –Es como si hubiese desaparecido de la faz de la tierra. ¿Estás seguro que los meses antes del accidente los pase con él? –Inquirí frunciendo mi ceño.
-¿No te cansas de preguntar eso? –Dijo rodando sus ojos. –Ya te dije que sí, estoy completamente seguro de que así fue. –Añadió con sequedad.
-Disculpa si te molesto con mis preguntas, es que ya no hallo la manera de recuperar la memoria. –Dije con frustración. –Es que no puedo creer que la única persona que pudiese ayudarme a recuperar la memoria sea precisamente alguien que no aparece. Es una estúpida ironía.
-Perdón. –Dijo soltando un suspiro. –Me encantaría poder ser de más ayuda, en serio, pero de momento solo puedo traerte papas fritas e intentar que te sientas meramente normal. –Dijo encogiéndose de hombros.
-No es tu culpa, tranquilo. –Dije exhalando un aire que sin saber retenía. –Me estoy volviendo loca con todo esto, lo juro.
-¿Quieres ir al cine? –Preguntó de repente– Necesitas salir de estas paredes, eso de que te ves mal no es una broma. –Añadió mientras soltaba pequeña risa la cual me fue inevitable no acompañar.
-¿En verdad me veo tan fatal? –Dije frunciendo el ceño con humor. No era necesario preguntarlo para saber la respuesta, Noah era de las personas más honestas que conocía y sí él lo decía definitivamente era por algo.
-Anny, te ves horrenda. –Dijo con tranquilidad mientras reía otro poco. –Ve a arreglarte, te espero acá. –Añadió mientras me daba un leve empujón con su hombro.
-Vale, está bien. –Dije levantándome del sillón con cierta pereza y desdén. Estando ya de pie considere la situación y pregunté– ¿Y sí mejor pedimos comida china y vemos alguna peli en Netflix? –Esperaba que mi tono de niña pequeña convenciera a Noah porque a decir verdad no quería salir de mi casa.
-No, nada de eso. –Respondió Noah de manera rotunda mientras negaba con su cabeza. –El punto de ir al cine no es ver la película, es que salgas que aquí. –Dijo extendiendo sus brazos para hacer referencia a la casa. Por ultimo añadió. –Así que mueve ese trasero, la siguiente película comienza a las 7 pm, tienes treinta minutos para estar lista.
-Agh, ¿Cómo quieres que me vea bien en treinta minutos? –Protesté cual niña pequeña.
-Ya son veintinueve. –Dijo mientras hacía el gesto de que revisaba su reloj, el cual ni siquiera existía. Rodé mis ojos antes de salir corriendo a mi habitación para arreglarme.
Noah siempre hacía su mayor esfuerzo por hacerme sentir mejor, cuando mi madre murió me acompaño en todo momento, era sin duda alguna una de las mejores personas que, por fortuna, aún permanecía en mi vida.
Nos conocíamos desde el primer año de secundaria, la primera vez que coincidimos fue en clases de literatura, él se había quedado dormido en el asiento a mi lado y logre despertarlo justo antes de que el profesor se diese cuenta, salvándolo así de un castigo seguro; desde ese momento, cada vez que veíamos alguna materia juntos, se sentaba a mi lado y hacía comentarios como “Cualquier cosa, me salvas de nuevo” o “0800-Anabelle”. Con el pasar de los días comenzamos a entablar conversaciones que iban más allá de chistes o simples comentarios, fue entonces cuando nos dimos cuenta que teníamos miles de cosas en común. Luego de ello nos volvimos inseparables, a tal punto de que en el instituto comenzaron a correr la voz de que éramos novios, sin importar cuanto lo negásemos. Por suerte para mí aquel rumor se extinguió por completo cuando él comenzó a salir con Madison. Ahora que lo pensaba con detenimiento, jamás se me paso por la mente ver a Noah como más que un amigo.
Antes de salir de mi habitación me di una rápida mirada al espejo, después de unos minutos debatiendo internamente sobre que colocarme termine decidiéndome por un jean negro, una blusa corta de color blanco acompañada de una chaqueta de jean clara y unos zapatos deportivos negros con blanco. Mi cabello se hallaba semi-ondulado y el poquito de maquillaje que me había colocado hacía a la perfección su trabajo.
-¡Dios, al fin saliste! –Dijo Noah exasperado cuando abrí la puerta de mi habitación. –Te juro que me estaba quedando dormido. –Añadió mientras comenzaba a levantarse del sillón. Durante una fracción de segundos vi como su rostro reflejo cierta sorpresa al verme, sin embargo este gesto desapareció por completo tan rápido como había llegado. Sin darle mucha importancia me dispuse a responderle.
-No entiendo porque te quejas, cumplí con el tiempo que me diste, deberías agradecer que hice milagros para estar lista a tiempo. –Dije con algo de humor mientras me dirigía a la cocina para buscar mi bolso de mano. Lo abrí rápidamente para asegurarme de tener allí mi monedero y mi celular, aproveche de revisar las notificación de mi celular y me di cuenta que habían cinco llamadas perdidas de un número desconocido, trate de llamar pero este se encontraba bloqueado, una sensación extraña invadió mi pecho de inmediato sin embargo esta fue sustituida por un sobresalto al escuchar, de manera repentina, la voz de Noah a mis espaldas.
-¿Ya nos podemos ir? –Dijo él mientras se recostaba en el umbral de la puerta de la cocina.
-Carajo. –Dije asustada girándome en su dirección mientras llevaba las manos hacía mi pecho por inercia– ¿Cómo es que no haces ruido al caminar?, me asustaste.
-No puedo creer que seas tan nenita. –Dijo entre carcajadas. Rodé mis ojos sin responderle mientras él seguía riendo, me volví a girar hacía mi bolso para guardar mi celular, luego comencé a caminar en dirección de Noah.
-Soy, literalmente, una nenita, idiota. –Dije al pasar a su lado mientras aprovechaba para chocarlo con mi hombro. –Vámonos. –Añadí antes de que él dijese algo más.
-Eres una nenita con vocabulario de albañil. –Respondió riendo mientras me seguía hacía la puerta principal de la casa.
El camino al cine transcurrió con la más sagrada de nuestras rutinas: Pasamos todo el trayecto en el automóvil cantando a todo pulmón nuestro repertorio musical favorito. Las canciones iban desde Bruno Mars con “24k Magic”, hasta Ed Sheeran con “Thinking Out Loud”, variando por completo el estilo musical con cada canción, nunca nos cansábamos de ello y, a decir verdad, era una de las cosas que más amaba de mi amistad con Noah: Lo bien que nos entendíamos con la música. También amaba como podíamos ser nosotros mismos en todo momento sin que el otro se molestase por eso.
-¿Qué película quieres ver? –Pregunto Noah llevándose ambas manos hacía la cintura mientras alternaba su mirada entre la cartelera y mi dirección.
-No sé, pero desde ya te digo que no veré absolutamente nada de terror. –Dije rotundamente mientras veía el título “Navidad sangrienta” en la cartelera. Noah soltó una pequeña risa.
-Vale, nada de terror, peeero–Dijo alargando esta palabra–, ya que tú colocas esa condición, yo colocaré una también: Nada de películas tristes, ni deprimentes. –Añadió con enumerando ambas características con sus dedos.
-Esas son dos condiciones, no una. –Dije alzando mi ceja con ironía. –Así que voy yo por mi segunda condición: Cero películas de ciencia ficción. –Culminé con una sonrisa victoriosa.
-Eres malvada y lo sabes. –Añadió haciéndose el ofendido. Él sabía perfectamente que lo decía porque en la cartelera se hallaba la última película de “Star Wars”, saga que me aburría por completo, pero que Noah amaba. –Bueno, ya que no me dejaras ver a la preciosa Daisy Ridley actuar, te toca elegir la película mientras yo compro las palomitas ¿Te parece? –Añadió con tranquilidad.
-Perfecto. –Dije sonriente. “¡Bingo, no pasaría dos horas dormida en el cine!” pensé de manera inmediata, Noah pareció leer mi mente pues soltó otra risa antes de marcharse en dirección del stand de palomitas.
Mientras veía como se alejaba con tranquilidad, con las manos en sus bolsillos del pantalón, me dedique a detallarlo un poco: Noah era más alto que yo, 1,75m para ser exacta, su contextura no era precisamente robusta, como solían ser los jugadores de futbol americano, pero tampoco era delgado, la verdad se encontraba en un buen punto intermedio, su cabello castaño oscuro siempre se encontraba en perfecto estado. Ahora que lo pensaba con detenimiento, Noah era bastante atractivo, incluso podría… El sonido de mi celular me saco por completo de mis pensamientos, hasta entonces caí en cuenta de que me encontraba parada en la mitad de la entrada al cine mirando a Noah, rápidamente me dispuse a caminar hacia la fila para la taquilla de los boletos y a su vez buscaba mi celular para contestar la llamada. Se trataba nuevamente de un número desconocido, me disponía a contestar cuando colgaron. Demonios. Di un suspiro frustrado y guarde mi celular, no entendía quien tenía tanto interés por comunicarse conmigo.
-No entiendo para que tienes un teléfono si no lo vas a contestar. –Dijo una voz masculina a mis espaldas. Mi piel se erizo de inmediato al reconocer de quien se trataba.
18 de abril, 2019.Eran alrededor de las 9 am, me encontraba trotando a la mitad del Central Park con mis auriculares a todo volumen mientras escuchaba “Bomm Clap” de Charlie XCX. A decir verdad me gustaba como se veía Central Park a estas horas, se convertía en un lugar bastante pintoresco, de lo habitual, además, el clima fresco de hoy le sumaba más puntos al lugar. Me encontraba sumergida en mis pensamientos, en la canción, en el entorno a mí alrededor, tanto que no me percaté que me llamaban a mis espaldas, fue cuando sentí que tocaron mi hombro que caí nuevamente en la realidad.-Por Dios, no eres fácil de alcanzar en ningún aspecto. –Dijo él colocando las manos en su cintura mientras luchaba por recuperar el aliento. Se encontraba con ropa formal, de traje para ser exacta, su cabello se hallaba complemente despeinado, sin mencionar que se le veían algunas gotas de sudor en la frente.-¿Thomas? –Dije por inercia frunciendo mi ceño mientras me
“¿Qué carajos iba a colocarme?” Era el interrogante más grande en este preciso momento. Ya me había probado absolutamente todos los jeans, las blusas, suéteres, franelillas y demás prendas de ropa que tenía y nada, había colocado mi closet patas arriba y aún no hallaba una combinación que me convenciera como outfit para mi cita con Thomas. Me deje caer boca arriba sobre mi cama completamente frustrada, ¿Por qué no podía vestirme con equis cosa y ya? ¿Por qué me importaba tanto vestir bien para ir a ver a Thomas?, “Porque te gusta, duh” respondió la voz de mi interior, di un suspiro de resignación. Escuche como mi celular comenzó a sonar desde la sala, respire hondo y me levante para ir a contestar, quizás se trataba de mi padre, o de Thomas. Al ver la pantalla descubrí que era Noah quien llamaba. Oh, mierda.-¿Ya estas lista? –Pregunto al otro lado de la línea apenas conteste. –Ya casi voy saliendo a buscarte.-Noah, perdón, perdón, perdón. –Dije de inmediato. –Me
Presente.-¿Thomas? –Pregunté al verle allí parado frente a mí. Era él sin duda alguna, aunque la verdad se veía bastante diferente al recuerdo que conservaba del día que lo conocí. En esta ocasión se encontraba despeinado y tenía algo de barba, la cual lo hacía ver desaliñado, el brillo de sus ojos se había perdido por completo, el gris era opaco, oscuro. Vestía una franela gris con un estampado que decía “STOP”, un jean negro que estaba algo roto a la altura de las rodillas y unas VANS clásicas.-Hola, An. –Dijo curvando un poco la comisura de sus labios, más que una sonrisa su gesto era de nostalgia. Noté como sus ojos se humedecieron un poco, su tono de voz era apagado, lo cual hizo que mi estómago diera un vuelco, en definitiva no estaba ni cerca de ser el Thomas que recordaba.-¿Qué te paso? –Pregunte con una mezcla de confusión y sorpresa. Una parte de mí quiso acercarse a él y abrazarlo, darle consuelo a lo que fuese que pasase por su mente
La noche era bastante fría, sin embargo eso no parecía importarles a las personas que iban y veían por las aceras de Brooklyn. A veces solía preguntarme sobre qué rumbo tendrían esas personas, incluso me gustaba pensar que todos iban ya a sus casas a descansar después de un día de trabajo, o quizás se dirigían hacia algún restaurante a tener una cita con el amor de sus vidas, o tal vez simplemente a reunirse con amigos o familiares. A decir verdad trataba de no pensar en las cosas malas, hacía lo posible por dejar ese tipo de cosas a un lado, como si no existiesen, a pesar de que en el fondo sabía que la verdad era otra, el mal, la desdicha, la mala suerte y sobre todo las malas situaciones siempre iban a existir. Yo era el claro ejemplo de eso.Pase los primeros cinco años de mi vida en el orfanato “Santa Marta”, planeando todas las noches sobre cómo encontraría a mis padres biológicos, planes que fui dejando de lado cuando me volví miembro oficial de la familiar Miller
Los abuelos de Dylan nos recibieron con gran cariño y amabilidad, como si fuésemos conocidos de toda la vida, aunque si lo pensaba bien quizás Thomas lo era, “¿Y si yo los había conocido también?” fue un pregunta que no pude evitar formularme. Luego de atravesar la puerta principal nos condujeron hacía la cocina de la cabaña, donde nos ofrecieron un poco de chocolate caliente acompañado de unas tostadas con tocino, no me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que las probé, estaban realmente deliciosas. El lugar era bastante acogedor, por lo que había alcanzado a notar contaba con un sinfín de fotografías familiares que decoraban las paredes de madera, del techo colgaban candelabros que brindaban una luz tenue, se notaba como los muebles habían sido bien elegidos, pues combinaban perfectamente con todo el entorno.-¿Te gusta el lugar? –Pregunto con tranquilidad la señora Caroline, abuela de Dylan, en mi dirección.-Es un hogar muy acogedor. –Respondí dirigién
Abril 30, 2019.-¿Crees en el destino o en las casualidades? –Pregunto Thomas mientras tomábamos un café en “Yellow Coffe”.-Que pregunta tan profunda. –Dije riendo mientras le daba un sorbo a mi café, él soltó una pequeña risa. –Debo confesarte que en realidad nunca lo había pensado. –Admití. –Sin embargo, me inclinaría un poco más por las casualidades que por el destino. –Añadí luego de pensarlo un poco.-¿Por qué? –Pregunto él con curiosidad al mismo tiempo que ladeaba su cabeza y posaba sus codos sobre la mesa.-Todos decidimos quienes ser y que hacer según las situaciones que se nos van presentando en la vida, no creo que seamos robots siguiendo un manual de instrucciones. –Respondí con tranquilidad encogiéndome de hombros– ¿Y tú, en que crees? –Pregunte imitando su acción al colocar mis codos sobre la mesa.-Yo creo en el destino, aunque sinceramente no lo veo como un “Manual de instrucciones” –Respondió él con una pequeña risa.&n
-Disculpa que te deje esperando tanto tiempo. –Dijo Thomas mientras tomaba asiento, al mismo tiempo me dirigió una pequeña sonrisa. –Mi padre quería contarme unas cosas sobre la empresa y bueno, debía escucharlo si no quiero quedar despedido antes de siquiera comenzar a trabajar. –Añadió encogiéndose de hombros con ternura.-Tranquilo, aunque es una lástima por tu café, estoy completamente segura de que ya se enfrió. –Dije con un tono de tristeza fingido mientras negaba con mi cabeza.-¿Completamente? –Dijo Thomas mientras alzaba una de sus cejas de una manera muy divertida. –Eso significa que probaste mi café mientras yo hablaba por teléfono ¿Eh? –Añadió con humor.-Un poco nada más, es que tenía curiosidad de porque te gustaba el Latte en vez del Capuccino, y la verdad déjame decirte que no le encontré nada bueno. –Dije frunciendo el ceño mientras trataba de contener la risa.-¡Oh por Dios!, ¡No puedo creer que no te guste el Latte! –Dijo
Después de un largo camino, que fue acompañado por un muy incómodo silencio, Thomas y yo llegamos a un pequeño lago que formaba parte de la propiedad de Caroline y Peter. A decir verdad era un lugar muy bonito, acogedor y tranquilo, había un pequeño muelle, contaba con un par de mesas de madera dispersas cerca de las orillas del lago y habían cuatros troncos de aproximadamente dos o tres metros de altura de los cuales colgaban las lámparas que le brindaban una luz tenue al lugar, de haber sido otras las circunstancias habría disfrutado mucho del entorno, sin embargo no era el caso en el que me encontraba actualmente.-Ven por acá. –Fue todo lo que Thomas dijo antes de continuar caminando en dirección del muelle, yo lo seguí en silencio, como lo había hecho en todo el recorrido.Al llegar al muelle él tomo asiento en la orilla del mismo, dejando colgar sus pies sobre el lago, yo imite su acción de manera pausada. Thomas mantenía la mirada sobre el agua, sin decir ni