Un beta desdichado, sin que nadie lo sepa, envidia a todo aquel que posee lo que a él tanto le falta. Anhela ese amor que solo un compañero puede dar. Ya ha olvidado la cálida sensación de ser querido, de ser amado o simplemente apreciado por una pareja.
No tiene a nadie más que a su Alfa y la familia de este. No posee una gran fortuna ni proviene de un linaje de líderes, lo que significa que sus antepasados no le heredaron ningún cargo. Si no fuera por su Alfa, seguiría siendo ese macho roger o pícaro —como deseen llamarlo— que merodeaba de bosque en bosque, entrando esporádicamente a los pueblos y saqueando para saciar sus necesidades.
Para él, ese tiempo parece tan lejano, aunque la verdad es que ocurrió hace menos de una década. Se acostumbró con facilidad a la vida de un macho con un grupo al cual pertenecer.
Cada noche, cuando está solo, la tristeza lo embarga. Trata de luchar contra la depresión que todos aseguran es normal, que desaparecerá cuando llegue ella, su compañera. Pero cada día pierde más la esperanza de que eso suceda.
Sin embargo, intenta llevar un día a la vez. Finge estar bien solo para no angustiar a quienes lo rodean y se preocupan por él. Ya lo hizo una vez y no quiere volver a cometer el mismo error; nunca desea herir a las personas que se preocupan por él.
Por otro lado, tenemos a cierta hembra: una pícara que viaja de pueblo en pueblo, igual que él lo hizo alguna vez. De manada en manada, busca las oportunidades perfectas, aquellas que le permiten engañar y salirse con la suya.
Esa hembra sin manada llega al lugar donde él está. Por fin, la tan anhelada compañera entra en su vida.
¿Qué pasará ahora?
¿El beta tendrá el final feliz que tanto desea?
Eso ya no depende solo de él. Ahora debe seducirla, lograr que esa hembra lo ame y acepte el vínculo más sagrado que cualquier Cambia Formas puede tener.
¿Será la simple atracción por ser compañeros suficiente?
La verdad es que nunca lo es. Solo es el primer paso, una pequeña señal de que ese ser es tu alma gemela, tu mate, tu compañero, la persona con la que se supone que debes estar. Pero debes luchar por ella, por hacer que ambos se amen.
¿Estará ella dispuesta a amarlo?
Y si no lo está, ¿él será capaz de dejarla ir o luchará por tenerla?
Las cosas nunca salen como uno las planea, pero es responsabilidad de cada ser formar su destino. Ambos deben luchar por lo que quieren, aunque deseen cosas totalmente diferentes.
¿Podrá el amor triunfar?
¿Podrán esos dos seres estar juntos?
¿Se rendirán ante el vínculo de compañeros que los une?
¿Se dejarán llevar por sus instintos más animales o escucharán a la parte humana que teme ser lastimada de nuevo?
¿Podrán ignorar el doloroso pasado que los atormenta y llegar a ser felices?
Eso, querido lector, solo tú puedes averiguarlo. Embárcate de nuevo en esta aventura, regresa a la manada de Cambia Formas y descubre si estos dos seres logran ser felices...
¿Aceptas el reto?
Me sacudo la tierra antes de entrar a mi casa. Desgraciadamente fue un día normal, sin acción, sin nada que me obligue a estar unas horas más afuera. Nunca pensé que extrañaría los días en que no había personal suficiente para cubrir todos los puestos de vigilancia.No puedo seguir visitando a Kurt; sería muy sospechoso. No deseo preocupar a la Líder y mucho menos quitarle tiempo valioso que pueden dedicarle a mi sobrino, aunque nada me impide raptarlo mañana, obviamente con el permiso de su madre. Aún me duele la oreja por la primera vez que lo hice sin su consentimiento; pensé que me iba a torturar antes de dejarme ir.«Ella es aterradora».En esos momentos me arrepiento de haber entrenado tanto con ella, ya sabe mis movimientos y los usa en mi contra; una mujer muy astuta.Me transformo; la brisa se hace de inmediato notable al no tener pelo cubriendo mi piel desnuda. Sin darle importancia, subo las escaleras para buscar una herramienta. Hoy terminaré de tallar el marco de la puert
Tengo cuidado de no dañar mi cámara mientras salto de un pequeño acantilado de tres metros. El camino para llegar aquí se me hizo eterno, aunque no debería quejarme; Alemania es hermosa, los paisajes y las estructuras son dignas de admirar, e incluso las personas. Saqué fotos increíbles que seguro me ayudarán a ganar algo de dinero; agradezco haber nacido en una época con tanta tecnología.Sigo caminando sin apuro, mirando cada árbol. Este bosque es muy frondoso; algunos árboles tienen formas extrañas que, de seguro, harán mis fotos más llamativas. El sol se comienza a ocultar y empiezo a correr para salir del bosque; este es un territorio sin dueño, en otras palabras, un lugar infestado de pícaros y vampiros. No sería bueno que me encontrara con uno.Al llegar a la carretera, dejo de correr. Normalmente, ellos no se acercan, tratan de mantenerse lejos de los humanos, pero sé ocultar mi olor; no sabrán que estoy por aquí mientras no haga tanto ruido.Decido no dormir; faltan pocos kil
Miro hacia donde proviene ese olor tan atrayente y luego hacia donde debe haber ido mi sobrino. Maldita sea, no entiendo por qué ese olor me hace dudar; cada vez es menos fuerte.—Vamos por el cachorro y después seguimos ese aroma —dice Zah, mi puma, no muy contento.Decido hacerle caso. Él no habla mucho, por no decir que en realidad casi nunca lo hace. Me dejo llevar por mi olfato; ese pequeño está aprendiendo a esconder su olor, aunque por suerte no logra hacerlo por mucho tiempo. Tiro el helado a la basura y camino rápido entre las tiendas que más le gustan. No me atrevo a preguntar a nadie si lo han visto; hay muchos de la manada trabajando en las tiendas del pueblo, y si el chisme de que perdí al futuro Alfa llega a los oídos de la Líder, estoy muerto.Empiezo a sudar al no encontrarlo. Comienzo a hacer pequeños sonidos con la garganta, imitando los llamados de una madre a sus crías. Algunos miembros de la manada que me escuchan me miran como si estuviera loco, pero prefiero eso
Ella levanta su cabeza para poder mirarme. De inmediato me pongo nervioso; sé que mi rostro no es mi fuerte. No sé qué haré si ella me rechaza.Pero de algo estoy seguro: yo no aceptaré su rechazo y mucho menos mi puma. Si con solo su olor es suficiente para desquiciar a mi puma y a mí, no me imagino dejándola libre, aceptando que no esté a mi lado. Lucharé si es necesario. Le mostraré que soy un macho digno de ella a pesar de mi mala apariencia. Haré lo que pueda para seducirla.Salgo de mi pequeño delirio mental cuando noto sus ojos brillosos, el olor agrio de su temor, el dolor ligero en mi pecho, pero tan devastador como ningún otro que haya experimentado antes.«Mi compañera me teme».—Beta, ¿los dejo solos? Tengo órdenes de la Líder de...—. La voz del delta me hace voltear el rostro.—Vete. Ni una palabra de esto a nadie.— Él asiente y se retira. Toda la conversación fue por nuestro enlace mental, por eso mi compañero no puede escuchar lo que decimos.Pero, por el descuido, ella
—Ella no está bien— murmura Zah, más que preocupado.No deja de dar vueltas en lo más profundo de mi mente mientras suelta pequeños gruñidos. La miro de reojo: sus manos, zapatos e incluso rodillas están llenos de barro seco. Aunque llevo caminando un buen rato, porque esa frontera está lejos de mi casa y no puedo acortar la distancia ya que pasaríamos por en medio de todas las cabañas, ella sigue inmóvil, perdida en su mente. Su cabeza está en dirección a mi pecho, pero sé que no me mira. Sus ojos se ven vacíos. Hace poco que dejó de llorar. Su cara no refleja emoción alguna. Es imposible saber lo que siente, ya que ni siquiera huele a algo. Que el olor agrio se haya ido no significa que ya no sienta miedo de mí, solo me indica que ya no piensa en lo que la rodea.—¿Piensas que debemos dejarla ir? —me duele que ella no sea feliz, me duele que todas las emociones que sienta por nuestro encuentro sean negativas.Mi puma no responde. Sé que no sabe qué responder. Ambos sentimos lo mismo
Acaricio la tela del cojín mientras intento no volver a llorar. Esto debe ser una pesadilla, esto no puede ser real.«¿Tanto mal le hice a otros seres?»Sé que he mentido, engañado y hecho mil cosas más, pero trato de no perjudicar a nadie cuando lo hago. Nunca he matado, ni siquiera cuando tuve muchas buenas excusas para hacerlo, y aun así, esto vuelve a pasar. No quiero, me niego a volver a pasar por esto de nuevo.Todo por fin me estaba saliendo bien. En un año podría haber reunido lo suficiente para alquilar algo y vivir totalmente como un humano normal. Pude haber tenido una vida tranquila... no, no pude. Yo puedo, y lograré volver a salir de esto.Limpio una lágrima traicionera. Si lo hice una vez, puedo hacerlo de nuevo. Ya no soy la niña tonta y asustadiza; aprendí mucho. Sé que puedo salir de esto. Solo no debo volver a caer en el error de cumplir trabajos en las manadas. Me limitaré a los clanes, eso es lo que haré.Observo la casa. Es enorme, aunque parece más una cabaña mo
No espero una respuesta sincera de su parte, aunque Zah anhela eso... Ambos deseamos que ella confíe en nosotros, pero sé que confiar no es algo por lo que destaquemos los pícaros.Ella se aleja un poco. Tal vez mi olor la haya intimidado en lugar de atraerla. Observo su postura: espalda encorvada por miedo e instinto. Todo en ella le indica que debe someterse. Un macho grande y de un rango superior al de ella... Todo le grita que huya, pero el vínculo de compañeros debería ser suficiente para mitigar eso. Sé que tiene traumas, pero al menos mi olor debería hacerla dudar.—Estoy esperando tu respuesta. —Ella tiembla, y coloco mis manos en mis rodillas, frotándolas.No es un buen sentimiento ver cómo me teme. Tenso la mandíbula tan fuerte que estoy a nada de romper alguna de mis muelas. Veo cómo se coloca en posición fetal, con las rodillas pegadas al pecho. Sigue sentada, pero ahora cubre su cabeza con las manos, escondiendo su cara entre las rodillas.—No, no quiero darte una oportun
Miro la habitación. Las paredes verde oscuro me parecen asfixiantes y solo me recuerdan que, en vez de estar en el bosque, me encuentro técnicamente secuestrada. No soy tan amante del bosque como otros de mi especie, pero prefiero mil veces el bosque a estar aquí.Mis dedos intentan limpiar la baba seca de mi rostro en vano. No sé en qué momento me dormí, pero, de todas formas, no fue mucho. Hay un pequeño reloj en la única mesita de noche y recuerdo que la última hora que vi eran las tres de la madrugada; ahora apenas son las 5:17 a. m. Sin embargo, nada de eso importa porque me tenso al ver una sombra en el poco espacio entre la puerta y el suelo. Como temía, la puerta se abre y dejo de tocar mi rostro. El gran hombre entra.—Estás despierta —me sonríe—. Lo siento, sé que es temprano, pero ayer no pudiste comer mucho.Camina hacia la cama donde estoy sentada y, de inmediato, me muevo hacia atrás. Mi espalda choca contra la pared, ya que esta cama no tiene un respaldar.—Ay —murmuro,