03.

Miro hacia donde proviene ese olor tan atrayente y luego hacia donde debe haber ido mi sobrino. M*****a sea, no entiendo por qué ese olor me hace dudar; cada vez es menos fuerte.

—Vamos por el cachorro y después seguimos ese aroma —dice Zah, mi puma, no muy contento.

Decido hacerle caso. Él no habla mucho, por no decir que en realidad casi nunca lo hace. Me dejo llevar por mi olfato; ese pequeño está aprendiendo a esconder su olor, aunque por suerte no logra hacerlo por mucho tiempo. Tiro el helado a la basura y camino rápido entre las tiendas que más le gustan. No me atrevo a preguntar a nadie si lo han visto; hay muchos de la manada trabajando en las tiendas del pueblo, y si el chisme de que perdí al futuro Alfa llega a los oídos de la Líder, estoy muerto.

Empiezo a sudar al no encontrarlo. Comienzo a hacer pequeños sonidos con la garganta, imitando los llamados de una madre a sus crías. Algunos miembros de la manada que me escuchan me miran como si estuviera loco, pero prefiero eso a no encontrarlo.

Cuando estoy a punto de empezar a gritar como una madre desquiciada, veo a lo lejos a ese pequeño escurridizo pegado a la vitrina de una tienda. Corro hacia él y lo cargo, buscando alguna posible herida, pero está intacto.

—¡¿Por qué te alejas así?! —frunce su pequeño ceño—. Sabes perfectamente lo que tu madre me haría si algo te pasa.

—Papi, yo te dije que quería ir aquí y tú cerraste los ojos, entonces es un sí —sus grandes ojos, de un color marrón raro, me miran como si yo fuera el loco.

Ese olor me cautivó tanto que ni siquiera escuché a mi propio sobrino. Tal vez me estoy volviendo loco de verdad. Para él, si no dices específicamente que no, entonces es un sí. Creo que lo he mimado demasiado.

—Para mami —dice, señalando un vestido largo.

—¿Por qué ese y no los demás? —no es el único vestido que está en exposición.

—Porque es largo, grande y bonito —me sonríe inocentemente.

Este cachorro es igual a su padre, posesivo sin perder lo tierno ni la sutilidad. A final de cuentas, es un Alfa, y su madre es ahora el centro de su mundo. También es consciente de que ella es más frágil que él, lo cual provoca que su instinto de protección se eleve.

—Cuando seas mayor me deberás pagar todo, ¿entiendes? —Él asiente feliz y entramos a la tienda.

Es un trato que tengo con él: le compro todo lo que quiere y le digo que me lo tiene que pagar cuando sea el Alfa de la manada. En realidad, solo es una excusa; él es mi único gasto. Al vivir en la manada y ser el beta de esta, no pago por mi vivienda ni servicios, mucho menos por comida. Debo buscar un trabajo para ganar dinero para las cosas extras que quiera. Kurt me pagaría, pero me niego a aceptarlo; ya hizo suficiente por mí.

Cuando el cachorro indeciso por fin termina de comprar, salimos de la tienda con tres bolsas llenas de ropa. Incluso compró algo para su padre, para mí (aunque finjo no darme cuenta) y para él.

El olor delicioso ya no está en el aire. Tendré que averiguar qué era después. Ahora vamos a caminar hasta la manada; normalmente pasaría el resto de la tarde con él, pero mi puma está inquieto y yo también. No puedo simplemente ignorarlo.

Cuando llegamos a su casa, toco la puerta, pero no recibo respuesta, así que entro. De inmediato, capto el olor de las feromonas de Kurt. Le tapo la nariz al cachorro y salgo de la casa con él; obviamente no escuchamos nada gracias al hechizo de las paredes, pero supongo que dejaron la puerta entreabierta y el olor se está filtrando.

—Kurt, ya llegamos —aviso para que salga y recoja a su hijo.

—Dale otra vuelta, por favor. —En otra circunstancia aceptaría, pero esta inquietud que siento no es normal.

Otra vez llega ese olor a mi nariz, pero esta vez es más concentrado; incluso mis colmillos se alargan. Aún no logro captar la esencia por completo, pero es sumamente delicioso.

—Recógelo, necesito hacer algo —en mi tono se nota la desesperación. Siento el impulso de salir corriendo, pero no puedo dejarlo aquí; es muy escurridizo, y fácilmente saldría de la manada si se le da la oportunidad.

Menos de un minuto después, la puerta se abre. Ya no huele a feromonas. El cachorro abraza la pierna de su padre y empieza a mostrarle sus compras; él trata de disimular que no está molesto.

Sin dejar tiempo para saludos o despedidas, corro buscando la fuente de ese olor. Con cada paso que doy y cada metro que avanzo, la necesidad de encontrarlo crece dentro de mí; me carcome y mi puma se inquieta más.

—¡Compañero! —gruñe en mi mente, desesperado por salir.

Tengo que poner todo mi esfuerzo en evitarlo; no puedo creer que esto esté sucediendo. Por fin, después de tanta espera, después de tantas noches solo, ella está aquí. Ella vino hacia mí. No paro de correr; al contrario, corro tan rápido como mis piernas me lo permiten. Mi puma gruñe y camina dentro de mi mente, expectante. Ya estoy cerca; el olor es mucho más abrumador. Estoy llegando a una de las fronteras de mi manada, y por fin logro distinguir los olores.

«Cereza, vainilla y miel»

Es incluso afrodisíaco. Empiezo a salivar; mis colmillos frotan mis labios. Esto me está desquiciando. En medio de todos los árboles y arbustos verdes, a lo lejos, algo resalta: una melena rojiza. De ella proviene ese olor tan delicioso. Ella es mi compañera. No puedo contenerme; mi mente no logra ser civilizada. Me dejo llevar por Zah. Ella estaba mirando hacia el cielo, y no lograré frenar rápido por la velocidad a la que voy, así que la cargo, agarrándola por los hombros, y la llevo conmigo hasta que su espalda toca el tronco de un árbol. Debo parecer un salvaje en este momento, pero ella me comprenderá; por su olor, sé que es una hembra Cambia Forma, igual que yo.

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