Tengo cuidado de no dañar mi cámara mientras salto de un pequeño acantilado de tres metros. El camino para llegar aquí se me hizo eterno, aunque no debería quejarme; Alemania es hermosa, los paisajes y las estructuras son dignas de admirar, e incluso las personas. Saqué fotos increíbles que seguro me ayudarán a ganar algo de dinero; agradezco haber nacido en una época con tanta tecnología.
Sigo caminando sin apuro, mirando cada árbol. Este bosque es muy frondoso; algunos árboles tienen formas extrañas que, de seguro, harán mis fotos más llamativas. El sol se comienza a ocultar y empiezo a correr para salir del bosque; este es un territorio sin dueño, en otras palabras, un lugar infestado de pícaros y vampiros. No sería bueno que me encontrara con uno.
Al llegar a la carretera, dejo de correr. Normalmente, ellos no se acercan, tratan de mantenerse lejos de los humanos, pero sé ocultar mi olor; no sabrán que estoy por aquí mientras no haga tanto ruido.
Decido no dormir; faltan pocos kilómetros para llegar a mi destino. Espero poder encontrar un motel barato que tenga ducha o un río cerca. Necesito bañarme y comprar algo de ropa, y después, si todo sale bien, algo de comida.
Escucho algunos lobos aullar; no sé si son lobos reales o Cambia Forma de tipo lobo. Según sé, hay una manada de ellos cerca de la que visitaré. Aún no puedo creer que haya logrado obtener el permiso de ellos tan fácilmente, aunque dudo que yo pueda ser una amenaza; seguro es por eso.
Cuando el sol empieza a ser visible y sus rayos tocan las copas de los árboles, ya visualizo el letrero del pueblo que dice: "Bienvenidos a Alwine. Población: 250 habitantes."
Sonrío aliviada al saber que logré llegar temprano. Tomo una foto del letrero solo por diversión, pero en la pantalla de la cámara aparece el pequeño cuadrito que tanto odio, que dice que tengo la memoria llena. No deseo borrar algunas de mis fotos; normalmente, iría a algún lugar donde te dejen utilizar una computadora si pagas y subiría mis fotos a mi cuenta. Pero ya pasé dos pueblos más grandes que este y ninguno tenía una tienda parecida; dudo mucho que este pueblo sea diferente.
Me quedo sentada unas horas debajo de un árbol porque no creo que las tiendas abran tan temprano. Borro algunas fotos, las más viejas y que seguramente no me ayudarían a ganar dinero.
Cuando me levanto, siento un pequeño mareo; lo ignoro por completo y me dirijo al centro del pueblo. Me toma más tiempo de lo que debería encontrar alguna tienda, pero es mi culpa porque no le pedí direcciones a nadie; tuve malas experiencias pidiendo ayuda en el pasado.
Llego a una tienda de ropa; no se ve nada lujosa. Respiro profundo y me acomodo el bolso en mi espalda, que está casi vacío. La primera persona que veo es una chica; de inmediato percibo que no es humana.
— Buenos días, si necesita ayuda, aquí estaré — me sonríe amable y yo le devuelvo la sonrisa.
Me siento más aliviada; al parecer, las personas aquí son más amables de lo que pensé. Sin perder tiempo, escojo una camisa gris y un pantalón, además de un conjunto sencillo de ropa interior. Luego voy hacia la chica y ella me guía a la caja para pagar.
— Son cuarenta euros — le entrego el dinero y ella se me queda viendo más tiempo de lo normal. — ¿Piensas quedarte en el pueblo? — dudo en responder. — Disculpa si estoy siendo entrometida, es que no hay muchas mujeres de nuestra edad y menos... — observa nuestro alrededor — Cambia Forma. Escuché que hay una casa lista para ser alquilada si te interesa, además, algunos locales están buscando personal. ¿Cuál es tu nombre? — la chica es muy parlanchina.
— Rasine — murmuro.
— ¡Eres extranjera! — me sobresalto; no esperaba que ella se emocionara y alzara la voz un poco. — Lo siento, es que solo he visto tres extranjeras en mi vida. Este pueblo puede llegar a ser muy aburrido; últimamente vienen más personas, pero ninguna de otro país. Por cierto, yo soy Agna; si necesitas ayuda en algo, siempre estoy aquí por las mañanas — me entrega por fin lo que acabo de comprar — Ten un lindo día.
— Igual, gracias.
Salgo de la tienda con la bolsa en mis manos. Fue lindo hablar con otra chica de forma tan amistosa después de tanto tiempo. Si no hubiera venido a este pueblo por trabajo, me tomaría el riesgo de quedarme y vivir como humana. Tengo tiempo pensando en esa posibilidad; hace unos años lo había intentado, no salió tan bien, pero este es otro país, tal vez tenga más suerte.
No encuentro ningún motel, ni siquiera un hotel o establecimiento con baño público; este pueblo es diminuto. Me toca ir al bosque y cambiarme de ropa ahí; espero oler bien; mi cabello está bastante grasoso, pero no es mal de morir.
Llego al punto de encuentro más temprano; tengo que esperar un rato hasta que un chico llega; es joven y es un gamma.
— ¿Eres la señorita Bauer? — asiento. — Sígueme, la manada no está muy lejos. — Camino detrás de él, tengo que controlar mis latidos para no ser descubierta.
Es la primera vez que hago un trabajo en una manada; siempre son clanes o pequeños grupos. Normalmente, las manadas prefieren periodistas o fotógrafos más reconocidos; esto es un gran logro.
Dejo de seguirlo al ver la línea que separa el territorio sin dueño de la manada. Me encantaría tomar una foto, pero la cámara no captura esto; solo algunas razas de seres sobrenaturales pueden verla. Él voltea al ver que yo no lo sigo. De inmediato cruzo la línea, respiro profundo al ver que él no hace preguntas; no me gusta que la gente sepa que soy extranjera.
Cuando miro al cielo, me doy cuenta de que el sol se está escondiendo. Estaba tan nerviosa mientras esperaba que no me di cuenta de eso, pero de repente siento como mi espalda choca contra algo; mi piel de inmediato arde porque choqué contra algo que no era liso. Fui empujada a una velocidad increíble; por inercia, cerré los ojos. Al abrirlos, me encuentro con los pectorales de un gran hombre, pero no es un simple Cambia Forma; es de rango beta. Está respirando de forma descontrolada; su pecho se infla y desinfla. Mi vista se vuelve borrosa por las lágrimas. Con todo el valor que tengo, levanto la cabeza para encontrar un rostro cuadrado. Tengo que parpadear para ver mejor; sin barba, pero con una gran cicatriz en el ojo izquierdo que le atraviesa desde la ceja hasta el pómulo.
— Por fin, eres mía.
Miro hacia donde proviene ese olor tan atrayente y luego hacia donde debe haber ido mi sobrino. Maldita sea, no entiendo por qué ese olor me hace dudar; cada vez es menos fuerte.—Vamos por el cachorro y después seguimos ese aroma —dice Zah, mi puma, no muy contento.Decido hacerle caso. Él no habla mucho, por no decir que en realidad casi nunca lo hace. Me dejo llevar por mi olfato; ese pequeño está aprendiendo a esconder su olor, aunque por suerte no logra hacerlo por mucho tiempo. Tiro el helado a la basura y camino rápido entre las tiendas que más le gustan. No me atrevo a preguntar a nadie si lo han visto; hay muchos de la manada trabajando en las tiendas del pueblo, y si el chisme de que perdí al futuro Alfa llega a los oídos de la Líder, estoy muerto.Empiezo a sudar al no encontrarlo. Comienzo a hacer pequeños sonidos con la garganta, imitando los llamados de una madre a sus crías. Algunos miembros de la manada que me escuchan me miran como si estuviera loco, pero prefiero eso
Ella levanta su cabeza para poder mirarme. De inmediato me pongo nervioso; sé que mi rostro no es mi fuerte. No sé qué haré si ella me rechaza.Pero de algo estoy seguro: yo no aceptaré su rechazo y mucho menos mi puma. Si con solo su olor es suficiente para desquiciar a mi puma y a mí, no me imagino dejándola libre, aceptando que no esté a mi lado. Lucharé si es necesario. Le mostraré que soy un macho digno de ella a pesar de mi mala apariencia. Haré lo que pueda para seducirla.Salgo de mi pequeño delirio mental cuando noto sus ojos brillosos, el olor agrio de su temor, el dolor ligero en mi pecho, pero tan devastador como ningún otro que haya experimentado antes.«Mi compañera me teme».—Beta, ¿los dejo solos? Tengo órdenes de la Líder de...—. La voz del delta me hace voltear el rostro.—Vete. Ni una palabra de esto a nadie.— Él asiente y se retira. Toda la conversación fue por nuestro enlace mental, por eso mi compañero no puede escuchar lo que decimos.Pero, por el descuido, ella
—Ella no está bien— murmura Zah, más que preocupado.No deja de dar vueltas en lo más profundo de mi mente mientras suelta pequeños gruñidos. La miro de reojo: sus manos, zapatos e incluso rodillas están llenos de barro seco. Aunque llevo caminando un buen rato, porque esa frontera está lejos de mi casa y no puedo acortar la distancia ya que pasaríamos por en medio de todas las cabañas, ella sigue inmóvil, perdida en su mente. Su cabeza está en dirección a mi pecho, pero sé que no me mira. Sus ojos se ven vacíos. Hace poco que dejó de llorar. Su cara no refleja emoción alguna. Es imposible saber lo que siente, ya que ni siquiera huele a algo. Que el olor agrio se haya ido no significa que ya no sienta miedo de mí, solo me indica que ya no piensa en lo que la rodea.—¿Piensas que debemos dejarla ir? —me duele que ella no sea feliz, me duele que todas las emociones que sienta por nuestro encuentro sean negativas.Mi puma no responde. Sé que no sabe qué responder. Ambos sentimos lo mismo
Acaricio la tela del cojín mientras intento no volver a llorar. Esto debe ser una pesadilla, esto no puede ser real.«¿Tanto mal le hice a otros seres?»Sé que he mentido, engañado y hecho mil cosas más, pero trato de no perjudicar a nadie cuando lo hago. Nunca he matado, ni siquiera cuando tuve muchas buenas excusas para hacerlo, y aun así, esto vuelve a pasar. No quiero, me niego a volver a pasar por esto de nuevo.Todo por fin me estaba saliendo bien. En un año podría haber reunido lo suficiente para alquilar algo y vivir totalmente como un humano normal. Pude haber tenido una vida tranquila... no, no pude. Yo puedo, y lograré volver a salir de esto.Limpio una lágrima traicionera. Si lo hice una vez, puedo hacerlo de nuevo. Ya no soy la niña tonta y asustadiza; aprendí mucho. Sé que puedo salir de esto. Solo no debo volver a caer en el error de cumplir trabajos en las manadas. Me limitaré a los clanes, eso es lo que haré.Observo la casa. Es enorme, aunque parece más una cabaña mo
No espero una respuesta sincera de su parte, aunque Zah anhela eso... Ambos deseamos que ella confíe en nosotros, pero sé que confiar no es algo por lo que destaquemos los pícaros.Ella se aleja un poco. Tal vez mi olor la haya intimidado en lugar de atraerla. Observo su postura: espalda encorvada por miedo e instinto. Todo en ella le indica que debe someterse. Un macho grande y de un rango superior al de ella... Todo le grita que huya, pero el vínculo de compañeros debería ser suficiente para mitigar eso. Sé que tiene traumas, pero al menos mi olor debería hacerla dudar.—Estoy esperando tu respuesta. —Ella tiembla, y coloco mis manos en mis rodillas, frotándolas.No es un buen sentimiento ver cómo me teme. Tenso la mandíbula tan fuerte que estoy a nada de romper alguna de mis muelas. Veo cómo se coloca en posición fetal, con las rodillas pegadas al pecho. Sigue sentada, pero ahora cubre su cabeza con las manos, escondiendo su cara entre las rodillas.—No, no quiero darte una oportun
Miro la habitación. Las paredes verde oscuro me parecen asfixiantes y solo me recuerdan que, en vez de estar en el bosque, me encuentro técnicamente secuestrada. No soy tan amante del bosque como otros de mi especie, pero prefiero mil veces el bosque a estar aquí.Mis dedos intentan limpiar la baba seca de mi rostro en vano. No sé en qué momento me dormí, pero, de todas formas, no fue mucho. Hay un pequeño reloj en la única mesita de noche y recuerdo que la última hora que vi eran las tres de la madrugada; ahora apenas son las 5:17 a. m. Sin embargo, nada de eso importa porque me tenso al ver una sombra en el poco espacio entre la puerta y el suelo. Como temía, la puerta se abre y dejo de tocar mi rostro. El gran hombre entra.—Estás despierta —me sonríe—. Lo siento, sé que es temprano, pero ayer no pudiste comer mucho.Camina hacia la cama donde estoy sentada y, de inmediato, me muevo hacia atrás. Mi espalda choca contra la pared, ya que esta cama no tiene un respaldar.—Ay —murmuro,
«¿Por qué le prometí un conejo entero?»Ni siquiera tengo tiempo de ir al pueblo vecino a traer otro. No importa cuántos tutoriales haya visto, me quedo seco. Ni siquiera entiendo cómo no se quemó y, para completar mi miseria, creo que no está bien cocido en las partes cercanas a los huesos.—Ya pasaron más de cinco horas y no ha salido —dice Zah, caminando en mi mente de un lado a otro—. Ve a verla, no me gusta esto.Meto el desastre de comida en el horno y cierro la puerta, pero suspiro al escuchar cómo se rompe el cristal.—Bien hecho, ahora tenemos que comprar otro —me regaña.Igual que yo, no quiere que nadie se entere de ella. Aún no controlo esta posesividad. No entiendo cómo hicieron Kurt y sus hermanos para no ir detrás de sus humanas desde el primer día que las conocieron.Camino hasta quedar frente a la puerta de mi dormitorio. Toco un par de veces solo para avisar mi llegada y espero unos segundos, ya que desde afuera no se escucha nada. Como no me deja entrar, abro la pue
Al contrario de lo que pensé, tener contacto piel a piel con este hombre enorme no es aterrador ni me provoca ganas de vomitar.Apenas llegó a la habitación, los recuerdos se fueron. Creo que cada vez que está cerca de mí, no puedo evitar que todos mis sentidos se concentren en él, algo extraño que nunca me había pasado.Aunque se sienta diferente, no me confío de mis instintos en estos casos. La última vez que me sentí segura con un hombre, resultó ser el mismo que me sometió de una manera horrible, al punto en que pensé que me merecía todo lo que él me hacía. Solo hui de él porque me dolía todo el cuerpo, porque dolía mucho, no porque pensara que no merecía ese dolor o que lo que me hacía no era justo. Que nadie merece eso.Como siempre, su simple presencia no me deja adentrarme por completo en los recuerdos. Un simple cambio minúsculo en la presión con la que mantiene nuestras manos unidas es suficiente para que mi atención esté en el presente.Él no dijo nada cuando hablé sobre el