01.

Me sacudo la tierra antes de entrar a mi casa. Desgraciadamente fue un día normal, sin acción, sin nada que me obligue a estar unas horas más afuera. Nunca pensé que extrañaría los días en que no había personal suficiente para cubrir todos los puestos de vigilancia.

No puedo seguir visitando a Kurt; sería muy sospechoso. No deseo preocupar a la Líder y mucho menos quitarle tiempo valioso que pueden dedicarle a mi sobrino, aunque nada me impide raptarlo mañana, obviamente con el permiso de su madre. Aún me duele la oreja por la primera vez que lo hice sin su consentimiento; pensé que me iba a torturar antes de dejarme ir.

«Ella es aterradora».

En esos momentos me arrepiento de haber entrenado tanto con ella, ya sabe mis movimientos y los usa en mi contra; una mujer muy astuta.

Me transformo; la brisa se hace de inmediato notable al no tener pelo cubriendo mi piel desnuda. Sin darle importancia, subo las escaleras para buscar una herramienta. Hoy terminaré de tallar el marco de la puerta de ese cuarto al cual odio entrar, pero necesito terminarlo.

Bajo las escaleras de un salto; mis pies hacen un fuerte ruido al hacer contacto con el suelo. Voy a la sala y muevo el librero; un lugar predecible, si no fuera porque arriba están todos los dormitorios. Ni siquiera entro al cuarto oculto que está en este pasillo; solo abro la puerta y enciendo el bombillo que cuelga del techo del pasillo, otra cosa que debo arreglar. Tallo un par de figuras más en el marco de la puerta y el hechizo se completa. Solo es para evitar que el sonido y los olores salgan de este cuarto, algo muy necesario para tener intimidad si vives en una comunidad con otros cambiaformas con los sentidos muy desarrollados.

«Debería dejar de soñar».

Soy patético, preparando un dormitorio para alguien que no conozco, alguien que tal vez nunca llegue. Llevo diez años exactos esperando, nada pasa. Todos encuentran a sus compañeros y yo sigo hundido en este pozo de soledad. Fue una mala idea construir una casa más grande; es peor cuando todo está en silencio. Me hace sentir más solo que antes, más pequeño, más miserable. Estar solo ya apestaba en mi antigua casa, que era mucho más pequeña.

Salgo del maldito pasillo apagando la luz; el librero se mueve, tapando la entrada. Es uno de los inventos de los cuales estoy orgulloso; nadie sabe de él, ni siquiera Kurt.

Voy a la cocina, abro la nevera, y lo único que hay es agua fría, cerveza y hielo; es lo que necesito. La comida la obtengo cazando y, de vez en cuando, voy al huerto de la manada para que las omegas me regalen una que otra fruta o verdura. No soy de cocinar, sé hacer lo básico, y una vez al mes me esmero en hacer una rica comida para mí solo. Trato de no hacerlo seguido; es duro sentarse en esa mesa con varias sillas y estar solo. Mientras como, solo fantaseo con una compañera que deguste mi comida y con mis crías haciendo desastre mientras comen. Aunque eso no se compara con las noches. Trato de trabajar lo más posible, así cuando llegue el momento de tocar la cama pueda quedar completamente dormido a causa del cansancio.

Paso el rato tomando un par de cervezas mientras observo desde mi ventana el patio trasero; solo veo la vegetación del bosque hasta que cae la noche. Recojo las dos botellas vacías mientras me levanto de la silla. En vez de ir a mi dormitorio, salgo de la casa patrullando las cabañas. Tenemos varios machos solteros; hasta ahora no hemos tenido ningún inconveniente con ellos y las pocas hembras sin pareja, sin embargo, no hay que bajar la guardia.

Después de hacer tres recorridos completos por todas las cabañas, sigo el instinto de mi puma; quiere ir a las fronteras. Por alguna razón está inquieto; espero que indique otro ataque para desviar este aburrimiento y la sensación de soledad hacia una ira profunda por esos seres que amenazan la tranquilidad de mi manada.

Cuando está a punto de amanecer, siento el deseo de salir e ir al territorio sin dueño, pero no voy a buscar peleas tan temprano. Mi puma desea ir como si supiera lo que hay allá esperándonos. Contrario a lo que él desea, me interno más en la manada; iré a la casa de Kurt para que me den algo de comer y raptar a ese pequeño. Tengo unas horas más antes de comenzar a hacer mis labores.

Espero a que sea una hora decente para irrumpir en una casa. Toco un par de veces la puerta y Kurt es quien me recibe. Para mi sorpresa, tiene a mi sobrino en sus brazos. Me lo entrega junto con un pequeño bolso.

—No me lo regreses hasta que pasen dos horas o más —dice a través de nuestro enlace mental.

Sin más, nos cierra la puerta en la cara a ambos. Miro a su hijo; él bosteza y me abraza, pegando su pequeña cabeza a mi pecho. Es el mejor sentimiento que hay; nunca lo admitiré en voz alta, pero esta pequeña cría es lo más tierno que he tenido en mi vida. Estoy ansioso porque la Líder fabrique cinco más de estos, y si tengo suerte, será hoy.

—¿Qué quiere hacer el futuro alfa?

—Cazar —murmura haciendo un puchero muy tentador.

—Buen intento, pero no. Tu mamá me mataría si algo te pasa —él suelta un pequeño gruñido.

—¿Pueblo?

—Vamos a comprarnos ropa entonces. También comamos helado y cualquier cosa que tu madre no te deje comer —él se ríe mostrando sus pequeños colmillos.

Lo cargo hasta llegar al pueblo. Tengo auto, pero trato de no usarlo; el tiempo pasa más rápido cuando estoy caminando. Entramos a un par de tiendas y compramos chaquetas iguales ya que viene el invierno. No nieva, pero las temperaturas suelen bajar y él sigue siendo un cachorro que aún no logra controlar su temperatura.

—Ni una sola palabra de esto a tu madre —le advierto, y él asiente—. ¿Lo prometes?

—Sí, papi —se me forma un nudo en la garganta al escucharlo.

Ni siquiera tiene un año; les dice así a los machos que le agradan, aunque a ninguna hembra le dice "mamá", solo a la Líder.

De repente, me llega un tenue olor muy inusual; nunca había olfateado algo igual. Es tanto el impacto que el helado en mi mano se empieza a derretir, pero yo solo cierro los ojos para captar mejor la esencia. Se está alejando; debe estar a un par de kilómetros, ya que apenas puedo olerlo. Me levanto con intenciones de ir tras ese olor, pero me doy cuenta de que mi sobrino ya no está sentado a mi lado.

«Soy un beta muerto».

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