Me sacudo la tierra antes de entrar a mi casa. Desgraciadamente fue un día normal, sin acción, sin nada que me obligue a estar unas horas más afuera. Nunca pensé que extrañaría los días en que no había personal suficiente para cubrir todos los puestos de vigilancia.
No puedo seguir visitando a Kurt; sería muy sospechoso. No deseo preocupar a la Líder y mucho menos quitarle tiempo valioso que pueden dedicarle a mi sobrino, aunque nada me impide raptarlo mañana, obviamente con el permiso de su madre. Aún me duele la oreja por la primera vez que lo hice sin su consentimiento; pensé que me iba a torturar antes de dejarme ir.
«Ella es aterradora».
En esos momentos me arrepiento de haber entrenado tanto con ella, ya sabe mis movimientos y los usa en mi contra; una mujer muy astuta.
Me transformo; la brisa se hace de inmediato notable al no tener pelo cubriendo mi piel desnuda. Sin darle importancia, subo las escaleras para buscar una herramienta. Hoy terminaré de tallar el marco de la puerta de ese cuarto al cual odio entrar, pero necesito terminarlo.
Bajo las escaleras de un salto; mis pies hacen un fuerte ruido al hacer contacto con el suelo. Voy a la sala y muevo el librero; un lugar predecible, si no fuera porque arriba están todos los dormitorios. Ni siquiera entro al cuarto oculto que está en este pasillo; solo abro la puerta y enciendo el bombillo que cuelga del techo del pasillo, otra cosa que debo arreglar. Tallo un par de figuras más en el marco de la puerta y el hechizo se completa. Solo es para evitar que el sonido y los olores salgan de este cuarto, algo muy necesario para tener intimidad si vives en una comunidad con otros cambiaformas con los sentidos muy desarrollados.
«Debería dejar de soñar».
Soy patético, preparando un dormitorio para alguien que no conozco, alguien que tal vez nunca llegue. Llevo diez años exactos esperando, nada pasa. Todos encuentran a sus compañeros y yo sigo hundido en este pozo de soledad. Fue una mala idea construir una casa más grande; es peor cuando todo está en silencio. Me hace sentir más solo que antes, más pequeño, más miserable. Estar solo ya apestaba en mi antigua casa, que era mucho más pequeña.
Salgo del maldito pasillo apagando la luz; el librero se mueve, tapando la entrada. Es uno de los inventos de los cuales estoy orgulloso; nadie sabe de él, ni siquiera Kurt.
Voy a la cocina, abro la nevera, y lo único que hay es agua fría, cerveza y hielo; es lo que necesito. La comida la obtengo cazando y, de vez en cuando, voy al huerto de la manada para que las omegas me regalen una que otra fruta o verdura. No soy de cocinar, sé hacer lo básico, y una vez al mes me esmero en hacer una rica comida para mí solo. Trato de no hacerlo seguido; es duro sentarse en esa mesa con varias sillas y estar solo. Mientras como, solo fantaseo con una compañera que deguste mi comida y con mis crías haciendo desastre mientras comen. Aunque eso no se compara con las noches. Trato de trabajar lo más posible, así cuando llegue el momento de tocar la cama pueda quedar completamente dormido a causa del cansancio.
Paso el rato tomando un par de cervezas mientras observo desde mi ventana el patio trasero; solo veo la vegetación del bosque hasta que cae la noche. Recojo las dos botellas vacías mientras me levanto de la silla. En vez de ir a mi dormitorio, salgo de la casa patrullando las cabañas. Tenemos varios machos solteros; hasta ahora no hemos tenido ningún inconveniente con ellos y las pocas hembras sin pareja, sin embargo, no hay que bajar la guardia.
Después de hacer tres recorridos completos por todas las cabañas, sigo el instinto de mi puma; quiere ir a las fronteras. Por alguna razón está inquieto; espero que indique otro ataque para desviar este aburrimiento y la sensación de soledad hacia una ira profunda por esos seres que amenazan la tranquilidad de mi manada.
Cuando está a punto de amanecer, siento el deseo de salir e ir al territorio sin dueño, pero no voy a buscar peleas tan temprano. Mi puma desea ir como si supiera lo que hay allá esperándonos. Contrario a lo que él desea, me interno más en la manada; iré a la casa de Kurt para que me den algo de comer y raptar a ese pequeño. Tengo unas horas más antes de comenzar a hacer mis labores.
Espero a que sea una hora decente para irrumpir en una casa. Toco un par de veces la puerta y Kurt es quien me recibe. Para mi sorpresa, tiene a mi sobrino en sus brazos. Me lo entrega junto con un pequeño bolso.
—No me lo regreses hasta que pasen dos horas o más —dice a través de nuestro enlace mental.
Sin más, nos cierra la puerta en la cara a ambos. Miro a su hijo; él bosteza y me abraza, pegando su pequeña cabeza a mi pecho. Es el mejor sentimiento que hay; nunca lo admitiré en voz alta, pero esta pequeña cría es lo más tierno que he tenido en mi vida. Estoy ansioso porque la Líder fabrique cinco más de estos, y si tengo suerte, será hoy.
—¿Qué quiere hacer el futuro alfa?
—Cazar —murmura haciendo un puchero muy tentador.
—Buen intento, pero no. Tu mamá me mataría si algo te pasa —él suelta un pequeño gruñido.
—¿Pueblo?
—Vamos a comprarnos ropa entonces. También comamos helado y cualquier cosa que tu madre no te deje comer —él se ríe mostrando sus pequeños colmillos.
Lo cargo hasta llegar al pueblo. Tengo auto, pero trato de no usarlo; el tiempo pasa más rápido cuando estoy caminando. Entramos a un par de tiendas y compramos chaquetas iguales ya que viene el invierno. No nieva, pero las temperaturas suelen bajar y él sigue siendo un cachorro que aún no logra controlar su temperatura.
—Ni una sola palabra de esto a tu madre —le advierto, y él asiente—. ¿Lo prometes?
—Sí, papi —se me forma un nudo en la garganta al escucharlo.
Ni siquiera tiene un año; les dice así a los machos que le agradan, aunque a ninguna hembra le dice "mamá", solo a la Líder.
De repente, me llega un tenue olor muy inusual; nunca había olfateado algo igual. Es tanto el impacto que el helado en mi mano se empieza a derretir, pero yo solo cierro los ojos para captar mejor la esencia. Se está alejando; debe estar a un par de kilómetros, ya que apenas puedo olerlo. Me levanto con intenciones de ir tras ese olor, pero me doy cuenta de que mi sobrino ya no está sentado a mi lado.
«Soy un beta muerto».
Tengo cuidado de no dañar mi cámara mientras salto de un pequeño acantilado de tres metros. El camino para llegar aquí se me hizo eterno, aunque no debería quejarme; Alemania es hermosa, los paisajes y las estructuras son dignas de admirar, e incluso las personas. Saqué fotos increíbles que seguro me ayudarán a ganar algo de dinero; agradezco haber nacido en una época con tanta tecnología.Sigo caminando sin apuro, mirando cada árbol. Este bosque es muy frondoso; algunos árboles tienen formas extrañas que, de seguro, harán mis fotos más llamativas. El sol se comienza a ocultar y empiezo a correr para salir del bosque; este es un territorio sin dueño, en otras palabras, un lugar infestado de pícaros y vampiros. No sería bueno que me encontrara con uno.Al llegar a la carretera, dejo de correr. Normalmente, ellos no se acercan, tratan de mantenerse lejos de los humanos, pero sé ocultar mi olor; no sabrán que estoy por aquí mientras no haga tanto ruido.Decido no dormir; faltan pocos kil
Miro hacia donde proviene ese olor tan atrayente y luego hacia donde debe haber ido mi sobrino. Maldita sea, no entiendo por qué ese olor me hace dudar; cada vez es menos fuerte.—Vamos por el cachorro y después seguimos ese aroma —dice Zah, mi puma, no muy contento.Decido hacerle caso. Él no habla mucho, por no decir que en realidad casi nunca lo hace. Me dejo llevar por mi olfato; ese pequeño está aprendiendo a esconder su olor, aunque por suerte no logra hacerlo por mucho tiempo. Tiro el helado a la basura y camino rápido entre las tiendas que más le gustan. No me atrevo a preguntar a nadie si lo han visto; hay muchos de la manada trabajando en las tiendas del pueblo, y si el chisme de que perdí al futuro Alfa llega a los oídos de la Líder, estoy muerto.Empiezo a sudar al no encontrarlo. Comienzo a hacer pequeños sonidos con la garganta, imitando los llamados de una madre a sus crías. Algunos miembros de la manada que me escuchan me miran como si estuviera loco, pero prefiero eso
Ella levanta su cabeza para poder mirarme. De inmediato me pongo nervioso; sé que mi rostro no es mi fuerte. No sé qué haré si ella me rechaza.Pero de algo estoy seguro: yo no aceptaré su rechazo y mucho menos mi puma. Si con solo su olor es suficiente para desquiciar a mi puma y a mí, no me imagino dejándola libre, aceptando que no esté a mi lado. Lucharé si es necesario. Le mostraré que soy un macho digno de ella a pesar de mi mala apariencia. Haré lo que pueda para seducirla.Salgo de mi pequeño delirio mental cuando noto sus ojos brillosos, el olor agrio de su temor, el dolor ligero en mi pecho, pero tan devastador como ningún otro que haya experimentado antes.«Mi compañera me teme».—Beta, ¿los dejo solos? Tengo órdenes de la Líder de...—. La voz del delta me hace voltear el rostro.—Vete. Ni una palabra de esto a nadie.— Él asiente y se retira. Toda la conversación fue por nuestro enlace mental, por eso mi compañero no puede escuchar lo que decimos.Pero, por el descuido, ella
—Ella no está bien— murmura Zah, más que preocupado.No deja de dar vueltas en lo más profundo de mi mente mientras suelta pequeños gruñidos. La miro de reojo: sus manos, zapatos e incluso rodillas están llenos de barro seco. Aunque llevo caminando un buen rato, porque esa frontera está lejos de mi casa y no puedo acortar la distancia ya que pasaríamos por en medio de todas las cabañas, ella sigue inmóvil, perdida en su mente. Su cabeza está en dirección a mi pecho, pero sé que no me mira. Sus ojos se ven vacíos. Hace poco que dejó de llorar. Su cara no refleja emoción alguna. Es imposible saber lo que siente, ya que ni siquiera huele a algo. Que el olor agrio se haya ido no significa que ya no sienta miedo de mí, solo me indica que ya no piensa en lo que la rodea.—¿Piensas que debemos dejarla ir? —me duele que ella no sea feliz, me duele que todas las emociones que sienta por nuestro encuentro sean negativas.Mi puma no responde. Sé que no sabe qué responder. Ambos sentimos lo mismo
Acaricio la tela del cojín mientras intento no volver a llorar. Esto debe ser una pesadilla, esto no puede ser real.«¿Tanto mal le hice a otros seres?»Sé que he mentido, engañado y hecho mil cosas más, pero trato de no perjudicar a nadie cuando lo hago. Nunca he matado, ni siquiera cuando tuve muchas buenas excusas para hacerlo, y aun así, esto vuelve a pasar. No quiero, me niego a volver a pasar por esto de nuevo.Todo por fin me estaba saliendo bien. En un año podría haber reunido lo suficiente para alquilar algo y vivir totalmente como un humano normal. Pude haber tenido una vida tranquila... no, no pude. Yo puedo, y lograré volver a salir de esto.Limpio una lágrima traicionera. Si lo hice una vez, puedo hacerlo de nuevo. Ya no soy la niña tonta y asustadiza; aprendí mucho. Sé que puedo salir de esto. Solo no debo volver a caer en el error de cumplir trabajos en las manadas. Me limitaré a los clanes, eso es lo que haré.Observo la casa. Es enorme, aunque parece más una cabaña mo
No espero una respuesta sincera de su parte, aunque Zah anhela eso... Ambos deseamos que ella confíe en nosotros, pero sé que confiar no es algo por lo que destaquemos los pícaros.Ella se aleja un poco. Tal vez mi olor la haya intimidado en lugar de atraerla. Observo su postura: espalda encorvada por miedo e instinto. Todo en ella le indica que debe someterse. Un macho grande y de un rango superior al de ella... Todo le grita que huya, pero el vínculo de compañeros debería ser suficiente para mitigar eso. Sé que tiene traumas, pero al menos mi olor debería hacerla dudar.—Estoy esperando tu respuesta. —Ella tiembla, y coloco mis manos en mis rodillas, frotándolas.No es un buen sentimiento ver cómo me teme. Tenso la mandíbula tan fuerte que estoy a nada de romper alguna de mis muelas. Veo cómo se coloca en posición fetal, con las rodillas pegadas al pecho. Sigue sentada, pero ahora cubre su cabeza con las manos, escondiendo su cara entre las rodillas.—No, no quiero darte una oportun
Miro la habitación. Las paredes verde oscuro me parecen asfixiantes y solo me recuerdan que, en vez de estar en el bosque, me encuentro técnicamente secuestrada. No soy tan amante del bosque como otros de mi especie, pero prefiero mil veces el bosque a estar aquí.Mis dedos intentan limpiar la baba seca de mi rostro en vano. No sé en qué momento me dormí, pero, de todas formas, no fue mucho. Hay un pequeño reloj en la única mesita de noche y recuerdo que la última hora que vi eran las tres de la madrugada; ahora apenas son las 5:17 a. m. Sin embargo, nada de eso importa porque me tenso al ver una sombra en el poco espacio entre la puerta y el suelo. Como temía, la puerta se abre y dejo de tocar mi rostro. El gran hombre entra.—Estás despierta —me sonríe—. Lo siento, sé que es temprano, pero ayer no pudiste comer mucho.Camina hacia la cama donde estoy sentada y, de inmediato, me muevo hacia atrás. Mi espalda choca contra la pared, ya que esta cama no tiene un respaldar.—Ay —murmuro,
«¿Por qué le prometí un conejo entero?»Ni siquiera tengo tiempo de ir al pueblo vecino a traer otro. No importa cuántos tutoriales haya visto, me quedo seco. Ni siquiera entiendo cómo no se quemó y, para completar mi miseria, creo que no está bien cocido en las partes cercanas a los huesos.—Ya pasaron más de cinco horas y no ha salido —dice Zah, caminando en mi mente de un lado a otro—. Ve a verla, no me gusta esto.Meto el desastre de comida en el horno y cierro la puerta, pero suspiro al escuchar cómo se rompe el cristal.—Bien hecho, ahora tenemos que comprar otro —me regaña.Igual que yo, no quiere que nadie se entere de ella. Aún no controlo esta posesividad. No entiendo cómo hicieron Kurt y sus hermanos para no ir detrás de sus humanas desde el primer día que las conocieron.Camino hasta quedar frente a la puerta de mi dormitorio. Toco un par de veces solo para avisar mi llegada y espero unos segundos, ya que desde afuera no se escucha nada. Como no me deja entrar, abro la pue