Después de llorar un buen rato, volví a mi puesto intentando fingir normalidad, el resto de la jornada paso demasiado lenta para mi gusto, cuando por fin llegaron las seis de la tarde recogí mis cosas y salí prácticamente corriendo como si una horda zombie se acercase a mí.
Al llegar a casa cerré la puerta recostándome en esta, solté un largo suspiro, me alejé de esta arrastrando los pies hacia las escaleras comenzando a subirlas despacio. Me sorprendí al ver unas cajas en el pasillo, la puerta de la habitación de mi padre estaba abierta, me acerqué viendo a Aiden guardar cosas
– ¿Qué haces?–cuestioné sobresaltándolo
– Maldita sea que susto–susurró con una mano en el pecho, sonreí adentrándome– Estoy recogiendo sus cosas, hace un año que se fue… Y aún la conservamos como si viviera–dijo guardando la camisa que tenía en sus manos
– Lo sé, iré a cambiarme para ayudarte–comenté dando media vuelta, entre en mi habitación soltando todas las cosas en la cama.
Teníamos casi todo recogido, solo faltaban unas pocas cosas, habíamos estado haciendo el trabajo en silencio, abrí uno de los cajones de la mesita de noche, con curiosidad agarré una caja de madera, tenía unas hojas en relieve, me senté en la cama abriéndola
– ¿Qué es?–preguntó Aiden sentándose a mi lado
– Fotos nuestras–comenté con una sonrisa pasándole unas cuantas, en la mayoría eran de cuando éramos bebés o niños
– No me puedo creer que él conservara esto– lo miré, su sonrisa había desaparecido, ahora tenía el ceño fruncido, contemplaba una foto, me incline un poco viéndola, parecía un hospital, mi padre estaba muy joven, a su lado mi madre y en sus brazos un bebé– ¿Por qué la conservaría?–
– No lo sé, pero es mejor romperla–se la quité de las manos dispuesta a hacerlo, pero su mano me lo impidió, lo miré confusa, volvió a quitármela, le dio la vuelta había algo escrito
Primera foto de mi princesa guerrera
– Por eso la conservaba… Porque es tu primera foto, nada más por eso–volví a contemplarla, él tenía una sonrisa radiante– Creo que también deberíamos guardarla–
Contemplaba la habitación prácticamente vacía, tenía una opresión en mi pecho, ahora sentía como si se hubiese marchado del todo, me adentre despacio, aún podía sentirse el aroma de su perfume, era muy leve, pero ahí estaba, me senté en la cama comenzando a llorar en silencio, era duro continuar sin él. Me sobresalté al sentir una mano en mi cabeza, me encontré con los ojos color miel de mi hermano, no dijo nada, solo se sentó a mi lado abrazándome con fuerza.
Al día siguiente baje del autobús algo frustrada, mi coche se había estropeado, otro maldito gasto que apenas podría cubrir, si no fuera porque pronto recibiría el primer pago del contrato.
Miré el edificio que tenía delante, suspire con pesar, conocía muy bien este sitio, era un centro comercial de lujo, comprar algo en cualquiera de las tiendas que había allí te podía costar casi todo tu sueldo de un mes, además, si no vestías prendas caras, o joyas las dependientas te miraban de arriba abajo con desdén, fue algo que sufrí personalmente solo por estar de curiosa, volví a suspirar retomando el camino, no di ni dos pasos cuando mi móvil comenzó a sonar, lo saqué viendo que se trataba de un número desconocido
– ¿Hola?–
– Llegas tarde–me sorprendí al escuchar la voz de mi jefe
– Tuve un contratiempo y… Un momento, ¿Cómo tiene mi número?–cuestioné con el ceño fruncido, escuché una risa del otro lado
– Tengo contactos–
– Está en mi curriculum…–dije suspirando recordando ese detalle– No se haga el misterioso–
– Entonces no preguntes tonterías–alejé el móvil de mi oreja mirándolo con odio
– Estúpido–susurré sintiéndome algo mejor, respiré hondo volviendo a acercarlo
– ¿Terminaste de insultarme?–aquella pregunta me sorprendió, apenas había emitido algún sonido como para que me escuchara, miré a todos lado por si me estaba viendo desde algún sitio, pero no estaba, volví a escuchar su risa– Entra de una vez, estoy en Prada–sin darme tiempo a poder quejarme, cerro la llamada, con resinación volví a caminar.
Me sentía extraña, caminando entre todas esas mujeres que irradiaban elegancia y lujo por todos lados, recibía ciertas miradas de desdén, curiosidad, era como si fuera un mono de feria para ellas, apure el paso al ver la tienda y a él a lo lejos, iba vestido con un traje gris pareciera hecho ha medido, pues le quedaba como un guante, su cabello bien peinado, tenía las manos en los bolsillos del pantalón, era un hombre bastante atractivo pero un estúpido.
– Al fin llegas, démonos prisa, tengo una junta a la una–dijo nada más acercarme, me quedé allí parada mirando como entraba en la tienda
– Buenos días Erin, ¿Cómo estás?–susurré por lo bajo con ironía, bufe molesta entrando también, al hacerlo vi ciertas miradas a mi persona, rodé los ojos, quería salir de aquí en seguida.
No sabía con exactitud cuánto tiempo llevaba probándome vestidos, ni cuantos me había puesto, ni el total de tiendas que habíamos recorrido, al principio me pareció divertido, pero ahora era exasperante, él lo era, no dejaba de rechazar todos los que me probaba
– Tampoco me gusta, siguiente–comentó sin apenas mirarme, apreté los puños con ganas de quitarme un zapato y lanzárselo a la cabeza, pero respire hondo calmando esas ganas
– Señor, como sabe que no le gusta, si apenas me ha mirado–aparto por fin la mirada de su móvil para clavarla en mí, sus ojos me recorrían de arriba abajo de una forma penetrante haciéndome sentir nerviosa por ello
– Siguiente–suspiré aliviada cuando volvió su atención al móvil, entre en el probador quitándomelo
Contemplaba mi reflejo con una sonrisa, era el último vestido que él había elegido, era corto me llegaba un poco más arriba de las rodillas, de color rojo pasión, tenía una apertura en la espalda y un botón que lo cerraba, la parte de arriba era de encaje, la manga me llegaba hasta los codos, sin lugar a duda me encantaba, abrí la cortina saliendo algo nerviosa, deseaba que él lo eligiera.
Al salir levanto la cabeza contemplándome, en silencio se puso de pie acercándose a mí, tenerlo tan cerca me dejaba ver la diferencia de altura entre ambos, le llegaba por los hombros, levante un poco el rostro viendo sus ojos, de cerca eran mucho más bonitos, eran de un verde muy claro, el aroma de su perfume era algo embriagante, de esos que hacen temblar tus piernas y hacerte perder la cordura.
– Sin duda es este–comentó alejándose, haciendo que me sintiera aliviada, no me había gustado nada lo que me hizo sentir un por un instante.
Salimos de aquella tienda en silencio, estaba tan absorta en mis pensamientos que me sobresalte al sentir su mano en mi hombro, rápidamente el estridente sonido de mi móvil llegó a mis oídos, lo saqué del bolso contestando sin siquiera mirar quien era
– ¿Hola?–
– Señorita Mills, soy la directora Clark, debe venir de inmediato, su hermano se ha metido en una pelea con otro alumno–me sorprendí mucho ante esas palabras, él no era esa clase de chico
– Claro, estaré ahí enseguida–colgué la llamada, suspiré contemplando un momento la pantalla
– Nos vemos en la oficina–dijo haciendo un gesto con la mano, antes de que se fuera lo tome del brazo haciendo que me mirase
– Necesito un favor–
– ¿Cuál?–
– Que me lleve a un sitio, mi coche está en el taller, en autobús tardaré en llegar–
– ¿Sabes que debes ir a la oficina, verdad?–cuestionó con una ceja alzada
– Sí, lo sé, pero este asunto es familia, por favor–supliqué mirándolo fijamente, él suspiró asintiendo.
Al llegar al instituto, murmure le di gracias y salir prácticamente corriendo, al llegar a la dirección vi a un chico fuera de esta sentado junto sus padres, tenía la nariz sangrando, estos al verme me dedicaron una mala mirada, los ignoré entrando al despacho de la directora.
– Siento el retraso, ¿Qué fue lo que sucedió?–cuestioné sentándome al lado de mi hermano, tenía la cabeza ladeada, suspiré mirando a la directora
– Aiden, ha agredido al señor Adams, se niega a decir el motivo y el señor Adams ha dicho que fue sin motivo, no había nadie más con ambos, así no puedo sacar un culpable, por lo tanto amos serán expulsados unos días–
– ¿Por qué le pegaste?–me giré mirándolo
– Solo se lo merecía–contestó sin mirarme, suspiré desviando mi vista a la directora
– Os dejaré unos minutos a solas–asentí con una pequeña sonrisa, cuando la puerta se cerró, suspire levantándome, me agache delante de él, cogí con cuidado su rostro haciendo que me mirase
– Aiden, tú no eres así, dímelo por favor–susurré sintiendo mi pecho oprimiré al ver su pómulo golpeado, suspiro comenzando a llorar, algo que me descoloco, él apenas lo hacía
– Se lo merecía, él dijo… Que papá murió por no seguir aguantándonos–aquellas palabras me dejaron en shock– Y que tú… Seguramente te estabas prostituyendo para pagar la cuenta del hospital–mi cuerpo se tensó, me puse de pie sintiéndome furiosa, sin pensarlo camine hacia la puerta abriéndola, la directora estaba hablando con el chico afectado
– Mocoso de m****a, mi hermano debió darte más fuerte–
– ¡Señorita Mills!–exclamó escandalizada la directora
– Pero que educación…–dijo la madre, me quede contemplándola, era una mujer demasiado delgada, de ojos grises, con grandes ojeras haciendo ver los ojos más profundos, su mirada parecía al de una demente, tenía el cabello castaño
– Nos dieron una mejor, de la que tiene tu hijo–
– Mi hijo ha sido criado muy bien–hincho su pecho con orgullo
– Decir que mi padre murió por no seguir aguantándonos, decir que soy una prostituta–un jadeo de sorpresa salió de la directora, el hombre miró con cierta decepción a su hijo y después a su mujer– Eso no es de una buena crianza–
– Bueno… Él solo comenta lo que ve–
– Oh… ¿Acaso me has visto prostituyéndome?–cuestioné mirándolo fijamente, negó con nerviosismo pues todas las miradas estaban en él– ¿Y de dónde sacaste esa idea?–
– Responde–le ordeno el padre con severidad ante su silencio, el chico tembló
– Mamá lo repite mucho–su voz salió casi en un susurro, todas las miradas ahora fueron para la mujer, estaba roja de vergüenza
– ¿Acaso tienes cinco años para ir repitiendo todo como un loro?–cuestiono su padre haciendo que él agachara la cabeza, dirigió sus ojos azules mirando a su mujer de forma penetrante
– Yo... Directora Clark, lo siento mucho–
– No es a mí, a quien le debe una disculpa–comento mirándola con seriedad, la mujer asintió mirándome
– Lo si–
– Ahórratelo–dije interrumpiéndola– No quiero las disculpas de una mujer con una vida tan vacía, que necesita inventarse la de los demás, para no sentirse tan miserable en su existencia–ella agachó la cabeza, miré a la directora– ¿Qué va a pasar con mi hermano?–
– No será expulsado, pero si tendrá un castigo, los conflictos no se arreglan a golpes–asentí conforme, desvié mi atención al otro chico
– ¿Qué pasara con él?–
– Será expulsada–dijo con determinación
– No lo haga–todos me miraron confusos– Solo es un chico que se ha dejado envenenar con las palabras de su madre, creo que con un castigo aprenderá–ella asintió algo dubitativa– ¿Puedo llevarme a Aiden a casa?–
– Por supuesto–comentó con una pequeña sonrisa la cual devolví, hablamos un poco más sobre los castigos y nos despedimos de todos, en silencio caminábamos hacia la salida.
– ¡Espere señorita Mills!–nos giramos al escuchar eso, era el padre del chico– Siento mucho todo esto–dijo una vez cerca de nosotros
– No se preocupe, ya está todo solucionado–le dedique una pequeña sonrisa
– Aun así, lo siento mucho–asentí, él se marchó de vuelta con su familia
Una vez fuera me sorprendí de ver a mi jefe aun aquí, estaba apoyado contra su coche mirando en nuestra dirección, se acercó a nosotros con una sonrisa
– ¿Qué hace aún aquí?–
– Esperarte, ¿Quién eres tú?–preguntó mirando a mi hermano
– Esa pregunta debería hacerla yo–contestó mirándolo con desconfianza
– Soy el novio de Erin–mi boca se abrió ligeramente ante la sorpresa, ambos me miraban, mi hermano con impresión y él con diversión.
El trayecto a casa fue en un silencio realmente incómodo, al llegar Aiden entro enseguida, cuando vi que la puerta se cerró, me gire mirando a Archie con enfado– ¿Por qué diablos le dijiste que somos novios?–cuestioné cruzándome de brazos, él solo sonrió con diversión encogiéndose de hombros– Por qué es la verdad–– Soy tu novia falsa, y mi hermano no entraba entre las personas que debían enterarse–dije entre dientes sintiendo unas ganas enormes de darle un puñetazo– ¿Qué pensabas decirle cuándo te viera subirte a mi coche? ¿O cuándo tengas que salir por una cita?–preguntó haciendo que me quedase callada, suspiré desviando la mirada, no tenía nada que decir– Bien cariño–rodé los ojos ante esa palabra– Me voy a trabajar, a la junt
Au clair de la LuneMon ami PierrotPrête-moi ta plumePour écrire un motMa chandelle est morteJe n'ai plus de feuOuvre-moi ta portePour l'amour de DieuConocía esa letra, esas manos acariciando mi rostro con delicadeza, esa voz aterciopelada, que tanto había echado de menos, me devolvían a una época que prefería mantener enterrado en el pasado, abrí los ojos encontrándome con unos ojos color miel, tan parecidos y diferentes a los de Aiden.Me miraban con tristeza, añoranza, miedo, me incorpore alejándome de ella, quiso tocarme, pero retrocedí, me tropecé con mis zapatos de tacón, rápidamente me agache cogiéndolos junto a mi pequeño bolso, sin detenerme a nada salí de aquella habitación, miré a ambos lados, no
El ruido de la puerta acompañado de risas hizo que ambos despertáramos de aquel trance en el que nos sumimos, él se puso de pie alejándose de mí, me sentía confusa, nerviosa, aliviada de que fuéramos interrumpidos y a la vez, decepcionada.Miré hacia la puerta los chicos nos miraban algo extrañados, les dediqué una sonrisa la cual me devolvieron, comenzaron a darse pequeños besos mientras se susurraban cosas, desvié la mirada sintiendo mis mejillas calentarse, la imagen de lo que casi pasa, me llego con fuerza– Nos vemos Erin–– Adiós Amber, saluda a Hazel de mi parte–dije con una sonrisa– Claro, deberías llamarla, se queja mucho de que te extraña–reí levemente ante eso– Lo haré–ella asintió, se dio la vuelta marchándose– Yo también debería
A cada paso que dábamos, sentía mis piernas volverse gelatina, mis manos comenzaban a sudarme, me detuve de forma abrupta llamando su atención, me sentía incapaz, no hizo falta que dijera nada, él sonrió sin rastro alguno de burla, se acercó colocando un mechón de mi cabello tras la oreja, sus dedos se deslizaron con suavidad por mi rostro, hasta llegar a la punta de mi nariz, dándole un pequeño golpecito.Apretó el agarré de nuestras manos, se giró retomando el camino hacia el jardín, la cena se haría fuera gracias al buen tiempo, respiré hondo al salir, quedé impresionada ante la magnitud, tenía una piscina enorme, las escaleras eran tipo imperial, al final había un camino de piedras que llevaba hacia un espacio con flores, una fuente y bancos para sentarse.Ellos estaban sentados en otro espacio, en este solo había muebles de ja
– Yo no quiero nada–dije intentando recobrar la compostura– Ahora suéltame estúpido–– Mientes, si no fuera así, te hubieras soltado hace un buen rato–lo miré sin comprender, una sonrisa burlona se formó en sus labios– No estoy ejerciendo fuerza en el agarre–esas palabras me cayeron como un balde de agua fríaTenía razón, sentía mis mejillas comenzar a acalorarse, me solté rápidamente de su agarré, lo empuje a un lado y me levante, prácticamente corría hacia el baño mientras escuchaba su risa, cerré la puerta apoyándome en esta, me sentía una verdadera idiota, comencé a caminar de un lado a otro mientras pasaba mi mano nerviosa por el cabello, ¿con qué cara saldría ahora?, pare mis movimientos, suspiré contemplándome en el espejo, me giré hacia la pu
Abrí la puerta de casa, dirigí mis pasos hacia el salón, me quede en el umbral mirando a aquella mujer de cabello rubio oscuro corto, lo tenía peinado tipo años cincuenta, sus ojos azules tenían una mirada llena de frialdad y desdén, su rostro lleno de arrugas marcas de la edad, estaba sentada en uno de los sofás con una taza entre sus manos.– Buenos días, señora–saludé adentrándome en el salón con una sonrisa fingida, sus ojos rápidamente se posaron en mí– Erin Mills, ¿supongo?–cuestionó de forma tosca, asentí acercándome dándole un apretón de manos– Permítame que le pregunte, pero ¿te parece bien dejar a un menor solo?–cuestionó alzando una ceja– Fui a hacer un recado, además es casi un adulto, sabe cuidarse solo–– A pesar d
– ¿Cómo se ha enterado la prensa?–cuestioné acercándome a su escritorio– No lo sé, no tengo idea–comentó recostándose en la silla contemplando la pantalla de su ordenador– Lo que me sorprende es que se hayan enterado tan pronto, no hemos salido a una cita, ni siquiera suelen seguir de cerca mi vida– suspiró poniéndose de pie– ¿Por qué piensan que vamos a casarnos?–me cruce de brazos– No lo sé Erin, esto me deja igual de sorprendido que a ti, nadie aparte de nuestras familias saben que–se quedó callado de forma abrupta, soltó un gruñido revolviéndose el cabello– Ha sido Amanda, voy a matarla–suspiré sentándome en uno de los sillones– Ya no tiene importancia, en el fondo sabía que tarde o temprano se sabría, ¿Qué vamos a hace
Ambos nos mirábamos en silencio, sus palabras hacía eco en mi cabeza, era ilógico lo que decía, pero la determinación con la que lo había dicho, su rostro serio sin rastro alguno de burla o diversión– No tiene sentido, Archie, nos conocimos hace unos días, no puedes quererme–– Te conozco desde hace tres años–mis ojos se agrandaron de la sorpresa, lo miré aún más confundida, suspiró acercándose a mí, me cogió por los brazos llevándome hacia la cama donde me sentó, comenzó a caminar de un lado a otro nervioso, pasaba su mano por el rostro– ¿Cómo es eso posible?–se detuvo de golpe ante mi pregunta, soltó un largo suspiro– Hace tres años volví a Chicago, las cosas con Henry estaban bien, así que mi padre aprovecho para pedirme que le diera un