Abrí la puerta de casa, dirigí mis pasos hacia el salón, me quede en el umbral mirando a aquella mujer de cabello rubio oscuro corto, lo tenía peinado tipo años cincuenta, sus ojos azules tenían una mirada llena de frialdad y desdén, su rostro lleno de arrugas marcas de la edad, estaba sentada en uno de los sofás con una taza entre sus manos.
– Buenos días, señora–saludé adentrándome en el salón con una sonrisa fingida, sus ojos rápidamente se posaron en mí
– Erin Mills, ¿supongo?–cuestionó de forma tosca, asentí acercándome dándole un apretón de manos– Permítame que le pregunte, pero ¿te parece bien dejar a un menor solo?–cuestionó alzando una ceja
– Fui a hacer un recado, además es casi un adulto, sabe cuidarse solo–
– A pesar de su edad, bajo nuestro criterio, sigue siendo un menor, ¿fue a un recado así vestida?–cuestionó mirándome de arriba abajo, suspiré ignorando sus palabras, era mejor no llevarle la contraria
– ¿Tiene algo de malo que me ponga un vestido?–
– No, solo creo… Que es muy corto–apreté mis manos con enfado por sus palabras
– Pues yo creo que el vestido de mi novia, es perfecto–me sobresalte al escuchar la voz de Archie, por un segundo me había olvidado por completo de él
– ¿Y usted quién es?–preguntó mientras apuntaba algo en su agenda
– Como ya ha escuchado, Archie Tucker, el novio de Erin, ¿puedo saber qué motivos tiene para estar aquí?–el tono de su voz era severo, miraba a aquella mujer como si a la mínima palabra errónea le saltaría encima como un animal salvaje
– Han llegado rumores de que la señorita Mills, se prostituye–
– Espero que tenga usted prueba de esa acusación–
– Solo son rumores, estoy aquí para averiguar si son verdaderos o infundados–comentó simpleza, sin dejarse intimidar por aquella mirada que él le lanzaba
– ¿Cómo piensa averiguarlo?–
– Dado que ya he hablado a solas con su hermano, él ha negado esas acusaciones, así que si no le importa, quisiera hacerle a usted unas preguntas–me miró a lo que asentí
– Claro sin problemas–comenté sentándome
– Perfecto, Aiden me ha comentado que tiene dos empleos, el primero lo sé, trabaja en el departamento de recursos humanos de la empresa eléctrica ECO ¿Cuál es su segundo empleo?–
– Soy camarera en una discoteca llamada Guanabara–
– ¿Entonces su hermano se queda solo por las noches?–
– Solo los fines de semana, es un chico responsable, confió plenamente en él–dije rápidamente ante su pregunta, ella asintió mientras escribía
– Según tengo en el informe que hizo mi compañera cuando su padre falleció, usted tenía otra relación con un tal, Ian Grant–me tense al escuchar su nombre, pude sentir la mirada penétrate de Archie, forcé una sonrisa asintiendo
– Decidimos terminar debido a cierta incompatibilidad–
Siguió haciendo más preguntas, finalmente dijo que no veía nada fuera de lo normal, pidió disculpas por la repentina visita y se marchó, en cuanto lo hizo los tres soltamos un suspiro de alivio, no pasaron ni cinco minutos que el timbre volvió a sonar
– Voy yo, debe ser Amber–asentí viendo cómo iba hacia la puerta
– Así que tenías un novio–rodé los ojos ante sus palabras
– Tengo una vida, claro que tenía novio, ¿acaso creías que era un virgencita?–cuestione mirándolo con burla, otra vez tenía esa brillo en los ojos, se inclinó sobre mí
– ¡¿Qué haces tú aquí?!–ese grito nos alarmó, rápidamente nos levantamos, fuimos hacia la entrada, me quedé quieta viendo a Grace al otro lado junto al señor Tucker
– Hijo por favor deja–
– ¡No me digas hijo!–grito interrumpiéndola, se echó hacia atrás, pues ella había intentado acercarse– Dejaste de ser mi madre desde el momento, que saliste por esta puerta y le cediste la custodia total a mi padre–
– Yo quise volver, pero vuestro padre–
– ¡No te atrevas a terminar esa frase!–grite colérica, todas las miradas se centraron en mí, me acerqué a ella mirándola iracunda– No te atrevas a intentar manchar su memoria, ¿Qué intentaste volver?, no me hagas reír Grace–me aleje comenzando a sentirme mareada, camine hacia el salón necesitaba sentarme
– Erin, te juro que yo no quise–
– Por favor cállate–pedí sintiendo una fuerte opresión en mi pecho, me comenzaba a faltar el aire, me puse de pie, como pude fui hacia la ventana abriéndola
– ¿Estás bien?–cuestionó Archie a mi lado, negué con la cabeza
Sentí mi cuerpo como si cayera, unos brazos me sujetaban, mi cuerpo temblaba con fuerza, sentía el sudor de mi frente helado, escuchaba a lo lejos como todos me llamaban, tenía la vista clavada en el techo, el aroma de aquel perfume tan embriagador me llego, unos fuertes brazos me rodearon
– Erin mírame–odiaba esa voz, pero a la vez la extrañaba– Por favor cielo–suplicó colocando su mano en mi mejilla, desvié mi atención a ella, sonrió contenta cuando lo hice, me puso en la mano una bolsa de papel, la guio hacia mi boca– Respira despacio–comencé a imitar su respiración, poco a poco los síntomas iban desapareciendo, hasta que simplemente solo sentí un gran cansancio.
Abrí los ojos con pesadez, me senté contemplando a mí alrededor, estaba en mi habitación, pero no recordaba haber llegado, lo último que recordaba era estar discutiendo con Grace, la puerta se abrió, por esta apareció Aiden, al verme se acercó rápidamente
– ¿Cómo te sientes?–cuestionó sentándose a mi lado
– Siento un poco de cansancio, ¿pero qué paso?, ¿Cómo llegue aquí?–
– ¿No te acuerdas?–negué con la cabeza
– Tuviste un ataque de ansiedad mientras discutías con Grace, cuando logro calmarte, te desmayaste–lo miré impresionada, no lo recordaba– Me asustaste mucho, no te daba un ataque desde que papá murió–me abrazo con fuerza, apoyé mi cabeza en su hombro con los ojos cerrados, estuvimos así durante un buen rato hasta que unos golpes en la puerta nos hizo separar, miré a Aiden extrañada– Se me olvido decirte que tu novio sigue aquí–la puerta se volvió a abrir
– Ya estas despierta–dijo con una sonrisa
– Iré a ver a Amber, vuelve en un rato–se levantó, besó mi mejilla y salió de la habitación dejándonos solos, en silencio se acercó a la cama sin dejar de mirarme
– Grace…–
– Mi padre se la ha llevado, no te preocupes–dijo interrumpiéndome, asentí sentándome en el borde de la cama– Me alegra saber que estás bien–
– ¿Te preocupas por mí?–
– Por supuesto, es muy pronto para quedarme sin novia–comentó con un toque de diversión
– Tranquilo, tendrás novia mínimo seis meses–ambos reímos, volvimos a quedar en silencio mirándonos
– Ya te ingrese la primera parte del dinero–asentí, sintiendo algo extraño en mi interior, el silencio que ahora nos envolvía era pesado e incómodo– También me marcharé, deberías seguir descansando, estos últimos días has tenido muchas emociones–volví a asentir forzando una sonrisa, se dio la vuelta caminando hacia la puerta, de repente se detuvo, se giró volviendo a mí, colocó sus manos a ambos lados de mi rostro, se inclinó y unió nuestros labios
Cerré los ojos disfrutando de ese contacto, ninguno se movía, era como si tuviéramos miedo de hacerlo, se alejó haciendo que lo mirase, antes de que pudiera decir algo, se marchó, dejándome sentada en la cama, con aquel hormigueo en mis labios y esa sensación en mi estómago.
Suspiré con pesar bajando del autobús, mi coche seguía en el taller por lo tanto era la mejor forma de moverme, pero no me agradaba nada usarlo, tenía miles de paradas, diversos olores y muy fuertes, gente que no respetaba tu espacio personal, o simplemente el baboso de turno que intenta sobrepasarse. De nada me servía quejarme, solo debía aguantar unos días más, al llegar al edificio me quedé un segundo contemplándolo, era enorme y estaba hecho de cristal, sin lugar a duda era imponente.
Al entrar saludé al guarda de seguridad, me devolvió el saludo, pero no me dedico una sonrisa como de costumbre, eso era extraño, al igual que las miradas que todos me estaban dedicando. Llegué a mi puesto de trabajo sintiéndome realmente incómoda ante los susurros y miradas, vi a Hope junto a otra chica, decidida me acerqué a ellas
– ¿Puedo saber por qué todos me miran de forma extraña?–cuestioné haciendo que me mirasen
– ¿No lo sabes?–preguntó Hope en tono mordaz
– No y quisiera saber que pasa–
– Pasa esto Erin–me puso en la cara su móvil, me quedé de piedra contemplando aquella imagen, en ella salíamos Archie y yo saliendo de mi casa cogidos de la mano, y el titular ponía en letras enormes, ¿Futura señora Tucker?, No me dio tiempo a ver más, lo apartó mirándome molesta– Perdón, creo que debería decirte, señora Tucker–sin decir nada me di la vuelta, corrí hacia su despacho y entre en este sin importarme nada, quería explicaciones.
– ¿Cómo se ha enterado la prensa?–cuestioné acercándome a su escritorio– No lo sé, no tengo idea–comentó recostándose en la silla contemplando la pantalla de su ordenador– Lo que me sorprende es que se hayan enterado tan pronto, no hemos salido a una cita, ni siquiera suelen seguir de cerca mi vida– suspiró poniéndose de pie– ¿Por qué piensan que vamos a casarnos?–me cruce de brazos– No lo sé Erin, esto me deja igual de sorprendido que a ti, nadie aparte de nuestras familias saben que–se quedó callado de forma abrupta, soltó un gruñido revolviéndose el cabello– Ha sido Amanda, voy a matarla–suspiré sentándome en uno de los sillones– Ya no tiene importancia, en el fondo sabía que tarde o temprano se sabría, ¿Qué vamos a hace
Ambos nos mirábamos en silencio, sus palabras hacía eco en mi cabeza, era ilógico lo que decía, pero la determinación con la que lo había dicho, su rostro serio sin rastro alguno de burla o diversión– No tiene sentido, Archie, nos conocimos hace unos días, no puedes quererme–– Te conozco desde hace tres años–mis ojos se agrandaron de la sorpresa, lo miré aún más confundida, suspiró acercándose a mí, me cogió por los brazos llevándome hacia la cama donde me sentó, comenzó a caminar de un lado a otro nervioso, pasaba su mano por el rostro– ¿Cómo es eso posible?–se detuvo de golpe ante mi pregunta, soltó un largo suspiro– Hace tres años volví a Chicago, las cosas con Henry estaban bien, así que mi padre aprovecho para pedirme que le diera un
No sabía que contestar, mi debate interno seguía luchando porque una de las partes ganase, me sobresalte al sentir sus dedos en mi rostro, mire sus ojos verdes quedándome atrapada en ellos– Te doy una oportunidad–fue casi un susurro, una amplia sonrisa de felicidad se dibujó en su rostro, en un rápido movimiento unió nuestros labiosCerré los ojos moviéndome al compás suyo, el beso era lento, pero podía sentir como intentaba descargar en él sus sentimientos, mi estómago era una verdadera bandada de pájaros, tenía la sensación de que sus labios se amoldaban perfectamente a los míos, me aferre más a su cuello al sentir su lengua tocar mis labios, como si pidiera permiso, abrí más la boca permitiendo que se adueñara por completo de esta, sus brazos me estrechaban con fuerza como si temiera que escapase en cualquier moment
Movía mi pierna de forma frenética, no paraba de contemplar el reloj, sentía como a cada minuto que pasaba mi garganta se iba secando y mis manos comenzaban a sudar, estaba nerviosa jodidamente nerviosa, faltaban escasos diez minutos para que la jornada laboral terminase y diera comienzo a la cita.Suspiré levantándome de la silla, agarré mi bolso, prácticamente corrí hacia el servicio, una vez allí y de asegurarme que no había nadie, me miré al espejo, mi cabello estaba algo despeinado, de mi bolso saqué un cepillo comenzando a pasarlo por mi cabello, miré mi atuendo un jean blanco ajustado, una camiseta de tirantes negro, en la silla reposaba mi americana, volví a suspirar, era sencillo, pero tampoco tenía idea de donde me llevaría, solo dijo: es especial, no te preocupes por la ropa.Una vez que retoqué mi maquillaje, volví a mirar mi reloj,
Pov Archie Contemplaba como se mecían sus cabellos a la brisa nocturna, era hermosa, sin lugar a duda, estaba apoyada en la barandilla del balcón mirando las luces de la ciudad, la cena había sido un éxito total, cada vez me sentía más cerca de poder ganarme su corazón.– Esta vista es increíble, lo contemplaría siempre–comentó dándose la vuelta, colocó su cabello a un lado, algunos mechones seguían danzando al viento, iba a decir algo, pero una fuerte lluvia comenzó a caer sobre nosotros, rápidamente entramos– El impredecible clima de Chicago–dije haciendo que comenzara a reír, me quedé callado observándolaMe acerqué acortando todas las distancias, me incline un poco sobre ella, su respiración chocaba contra mi rostro, el aroma de su perfume llego a mis fosas nasales, era l
Pov Erin Esa simple pregunta había hecho que mi pulso se acelerase, los nervios me invadieron, mis manos sudaban un poco, era completamente ilógico lo que él me hacía sentir, hacía tan poco que nos conocíamos. Pero aquí estoy completamente perdida en su mirada, sintiendo una fuerte necesidad de que sus labios se posen sobre los míos y me haga sentir volar como siempre hacía.Él se había encargado de romper a puñetazos aquel muro que intentaba construir en mi corazón para no volver a sufrir, cada caricia suya, cada beso, una sonrisa, sus palabras, eso y más era como un buen derechazo a mi corazón.¿Cómo era posible que me sintiera enamorada?, ¿Cuánto tarda uno en enamorarse?, ¿me sucedió lo mismo con Ian?, no lo recuerdo a decir verdad, pero lo que sentía por Archie… Era más fuert
Miraba la puerta de su despacho con preocupación, llevaba unos días en los que estaba irritado, ausente, alejado, apenas habíamos podido hablar, las ideas que pasaban por mi cabeza eran infinitas, pero todas ellas tenían algo en común, y era que él me dejaba destrozándome el corazón, desechaba esa idea constantemente, pero seguía ahí, como algo que pinchaba mi cabeza a cada segundo, era insegura, pero nadie podía culparme después de todo lo que sucede en mi vida.Suspiré volviendo mi atención a mi trabajo, seguro me preocupaba de más, cuando él quisiera me diría que sucedía. Esas palabras me las repetía varias veces, una mano se posó en mi hombro sobresaltándome, levante la cabeza viendo a su secretaria– Quiere verte–asentí poniéndome de pie, en silencio ambas fuimos hacia la puerta, ella se sent&o
Miraba con una sonrisa el mensaje de cumpleaños que Archie me había mandado, al salir de mi habitación un olor dulce me envolvió, mi sonrisa ahora era nostálgica, sabia de sobra que al bajar y entrar en la cocina, no será él quien estuviera cocinando mi desayuno favorito, cerré los ojos al sentir mis lágrimas agolparse, mi pecho ardía, limpie las que había conseguido escapar. Respire hondo comenzando a bajar las escaleras.– Buenos días–saludé haciendo que diera un bote y un pequeño grito se le escapara, comencé a reír ante eso– No tiene gracias, ¿Sabes? Te has quedado sin desayuno de cumpleaños–dijo mirándome con malicia, puse una cara triste acercándome a él– No podría hacerte eso–me abrazo dándome un beso en la frente– Feliz cumpleaños–Despu&eac