– Yo no quiero nada–dije intentando recobrar la compostura– Ahora suéltame estúpido–
– Mientes, si no fuera así, te hubieras soltado hace un buen rato–lo miré sin comprender, una sonrisa burlona se formó en sus labios– No estoy ejerciendo fuerza en el agarre–esas palabras me cayeron como un balde de agua fría
Tenía razón, sentía mis mejillas comenzar a acalorarse, me solté rápidamente de su agarré, lo empuje a un lado y me levante, prácticamente corría hacia el baño mientras escuchaba su risa, cerré la puerta apoyándome en esta, me sentía una verdadera idiota, comencé a caminar de un lado a otro mientras pasaba mi mano nerviosa por el cabello, ¿con qué cara saldría ahora?, pare mis movimientos, suspiré contemplándome en el espejo, me giré hacia la puerta al escuchar cómo era abierta
– ¿Acaso no sabes lo que significa una puerta cerrada?–cuestioné cruzándome de brazos, él no dijo nada, solo se quedó observándome apoyado en el marco
– Apuesto lo que sea que me lo vas a decir–dijo con burla, respire hondo para no lanzarle la pastilla de jabón
– Solo vete–nos quedamos en silencio mirándonos, se incorporó, creí que saldría, pero sin embargo avanzo hasta quedar a un paso de mí– ¿Qué parte no entendiste?, sal de aquí estúpido–
– Estúpido, ¿sabes?, de tantas veces que me lo llamas, comienza a perder su significado, ¿no tienes nada mejor?–cuestionó terminando de acercarse, retrocedí hasta chocar contra el lavamanos, una sonrisa un tanto maliciosa se formó en sus labios, colocó sus brazos a ambos lados de mi cuerpo arrinconándome
– Idiota–intenté marcharme, pero me lo impidió, sus manos viajaron a mis muslos, con fuerza me levanto sentándome
– ¿No tienes mejores insultos?–acercó su rostro– Mi prima de seis años tiene un mejor repertorio–fruncí el ceño, iba a decir algo, pero un dedo en mis labios me silenció, nos quedamos así por un buen rato, deslizó sus dedos por mi rostro causándome unas leves cosquillas
Su mirada era penetrante, había un brillo en sus ojos que no sabía descifrar que era, mis ojos se agrandaron ante la sorpresa de sentir sus labios sobre los míos, me quedé quieta sin saber exactamente qué hacer, pronto cerré los ojos moviendo mis labios al compás.
El beso era lento, con cada roce era como si una descarga me recorriese por completo, me aferré a su camisa sintiéndome volar, sentí sus dedos entre mis cabellos enredándose, la falta de aire comenzaba a ser necesaria, en vez de separarnos el beso aumento de intensidad, como si nos negásemos a separarnos, pero finalmente lo hicimos.
Nuestras respiraciones se habían calmado, mantenía los ojos cerrados, podía escuchar los latidos de su corazón, tenía mi cabeza apoyada en su pecho, hacia un rato que el beso acabo, pero no nos habíamos movido de esta posición, sus manos rodeaban mi cintura y su mentón estaba apoyado en mi cabeza. Cuando por fin me soltó, una sensación de frío me invadió, nos miramos en silencio, quería decir algo, pero no sabía el que, baje del lavamanos con su ayuda, fuimos hacia la habitación, se acercó a la cama cogiendo una almohada
– S… Si quieres puedes dormir conmigo–dije algo nerviosa haciendo que se detuviera, me miró algo confuso– Tiene pinta de ser incómodo–señale el sofá
– No quisiera incomodarte–
– Te lo estoy ofreciendo, no me incomoda, somos adultos, mientras nos respetemos todo perfecto–no dijo nada, parecía pensarlo, de repente una sonrisa burlona apareció
– Nos acabamos de besar, ¿tan rápido ya me quieres en la cama?–cuestionó, me quedé un tanto perpleja, agarré una almohada lanzándosela enfadada
– Eres un imbécil, quédate en el sofá, ojalá mañana amanezcas con una contractura–me metí en la cama tapándome por completo con las sabanas, me sentía irritada ante sus palabras y su estúpida risa
– Vamos preciosa, no te enfades–comentó subiéndose encima de mí, aparte la sabana mirándolo sorprendida, lo empuje a un lado
– No me digas preciosa, elige un sitio y duérmete–
– ¿Entonces te digo fea?–cuestionó con diversión, entrecerré los ojos tentada a darle un puñetazo
– No me digas de ninguna forma–dije entre dientes, sin decir nada se metió bajo las sabanas, suspiré volviendo a acostarme
– ¿Por qué tienes dos empleos?–preguntó de repente
– No es de tu incumbencia–
– Vamos quiero conocerte un poco, son seis meses de relación–bufe sentándome
– Una relación falsa, además, en el contrato pone que no nos meteremos en la vida privada del otro–
– También pone que no nos besaremos si no es necesario, y lo acabamos de hacer–dijo con una sonrisa, desvié la mirada algo avergonzada– Vamos dímelo–
– Te lo digo… Si me cuentas acerca de Amanda–su sonrisa desapareció, se quedó callado, mirando hacia el frente– Ves, es algo de lo que no des–
– Fuimos amigos desde siempre–me interrumpió– Nuestros padres se llevaban bien, cuando cumplí los 19 acepte mis sentimientos por ella, comenzamos una relación que duro tres años, fue una relación de subidas y bajadas, tóxica e intensa, acabó cuando ella me engaño con otro–nos quedamos en silencio
– Eso no concuerda mucho con lo que me dijo el otro día–comenté a lo que él sonrió con amargura
– Es como quiere justificar su engaño, dice que la abandone–
– ¿Fue así?–pregunté a lo que él me miró negando con la cabeza
– Fue un viaje de unos meses, acompañe a mi madre en sus primeros viajes, necesitaba apoyo a pesar de que su relación con mi padre no era la misma, su engaño le dolió–sus ojos brillaban con tristeza, coloqué una mano en su mejilla acariciándola suavemente, no sé qué fue lo que me impulso, pero me acerqué depositando un beso en su mejilla
– Tengo dos trabajos, para pagar la cuenta del hospital–dije casi en un susurro a lo que él asintió– Será mejor, dormir–dije apartando mi mano, me estaba sintiendo realmente atraída hacia él, algo en mí quería volver a sentir sus labios sobre los míos
– Hasta mañana, cariño–rodé los ojos ante esa palabra, me acosté dándole la espalda
– Casi prefiero que me llames fea–dije haciendo que comenzara a reír levemente, negué con la cabeza con una pequeña sonrisa, a pesar de que me hacía rabiar, me divertía con él.
Bajaba las escaleras detrás de Archie, me sentía avergonzada, había despertado abrazada a él, cuando intente separarme me agarró por la muñeca atrayéndome hacia él, me robo un pequeño beso haciéndome sonrojar y se levantó.
Suspiré sacudiendo la cabeza, lo mejor era no seguir pensando en eso, al llegar al comedor, forcé una sonrisa saludando a todos, el desayuno pasaba sin tanta tensión como la cena.
– Perdón–me disculpé sacando mi móvil del bolso, vi que Aiden me llamaba– Lo siento he de contestar–me puse de pie saliendo del salón
– Perdóname o–
– Eso no importa, debes venir a casa de inmediato– dijo interrumpiéndome, parecía nervioso
– ¿Qué ocurre?–
– Hay una asistente social aquí, les ha llegado el rumor de que eres prostituta–ante sus palabras me puse rígida– Erin, te quieren quitar mi custodia–
– M****a… Voy enseguida, entretenla–
– De acuerdo–ambos colgamos la llamada, suspiré masajeándome la sien, tenía la sensación de que las cosas se me estaban saliendo de control, volví corriendo al comedor llamando la atención de todos
– Archie, llévame a casa por favor–me miró confuso
– ¿Qué ocurre?–
– Aiden me ha llamado, una asistente social está en mi casa, quieren quitarme la custodia–nada más decir eso, se puso serio mientras se levantaba
– Vamos–dijo agarrando mi bolso
– Siento que la visita acabe así–dije mirando al señor Tucker
– No te preocupes, nos veremos más veces–asentí con una sonrisa
– ¿Podemos ayudar de alguna forma?–cuestionó Grace, parecía preocupada, si lo estaba tampoco me importaba ahora tenía otra cosa en mente
– No lo creo, pero gracias–ella asintió afligida, me di la vuelta saliendo de allí, tenía que llegar pronto a casa.
Retorcía mis dedos de forma nerviosa, era increíble que quisieran hacerme esto por tan solo un rumor, el trayecto se me estaba haciendo eterno
– Erin, cálmate, no va a pasar nada–
– No puedo, quieren quitarme a la única familia que me queda–mi voz salió un tanto quebrada, de lo nerviosa que estaba ni cuenta me di que estaba a punto de llorar
– ¿Cuántos años tiene tu hermano?–
– Diecisiete, en julio cumple los dieciocho–
– ¿De verdad?–cuestiono a lo que asentí– Es casi un adulto, esto es absurdo–
– Lo sé, pero como aún es menor…–pase mi mano por mi cara con frustración– Maldito rumor–
– ¿Qué rumor?–preguntó a lo que suspire
– Una madre, dice que me prostituyo–me asuste ante el repentino frenazo que dio el coche
– Eso es una mentira–tanto el tono de su voz, como su mirada eran de hostilidad, cosa que me sorprendió y a la vez me asusto– Tienes que decirme el nombre de esa mujer–
– ¿Para qué?–cuestioné sorprendida de su actitud
– Tú solo, dímelo–sin decir nada más, continuo el camino hasta casa.
Abrí la puerta de casa, dirigí mis pasos hacia el salón, me quede en el umbral mirando a aquella mujer de cabello rubio oscuro corto, lo tenía peinado tipo años cincuenta, sus ojos azules tenían una mirada llena de frialdad y desdén, su rostro lleno de arrugas marcas de la edad, estaba sentada en uno de los sofás con una taza entre sus manos.– Buenos días, señora–saludé adentrándome en el salón con una sonrisa fingida, sus ojos rápidamente se posaron en mí– Erin Mills, ¿supongo?–cuestionó de forma tosca, asentí acercándome dándole un apretón de manos– Permítame que le pregunte, pero ¿te parece bien dejar a un menor solo?–cuestionó alzando una ceja– Fui a hacer un recado, además es casi un adulto, sabe cuidarse solo–– A pesar d
– ¿Cómo se ha enterado la prensa?–cuestioné acercándome a su escritorio– No lo sé, no tengo idea–comentó recostándose en la silla contemplando la pantalla de su ordenador– Lo que me sorprende es que se hayan enterado tan pronto, no hemos salido a una cita, ni siquiera suelen seguir de cerca mi vida– suspiró poniéndose de pie– ¿Por qué piensan que vamos a casarnos?–me cruce de brazos– No lo sé Erin, esto me deja igual de sorprendido que a ti, nadie aparte de nuestras familias saben que–se quedó callado de forma abrupta, soltó un gruñido revolviéndose el cabello– Ha sido Amanda, voy a matarla–suspiré sentándome en uno de los sillones– Ya no tiene importancia, en el fondo sabía que tarde o temprano se sabría, ¿Qué vamos a hace
Ambos nos mirábamos en silencio, sus palabras hacía eco en mi cabeza, era ilógico lo que decía, pero la determinación con la que lo había dicho, su rostro serio sin rastro alguno de burla o diversión– No tiene sentido, Archie, nos conocimos hace unos días, no puedes quererme–– Te conozco desde hace tres años–mis ojos se agrandaron de la sorpresa, lo miré aún más confundida, suspiró acercándose a mí, me cogió por los brazos llevándome hacia la cama donde me sentó, comenzó a caminar de un lado a otro nervioso, pasaba su mano por el rostro– ¿Cómo es eso posible?–se detuvo de golpe ante mi pregunta, soltó un largo suspiro– Hace tres años volví a Chicago, las cosas con Henry estaban bien, así que mi padre aprovecho para pedirme que le diera un
No sabía que contestar, mi debate interno seguía luchando porque una de las partes ganase, me sobresalte al sentir sus dedos en mi rostro, mire sus ojos verdes quedándome atrapada en ellos– Te doy una oportunidad–fue casi un susurro, una amplia sonrisa de felicidad se dibujó en su rostro, en un rápido movimiento unió nuestros labiosCerré los ojos moviéndome al compás suyo, el beso era lento, pero podía sentir como intentaba descargar en él sus sentimientos, mi estómago era una verdadera bandada de pájaros, tenía la sensación de que sus labios se amoldaban perfectamente a los míos, me aferre más a su cuello al sentir su lengua tocar mis labios, como si pidiera permiso, abrí más la boca permitiendo que se adueñara por completo de esta, sus brazos me estrechaban con fuerza como si temiera que escapase en cualquier moment
Movía mi pierna de forma frenética, no paraba de contemplar el reloj, sentía como a cada minuto que pasaba mi garganta se iba secando y mis manos comenzaban a sudar, estaba nerviosa jodidamente nerviosa, faltaban escasos diez minutos para que la jornada laboral terminase y diera comienzo a la cita.Suspiré levantándome de la silla, agarré mi bolso, prácticamente corrí hacia el servicio, una vez allí y de asegurarme que no había nadie, me miré al espejo, mi cabello estaba algo despeinado, de mi bolso saqué un cepillo comenzando a pasarlo por mi cabello, miré mi atuendo un jean blanco ajustado, una camiseta de tirantes negro, en la silla reposaba mi americana, volví a suspirar, era sencillo, pero tampoco tenía idea de donde me llevaría, solo dijo: es especial, no te preocupes por la ropa.Una vez que retoqué mi maquillaje, volví a mirar mi reloj,
Pov Archie Contemplaba como se mecían sus cabellos a la brisa nocturna, era hermosa, sin lugar a duda, estaba apoyada en la barandilla del balcón mirando las luces de la ciudad, la cena había sido un éxito total, cada vez me sentía más cerca de poder ganarme su corazón.– Esta vista es increíble, lo contemplaría siempre–comentó dándose la vuelta, colocó su cabello a un lado, algunos mechones seguían danzando al viento, iba a decir algo, pero una fuerte lluvia comenzó a caer sobre nosotros, rápidamente entramos– El impredecible clima de Chicago–dije haciendo que comenzara a reír, me quedé callado observándolaMe acerqué acortando todas las distancias, me incline un poco sobre ella, su respiración chocaba contra mi rostro, el aroma de su perfume llego a mis fosas nasales, era l
Pov Erin Esa simple pregunta había hecho que mi pulso se acelerase, los nervios me invadieron, mis manos sudaban un poco, era completamente ilógico lo que él me hacía sentir, hacía tan poco que nos conocíamos. Pero aquí estoy completamente perdida en su mirada, sintiendo una fuerte necesidad de que sus labios se posen sobre los míos y me haga sentir volar como siempre hacía.Él se había encargado de romper a puñetazos aquel muro que intentaba construir en mi corazón para no volver a sufrir, cada caricia suya, cada beso, una sonrisa, sus palabras, eso y más era como un buen derechazo a mi corazón.¿Cómo era posible que me sintiera enamorada?, ¿Cuánto tarda uno en enamorarse?, ¿me sucedió lo mismo con Ian?, no lo recuerdo a decir verdad, pero lo que sentía por Archie… Era más fuert
Miraba la puerta de su despacho con preocupación, llevaba unos días en los que estaba irritado, ausente, alejado, apenas habíamos podido hablar, las ideas que pasaban por mi cabeza eran infinitas, pero todas ellas tenían algo en común, y era que él me dejaba destrozándome el corazón, desechaba esa idea constantemente, pero seguía ahí, como algo que pinchaba mi cabeza a cada segundo, era insegura, pero nadie podía culparme después de todo lo que sucede en mi vida.Suspiré volviendo mi atención a mi trabajo, seguro me preocupaba de más, cuando él quisiera me diría que sucedía. Esas palabras me las repetía varias veces, una mano se posó en mi hombro sobresaltándome, levante la cabeza viendo a su secretaria– Quiere verte–asentí poniéndome de pie, en silencio ambas fuimos hacia la puerta, ella se sent&o