Capítulo 5

Au clair de la Lune

Mon ami Pierrot

Prête-moi ta plume

Pour écrire un mot

Ma chandelle est morte

Je n'ai plus de feu

Ouvre-moi ta porte

Pour l'amour de Dieu

Conocía esa letra, esas manos acariciando mi rostro con delicadeza, esa voz aterciopelada, que tanto había echado de menos, me devolvían a una época que prefería mantener enterrado en el pasado, abrí los ojos encontrándome con unos ojos color miel, tan parecidos y diferentes a los de Aiden.

Me miraban con tristeza, añoranza, miedo, me incorpore alejándome de ella, quiso tocarme, pero retrocedí, me tropecé con mis zapatos de tacón, rápidamente me agache cogiéndolos junto a mi pequeño bolso, sin detenerme a nada salí de aquella habitación, miré a ambos lados, no tenía idea de hacia dónde ir

– Erin espera–su llamado fue un detonante para que mi propio cuerpo eligiera el lado de la derecha, comencé a correr como si mi vida dependiera de ello.

Escuchaba su voz detrás de mí, al igual que sus tacones resonar por todo el pasillo, finalmente vi las escaleras, sin detenerme comencé a bajarlas, casi al final de estas resbale terminando el trayecto rodando

– ¡Erin por dios!–grito alarmada, con dificultad, me puse de pie, vi a Archie acercarse mirándome con preocupación

– ¿Estás bien?, ¿te has lastimado?–cuestiono mirándome de arriba abajo

– Sácame de aquí–supliqué con voz temblorosa, sus ojos verdes se clavaron en los míos, después detrás de mí, sus tacones de aguja se escuchaban cada vez más cerca, me solté de Archie corriendo hacia la salida

– ¡Erin para!–su voz era como un taladro a mi cabeza y a mi pecho, abrí la puerta saliendo al exterior.

Baje los pequeños peldaños adentrándome en el camino de tierra, las pequeñas piedras se clavaban como alfileres en mis pies, pero eso no me importaba, solo tenía una cosa en mente y era huir, volver a casa, no avance mucho, Archie se colocó delante de mí, sujetándome por los hombros

– Debes calmarte un segundo–comentó a lo que negué con la cabeza, su voz volviendo a llamarme  me sobresalto, me gire contemplado que se acercaba despacio a nosotros

– Te lo suplico, sácame de aquí–la voz me salió rota, no podía más, mi corazón bombeaba a toda velocidad, por la carrera, por tenerla cerca, por lo que me estaba haciendo sentir– Por favor–supliqué colocando mi mano en su mejilla, sus ojos verdes me miraron por un momento que me pareció eterno

– Sube al coche–dijo por fin, asentí casi corriendo hacia su coche subiendo en este

El trayecto estaba siendo silencioso, dolor, ira, rabia, odio, tristeza, amargura, sentía tantas emociones juntas que en cualquier momento podría colapsar, suspiré apoyando mi cabeza contra la ventana, finalmente llegamos a casa, el trayecto se me hizo mucho más corto.

Nos quedamos en silencio, ninguno se movía, ninguno emitía algún sonido, era como si temiéramos decir algo, suspiré quitándome el cinturón de seguridad, abrí la puerta dispuesta a bajar, pero me detuve

– ¿Quieres cenar?, creo que tenemos cosas de las que hablar–dije mirándolo de soslayo, vi como asentía quitándose también el cinturón.

En silencio caminamos hasta la entrada de la casa, introduje la llave, entramos, detuve todos mis movimientos al escuchar un gemido, ambos nos miramos un tanto sorprendidos, fui hacia donde provenían

–¡Joder Aiden–exclame dándome la vuelta, avergonzada por la escena que había visto, mi hermano tenía a su novia sentada encima de él, ambos semidesnudos estaban a punto de tener sexo

– ¡Erin!, ¿Qu… Que haces aquí tan pronto?–cuestioné, escuché como ambos se movían

– Hubo un contratiempo–miré a Archie, intentaba esconder su risa– Eso no es lo que importa, tienes una maldita habitación, ¿Por qué no la usas?–cuestioné frunciendo el ceño

– Tienes razón, lo siento–resople molesta, me giré mirándolo, ya estaba vestido, agarró la mano de Amber, su novia, una chica pelirroja, de ojos grises, era bastante guapa– Nos vemos–

– ¡Usa protección!–grité a pie de la escalera, la puerta se cerró

– ¿No vas a impedírselo?–cuestión algo sorprendido

– Tiene casi dieciocho años, sería ingenuo de mi parte pensar que su vida sexual es nula–dije caminando a la cocina seguida de él, suspiré al ver dos cajas de pizza, la primera estaba vacía, pero la segunda estaba intacta– ¿Gustas?–

– Claro–coloqué varios trozos en un plato, poniéndolo a calentar, abrí la nevera sacando un par de refrescos, justo cuando el microondas sonó, los gemidos de Amber comenzaron a escucharse

– Creo que mejor, cenamos fuera–dije cogiendo las cosas caminando hacia la parte delantera de la casa, me abrió la puerta, deje las cosas encima de la pequeña mesa y nos sentamos

El silencio volvió a nosotros, miraba el plato sin ningún ánimo, no podía comer, ni beber, solo quería respuestas, las que él podía darme, pero no sabía cómo preguntar, tampoco sabía si quería saber

– ¿Sabías que Grace, era mi madre?–cuestione rompiendo el silencio

– No, no tenía idea–suspiró poniéndose de pie, se apoyó en la barandilla mirándome– No te investigue, un error por mi parte, quizás así hubiera evitado esto–

– Tarde o temprano, iba a encontrarla, trabajando donde lo hago, es raro que no me hubiera encontrado antes con ella–me cruce de piernas mirando hacia la calle, di un trago largo de mi cerveza– ¿Cómo llegó a convertirse en tu madrastra?–

– Llego a mi casa hace unos doce años, era una chica del servicio, con el paso del tiempo, mi madre los encontró en la cama–cerré los ojos soltando un suspiro

– Lo siento–dije mirándolo algo avergonzada

– Tranquila, si no hubiera sido ella, sería otra, mis padres ya no se amaban, así que ese fue el punto y final entre ambos, se divorciaron y mi madre emprendió el vuelo–comentó con una sonrisa la cual le devolví

– Aun así, no debió ser fácil para ti esa situación–nos quedamos en silencio mirándonos el uno al otro, sentía como si me perdiera en un mar verde, el pitido de un coche me trajo de vuelta a la realidad, carraspee desviando la mirada algo avergonzada– ¿Nunca contó que tenía hijos?–

– Lo hizo, dijo que no podía verlos, que tu padre le quito la custodia y se lo impedía–me quedé anonadada ante sus palabras, me puse de pie caminando de un lado a otro, sentía como la ira crea dentro de mí

– ¡Hija de perra!–grite con enfado, revolví mi cabello con frustración– Es mentira, todo lo que dijo es m****a, fue ella la que prácticamente le tiró a mi padre la custodia a la cara, fue ella la que dijo que no quería saber de nosotros–volví a sentarme soltando un largo suspiro

– ¿Cómo sabes eso?–

– Porque, yo lo escuche todo, el día que ella se marchó estaba despierta–miré mis manos, a mi cabeza llegaron sus palabras, aquellas que azotaron con fuerza mi corazón dañándolo– Le dijo a mi padre, que se iba porque no soportaba más la vida a nuestro lado, que tenernos había sido un error, que me odio desde el instante que supo de mi existencia–apreté los puños con fuerza, sentía mi pecho arder con intensidad, aún dolían aquellas palabras, suspiré parpadeando varias veces evitando que saliera alguna lágrima, me sorprendí de verlo colocarse delante de mí, se agachó quedando a la altura de mis ojos

– No hace falta que continúes, es evidente que hablar de ello te hace daño–dijo casi en un susurro

Colocó su mano en mi mejilla acariciándola con suavidad, cerré los ojos disfrutando de las caricias, apoyé levemente mi mejilla contra su mano queriendo más de aquello, abrí los ojos de forma abrupta al sentir su aliento chocar contra mi piel haciendo que los pelos de la nuca se me erizaran, el aroma de su perfume se coló por mis fosases nasales rápidamente, ¿cuero?, ¿madera?, ¿nuez moscada?, no sabía con exactitud cuál de todos esos ingredientes era, pero estaba teniendo una sensación embriagante, sentí algo en mi estómago removerse.

Como si fuese a cámara lenta, su rostro estaba cada vez más cerca del mío, tenía la cabeza un tanto ladeada, imite su posición, cerré los ojos al sentir sus labios rozar los míos, cuando eso sucedió, un escalofrío me recorrió la espalda, una sensación de hormigueo recorría mis labios, pidiendo más de aquel leve contacto.

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