Au clair de la Lune
Mon ami Pierrot
Prête-moi ta plume
Pour écrire un mot
Ma chandelle est morte
Je n'ai plus de feu
Ouvre-moi ta porte
Pour l'amour de Dieu
Conocía esa letra, esas manos acariciando mi rostro con delicadeza, esa voz aterciopelada, que tanto había echado de menos, me devolvían a una época que prefería mantener enterrado en el pasado, abrí los ojos encontrándome con unos ojos color miel, tan parecidos y diferentes a los de Aiden.
Me miraban con tristeza, añoranza, miedo, me incorpore alejándome de ella, quiso tocarme, pero retrocedí, me tropecé con mis zapatos de tacón, rápidamente me agache cogiéndolos junto a mi pequeño bolso, sin detenerme a nada salí de aquella habitación, miré a ambos lados, no tenía idea de hacia dónde ir
– Erin espera–su llamado fue un detonante para que mi propio cuerpo eligiera el lado de la derecha, comencé a correr como si mi vida dependiera de ello.
Escuchaba su voz detrás de mí, al igual que sus tacones resonar por todo el pasillo, finalmente vi las escaleras, sin detenerme comencé a bajarlas, casi al final de estas resbale terminando el trayecto rodando
– ¡Erin por dios!–grito alarmada, con dificultad, me puse de pie, vi a Archie acercarse mirándome con preocupación
– ¿Estás bien?, ¿te has lastimado?–cuestiono mirándome de arriba abajo
– Sácame de aquí–supliqué con voz temblorosa, sus ojos verdes se clavaron en los míos, después detrás de mí, sus tacones de aguja se escuchaban cada vez más cerca, me solté de Archie corriendo hacia la salida
– ¡Erin para!–su voz era como un taladro a mi cabeza y a mi pecho, abrí la puerta saliendo al exterior.
Baje los pequeños peldaños adentrándome en el camino de tierra, las pequeñas piedras se clavaban como alfileres en mis pies, pero eso no me importaba, solo tenía una cosa en mente y era huir, volver a casa, no avance mucho, Archie se colocó delante de mí, sujetándome por los hombros
– Debes calmarte un segundo–comentó a lo que negué con la cabeza, su voz volviendo a llamarme me sobresalto, me gire contemplado que se acercaba despacio a nosotros
– Te lo suplico, sácame de aquí–la voz me salió rota, no podía más, mi corazón bombeaba a toda velocidad, por la carrera, por tenerla cerca, por lo que me estaba haciendo sentir– Por favor–supliqué colocando mi mano en su mejilla, sus ojos verdes me miraron por un momento que me pareció eterno
– Sube al coche–dijo por fin, asentí casi corriendo hacia su coche subiendo en este
El trayecto estaba siendo silencioso, dolor, ira, rabia, odio, tristeza, amargura, sentía tantas emociones juntas que en cualquier momento podría colapsar, suspiré apoyando mi cabeza contra la ventana, finalmente llegamos a casa, el trayecto se me hizo mucho más corto.
Nos quedamos en silencio, ninguno se movía, ninguno emitía algún sonido, era como si temiéramos decir algo, suspiré quitándome el cinturón de seguridad, abrí la puerta dispuesta a bajar, pero me detuve
– ¿Quieres cenar?, creo que tenemos cosas de las que hablar–dije mirándolo de soslayo, vi como asentía quitándose también el cinturón.
En silencio caminamos hasta la entrada de la casa, introduje la llave, entramos, detuve todos mis movimientos al escuchar un gemido, ambos nos miramos un tanto sorprendidos, fui hacia donde provenían
–¡Joder Aiden–exclame dándome la vuelta, avergonzada por la escena que había visto, mi hermano tenía a su novia sentada encima de él, ambos semidesnudos estaban a punto de tener sexo
– ¡Erin!, ¿Qu… Que haces aquí tan pronto?–cuestioné, escuché como ambos se movían
– Hubo un contratiempo–miré a Archie, intentaba esconder su risa– Eso no es lo que importa, tienes una maldita habitación, ¿Por qué no la usas?–cuestioné frunciendo el ceño
– Tienes razón, lo siento–resople molesta, me giré mirándolo, ya estaba vestido, agarró la mano de Amber, su novia, una chica pelirroja, de ojos grises, era bastante guapa– Nos vemos–
– ¡Usa protección!–grité a pie de la escalera, la puerta se cerró
– ¿No vas a impedírselo?–cuestión algo sorprendido
– Tiene casi dieciocho años, sería ingenuo de mi parte pensar que su vida sexual es nula–dije caminando a la cocina seguida de él, suspiré al ver dos cajas de pizza, la primera estaba vacía, pero la segunda estaba intacta– ¿Gustas?–
– Claro–coloqué varios trozos en un plato, poniéndolo a calentar, abrí la nevera sacando un par de refrescos, justo cuando el microondas sonó, los gemidos de Amber comenzaron a escucharse
– Creo que mejor, cenamos fuera–dije cogiendo las cosas caminando hacia la parte delantera de la casa, me abrió la puerta, deje las cosas encima de la pequeña mesa y nos sentamos
El silencio volvió a nosotros, miraba el plato sin ningún ánimo, no podía comer, ni beber, solo quería respuestas, las que él podía darme, pero no sabía cómo preguntar, tampoco sabía si quería saber
– ¿Sabías que Grace, era mi madre?–cuestione rompiendo el silencio
– No, no tenía idea–suspiró poniéndose de pie, se apoyó en la barandilla mirándome– No te investigue, un error por mi parte, quizás así hubiera evitado esto–
– Tarde o temprano, iba a encontrarla, trabajando donde lo hago, es raro que no me hubiera encontrado antes con ella–me cruce de piernas mirando hacia la calle, di un trago largo de mi cerveza– ¿Cómo llegó a convertirse en tu madrastra?–
– Llego a mi casa hace unos doce años, era una chica del servicio, con el paso del tiempo, mi madre los encontró en la cama–cerré los ojos soltando un suspiro
– Lo siento–dije mirándolo algo avergonzada
– Tranquila, si no hubiera sido ella, sería otra, mis padres ya no se amaban, así que ese fue el punto y final entre ambos, se divorciaron y mi madre emprendió el vuelo–comentó con una sonrisa la cual le devolví
– Aun así, no debió ser fácil para ti esa situación–nos quedamos en silencio mirándonos el uno al otro, sentía como si me perdiera en un mar verde, el pitido de un coche me trajo de vuelta a la realidad, carraspee desviando la mirada algo avergonzada– ¿Nunca contó que tenía hijos?–
– Lo hizo, dijo que no podía verlos, que tu padre le quito la custodia y se lo impedía–me quedé anonadada ante sus palabras, me puse de pie caminando de un lado a otro, sentía como la ira crea dentro de mí
– ¡Hija de perra!–grite con enfado, revolví mi cabello con frustración– Es mentira, todo lo que dijo es m****a, fue ella la que prácticamente le tiró a mi padre la custodia a la cara, fue ella la que dijo que no quería saber de nosotros–volví a sentarme soltando un largo suspiro
– ¿Cómo sabes eso?–
– Porque, yo lo escuche todo, el día que ella se marchó estaba despierta–miré mis manos, a mi cabeza llegaron sus palabras, aquellas que azotaron con fuerza mi corazón dañándolo– Le dijo a mi padre, que se iba porque no soportaba más la vida a nuestro lado, que tenernos había sido un error, que me odio desde el instante que supo de mi existencia–apreté los puños con fuerza, sentía mi pecho arder con intensidad, aún dolían aquellas palabras, suspiré parpadeando varias veces evitando que saliera alguna lágrima, me sorprendí de verlo colocarse delante de mí, se agachó quedando a la altura de mis ojos
– No hace falta que continúes, es evidente que hablar de ello te hace daño–dijo casi en un susurro
Colocó su mano en mi mejilla acariciándola con suavidad, cerré los ojos disfrutando de las caricias, apoyé levemente mi mejilla contra su mano queriendo más de aquello, abrí los ojos de forma abrupta al sentir su aliento chocar contra mi piel haciendo que los pelos de la nuca se me erizaran, el aroma de su perfume se coló por mis fosases nasales rápidamente, ¿cuero?, ¿madera?, ¿nuez moscada?, no sabía con exactitud cuál de todos esos ingredientes era, pero estaba teniendo una sensación embriagante, sentí algo en mi estómago removerse.
Como si fuese a cámara lenta, su rostro estaba cada vez más cerca del mío, tenía la cabeza un tanto ladeada, imite su posición, cerré los ojos al sentir sus labios rozar los míos, cuando eso sucedió, un escalofrío me recorrió la espalda, una sensación de hormigueo recorría mis labios, pidiendo más de aquel leve contacto.
El ruido de la puerta acompañado de risas hizo que ambos despertáramos de aquel trance en el que nos sumimos, él se puso de pie alejándose de mí, me sentía confusa, nerviosa, aliviada de que fuéramos interrumpidos y a la vez, decepcionada.Miré hacia la puerta los chicos nos miraban algo extrañados, les dediqué una sonrisa la cual me devolvieron, comenzaron a darse pequeños besos mientras se susurraban cosas, desvié la mirada sintiendo mis mejillas calentarse, la imagen de lo que casi pasa, me llego con fuerza– Nos vemos Erin–– Adiós Amber, saluda a Hazel de mi parte–dije con una sonrisa– Claro, deberías llamarla, se queja mucho de que te extraña–reí levemente ante eso– Lo haré–ella asintió, se dio la vuelta marchándose– Yo también debería
A cada paso que dábamos, sentía mis piernas volverse gelatina, mis manos comenzaban a sudarme, me detuve de forma abrupta llamando su atención, me sentía incapaz, no hizo falta que dijera nada, él sonrió sin rastro alguno de burla, se acercó colocando un mechón de mi cabello tras la oreja, sus dedos se deslizaron con suavidad por mi rostro, hasta llegar a la punta de mi nariz, dándole un pequeño golpecito.Apretó el agarré de nuestras manos, se giró retomando el camino hacia el jardín, la cena se haría fuera gracias al buen tiempo, respiré hondo al salir, quedé impresionada ante la magnitud, tenía una piscina enorme, las escaleras eran tipo imperial, al final había un camino de piedras que llevaba hacia un espacio con flores, una fuente y bancos para sentarse.Ellos estaban sentados en otro espacio, en este solo había muebles de ja
– Yo no quiero nada–dije intentando recobrar la compostura– Ahora suéltame estúpido–– Mientes, si no fuera así, te hubieras soltado hace un buen rato–lo miré sin comprender, una sonrisa burlona se formó en sus labios– No estoy ejerciendo fuerza en el agarre–esas palabras me cayeron como un balde de agua fríaTenía razón, sentía mis mejillas comenzar a acalorarse, me solté rápidamente de su agarré, lo empuje a un lado y me levante, prácticamente corría hacia el baño mientras escuchaba su risa, cerré la puerta apoyándome en esta, me sentía una verdadera idiota, comencé a caminar de un lado a otro mientras pasaba mi mano nerviosa por el cabello, ¿con qué cara saldría ahora?, pare mis movimientos, suspiré contemplándome en el espejo, me giré hacia la pu
Abrí la puerta de casa, dirigí mis pasos hacia el salón, me quede en el umbral mirando a aquella mujer de cabello rubio oscuro corto, lo tenía peinado tipo años cincuenta, sus ojos azules tenían una mirada llena de frialdad y desdén, su rostro lleno de arrugas marcas de la edad, estaba sentada en uno de los sofás con una taza entre sus manos.– Buenos días, señora–saludé adentrándome en el salón con una sonrisa fingida, sus ojos rápidamente se posaron en mí– Erin Mills, ¿supongo?–cuestionó de forma tosca, asentí acercándome dándole un apretón de manos– Permítame que le pregunte, pero ¿te parece bien dejar a un menor solo?–cuestionó alzando una ceja– Fui a hacer un recado, además es casi un adulto, sabe cuidarse solo–– A pesar d
– ¿Cómo se ha enterado la prensa?–cuestioné acercándome a su escritorio– No lo sé, no tengo idea–comentó recostándose en la silla contemplando la pantalla de su ordenador– Lo que me sorprende es que se hayan enterado tan pronto, no hemos salido a una cita, ni siquiera suelen seguir de cerca mi vida– suspiró poniéndose de pie– ¿Por qué piensan que vamos a casarnos?–me cruce de brazos– No lo sé Erin, esto me deja igual de sorprendido que a ti, nadie aparte de nuestras familias saben que–se quedó callado de forma abrupta, soltó un gruñido revolviéndose el cabello– Ha sido Amanda, voy a matarla–suspiré sentándome en uno de los sillones– Ya no tiene importancia, en el fondo sabía que tarde o temprano se sabría, ¿Qué vamos a hace
Ambos nos mirábamos en silencio, sus palabras hacía eco en mi cabeza, era ilógico lo que decía, pero la determinación con la que lo había dicho, su rostro serio sin rastro alguno de burla o diversión– No tiene sentido, Archie, nos conocimos hace unos días, no puedes quererme–– Te conozco desde hace tres años–mis ojos se agrandaron de la sorpresa, lo miré aún más confundida, suspiró acercándose a mí, me cogió por los brazos llevándome hacia la cama donde me sentó, comenzó a caminar de un lado a otro nervioso, pasaba su mano por el rostro– ¿Cómo es eso posible?–se detuvo de golpe ante mi pregunta, soltó un largo suspiro– Hace tres años volví a Chicago, las cosas con Henry estaban bien, así que mi padre aprovecho para pedirme que le diera un
No sabía que contestar, mi debate interno seguía luchando porque una de las partes ganase, me sobresalte al sentir sus dedos en mi rostro, mire sus ojos verdes quedándome atrapada en ellos– Te doy una oportunidad–fue casi un susurro, una amplia sonrisa de felicidad se dibujó en su rostro, en un rápido movimiento unió nuestros labiosCerré los ojos moviéndome al compás suyo, el beso era lento, pero podía sentir como intentaba descargar en él sus sentimientos, mi estómago era una verdadera bandada de pájaros, tenía la sensación de que sus labios se amoldaban perfectamente a los míos, me aferre más a su cuello al sentir su lengua tocar mis labios, como si pidiera permiso, abrí más la boca permitiendo que se adueñara por completo de esta, sus brazos me estrechaban con fuerza como si temiera que escapase en cualquier moment
Movía mi pierna de forma frenética, no paraba de contemplar el reloj, sentía como a cada minuto que pasaba mi garganta se iba secando y mis manos comenzaban a sudar, estaba nerviosa jodidamente nerviosa, faltaban escasos diez minutos para que la jornada laboral terminase y diera comienzo a la cita.Suspiré levantándome de la silla, agarré mi bolso, prácticamente corrí hacia el servicio, una vez allí y de asegurarme que no había nadie, me miré al espejo, mi cabello estaba algo despeinado, de mi bolso saqué un cepillo comenzando a pasarlo por mi cabello, miré mi atuendo un jean blanco ajustado, una camiseta de tirantes negro, en la silla reposaba mi americana, volví a suspirar, era sencillo, pero tampoco tenía idea de donde me llevaría, solo dijo: es especial, no te preocupes por la ropa.Una vez que retoqué mi maquillaje, volví a mirar mi reloj,