El ruido de la puerta acompañado de risas hizo que ambos despertáramos de aquel trance en el que nos sumimos, él se puso de pie alejándose de mí, me sentía confusa, nerviosa, aliviada de que fuéramos interrumpidos y a la vez, decepcionada.
Miré hacia la puerta los chicos nos miraban algo extrañados, les dediqué una sonrisa la cual me devolvieron, comenzaron a darse pequeños besos mientras se susurraban cosas, desvié la mirada sintiendo mis mejillas calentarse, la imagen de lo que casi pasa, me llego con fuerza
– Nos vemos Erin–
– Adiós Amber, saluda a Hazel de mi parte–dije con una sonrisa
– Claro, deberías llamarla, se queja mucho de que te extraña–reí levemente ante eso
– Lo haré–ella asintió, se dio la vuelta marchándose
– Yo también debería marcharme–comentó haciendo que lo mirase
– No, espera aún hay algo de lo que tenemos que hablar–dije levantándome, colocó su mano en mi mejilla, sonrió negando
– Por hoy descansa, vendré mañana por la tarde–besó la comisura de mis labios, lo miré impresionada, no hizo ningún comentario, lo escuche despedirse de mi hermano, llevé mis dedos hacia mis labios, ese hormigueo seguía ahí, al igual que la sensación en mi estómago.
Suspiré dejando los platos en el fregadero, me apoyé en la encimera con los codos, enterré mis dedos en mi cabello, la cabeza me dolía, habían sido tantas emociones en menos de dos horas
– ¿Estás bien?–me sobresalte al escuchar a Aiden detrás, me gire contemplándolo, asentí forzando una sonrisa, con el rostro serio se acercó a mí sin dejar de mirarme– Mientes, cuéntame, ¿Por qué volviste tan pronto?–me quedé en silencio debatiéndome si contarle o no, volví a suspirar revolviéndome el cabello, era algo que no podía ocultarle
– Cuando llegamos a su casa, conocí a su familia–comencé algo nerviosa, él asintió– Su madrastra… Resulto ser Grace–el silencio reino entre ambos, vi como su cuerpo se iba tensando, sus ojos se ensombrecieron
– Finalmente consiguió la vida que tanto quería–comentó después de un rato con cierto tono de rencor, respiro hondo intentando controlar todo lo que sentía– ¿Qué harás?– lo miré sin comprender– ¿Terminaras con tu novio?–me quedé callada, por mucho que quiera alejarme, no podía perder la oportunidad de acabar con la deuda
– No, por supuesto que no, ella… No arruinará mi relación–dije con determinación, él solo asintió, besó mi frente, murmuró un, buenas noches y se marchó saliendo de la cocina, sabía que ahora mismo, necesitaba procesar el hecho de que en cierta forma, ella haya vuelto a nuestras vidas, tras doce años de ausencia, volví a suspirar, también yo debía procesarlo.
Removía sin mucho ánimo mi café, estaba agotada, apenas había podido dormir algo, cada vez que lo conseguía soñaba con el reencuentro de anoche, o fragmentos del pasado donde aparecía ella, pero todos acababan en aquel día, donde se marchó para no volver.
En todo el día, no tocamos el tema en absoluto, era como si pensáramos que por no hablar de ello, se esfumaría, que seguiríamos como siempre, pero sabía que no era así. El timbre de casa sonó sacándome de mis pensamientos, fui hacia la puerta, antes de abrirla me detuve, mis mejillas se tiñeron de rojo, el casi beso de ayer vino a mi mente de golpe.
Sacudí la cabeza, no era momento para eso, no tenía tiempo para pensar en un absurdo beso, abrí la puerta, quedé totalmente sorprendida, iba vestido de forma diferente, unos jeans negros ajustados, una camisa vaquera con los primeros tres botones abiertos, se veía realmente atractivo
– ¿Puedo pasar?, ¿O te quedarás babeando por mí?– cuestionó mirándome con una sonrisa burlona,
– Egocéntrico–dije por lo bajo avergonzada, me hice a un lado dejándolo pasar, fuimos hacia el salón
– ¿Y mi cuñado?–preguntó sentándose en el sofá
– Primero que nada, no es tu cuñado–dije sentándome a su lado– Segundo, tenemos que hablar con respecto a nuestro contrato–
– Comprendo si quieres anularlo–
– No, deseo seguir con ello–lo interrumpí, me miró impresionado– Sé que resulta extraño, debido a Grace–apreté mis manos con fuerza– Pero de verdad que necesito el dinero–
– ¿Para qué lo necesitas?–nos quedamos en silencio, desvié la mirada hacia la fotografía que había en un mueble, sonreí con tristeza contemplándola
– Mi padre tenía cáncer, durante tres meses lucho con todas sus fuerzas, sufrió quimioterapia, medicamentos que lo dejaban casi drogado, operaciones–me quedé callada sintiendo un nudo formándose en mi garganta, mis ojos se humedecían a cada palabra que iba diciendo– A pesar de todo eso, mi padre falleció, tengo una deuda con el hospital de 50 mil dólares–
El silencio nos envolvía desde hace un buen rato, solo se escuchaba el tic tac del reloj de pared, en ningún momento había apartado los ojos de la fotografía, me sobresalte al sentir sus dedos en mi rostro, pero lo que más me sorprendió era que estaba llorando, y no tenía idea de en qué momento comencé a hacerlo.
– Quédate tranquila, seguiremos adelante–dijo limpiando mis lágrimas con la yema de sus dedos, asentí quedando absorta en sus ojos
– Gracias–susurré con una pequeña sonrisa la cual me devolvió
– ¿Qué harás con respecto a ella?–suspiré poniéndome de pie, necesitaba alejarme, su perfume estaba dándome esa sensación de embriaguez, sus caricias un hormigueo en la mejilla y en mi estómago aquella sensación que no me agradaba
– Me tragaré mi orgullo, y la trataré como la señora Tucker–dije encogiéndome de hombros, él asintió, se quedó callado como si estuviera pensando en algo
– Ayer comentaste, que ella le dijo a tu padre que te odio desde el instante que supo de tu existencia–asentí– ¿No crees que pudiste escuchar mal?, no me malinterpretes–dijo ante mi mirada de enfado– Es que me cuesta creerla, ella siempre que habla de sus hijos, lo hace con amor, con añoranza– suspiré, negando con la cabeza
– Te diré sus palabras exactas, Odio en lo que me he convertido a tu lado, yo te amaba, todos mis sueños se fueron a la b****a desde el instante que me quede embarazada de Erin–me quedé callada un momento, mi voz se había quebrado– Cuando supe de su existencia la odie tanto… Yo no quería hijos, pero la tuve únicamente por ti–mi pecho ardía con intensidad, mis lágrimas caían sin cesar, tenía los puños apretados, me dolía y me llenaba de rabia
– Así que todo lo que decía era mentira, ahora comprendo, porque cuando mi padre le ofrecía pedir vuestra custodia ella se negaba–
– Eso era porque jamás le importamos–volvimos a quedar en silencio, respiré hondo colocándome todo el cabello a un lado
– Bien, hoy volveremos a repetir la cena, ¿estarás preparada para ello?–cuestionó poniéndose de pie, se acercó a mí mirándome fijamente, suspiré asintiendo
Después de un rato se marchó, me quedé sola con mis pensamientos, las horas pasaron más rápido de lo que quisiera, volvimos a quedar a las siete, suspiré contemplando mi armario, esta vez tenía que ponerme algún vestido mío, no podía volver a repetir el que me compro.
Finalmente elegí uno corto llegaba a la mitad de los muslos, color azul cielo, de gasa, con escote de hombros caídos, era bastante sencillo, pero no importaba, me di una ducha, me arregle el cabello con algunos bucles, me maquille de forma sencilla, me vestí y calce con unos bonitos zapatos de tacón de charol en negro.
De camino a su casa otra vez, iba echa un manojo de nervios, no me sentía preparada para tenerla otra vez cara a cara, no sabía si podría controlar mi impulso de salir huyendo, o de gritarle todo lo que tenía dentro guardado para ella. Más rápido de lo que me gustaría, llegamos, me quede contemplando la imponente mansión con miedo, nerviosismo, esta vez no, nos esperaba fuera el mayordomo, el bajo del coche, me abrió la puerta con galantería, me ofreció su mano la cual acepte saliendo.
– ¿Preparada?–cuestionó a lo que negué con la cabeza, él sonrió acariciando mi mano con suavidad
– Estaré a tu lado, cuando sientas que estas al límite, aprieta mi mano y nos iremos enseguida–asentí soltando un suspiro, sin soltarnos, fuimos hacia la puerta de la casa.
A cada paso que dábamos, sentía mis piernas volverse gelatina, mis manos comenzaban a sudarme, me detuve de forma abrupta llamando su atención, me sentía incapaz, no hizo falta que dijera nada, él sonrió sin rastro alguno de burla, se acercó colocando un mechón de mi cabello tras la oreja, sus dedos se deslizaron con suavidad por mi rostro, hasta llegar a la punta de mi nariz, dándole un pequeño golpecito.Apretó el agarré de nuestras manos, se giró retomando el camino hacia el jardín, la cena se haría fuera gracias al buen tiempo, respiré hondo al salir, quedé impresionada ante la magnitud, tenía una piscina enorme, las escaleras eran tipo imperial, al final había un camino de piedras que llevaba hacia un espacio con flores, una fuente y bancos para sentarse.Ellos estaban sentados en otro espacio, en este solo había muebles de ja
– Yo no quiero nada–dije intentando recobrar la compostura– Ahora suéltame estúpido–– Mientes, si no fuera así, te hubieras soltado hace un buen rato–lo miré sin comprender, una sonrisa burlona se formó en sus labios– No estoy ejerciendo fuerza en el agarre–esas palabras me cayeron como un balde de agua fríaTenía razón, sentía mis mejillas comenzar a acalorarse, me solté rápidamente de su agarré, lo empuje a un lado y me levante, prácticamente corría hacia el baño mientras escuchaba su risa, cerré la puerta apoyándome en esta, me sentía una verdadera idiota, comencé a caminar de un lado a otro mientras pasaba mi mano nerviosa por el cabello, ¿con qué cara saldría ahora?, pare mis movimientos, suspiré contemplándome en el espejo, me giré hacia la pu
Abrí la puerta de casa, dirigí mis pasos hacia el salón, me quede en el umbral mirando a aquella mujer de cabello rubio oscuro corto, lo tenía peinado tipo años cincuenta, sus ojos azules tenían una mirada llena de frialdad y desdén, su rostro lleno de arrugas marcas de la edad, estaba sentada en uno de los sofás con una taza entre sus manos.– Buenos días, señora–saludé adentrándome en el salón con una sonrisa fingida, sus ojos rápidamente se posaron en mí– Erin Mills, ¿supongo?–cuestionó de forma tosca, asentí acercándome dándole un apretón de manos– Permítame que le pregunte, pero ¿te parece bien dejar a un menor solo?–cuestionó alzando una ceja– Fui a hacer un recado, además es casi un adulto, sabe cuidarse solo–– A pesar d
– ¿Cómo se ha enterado la prensa?–cuestioné acercándome a su escritorio– No lo sé, no tengo idea–comentó recostándose en la silla contemplando la pantalla de su ordenador– Lo que me sorprende es que se hayan enterado tan pronto, no hemos salido a una cita, ni siquiera suelen seguir de cerca mi vida– suspiró poniéndose de pie– ¿Por qué piensan que vamos a casarnos?–me cruce de brazos– No lo sé Erin, esto me deja igual de sorprendido que a ti, nadie aparte de nuestras familias saben que–se quedó callado de forma abrupta, soltó un gruñido revolviéndose el cabello– Ha sido Amanda, voy a matarla–suspiré sentándome en uno de los sillones– Ya no tiene importancia, en el fondo sabía que tarde o temprano se sabría, ¿Qué vamos a hace
Ambos nos mirábamos en silencio, sus palabras hacía eco en mi cabeza, era ilógico lo que decía, pero la determinación con la que lo había dicho, su rostro serio sin rastro alguno de burla o diversión– No tiene sentido, Archie, nos conocimos hace unos días, no puedes quererme–– Te conozco desde hace tres años–mis ojos se agrandaron de la sorpresa, lo miré aún más confundida, suspiró acercándose a mí, me cogió por los brazos llevándome hacia la cama donde me sentó, comenzó a caminar de un lado a otro nervioso, pasaba su mano por el rostro– ¿Cómo es eso posible?–se detuvo de golpe ante mi pregunta, soltó un largo suspiro– Hace tres años volví a Chicago, las cosas con Henry estaban bien, así que mi padre aprovecho para pedirme que le diera un
No sabía que contestar, mi debate interno seguía luchando porque una de las partes ganase, me sobresalte al sentir sus dedos en mi rostro, mire sus ojos verdes quedándome atrapada en ellos– Te doy una oportunidad–fue casi un susurro, una amplia sonrisa de felicidad se dibujó en su rostro, en un rápido movimiento unió nuestros labiosCerré los ojos moviéndome al compás suyo, el beso era lento, pero podía sentir como intentaba descargar en él sus sentimientos, mi estómago era una verdadera bandada de pájaros, tenía la sensación de que sus labios se amoldaban perfectamente a los míos, me aferre más a su cuello al sentir su lengua tocar mis labios, como si pidiera permiso, abrí más la boca permitiendo que se adueñara por completo de esta, sus brazos me estrechaban con fuerza como si temiera que escapase en cualquier moment
Movía mi pierna de forma frenética, no paraba de contemplar el reloj, sentía como a cada minuto que pasaba mi garganta se iba secando y mis manos comenzaban a sudar, estaba nerviosa jodidamente nerviosa, faltaban escasos diez minutos para que la jornada laboral terminase y diera comienzo a la cita.Suspiré levantándome de la silla, agarré mi bolso, prácticamente corrí hacia el servicio, una vez allí y de asegurarme que no había nadie, me miré al espejo, mi cabello estaba algo despeinado, de mi bolso saqué un cepillo comenzando a pasarlo por mi cabello, miré mi atuendo un jean blanco ajustado, una camiseta de tirantes negro, en la silla reposaba mi americana, volví a suspirar, era sencillo, pero tampoco tenía idea de donde me llevaría, solo dijo: es especial, no te preocupes por la ropa.Una vez que retoqué mi maquillaje, volví a mirar mi reloj,
Pov Archie Contemplaba como se mecían sus cabellos a la brisa nocturna, era hermosa, sin lugar a duda, estaba apoyada en la barandilla del balcón mirando las luces de la ciudad, la cena había sido un éxito total, cada vez me sentía más cerca de poder ganarme su corazón.– Esta vista es increíble, lo contemplaría siempre–comentó dándose la vuelta, colocó su cabello a un lado, algunos mechones seguían danzando al viento, iba a decir algo, pero una fuerte lluvia comenzó a caer sobre nosotros, rápidamente entramos– El impredecible clima de Chicago–dije haciendo que comenzara a reír, me quedé callado observándolaMe acerqué acortando todas las distancias, me incline un poco sobre ella, su respiración chocaba contra mi rostro, el aroma de su perfume llego a mis fosas nasales, era l