Limpie la lágrima que caía por mi mejilla, hacía ya un año que mi padre había muerto a causa de un cáncer, dejándome sola con mi hermano menor de 17 años, miré la carta que tenía delante, otra vez el hospital había incrementado el pago de la cuenta, ya no sabía qué hacer, tenía dos trabajos para mantenernos y pagar deudas.
– Buenos días–me sobresalte al escuchar la voz de Aiden a mi espalda, rápidamente guarde la carta
– Buenos días, ¿Cómo amaneciste?–contesté dándome la vuelta con una sonrisa fingida, él se me quedo observando con sus espectaculares ojos miel
– Bien, ¿y tú?–dijo acercándose a mí dándome un beso en la frente, a pesar de que era la mayor, él era infinitamente más alto
– Bien–ambos nos sentamos en la mesa a desayunar en silencio.
Después de desayunar terminamos de arreglarnos para marcharnos, lo dejé en la puerta del instituto, iba a bajarse, pero se detuvo soltando un suspiro
– ¿Qué escondiste antes?–cuestionó haciendo que me tensara
– Nada, no te preocupes–
– Tu actitud hace que me preocupe–me miró con seriedad, volvió a suspirar pasando su mano por el cabello– Erin, no tengo 10 años para que me escondas cosas, soy casi un adulto, tengo un trabajo–lo contemple con ternura, tenía razón ya no era un niño
– El hospital ha aumentado el pago de la deuda–
– Hijos de perra–mascullo, sonreí colocando mi mano en su cabeza
– No te preocupes, no ha sido tanto así que puedo pagarlo sin problemas–
– Aun así, no deberían hacerlo–
– Lo sé, pero ya va quedando menos que pagar–
– ¿Menos?, Erin, debemos 50 mil dólares, terminaremos de pagar cuando seamos viejos, y puede que ni entonces–se quejó con molestia, suspiré forzando una sonrisa
– No te preocupes por eso, vamos, vete o llegaras tarde–dije dándole leves empujones haciendo que riera
– Ya me voy, no hace falta que me eches–comentó saliendo, le saque la lengua, él solo negó con la cabeza cerrando la puerta.
Buscaba una plaza en el garaje para aparcar, al ver uno me dirigí hacia este, justo cuando iba a maniobrar un capullo en un Audi negro se me atravesó haciendo que frenase de golpe para evitar embestirlo, apreté las manos contra el volante el muy cerdo me había quitado la plaza, me quite el cinturón saliendo del coche
– Esa plaza era mía, ¿acaso estás ciego?–cuestioné enfadada cuando bajo
– ¿Me hablas a mí?–un ligero escalofrío me recorrió ante su voz ronca, me quedé un momento contemplándolo, era alto, de cabello negro, no podía ver sus ojos debido a las gafas de sol que llevaba puestas
– No… Le hablaba al ratoncito Pérez–dije con sarcasmo– Claro que te hablo a ti grandísimo estúpido–
– ¿Cómo me has llamado?–cuestionó acercándose a mí mientras se quitaba las gafas dejándome ver unos ojos verdes de mirada amenazadora
– Vaya, aparte de ciego, sordo…–me acerqué a él demostrándole que no me intimidaba– Te he llamado E.S.T.U.P.I.D.O–sus ojos centellearon de furia, sonreí de lado dando media vuelta dispuesta a marcharme, pero su mano en mi brazo me lo impidió
– No tienes idea de a quien le estás hablando–nos miramos un momento en silencio, me solté con brusquedad de su agarre
– Me importa una m****a a quien le estoy hablando–retome mi camino, entre en mi coche comenzando a buscar otra plaza
Una vez que conseguí aparcar subí hasta la planta número 15, salude a mis compañeros y me senté en mi puesto comenzando a realizar mis pendientes intentando olvidar el incidente con aquel estúpido.
Aparte la vista del ordenador cuando los ojos me empezaron a escocer, me recosté en el respaldo de la silla. Una sonrisa triste se escapó de mis labios al posar la vista en la fotografía que tenía al lado de la pantalla, estábamos los tres en la una acampada que hicimos antes de que él cayera enfermo. Sintiendo como mi pecho comenzaba a oprimirse y mis ojos a humedecerse, parpadee unas cuantas veces evitando que saliera alguna lágrima, me levante de mi asiento, dirigí mis pasos hacia la cocina necesitaba un café.
Caminaba de vuelta a mi puesto con la taza caliente en mano, al girar por el pasillo, choqué contra alguien haciendo que gran parte del contenido cayera sobre él y la taza al suelo
– ¡Lo… Lo siento mucho, no lo vi!–exclamé avergonzada agachándome a recoger la taza que de milagro no se rompió
– Tu otra vez–levante la cabeza viendo al mismo chico del garaje, suspiré poniéndome de pie– ¿Ahora quién es la ciega?–cuestionó mirándome con burla
– Tú también has chocado contra mí, así que supongo que ahora mismo lo somos los dos–frunció el ceño
– Deberías disculparte–dijo a lo que solté una carcajada
– Primero deberías disculparte tú–
– ¿Por qué yo?–cuestionó a lo que rodé los ojos
– Por ser un capullo que casi provoca un accidente–
– Vaya, primero fue estúpido, ahora capullo, espero con ansia saber tu próximo apelativo “cariñoso” hacia mi persona–
– Quizás idiota, aunque debo pensarlo bien–lejos de ofenderse comenzó a reír haciendo que le mirase confusa
– ¿Cómo te llamas?–
– No es de tu incumbencia–iba a marcharme, pero me sujeto por el brazo
– Lo sabré antes de que acabe el día–me solté con brusquedad mirándolo con el ceño fruncido, preferí no decir nada, pase a su lado retomando mi camino, antes de llegar a mi mesa vi a todos mis compañeros reunidos delante del despacho de presidente de la empresa.
– ¿Qué ocurre?–pregunté acercándome a Hope, una chica pelirroja, bastante blanca con pecas, ojos marrones
– Nos van a presentar al nuevo presidente–
– ¿Nuevo jefe?, ¿Qué paso con Davis?–cuestioné impresionada
– ¿No te has enterado?–preguntó a lo que negué– Lo han detenido por malversación de fondos–mis ojos se agrandaron ante la sorpresa, estuvimos unos minutos en espera del anuncio.
– Atención por favor–todos miramos al director de recursos humanos– Os presento a nuestro nuevo Presidente, Archie Tucker–dijo señalando al mismo chico con el que me había chocado, mis ojos se agrandaron de la sorpresa, mi cuerpo se tensó por completo y mi respiración se cortó por unos segundos.
– Es un placer estar aquí, espero que no tengamos ningún problema–dijo de forma fría y seca, sus ojos analizaban a todos, su mirada se quedó fija en mí, una sonrisa burlona apareció en su rostro– Podéis volver al trabajo–todos comenzaron a dispersarse, me escondí entre la multitud hasta mi mesa.
Revolví mi cabello nerviosa, había insultado a mi nuevo jefe, no una, ni dos, sino tres veces, respiré hondo intentando tranquilizarme, solo me queda rezar para que no me despidiera.
– Erin, el nuevo presidente quiere verte–me tensé ante esas palabras, asentí poniéndome de pie, camine hacia la puerta de madera sintiendo que a cada paso, mi cuerpo se iba debilitando
Me detuve contemplándola, mordí mi labio inferior con nerviosismo, respire hondo levantando la mano, dando tres toques. Del otro lado no se hizo esperar un <<Adelante>>, volví a respirar hondo intentando coger fuerzas de algún sitio, abrí la puerta viéndolo apoyado contra el escritorio, me contemplaba con una enorme sonrisa burlona.
Entre del todo quedándome pegada a la puerta, sentía como si estuviera en el matadero y era la siguiente para ser ejecutada, hizo un gesto con la mano para que me acercase más, suspiré haciendo caso a su orden silenciosa.
– Te dije, que sabría tu nombre antes de que terminara el día–
– Señor… Yo de v–me quede callada al ver como colocaba sus dedos en sus labios en señal de silencio, se incorporó caminando hacia mí con las manos guardadas en los bolsillos de su pantalón.
A cada paso que él daba, yo lo retrocedía de forma instintiva, hasta que mi cuerpo chocó contra la puerta, se detuvo mirándome de forma penetrante, algo intimidada agaché la cabeza mirando sus zapatos de vestir negros– ¿Ahora soy “señor”?–lo escuché decir con burla– ¿Qué paso con estúpido?, ¿Capullo e incluso imbécil?–trague saliva con dificultad, no me atrevía a levantar la cabeza, estaba aterrada– Mírame–– Señor de verdad, no sabe cuánto lo lamento, no sabía quién era y–volvió a silenciarme, pero esta vez coloco sus dedos sobre mis labios causándome un pequeño hormigueo, se alejó de mi caminado de vuelta hacia el escritorio– Sinceramente debería despedirte–mordí mi boca por dentro intentando controlar mis lá
Después de llorar un buen rato, volví a mi puesto intentando fingir normalidad, el resto de la jornada paso demasiado lenta para mi gusto, cuando por fin llegaron las seis de la tarde recogí mis cosas y salí prácticamente corriendo como si una horda zombie se acercase a mí.Al llegar a casa cerré la puerta recostándome en esta, solté un largo suspiro, me alejé de esta arrastrando los pies hacia las escaleras comenzando a subirlas despacio. Me sorprendí al ver unas cajas en el pasillo, la puerta de la habitación de mi padre estaba abierta, me acerqué viendo a Aiden guardar cosas– ¿Qué haces?–cuestioné sobresaltándolo– Maldita sea que susto–susurró con una mano en el pecho, sonreí adentrándome– Estoy recogiendo sus cosas, hace un año que se fue… Y aún la conservamos como si
El trayecto a casa fue en un silencio realmente incómodo, al llegar Aiden entro enseguida, cuando vi que la puerta se cerró, me gire mirando a Archie con enfado– ¿Por qué diablos le dijiste que somos novios?–cuestioné cruzándome de brazos, él solo sonrió con diversión encogiéndose de hombros– Por qué es la verdad–– Soy tu novia falsa, y mi hermano no entraba entre las personas que debían enterarse–dije entre dientes sintiendo unas ganas enormes de darle un puñetazo– ¿Qué pensabas decirle cuándo te viera subirte a mi coche? ¿O cuándo tengas que salir por una cita?–preguntó haciendo que me quedase callada, suspiré desviando la mirada, no tenía nada que decir– Bien cariño–rodé los ojos ante esa palabra– Me voy a trabajar, a la junt
Au clair de la LuneMon ami PierrotPrête-moi ta plumePour écrire un motMa chandelle est morteJe n'ai plus de feuOuvre-moi ta portePour l'amour de DieuConocía esa letra, esas manos acariciando mi rostro con delicadeza, esa voz aterciopelada, que tanto había echado de menos, me devolvían a una época que prefería mantener enterrado en el pasado, abrí los ojos encontrándome con unos ojos color miel, tan parecidos y diferentes a los de Aiden.Me miraban con tristeza, añoranza, miedo, me incorpore alejándome de ella, quiso tocarme, pero retrocedí, me tropecé con mis zapatos de tacón, rápidamente me agache cogiéndolos junto a mi pequeño bolso, sin detenerme a nada salí de aquella habitación, miré a ambos lados, no
El ruido de la puerta acompañado de risas hizo que ambos despertáramos de aquel trance en el que nos sumimos, él se puso de pie alejándose de mí, me sentía confusa, nerviosa, aliviada de que fuéramos interrumpidos y a la vez, decepcionada.Miré hacia la puerta los chicos nos miraban algo extrañados, les dediqué una sonrisa la cual me devolvieron, comenzaron a darse pequeños besos mientras se susurraban cosas, desvié la mirada sintiendo mis mejillas calentarse, la imagen de lo que casi pasa, me llego con fuerza– Nos vemos Erin–– Adiós Amber, saluda a Hazel de mi parte–dije con una sonrisa– Claro, deberías llamarla, se queja mucho de que te extraña–reí levemente ante eso– Lo haré–ella asintió, se dio la vuelta marchándose– Yo también debería
A cada paso que dábamos, sentía mis piernas volverse gelatina, mis manos comenzaban a sudarme, me detuve de forma abrupta llamando su atención, me sentía incapaz, no hizo falta que dijera nada, él sonrió sin rastro alguno de burla, se acercó colocando un mechón de mi cabello tras la oreja, sus dedos se deslizaron con suavidad por mi rostro, hasta llegar a la punta de mi nariz, dándole un pequeño golpecito.Apretó el agarré de nuestras manos, se giró retomando el camino hacia el jardín, la cena se haría fuera gracias al buen tiempo, respiré hondo al salir, quedé impresionada ante la magnitud, tenía una piscina enorme, las escaleras eran tipo imperial, al final había un camino de piedras que llevaba hacia un espacio con flores, una fuente y bancos para sentarse.Ellos estaban sentados en otro espacio, en este solo había muebles de ja
– Yo no quiero nada–dije intentando recobrar la compostura– Ahora suéltame estúpido–– Mientes, si no fuera así, te hubieras soltado hace un buen rato–lo miré sin comprender, una sonrisa burlona se formó en sus labios– No estoy ejerciendo fuerza en el agarre–esas palabras me cayeron como un balde de agua fríaTenía razón, sentía mis mejillas comenzar a acalorarse, me solté rápidamente de su agarré, lo empuje a un lado y me levante, prácticamente corría hacia el baño mientras escuchaba su risa, cerré la puerta apoyándome en esta, me sentía una verdadera idiota, comencé a caminar de un lado a otro mientras pasaba mi mano nerviosa por el cabello, ¿con qué cara saldría ahora?, pare mis movimientos, suspiré contemplándome en el espejo, me giré hacia la pu
Abrí la puerta de casa, dirigí mis pasos hacia el salón, me quede en el umbral mirando a aquella mujer de cabello rubio oscuro corto, lo tenía peinado tipo años cincuenta, sus ojos azules tenían una mirada llena de frialdad y desdén, su rostro lleno de arrugas marcas de la edad, estaba sentada en uno de los sofás con una taza entre sus manos.– Buenos días, señora–saludé adentrándome en el salón con una sonrisa fingida, sus ojos rápidamente se posaron en mí– Erin Mills, ¿supongo?–cuestionó de forma tosca, asentí acercándome dándole un apretón de manos– Permítame que le pregunte, pero ¿te parece bien dejar a un menor solo?–cuestionó alzando una ceja– Fui a hacer un recado, además es casi un adulto, sabe cuidarse solo–– A pesar d