Aquella tarde, Bell se encontraba en casa del profesor. Aprovechaba de terminar de revisar en sus libros, todas las tareas pendientes que debía entregarle. Además de algunas que había olvidado entregar debido a que éste, sí sabía que ella faltó un día. Pero, lejos de regañarla, sólo le pidió que no se enfermara más y tuviera cuidado. La joven, poniendo una mirada de ternura, quería besar a su profesor. Pero éste, sólo la apartó un poco. No quería corresponderle aún a sus besos, caricias, seducciones, o lo que sea que ella estaba dispuesta a hacer. Ella, sin darle tantas vueltas al asunto. Suspiró un poco desanimada y triste, no le dio más importancia y decidió entonces, actuar como tal. Sólo para disimular su repentino enojo.
El profesor M, notó que ella cruzó las piernas y eso, por alguna razón lo alertó, lo que hizo que se acercara más a ella y poniendo sus manos a ambos lados del mesón. Miró directo a los ojos de ella. Contemplando ese nerviosismo que tanto adoraba y le encantaba.Estaban a centímetros de besarse. Pero Bell, sólo lo ignoraba mirando hacia otro lado. Él, usando la mano izquierda le agarró suave pero fuerte del mentón y le hizo mirarlo. Bell estaba empezando a caer.Caer ante esos ojos penetrantes. Aquellos ojos que transmitían una pasión y lujuria como ninguna otra. Eso era lo que a Bell le fascinaba pero quedaba claro que no sólo quería sólo sexo con él. Pero ella, tenía que relajarse. No dejarse llevar aún, porque la estarían vigilando.Así le dijo Lahn, quién no dudó de decirle dichas palabras en aquella tarde para ponerla nerviosa y algo paranoica.—¿Qué sucede? —el profesor soltó su mentón y procedió a besar suave y rápidamente sus labios.
—Na..nada... —sus labios temblaron un poco al sentir aquel roce suave de sus labios fríos contra los labios calientes de su hombre.Él no respondió nada y acarició su cabello. Confiando en que de eso se trataba. No era nada a lo que Bell le temía. O quizá si había algo que le producía tal temor que no podía evitar ocultarlo y sabría que aquello le ocasionaría un tremendo lío.
Ella recogió sus libros, sus apuntes y cuadernos. Pero el hombre veía como Bell seguía nerviosa y fue allí donde el hombre con curiosidad notaba sus movimientos.Eran nerviosos, parecía que de un momento a otro no pareciera ella. Se le notaba preocupada ahora. Cuando ella no le importaba si pasaba la noche junto a él.Sus padres cuando le anunciaron de que estarían de vacaciones, ella se lo había tomado muy bien, ya que podría darse ese pequeño lujo de salir de su casa y quedarse en casa del profesor mientras ellos aún estaban disfrutando de sus vacaciones.Pero, ¿qué era entonces lo que a Bell le producía tales nervios? ¿Era algo de lo que él seguramente conocía pero ella simplemente prefería mantenerlo en secreto? Aquellas preguntas ocasionaron que el profesor sólo pensara más allá, pero lejos de darle importancia sólo creía que su única estudiante estaba pasando por momentos incómodos o un poco inoportunos y que necesitaba estar sola.Él, con una seriedad ahora puesta sobre sus facciones. Acarició los hombros de Bell, ella estando a espaldas de frente a él, sentía sus manos calientes sobre ella. Comenzaba a emitir sus ya conocidos y propios gemidos. Ella miró por el rabillo del ojo a su profesor y él siguió con el masaje mientras le daba caricias con el bulto que crecía en su pantalón. Pero Bell, siendo tan cuidadosa, se alejó un poco y luego de haber guardado todo lo que tenía sobre el mesón. Se dio la vuelta y se desabrochó enfrente de su profesor, aquel vestido que era de flores.Precisamente era un vestido de bordado. Ella sólo llevaba puesta su ropa interior.
El profesor la agarró suave con ambas manos para acercarla hacia él y puso sus manos en sus senos. Besó su cuello primero antes de que Bell pudiera desnudarse en su totalidad y de tantos rápidos y ágiles movimientos. Bell sintió como un enorme pene erecto ya húmedo entraba en ella. Haciéndola gemir de repente, el hombre le tapó la boca tan rápido como pudo. Bell quería gritar, soltar el placer que corría dentro de su ser como un choque eléctrico que estimulaba su vagina. Pero era difícil no callarla, el profesor la mordió suave del oído y le amenazó —supuestamente en broma— de que si llegaba a gemir o gritar en alto con quién se acostaba y si se enteraba el vecindario. Él se encargaría de demostrarle quién es realmente malo aquí. Lo cual, a Bell le produjo un cosquilleo enorme por su ser, entendiendo entonces que, si quería disfrutarlo, debía callar sus gemidos como antes lo hacía, no como ahora que estaba tan excitada, emocionada y alterada de la mejor forma y de que quería aprovecharlo al máximo.(...)
Bell se fue a su casa con su mochila sobre su espalda. Se mantenía tranquila, aún así; algo le producía temor. Lograba entender en cierta parte que aquello que hacia con el profesor no estaría bien, ni siquiera le traería algo bueno en un futuro. Miró un automóvil de color negro pasar por su lado, comenzó a asustarla. Corrió hacia su casa y sólo vio a través de la ventana que solo fue uno de tantos que pasaba por el vecindario. Suspiró aliviada y se fue de inmediato a su habitación. Se miró en el espejo y notó que el profesor le había dado algunas nalgadas y su cuello se veía un ligero pero sutil chupón que éste a ella le dejó.
Se acarició tales sitios y sonrió.Aquella sensación de que le seguía perteneciendo a su profesor ocasionaba que Bell pensara ahora en sus sentimientos.Quizás si lo pensamos bien, y si somos realistas en este contexto. Estamos seguros de que el profesor ha de estar negando sus sentimientos como Bell niega y contradice un poco los suyos.Luego de dos días, Bell sigue dando vueltas en su cabeza del por qué su profesor se comporta de esa forma, se sienta en su escritorio que da a su venta para analizar las cosas, deja su móvil a un lado y apaga la música, el silencio le llena de dudas y su mente sigue dándole vueltas, el recuerdo de su profesor hace que cierre los ojos y muerda su labio inferior. Pero abre los ojos e intenta concentrarse, no se explica la aparición de su amiga y de este chico Lahn, es como si todo fuese una conspiración o le gana la paranoia. La tarde es muy joven así que decide dar una vuelta al instituto, llega muy rápido a paso ligero, al entrar mucho estudiantes hacen vida, las cosas van como si nada, se dirige al comedor principal y hay mucho allí estudiando y tomando algo para comer, el instituto es muy elegante. La ropa de otoño de Bell hace contraste con las paredes del lugar, ve pasar a varios hombres de traje a su lado sin mirarla, además de profesores, personal admin
En aquellos pasillos de una pequeña institución, una joven de cabellos marrones estaba leyendo una carta que su director le había entregado. Parecía que las noticias no se oían no sonaban nada bien. Su semblante cambió y pasó de estar emocionada por querer aprender más sobre el área de psicología, pero en la institución no podían cederle tal permiso, debido a que, por sus absurdas políticas; una mujer no podía acceder ni darse el lujo de aprender o enseñar psicología. Era, además de ridículo, un poco decepcionante que una mujer no pudiera estudiar o acceder a las bibliotecas de la institución de la universidad para leer sobre el tema. Sólo podían leer un sinfín de otros temas. Pero, lo que sea que tuviera relación con la psicología, comportamiento, o más allá de la medicina humana, les tenían a pocas de las mujeres que estudiaban allí, que no tenían de otra si deseaban con todo su corazón, aprender más allá del compo
—¡Bell!—, ella despierta con un suspiro, tuvo un sueño muy extraño que no podía considerar o pesadilla o una visión, pero ya era casi la hora, despertó muy temprano para el otro día en el instituto, se levanta olvidando que debe hacer su cama, el portátil esta siempre encendido y las hojas de los ensayos que debe entregar hoy están desordenados, Bell se dirige al baño de su habitación y toma una ducha fría ignorando que el día estaba helado, su piel estaba caliente y se refrescaba cuando el agua caía de la ducha por su piel blanca y suave, en su mente seguía dándole vueltas sobre esa persona, ese profesor, pero lo ignora y decide que este día será divertido y pacífico, sale de la ducha y se viste con ropa de otoño, hace un lindo día frío de otoño en la ciudad, mientras seca su cabello recoge sus cosas, pero dejand
Dentro de la aulas de la institución, Bell estaba tranquila sentada en su asiento, las últimas clases las había anotado en sus cuadernos correspondientes, pero sintió curiosidad de buscar en la biblioteca, libros relacionados a la psicología. Le parecía extraño que el tema no fuera tocado en ninguno de los salones. Ni siquiera los profesores les daban permiso o le permitían siquiera enseñar esa área.Bell junto con una compañera —y ahora amiga— que también se hacía esa pregunta, aprovecharon de ir —durante la hora libre— directamente a la biblioteca. Apenas llegaron, entraron y procedieron a observar todos los estantes que se veían entre un pasillo y otro. Curiosamente, Bell se sintió motivada a entrar. Su compañera le siguió el paso, le sorprendía la gran cantidad de libros que habían, todos organizados desde la "A
Los dos almorzaban, a veces el profesor M, miraba su comida y comía de a pocos bocados, era un hombre con mucho decoro a la hora de comer, Bell lo veía y detallaba su mirada, sus ojos, su cabello y su barba, su ropa aún estaba intacta, mantenía la cordura incluso luego de bajar de su motocicleta, un vehículo de alta cilindrada puede ser difícil de usar, pero para Bell fue una experiencia magnifica.—¿Que áreas quieres abarcar si tomas la psicología? —Bell se puso a pensar y contestó rápidamente.—Tal vez, ayudar a niños, jóvenes, personas jóvenes, que necesitan ayuda para mejorar su salud mental. —lo menciona la joven, sin quitar los ojos de su profesor.—¿Sabías que, las enfermedades mentales se han multiplicado exponencialmente estos últimos años?, ser psicóloga te convierte en una doctora
Bell salió de su casa esa tarde, miró la hora que en su teléfono dictaba y cuando ya estaba por irse a la casa del profesor a recibir la tutoría de psicología, su amiga pasó por allí y la vió. Notando un peculiar cambio en su amiga. Aunque, era mínimo, no dijo nada.Sólo pareció notar, un ligero cambio en la manera de vestir, pero, seguro fue porque no conocía los exóticos gustos de vestimenta de su amiga de descendencia asiática.—Hola. —sonrió su amiga. —¿Qué ha pasado contigo en éstas últimas semanas? —preguntó preocupada, su compañera y amiga.—Oh, no te lo he comentado ¿cierto? —su amiga negó. —Pues... he decidido dejar la universidad, no puedo aprender allí el área de psicología, y para mí es fundamental aprende
El profesor M se queda un rato atrás con la mirada en sus zapatos, como si tratase de adentrar esas sombras de su mente, pero al ver a Bell tímida e indefensa, su mirada cambia, se acerca lentamente hacia ella, con su mirada cautivadora del Profesor la toma de la mejilla, ella tímida y un poco asustada tiembla pero luego cierra los ojos y siente su cálida mano, Bell sigue asustada y tiembla pero al sentir su mano en su mejilla y su dedo pulgar acariciando ésta, la mirada del Profesor se clava en los ojos de ella, él se acerca a la joven a pasos lentos y suaves para besarla, sus labios se tocan suavemente, ambos sienten el calor del beso, Bell le sigue pero se siente aturdida y cegada, no se explica que está sucediendo pero por alguna razón no puede detenerse, no abre sus ojos, solo deja que el deseo que va fluyendo le siga suavemente su beso. El profesor se separa de ella y clava su afilada visión en los ojos de ella, Bell abre los ojos lentamente para mirarle. &
Bell luego de haberse sentido mal por haber recordado que había abandonado la universidad, miró su reflejo en el espejo. Se quedó sentada sobre aquella silla de terciopelo, mirándose a sí misma con una expresión ligeramente neutral, sus labios no estaban en su típico tono natural. Sus mejillas estaban rojas, sus ojos estaban algo rojos, había llorado toda esa noche anterior, su profesor lejos de consolarla sólo le dijo una que otra palabra alentadora.Esa noche ni se molestó en abrazarla, sólo la consoló poniendo sus manos sobre sus hombros. Haciéndole un masaje para quitarle supuestamente el "estrés" que ella, en teoría, comenzó a presentar y besando su cuello, Bell no quería ceder, pero aquellos ojos de deseo de su profesor la hacían ir en otra dirección, sentir su tacto, su piel chocar ahora con la suya comenzó a hacerla temblar.