En aquellos pasillos de una pequeña institución, una joven de cabellos marrones estaba leyendo una carta que su director le había entregado.
Parecía que las noticias no se oían no sonaban nada bien. Su semblante cambió y pasó de estar emocionada por querer aprender más sobre el área de psicología, pero en la institución no podían cederle tal permiso, debido a que, por sus absurdas políticas; una mujer no podía acceder ni darse el lujo de aprender o enseñar psicología.Era, además de ridículo, un poco decepcionante que una mujer no pudiera estudiar o acceder a las bibliotecas de la institución de la universidad para leer sobre el tema.Sólo podían leer un sinfín de otros temas. Pero, lo que sea que tuviera relación con la psicología, comportamiento, o más allá de la medicina humana, les tenían a pocas de las mujeres que estudiaban allí, que no tenían de otra si deseaban con todo su corazón, aprender más allá del comportamiento y naturaleza humana.En eso, mientras la joven Bell Journilten terminaba de leer. Supuso que eso sería mejor decidir a dejarlo todo y empezar de nuevo en otro lado.Cuando abandonó aquella institución universitaria. Sus padres y sus hermanas mayor y menor la recibieron con los brazos abiertos.Bell contó las novedades y fue algo desastroso para la familia que dicha institución fuera tan tremenda y miserable por simplemente negarle el conocimiento de la psicología a una joven mujer.Pero Bell, lejos de ponerse mal o de quejarse sabiendo que tenía sus razones. Se propuso buscar desde su ordenador si había algo que podía hacer.Y encontró que había un profesor en el área de su vecindario que sabía del tema. Investigó con regularidad sobre él, vivía a unas cuantas casas.Era alguien que estaba por encima del nivel, un profesor digno que se ganó el respeto de todos y por buenas razones, podía ofrecerse como un sustituto profesor de primaria hasta de universidad.Cumpliendo un rol importante e intachable. Bell no podía negarlo, no podía dejar de verlo y de pensar en eso. Vio que esta persona, bajo ese perfil de profesor; se notaba que era sociable, reservado a veces, pero con una amabilidad que se notaba a lo lejos que iba a tratarte bien. Sin importar si eras hombre o mujer.Bell anotó su dirección y números de teléfono por si en algún momento llegaba a comunicarse con él y decidió, a pasos algo apresurados, enviarle un correo.Aquel destino que estaba genuinamente notándose a plena distancia, ella lo notaría.No sólo su particular e intachable imagen. Sino que, bajo su mirada escondía una particularidad que nadie más que sólo la joven Bell estaría dispuesta conocer tarde o temprano.—¡Bell!—, ella despierta con un suspiro, tuvo un sueño muy extraño que no podía considerar o pesadilla o una visión, pero ya era casi la hora, despertó muy temprano para el otro día en el instituto, se levanta olvidando que debe hacer su cama, el portátil esta siempre encendido y las hojas de los ensayos que debe entregar hoy están desordenados, Bell se dirige al baño de su habitación y toma una ducha fría ignorando que el día estaba helado, su piel estaba caliente y se refrescaba cuando el agua caía de la ducha por su piel blanca y suave, en su mente seguía dándole vueltas sobre esa persona, ese profesor, pero lo ignora y decide que este día será divertido y pacífico, sale de la ducha y se viste con ropa de otoño, hace un lindo día frío de otoño en la ciudad, mientras seca su cabello recoge sus cosas, pero dejand
Dentro de la aulas de la institución, Bell estaba tranquila sentada en su asiento, las últimas clases las había anotado en sus cuadernos correspondientes, pero sintió curiosidad de buscar en la biblioteca, libros relacionados a la psicología. Le parecía extraño que el tema no fuera tocado en ninguno de los salones. Ni siquiera los profesores les daban permiso o le permitían siquiera enseñar esa área.Bell junto con una compañera —y ahora amiga— que también se hacía esa pregunta, aprovecharon de ir —durante la hora libre— directamente a la biblioteca. Apenas llegaron, entraron y procedieron a observar todos los estantes que se veían entre un pasillo y otro. Curiosamente, Bell se sintió motivada a entrar. Su compañera le siguió el paso, le sorprendía la gran cantidad de libros que habían, todos organizados desde la "A
Los dos almorzaban, a veces el profesor M, miraba su comida y comía de a pocos bocados, era un hombre con mucho decoro a la hora de comer, Bell lo veía y detallaba su mirada, sus ojos, su cabello y su barba, su ropa aún estaba intacta, mantenía la cordura incluso luego de bajar de su motocicleta, un vehículo de alta cilindrada puede ser difícil de usar, pero para Bell fue una experiencia magnifica.—¿Que áreas quieres abarcar si tomas la psicología? —Bell se puso a pensar y contestó rápidamente.—Tal vez, ayudar a niños, jóvenes, personas jóvenes, que necesitan ayuda para mejorar su salud mental. —lo menciona la joven, sin quitar los ojos de su profesor.—¿Sabías que, las enfermedades mentales se han multiplicado exponencialmente estos últimos años?, ser psicóloga te convierte en una doctora
Bell salió de su casa esa tarde, miró la hora que en su teléfono dictaba y cuando ya estaba por irse a la casa del profesor a recibir la tutoría de psicología, su amiga pasó por allí y la vió. Notando un peculiar cambio en su amiga. Aunque, era mínimo, no dijo nada.Sólo pareció notar, un ligero cambio en la manera de vestir, pero, seguro fue porque no conocía los exóticos gustos de vestimenta de su amiga de descendencia asiática.—Hola. —sonrió su amiga. —¿Qué ha pasado contigo en éstas últimas semanas? —preguntó preocupada, su compañera y amiga.—Oh, no te lo he comentado ¿cierto? —su amiga negó. —Pues... he decidido dejar la universidad, no puedo aprender allí el área de psicología, y para mí es fundamental aprende
El profesor M se queda un rato atrás con la mirada en sus zapatos, como si tratase de adentrar esas sombras de su mente, pero al ver a Bell tímida e indefensa, su mirada cambia, se acerca lentamente hacia ella, con su mirada cautivadora del Profesor la toma de la mejilla, ella tímida y un poco asustada tiembla pero luego cierra los ojos y siente su cálida mano, Bell sigue asustada y tiembla pero al sentir su mano en su mejilla y su dedo pulgar acariciando ésta, la mirada del Profesor se clava en los ojos de ella, él se acerca a la joven a pasos lentos y suaves para besarla, sus labios se tocan suavemente, ambos sienten el calor del beso, Bell le sigue pero se siente aturdida y cegada, no se explica que está sucediendo pero por alguna razón no puede detenerse, no abre sus ojos, solo deja que el deseo que va fluyendo le siga suavemente su beso. El profesor se separa de ella y clava su afilada visión en los ojos de ella, Bell abre los ojos lentamente para mirarle. &
Bell luego de haberse sentido mal por haber recordado que había abandonado la universidad, miró su reflejo en el espejo. Se quedó sentada sobre aquella silla de terciopelo, mirándose a sí misma con una expresión ligeramente neutral, sus labios no estaban en su típico tono natural. Sus mejillas estaban rojas, sus ojos estaban algo rojos, había llorado toda esa noche anterior, su profesor lejos de consolarla sólo le dijo una que otra palabra alentadora.Esa noche ni se molestó en abrazarla, sólo la consoló poniendo sus manos sobre sus hombros. Haciéndole un masaje para quitarle supuestamente el "estrés" que ella, en teoría, comenzó a presentar y besando su cuello, Bell no quería ceder, pero aquellos ojos de deseo de su profesor la hacían ir en otra dirección, sentir su tacto, su piel chocar ahora con la suya comenzó a hacerla temblar.
—Bell, Bell, Bell... —Bell despierta a mitad de la noche, esa voz la estaba llamando de nuevo, Bell se coloca la mano en su pecho para calmar su agitada respiración. No pudo recordar su sueño, solo veía una mujer con vestido rojo y una voz extraña en su mente, no dio importancia y se dirigió al baño de su habitación, se lavó el rostro y se miró al espejo, mirando su rostro recuerda lo que hizo con su profesor, como si destellos de esos recuerdos le vinieran a la mente, Bell se acerca al espejo para mirarse bien, al enfocar su vista nota sus labios más rojos que antes, se toca sus labios y revisa que no tiene nada malo, en definitiva solo estaban algo rojos. —Profesor... —susurra Bell, cierra los ojos y lo recuerda de manera involuntaria Bell se pinta los labios de un rojo carmesí. No sabe por qué lo hace, pero quería sentirse hermosa esa noche, aunque estaba despeinada, las cosas le recordaban a él, nunca había sen
Querida señorita Bell: Es de mi agrado informarle que en la mansión de los Wallter, le invitamos a que venga vestida formal con un hermoso vestido a nuestra primera fiesta. Le aseguramos que todo estará y saldrá bien, cuidaremos de su seguridad y despreocupese de la cantidad moderada que ingiera usted de alcohol. Usted es nuestra invitada y la trataremos bien como a una. Esperemos su llegada, y si quiere traer a un acompañante. Con todo gusto, lo recibiremos con los brazos abiertos a él y a usted. Atentamente; el misterioso rey del baile. —¿Un baile aquí en nuestra ciudad? —preguntó la madre de Bell sorprendida después de haber leído la carta. —Es maravilloso, querida. ¿No te gustaría ir? —le muestra la carta.—Mmmm... —Bell miró la carta con algo de timidez. —¿Y si mejor no voy? —dejó la hoja sobre su mesa de noche y se tapó con sus dos manos el