En ese momento, Bell había terminado de recibir las últimas asignaciones del décimo capítulo de un libro que leyó, gracias a su profesor. Leía y ponía en práctica también lo que él le estaba enseñando. Y como decidió seguir pasando otros dos días más con el profesor M, supuso que, las cosas irían mejorando y esta vez, saldrían como siempre la joven lo había anhelado tanto. Pero su profesor no pensaba así, al notar que Bell aprendía muy rápido y con buen pie cada lección asignada, notaba que algo andaba muy raro en ella, como si de repente notaba que su cuerpo sencillamente se entregaba a él sin tanta dificultad. Para ese juego que él planificaba con sumo cuidado y detalle, se volvía interesante hasta para el ser más sádico.
El profesor se encargaba de los más pequeños detalles, Bell a pesar de que, no siempre estaba al tanto de los movimientos y, sobretodo las jugadas maestras; ella empezaba a notar algo. Que, aún seguía sin saber realmente el porqué o el qué, seguía dudAl caer la noche, ella se encuentra en el baño para tomar una ducha caliente, le hace bien ya que el otoño está avanzado, el agua cae por su cuerpo y solo escucho el sonido de la llave y siente el calor relajante del agua, ella lava su cuerpo, la parte de su pecho y su cintura, cae el jabón y el agua sobre ella de forma ligera y suave, solo pienso en lo relajante que es, deja caer el agua un momento más sobre su rostro de forma relajante. Ella se siente muy relajada que su mente sale de órbita, se imagina en un lugar tranquilo y relajante, con delicadeza y sin abrir aún los ojos cierra el grifo de la llave, sale y seca su cuerpo esbelto y desnudo con la toalla blanca de su profesor, están muy blancas y limpias, se viste con una ropa interior de encaje negro con tirantes muy erótico, es otro de sus momentos lujuriosos con su amante, pero esta vez será diferente, quiere probar algo nuevo. Al salir del baño, encuentra a su amante sentado en la cama con sus pantalones negros
—Amelia... hoy no iré a la clase del profesor. —confesó desanimada Bell.—Pero creí que ibas a ir a la clase del profesor hoy. —su mirada de preocupación se hizo notar.—Puedes ir por mí, ¿le podrías decir al profesor de mi parte que no me siento bien? —preguntó Bell mientras se abrazaba a sí misma. Su amiga, lejos de sospechar. Sólo asintió, preocupada por su amiga que aquel comportamiento le había parecido algo muy inusual. Pero, supuso que por alguna razón, el frío de aquella estación le había afectado. Y como aún seguían en otoño, lo más probable era que Bell hubiera contraído fiebre y gripe. Por lo que, su amiga le dio los medicamentos solicitados y fue a la casa del profesor a contarle lo que Bell le dijo. Amelia no tenía ni idea del porqué repentino e inusual comportamiento de Bell. Quizás no estaba dispuesta a conversar como era antes. Pero empezó a preocuparse demasiado por ella. Porque su amiga no es así, ella nunca le haría o daría
En aquella tarde, Bell se encontraba en su habitación, dándole daba vueltas al asunto, pensado si su amiga había descubierto todo aquello, leía y releía la carta una y otra vez, desea estar con su amante de nuevo, Bell sacude su cabeza y abre la ventana, el viento sopla levemente y muy frio, cierra las ojos y recuerda cuando era niña, cuando iba con su familia de paseo al campo, la niña Bell corría por los campos de lirios, tomaba las flores y se hacía una corona de flores, se encantaba del olor de las mismas, Bell extraña aquellos recuerdos que le vienen a su memoria, se siente extraña al llegar a estas situaciones, es una etapa marcada y muy emocionante en su vida, sus encuentros sexuales son más evidentes y el deseo y la pasión por su profesor le hace querer desearlo más, Bell se abraza a si misma recordándolo a él, pero solo le llegar el recuerdo de las flores cuando era niña. Es todo muy misterioso, se siente con mucho temor por la carta, duda de que le hayan descub
Aquella tarde, Bell se encontraba en casa del profesor. Aprovechaba de terminar de revisar en sus libros, todas las tareas pendientes que debía entregarle. Además de algunas que había olvidado entregar debido a que éste, sí sabía que ella faltó un día. Pero, lejos de regañarla, sólo le pidió que no se enfermara más y tuviera cuidado. La joven, poniendo una mirada de ternura, quería besar a su profesor. Pero éste, sólo la apartó un poco. No quería corresponderle aún a sus besos, caricias, seducciones, o lo que sea que ella estaba dispuesta a hacer. Ella, sin darle tantas vueltas al asunto. Suspiró un poco desanimada y triste, no le dio más importancia y decidió entonces, actuar como tal. Sólo para disimular su repentino enojo. El profesor M, notó que ella cruzó las piernas y eso, por alguna razón lo alertó, lo que hizo que se acercara más a ella y poniendo sus manos a ambos lados del mesón. Miró directo a los ojos de ella. Contemplando ese nerviosismo que tanto adoraba y
Luego de dos días, Bell sigue dando vueltas en su cabeza del por qué su profesor se comporta de esa forma, se sienta en su escritorio que da a su venta para analizar las cosas, deja su móvil a un lado y apaga la música, el silencio le llena de dudas y su mente sigue dándole vueltas, el recuerdo de su profesor hace que cierre los ojos y muerda su labio inferior. Pero abre los ojos e intenta concentrarse, no se explica la aparición de su amiga y de este chico Lahn, es como si todo fuese una conspiración o le gana la paranoia. La tarde es muy joven así que decide dar una vuelta al instituto, llega muy rápido a paso ligero, al entrar mucho estudiantes hacen vida, las cosas van como si nada, se dirige al comedor principal y hay mucho allí estudiando y tomando algo para comer, el instituto es muy elegante. La ropa de otoño de Bell hace contraste con las paredes del lugar, ve pasar a varios hombres de traje a su lado sin mirarla, además de profesores, personal admin
En aquellos pasillos de una pequeña institución, una joven de cabellos marrones estaba leyendo una carta que su director le había entregado. Parecía que las noticias no se oían no sonaban nada bien. Su semblante cambió y pasó de estar emocionada por querer aprender más sobre el área de psicología, pero en la institución no podían cederle tal permiso, debido a que, por sus absurdas políticas; una mujer no podía acceder ni darse el lujo de aprender o enseñar psicología. Era, además de ridículo, un poco decepcionante que una mujer no pudiera estudiar o acceder a las bibliotecas de la institución de la universidad para leer sobre el tema. Sólo podían leer un sinfín de otros temas. Pero, lo que sea que tuviera relación con la psicología, comportamiento, o más allá de la medicina humana, les tenían a pocas de las mujeres que estudiaban allí, que no tenían de otra si deseaban con todo su corazón, aprender más allá del compo
—¡Bell!—, ella despierta con un suspiro, tuvo un sueño muy extraño que no podía considerar o pesadilla o una visión, pero ya era casi la hora, despertó muy temprano para el otro día en el instituto, se levanta olvidando que debe hacer su cama, el portátil esta siempre encendido y las hojas de los ensayos que debe entregar hoy están desordenados, Bell se dirige al baño de su habitación y toma una ducha fría ignorando que el día estaba helado, su piel estaba caliente y se refrescaba cuando el agua caía de la ducha por su piel blanca y suave, en su mente seguía dándole vueltas sobre esa persona, ese profesor, pero lo ignora y decide que este día será divertido y pacífico, sale de la ducha y se viste con ropa de otoño, hace un lindo día frío de otoño en la ciudad, mientras seca su cabello recoge sus cosas, pero dejand
Dentro de la aulas de la institución, Bell estaba tranquila sentada en su asiento, las últimas clases las había anotado en sus cuadernos correspondientes, pero sintió curiosidad de buscar en la biblioteca, libros relacionados a la psicología. Le parecía extraño que el tema no fuera tocado en ninguno de los salones. Ni siquiera los profesores les daban permiso o le permitían siquiera enseñar esa área.Bell junto con una compañera —y ahora amiga— que también se hacía esa pregunta, aprovecharon de ir —durante la hora libre— directamente a la biblioteca. Apenas llegaron, entraron y procedieron a observar todos los estantes que se veían entre un pasillo y otro. Curiosamente, Bell se sintió motivada a entrar. Su compañera le siguió el paso, le sorprendía la gran cantidad de libros que habían, todos organizados desde la "A