LII Ataque

Una característica propia de los Klosse, por lo que Libi estaba descubriendo, era que tenían eficientes métodos para averiguar lo que querían. Los intentos de Irum por evitar que ella y su padre se conocieran habían fracasado miserablemente. El hombre sabía de ella y había ido a buscarla a su casa.

Todavía sorprendida lo invitó a pasar. El viaje en el ascensor se le hizo interminable y el espacio muy pequeño. Su imagen en el espejo le pareció espantosa y quiso morirse. El hombre iba impecable de pies a cabeza y ella con el cabello enmarañado y la ropa ajustada de entrenamiento. Esperaba no apestar a sudor y que él la hubiera olido.

El hombre se sentó en el pequeño salón de Libi, mirándola con expresión indescifrable. Ella se disculpó un momento y regresó con ropa más decente, peinada y con un té que le ofreció.

—No esperaba conocerlo tan pronto. Es un placer para mí.

—Francamente yo no esperaba conocerte nunca. No sé qué le pasa a Irum últimamente, tal vez sean secuelas de su accident
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