CXXXV El pasado, ¿pasado?

El tiempo es relativo. A veces, cuando el miedo apremiaba, podía vivirse toda una vida en apenas un parpadeo. Eso le pasó a Libi. En el instante en que sus ojos se encontraron con los oscuros de Irum, todo el tiempo que compartieron se desplegó ante ella.

El principio se fundió con el fin y el estruendo del atropello estalló en sus oídos. El pasado se quedó en el pasado y el presente fue la cafetería. La campana sobre la puerta sonó cuando alguien entró y una moneda rodó al caérsele a un hombre que pagaba la cuenta.

—Libertad… Tenemos mucho de qué hablar —Irum dio un paso hacia delante, Libi retrocedió dos.

—No. Tú y yo no tenemos nada de qué hablar. ¡Se terminó, todo se terminó! Sigue con tu vida y yo seguiré con la mía. Y aléjate de mí, no te me acerques —dio media vuelta para salir, pero se detuvo. Algo le faltaba.

Algo en su mano, una ausencia...

El calor de otra mano.

—¿Espi?... ¡Espi!

La niña no estaba a su lado. En el breve parpadeo que había durado una vida la había perdido. E
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