«Se aferró a esos escritos que ahora tenían el aroma de su piel, con la esperanza en que nada pasara. Con la esperanza en que diera un paso atrás y lo escogiera a él, que fuera ese que describía en cada palabra. Verlo fingir felicidad era una pesadilla, que su corazón no comprendía». Noah Miller regresa a su ciudad después de múltiples fracasos en su carrera como nadador. Resignado, decide dedicarse al negocio familiar y olvidarse del agua para siempre. Sin embargo, sus sueños y deseos más profundos, que traduce en eróticos escritos, lo impulsan de manera secreta a seguir a seguir soñando con Adam Slave, ese hombre al que admira, pero que su cobardía le impide siquiera hablarle. No obstante, un día sus sueños se salen de las páginas, porque Adam, que es el protagonista de esas calientes historias, lo descubre todo, y la vida a Noah se le desordena por completo. Adam, que en un inicio se muestra muy ofendido al verse envuelto en esas fantasías, da un giro total y decide que solo le devolverá esos escritos a Noah, solo si se convierte en su amante. Cada cuento erótico que Noah escribió, será devuelto, después de retozar en la cama con el verdadero Adam. Sin embargo, las circunstancias que los rodean, hacen que el amor, se vuelva una tarea casi imposible, pues Noah descubre que la vida real junto a él, es más difícil, pero más hermosa. (Novela homoerótica)
Leer másLos días pasaron inclementes y Noah se sintió harto de descansar. Nada pudo saber de los Slave, era imposible su comunicación con ellos. El escándalo en Australia llegó hasta su televisor en la sección de chismes; nadie hubiera imaginado que él hizo parte de todo aquello, que fue protagonista, no obstante, esa historia solo quedaría para sus escritos. —Noah, has perdido forma y debes entrenar de nuevo. Me alegra que volvieras para dar las clases a los chicos, te han extrañado mucho. —Gracias —respondió el joven a su amiga, dándole un abrazo—. Gracias por recibirme de nuevo, creo que ya no me iré más. —Hay algo diferente en tu mirada. No puedo adivinar qué es, pero ya no te ves tan perdido como antes, debiste aprender mucho, por eso no me explico por qué estás en tan mala forma. —Aprendí muchísimo, eso es cierto. Pero no todo fue sobre natación. —Noah sonrió y empezó a contarle sobre su vida en ese otro país, ocultando claro, todo aquel drama. La mujer estaba sorprendida con el hec
XXXII Sucedió entonces lo esperado, lo que no podía evitarse. La policía llegó al lugar lo más rápido posible y separó a Adam de Noah, el herido necesitaba atención. Abel también pudo llegar a tiempo para retener al canadiense que estaba haciendo difícil el trabajo de los paramédicos, que en ese momento habían sedado a Adam, pues sufría un horror con el dolor que él mismo se había provocado para terminar con todo aquello. Entre este mundo y el otro balbuceaba el nombre de Noah y el de Leo, seguro alucinando que todo pudo ser diferente, que nadie tenía que terminar ni herido ni muerto. En medio del caos, ese de cabellos rojos extendió la mano buscando a su amante. Él lo supo y se desprendió de los brazos de Abel para ir al lado de su hombre, de su vida, de su corazón. Apenas pudo tomarla un momento, pues de nuevo fue apartado de su lado. Vio cómo la camilla con su nadador encima de esta entraba por el ascensor de ese edificio en construcción y se cerraba la puerta, para ya no verlo m
XXXI—Gracias, por estar acá. Vámonos ahora, seguro el que hayas llegado hasta mí, significa que todo se acabó, que Leo está arrestado, que todo… se acabó… —Noah notaba algo muy raro en Adam que no pronunciaba palabra. Parecía entonces que nada había acabado. Pero no entendía muy bien cómo había llegado él hasta ese sitio.—Noah, estoy acá porque él me citó. Esto acaba hoy, y solo un Adam tendrá que seguir nadando… —El muchacho de ojos verdes lo miró y le tomó las manos que tenía sudorosas. Le acarició luego el rostro y le dio un beso que fue bien recibido, pero seguía sin entender nada de lo que estaba pasando.—Adam, este no es el momento de jugar al héroe, ni de hacer de esta historia una telenovela… vamos a salir muy calmadamente por donde entraste, iremos corriendo a la policía, luego nos daremos una ducha larga, dormiremos una semana y nos reiremos como locos recordando esto en un año y, por favor… ni se te ocurra mencionar mis estúpidos escritos. Ahora, en este momento estoy co
XXX Con la decepción abrumadora en sus ojos, intentó conciliar el sueño en el que fue el cuarto de su hermano en esa casa, donde nunca se consumó para su fortuna el matrimonio falso. Adam miraba en su celular las fotos de Noah que aún guardaba, fue entonces que las lágrimas se le escaparon desafiantes por las mejillas. Haber visto esa habitación descabellada que Leo tenía imitándolo a él en todo, lo asustó mucho. Noah estaba en peligro, quizás uno muy serio. Entre todos hablaron y prefirieron no contar nada ni a las autoridades ni mucho menos a la prensa, debían manejarlo como pudieran ellos solos. Lab y Smith se quedaron en el cuarto de huéspedes. Cayeron profundos y no era para menos, las emociones habían sido demasiadas en menos de dos días. Aún no superaban ni entendían del todo lo que vieron, pero con la cabeza un poco descansada las soluciones fluirían mejor. Además el chico rubio estaba atormentado por el hecho de no haber podido impedir que Leo se llevara a su homónimo. En s
XXIX Abel corría por el hospital intentando hallar la habitación de su hermano. Afuera, en el pasillo pálido, encontró a Smith y a Label a quienes abrazó con igual euforia. Ellos le intentaron explicar un poco la situación y lo alterado que se puso Adam cuando se enteró que Noah no estaba con ellos. Abel estuvo atento y en el momento en que vio salir una enfermera se le fue encima con preguntas, pero la mujer que parecía confundida le preguntó si era gemelo del paciente. Se le había olvidado por completo que lucía como su hermano. Aclarado el asunto, entró y lo vio ahí recostado en la cama, en apariencia muy bien. No le dijo nada, ni Adam tampoco musitó palabra en varios segundos. —¿Estás bien? —preguntó Abel rompiendo el silencio, casi incómodo. No se atrevía por alguna razón a acercarse más. —Sí. Ese somnífero que tomé era muy fuerte pero al parecer inofensivo, dicen que esta misma noche… —No pudo seguir hablando pues unos brazos cálidos lo aprisionaron con toda la fuerza del mu
XXVIII El incesante tic-tac de un reloj que no veía, le estaba taladrando la cabeza casi de la misma manera que el golpe que recibió. Entreabriendo los ojos, reconoció lo que parecía ser fuego, aún todo le estaba muy borroso. Intentó levantarse un poco, pero un calambre que lo envolvió completo se lo impidió. Estaba asustado, aturdido y adolorido a más no poder. —Veo que al fin despiertas —escuchó que le decían en perfecto francés—. Lo siento, me pasé al golpearte con la silla, pero resultaste todo un tigre para pelear. De alguna manera debía sacarte de ahí. —Puedes hablarme en inglés. Y claro que iba a defenderme a mí y a Adam… por favor déjame ir —suplicó Noah apenas levantando la cabeza. Pudo enfocar mejor su visión y se dio cuenta que estaba en lo que parecía un departamento, uno muy lujoso. El fuego salía de una chimenea, junto a esta, sentado en un sillón tan prepotente como su captor, estaba Leo, que le veía con algo de melancolía. Noah no entendió esa mirada. Por largos se
XXVII El hombre le pidió que fuera hasta el pie de la cama y le diera la espalda. Noah estaba temblando, sabía que el momento estaba por llegar, tenía que actuar rápido con el brebaje que le dieron. De repente lo sintió muy cerca de sí, casi respirándole en el oído. Noah se privó. Las manos del sujeto empezaron a rodearle la cintura y de ahí se fueron a su pecho, se deslizaron peligrosas hasta llegar a la cremallera de su pantalón. Ahí fue cuando Noah supo que había que detenerlo, este hombre no era tan fácil como creyó. —Señor, ¿Le gustaría por favor acostarse en la cama y que yo me haga encima suyo para quitarle la ropa? —¡Claro que sí! —respondió el emocionado cliente. Mientras se acomodaba en la cama, Noah con sutileza sacó de su zapato el gotero y sin pensárselo dos veces se le montó en la cintura, le tapó los ojos con una mano y ante la sorpresa, el hombre abrió la boca creyendo que lo iba a besar, mas Noah le dejó caer todo el chorro que salió de ese tubo. El hombre empezó
XXVI Con las manos sudorosas, el corazón en la boca y acompañado de uno de los chico más antiguos de ahí, Noah se sentó en la oficina del director de «Las Sirenas», le tenía importantes noticias, o eso al menos le había hecho saber. Temblaba al creer que ya sabían que era él el amante de Adam y que debían desaparecerlo, o que a Adam le había pasado algo por su culpa, o a Abel. Pero lo que estaba por escuchar, parecía mucho peor. —Muchacho, aunque llevas muy poco tiempo en esta casa, creo que ya estás listo para ser «Hosted» por completo. Nunca lo imaginé, pero han ofrecido una cifra exorbitante por tenerte y la junta ha decidido que atiendas a este cliente. Ya has aprendido modales, etiqueta, danza, seducción y maneras de protegerte, tú sabes a qué me refiero. A este cliente no le importa que seas virgen o no, te quiere y punto. —¿Cómo es eso posible? Yo pensé que el señor Leo los tenía como mercancía especial, que por nada del mundo debían tocarse —intervino el joven que había aco
XXVLa madre horrorizada llegó al hospital donde por fortuna le dieron un parte positivo. No se perdió la vida de nadie en ese atroz accidente, pero sí hubo secuelas. Abel se partió la pierna y estaría largo rato en muletas, aun así, sanaría con el cuidado necesario. Adam, estaba intacto. El golpe en su cabeza no había sido nada de gravedad. Apenas unos raspones y uno que otro moretón.—Gracias, Leo. Todos me han dicho que fuiste tú quien me sacó a mí y a mi hermano del auto ante la amenaza de una explosión. No podré pagarte nunca que hayas salvado nuestras vidas. —Leo que apenas abría los ojos, estaba deleitado en que lo primero que viera fuera a Adam junto a su cama.—Fue con todo el gusto, Adam. No hubiera soportado que te hicieras daño, o que tus piernas se vieran afectadas. Lamento mucho lo de Abel, por lo que vi, no estaba bien.—Él se recuperará, no te preocupes —le respondió Adam sonriendo con muchas venditas en su cara y cuello—. Tú también lo harás y volveremos a vernos, com