“Sueña que vendrá del mar, un amor de carne y sal, con besos de héroe de leyenda…” Abrió la puerta con cuidado, invitándolo a entrar, de forma algo tímida. Noah dio unos pasos dentro, mientras Adam esperaba su reacción al ver su nueva residencia. El muchacho canadiense arrastró su maleta con la que había recorrido el mundo, y viró a verlo con una sonrisa. —Lamento mucho que sea tan pequeño, pero estarás cómodo. Está todo lo que necesitas y podrás disponer de él como gustes —dijo Adam, claramente apenado. —Oh no, no le veo nada de malo al espacio, está muy lindo —respondió, de nuevo sonriendo. El espacio reducido no era un problema, ni una novedad, ya que mientras entrenó en diferentes partes del mundo, tuvo que adaptarse a espacios estrechos y desagradables. Ese lugar era diferente, pequeño, pero con un aire de alegría que le gustaba. Era muy modernista, la habitación estaba subiendo unas escaleras, en lo que parecía ser un altillo. Abajo una cocina pequeña, una sala de estar co
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