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Capítulo 3: Mi sueño, mi pesadilla

III

Todo lo de escribir, comenzó para Noah, desde que era muy joven, en un ejercicio de su secundaria. Deberían escribir su más grande anhelo a manera de historia. Y él no supo que hacer. Si decía que deseaba ser nadador profesional, seguro se burlarían y lo llamarían iluso. Así que hizo lo predecible y escribió a cerca de cómo ser un excelente administrador. No hubo nada sobresaliente en su escrito, tuvo una nota mediocre, pero al menos salió del apuro. Sin embargo le quedó la intriga y escribió de cómo subía al podio del oro y a su lado estaba Adam. Se le hizo lindo, y así poco a poco, comenzó a soñar con muchas cosas, sobretodo con él. No se dio cuenta que ese hombre le invadía los pensamientos hasta que sus escritos subieron de tono. Besarlo, acariciarlo, que él lo tomara, porque vaya que tenía definido los roles. Sabía que si algún día tenía una relación con un hombre, él sería incapaz de tomar la iniciativa. La gran mayoría de sus escritos terminaban en sexo.

Después de ganar competencias, después de duros entrenamientos, después de fracasos tremendos, siempre terminaban en sexo. Nunca jamás, jamás, podría estar con Adam, pero el poder poseerlo en pensamientos le era más que suficiente. No obstante, sabía que necesitaba a alguien en la vida real. Ya había pasado mucho tiempo solo, quería de verdad caricias y besos. Se abrazó a sus piernas, creyendo que en algún lado del globo alguien había nacido para él. Hombre, mujer, no importaba en ese momento. Quería sentirse amado. Miró con nostalgia el agua azulina. Y se sintió feo.

Mientras iba en su bicicleta, sintió que su celular vibraba con insistencia. Seguro era su hermana que necesitaba otros tantos de sus favores, estaba ya molesto y le recordaría que no era su empleado, que ese hotel eran tan suyo como de ella.  Ya habían pasado cuatro meses y estaba llevando las cosas muy bien. Sus padres estaban felices, pues él parecía feliz.

—Pero qué fastidio —se dijo para sí, sacando el aparato de su bolsillo. Se reprendió a él mismo cuando vio que las llamadas perdidas eran de su amigo, Merle.

—Noah, gracias por devolverme la llamada —saludó alegre el muchacho—. Te diré rápidamente, como sabrás una de las competencias es en Canadá, y le dije a los muchachos de mi equipo y de otros, que los llevaría a un lugar excelente para relajarse antes que volvieran a casa. ¡Y con eso me refiero claro al hotel de tu familia!, no debes preocuparte, ¡pagaremos por el servicio!

—¡Merle, pero qué estás diciendo! ¡Serán mis invitados! ¿puedes decirme cuántos vendrán?

—Estaremos, tal vez, unos quince, algunos de ellos con sus chicas, y yo voy con mi novia.

—Ya veo, iré de inmediato con mis padres para organizar su llegada. ¡Gracias por venir a visitarme!

Noah estaba muy feliz de ver a Merle. Le daba vergüenza el hecho de ver a los otros chicos también, después de su desastre en las competencias anteriores. Por supuesto su ansiedad se acrecentó y empezó a alterar a todo el mundo para que el lugar estuviera perfecto. No necesitaba ser tan estricto, ya de por sí todo siempre estaba en perfecto orden. Una limpieza más acá, un poco de polvo allá, los licores bien puestos y todo estaría listo.  No negaba su nostalgia al saber que ellos participarían y que él no estaría. Pero a pesar de todo había cierta tranquilidad en su alma. Sentía que ya no haría el ridículo y que le cedería a otros el honor.

Llegó entonces el día. Como lo anunció Merle, llegó con todos los muchachos que quedaron fascinados con le lugar. Noah lucía orgulloso un delantal blanco en su totalidad, él sería su anfitrión.

—Merle, te vi por televisión, ¡lo estás haciendo cada vez mejor! El nuevo entrenador se lo está tomando muy en serio contigo!

—Ha sido terrible, y no he podido estar mucho con mi chica. Me dijo que había escogido el peor momento para enamorarme. ¡Pero yo quería una novia! Y ha resultado ser un encanto. Me hace tan feliz….

Noah sonrió y escuchó el timbre de la entrada. Se le hizo muy extraño que nadie fuera a abrir, pero al parecer todos estaban muy ocupados con los visitantes. Con rapidez abrió el portón. Y era él.

—Adam Slave… —susurró muy suave, mientras el muchacho más alto le sonreía. Pero Noah se privó. No movió un músculo, no parpadeó, parecía que tampoco respiraba. Adam hablaba y hablaba, sin embargo, el anfitrión, nada podía responder. El de cabellos rojizos se sintió un poco incómodo y le preguntó si podía pasar, que unos compañeros suyos lo habían invitado. El otro,  sin hablar, dio un paso al costado y lo dejó seguir. Se quedó un rato más en la puerta. No podía ser cierto. ¡Adam estaba en su casa! Y él se estaba comportando como un idiota.

Corrió como una quinceañera y se encontró con todos en el comedor. Debió pasar mucho tiempo paralizado porque la comida estaba servida. Siguió impresionado al ver a su ídolo ahí, sentado, compartiendo con los demás, como si nada. Estaba con sus compañeros en un tiempo de descanso.

—Noah mira quién nos acompaña es Adam Slave —dijo Merle, dándole una palmadita al campeón en la espalda—, Adam él es Noah Miller, ¿lo recuerdas? —El hermoso hombre se quedó mirándolo largo rato, mientras Noah, sentía que se desmayaba. Luego con la mayor educación respondió que no tenía idea de quién se trataba. Aquello fue una daga directo al corazón de Noah, que por poco se echa a llorar. Era obvio, una sombra como él, jamás sería recordada por el otro.

El chico no pudo esconder su nerviosismo, así que le pidió a su hermana que se encargara de atender a Adam. Noah temblaba, no sabía qué hacer, a dónde ir, quiso escapar del sitio, sin embargo, su hermana lo sacaba de una oreja de donde quería esconderse. Eran sus invitados gratuitos, él ayudaría.

—Noah, una fotografía con tu ídolo — Noah quiso que Merle muriera en ese momento. Pero no quería perder la oportunidad de nuevo,  como esa vez en el aeropuerto. Este era su momento. Y pudo sentir cómo el hombro de su dios, le tocaba el suyo, y de seguro esa alegría se notaría en la fotografía.

El resto de la noche, pasó entre risas y licor. El padre de Noah parecía muy contento convidando a todos a beber, las chicas se cansaron pronto y se excusaron para poder ir a dormir. Después de todo, ver a tantos borrachines, no era precisamente un placer, por mucho que los quisieran. El vino, empezaba a hacer efecto nocivo, además el revoltijo con cerveza los estaba llevando a levitar.

Noah, en medio de aquella alocada reunión, era muy feliz. Ver ahí a su sueño máximo, riendo y compartiendo con todos, como si fuera un hombre cualquiera y no el campeón de campeones, le hizo sentirle un poco más cercano, Adam después de todo era un ser humano. Uno muy hermoso. Noah le reclamó en secreto a Merle el hecho de no haberle dicho que Slave iba a ir, pero el otro le respondió que fue una cosa de último minuto, que los escuchó hablar de los planes y a él le pareció muy divertido y preguntó si podía ir también. Obvio no le dijeron que no, pidió indicaciones para llegar después, ya que tenía que atender unos asuntos. Que su compañero de equipo, Noah Smith, no quiso ir, pues no estaba de buenos ánimos.

—Es muy gracioso que Smith, se llame igual que yo, solo que él y Adam, sí son ganadores. —El muchacho de cabellos oscuros, bajó la mirada, conmovido.

—Por favor, deja de tratarte así. Smith y Slave son compañeros, son muy buenos y ya, que no te atormente tu paso por la natación.

—Al menos un “Noah” ganará medallas… En fin, igual, Merle, sabes lo que me gusta Adam, debiste decirme antes que venía. Ahora me estoy comportando como un imbécil con él. M*****a suerte.

—Noah, lo siento mucho, yo tampoco supe que hacer cuando dijo que quería venir, preferí no decirte nada para que no salieras corriendo y escaparas. Sé que es tu ídolo máximo, pero, quizás teniéndolo acá, te hará recapacitar de tu idea tonta de dejar la natación.

—No es tonta, Merle —dijo algo nostálgico el muchacho—, no me salieron bien las cosas, por mucho que lo intenté. No quiero alejarme del todo, pero por ahora no quiero meterme al agua y seguir comprobando que soy un fracaso.

Merle bajó la cabeza un tanto apenado. Las palabras de su amigo lo entristecían, no quería que se rindiera.

***

Fin capítulo 3

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