Arruinado por el amor
Arruinado por el amor
Por: BeatrizDS
Capítulo 1
Plazo de embarazo: seis semanas.

Al recibir el informe de la ecografía, Lucía Torres se quedó petrificada. «¿Era posible que con solo una vez me quede embarazada? ¿Y ahora que voy a hacer? Si le cuento a Cristian, ¿anulará el divorcio? No, al revés, pensará que soy tan inútil que hasta puedo usar a mi hijo para amenazarlo.» Se calmó, y se guardó la angustia. Puso el informe dentro del bolso y salió del hospital.

Fuera, desde la ventana media abierta de un Maybach negro, se veía un hermoso hombre sentado en el asiento del conductor. El deslumbrante coche con el hombre guapo atrajo la vista de mucha gente. Cristian Castillo es lindo y rico. Lucía ya se había acostumbrado de esta situación. Ignorando las miradas se subió al auto. El hombre que estaba descansando sintió el movimiento y frunció levemente las cejas. Con los ojos cerrados preguntó en tono frío.

—¿Ya arreglaste todo?

—¡Sí! —Asintió, le dio el contrato firmado con el hospital y agregó. —¡El Sr. Ramos te manda saludos!

En realidad, para el contrato de hoy, Lucía iba a venir sola, pero en el camino se encontró con Cristian, y este no se sabe por qué razón la trajo al hospital de camino.

—¡Luego este caso quedara bajo tu cargo!

Cristian desde antes era un hombre callado, no tomó el contrato, solo dejó una orden y comenzó a manejar. Ella asintió con la cabeza sin ninguna otra palabra. Ya se había acostumbrado de obedecer sin refutar nada, más que quedarse en silencio, ya no sabía qué podía hacer.

El hombre manejaba hacia el centro de la ciudad, ya era de noche, pero no tenía la intención de volver a la villa. ¿Entonces, a donde se estaba dirigiendo? A pesar de que Lucía estaba confundida, nunca había tomado la iniciativa de preguntarle, por lo que siguió callada como siempre. Al recordar sobre el informe que había recibido, no sabía si debía contárselo. Miró de reojo hacia el hombre que estaba concentrado manejando.

—¡Cristian! — Sus manos estaban sudando por los nervios.

—¡Dime!

Su tono era fría e indiferente. Él siempre fue así, ya estaba acostumbrada. Intentó calmarse y respiro profundo.

—Yo ...

No logró terminar de decir que estaba embarazada, cuando una llamada telefónica la interrumpió.

—Lore, ¿qué pasa?

El cariño de algunas personas están dedicadas a una sola persona, tanto su felicidad como su amor. El cariño de Cristian solo estaba dedicado hacia Lorena Peralta. Eso era evidente al escuchar el tono en que hablaba con ella. No se sabe qué le dijo en el teléfono, y el hombre de repente pisó el freno y con cariño la consoló.

—Tranquila, ahora voy para allá, no te muevas.

Al colgar el teléfono, volvió a la expresión helada, su mirada era amenazante y en un tono obligatorio ordenó.

—¡Bájate del auto!

Era una orden que no podía ser refutada. Ya no era la primera vez. Lucía asintió sin decir nada, abrió la puerta del auto y salió. El matrimonio entre ellos era un accidente y también se podría decir que era un destino, pero no era por amor. En el corazón de él solo estaba Lorena, por lo que la existencia de Lucía era solo un obstáculo.

Dos años antes, Don Castillo, el abuelo de Cristian, sufrió de un infarto de miocardio. Fue en ese momento cuando el anciano lo obligó que se casase con ella. Tuvieron que casarse de todos modos, a pesar de que él no quería. En los últimos dos años de vida de Don Castillo, Cristian fingía que ella no existía. Ahora que el anciano falleció, de inmediato busco un abogado para redactar el contrato de divorcio, y solo faltaba que ella lo firmara.

Al llegar a la villa ya era tarde. La enorme villa se veía tan vacía que parecía a una casa de fantasmas. Lucía no tenía apetito, capaz era porque estaba embarazada. Se volvió directo a la habitación, se lavó y se metió en la cama. Casi al quedarse dormida, escuchó el sonido de un auto detenerse en la puerta. ¿Será Cristian? ¿No era que se había ido a lo de Lorena?
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