—¡Cristian!Lucía lo llamó y vio que había varias botellas vacías de whisky sobre la mesa. «¡Pero este tipo no sabe que tomar tanto va a dañar su estómago!» Al escuchar la voz, tardó unos segundos para abrir un poco los ojos. Su mirada hacia ella era fría e indiferente. Probablemente sea porque lo molestó, la atmósfera era cada vez se hacía más fría. Su mirada era cada vez con más disgusto. Abrió la boca y en un tono indiferente dijo le gritó.—¡Vete!Ella sabía que él no quería verla. Suspiró y caminó hacia el hombre. En un tono suave concilió.—Estás borracho, ¡volvamos a casa! —Entrecerró los ojos, se burló y con un tono de sarcasmos y desdén.—¿Casa? ¿A eso lo llamas casa?Lucía frunció las cejas. Por causa del embarazo, ella se irritaba fácilmente. Si fuera antes, seguro no le iba a refutar. Sin embargo, esta vez levantó la voz para hablar. —¿Y si no es casa, entonces qué sería? Si no me quieres ver, llamaré a Lorena para que venga a buscarte. Juli necesita trabajar, tú er
Cristian se quedó atónito, la miraba con una vista inexplicable. Repentinamente preguntó. —¿Fue para vengarte de mí? —Lucía se quedó paralizada, no sabía a qué se refería, pero negó con la cabeza. —No, no fue para vengarme, con lo mucho que te amo, ¿cómo podría hacerlo? Primero suéltame y volvemos a casa, ¿vale?«¡Dios mío, cuando la gente está borracha es literalmente como un niño!» Pensaba que iba a seguir causando problemas, sin embargo, él obedeció y la soltó con cuidado. Luego, con una mirada oscura comentó.—¡Vamos a casa! —A Lucía ya le dolía la cabeza, lo sostuvo y dijo.—¡Está bien! Ahora vamos.No se sabe cuánto había bebido. Con dificultad bajaron del segundo piso, y Julieta con los brazos cruzados frente a la barra exclamó.—¿Necesitas ayuda? —Lucía sacudió la cabeza, mirándola.—¿Ya pagó la cuenta? —Ella le puso los ojos en blanco.—Mi bar ya es casi suyo, ¡qué cuenta tiene que pagar!Cristian tenía casi todo el cuerpo presionando contra Lucía. Ella no pensó mu
Luego de una pausa, salió del auto, caminó hacia el asiento de Cristian, abrió la puerta y le tiró ligeramente la ropa.—¡Cristian!Le debía de doler el estómago por beber tanto, por lo que no podía dormir profundamente. Apenas lo llamó y ya se despertó. Abrió lentamente los ojos, miró a su alrededor y preguntó. —¿Me trajiste de regreso? —Lucía asintió. No sabía si él estaba borracho o no. —¡Vamos, que ya es tarde!Ya casi era la madrugada. Ella estaba embarazada y no tenía más fuerza para quedarse con él. Él se sentó con más confianza en el asiento. Al parecer no tenía intención de bajar y se quedó en silencio. Tenía los ojos abiertos y parecía ser un niño inocente. Pero ella sabía claramente que su temperamento era inestable. Lucía reflexionó por un momento y dijo. —¿Necesitas que te ayude?—¡No, voy a tomar un poco de sol!Cristian habló y después se quedó quieto en el auto. Lucía estaba muy sorprendida. «¿Tomar sol? ¿A esta hora?» Se veía que este tipo estaba demasiado b
Marcos le sirvió un vaso de agua y con frialdad e indiferencia comentó. —Directora Torres, espere un momento. El presidente tardará aproximadamente media hora. —Lucía tomó el vaso de agua, ignorando su expresión habló. —Marcos, ¿el presidente está bebiendo mucho en estos días?Ayer, Julieta le había dicho que él iba muy seguido al bar a beber. Por eso quería saber la razón de por qué se emborrachaba. Al escuchar la pregunta, Marcos se quedó atónito, hizo una pausa. —¡Probablemente el presidente está de mal humor!—¿Por qué? «El asunto del bebé no debería afectarlo tanto, seguro era por tema de Lorena.» Al verla que estaba mirándolo con curiosidad, Marcos tosió y dijo. —¡Yo tampoco sé mucho!Lucía se quedó sin palabras. «¡Maldita sea!» Luego de esperar por mucho tiempo se quedó dormida. Al escuchar que ellos estaban saliendo, se obligó a sí misma para sentarse bien. Las tres personas la miraron. Iván levantó ligeramente sus hermosas cejas y frunció sus delgados labios. Miró
—¿Es esta tu solución?Cristian habló repentinamente, su voz era fría e indiferente. Su mirada la hacía temer.—¡Sí!Lucía asintió. Ella ya tenía planeado dimitir el trabajo y así tener la razón de irse de CABA. El hombre alto estaba frente a ella, y se echó a reír de manera burlona. Se acercó con frialdad.—Abortaste al bebé, firmaste el acuerdo de divorcio y ahora quieres renunciar al trabajo. Lucía, ¿qué estás planeando?Las manos de ella sudaban por los nervios. Estaban demasiado cerca, por instinto dio un paso hacia atrás. De repente, fue abrazada por la cintura y la miró penetrantemente.—¿A dónde te quieres ir después de dejar CABA?—¡No me voy a ir! —Ella lo negó con rapidez y dijo. —¿No era que siempre quisiste divorciarte? Ahora que lo firmé, tú y Lorena por fin pueden estar juntos. ¿Qué hay de malo? ¿No son eso tus deseos?—¡Está bien! —Sonrió cada vez más frío, y la agarraba con aún con más fuerza.—Lucía, sabes claramente que odio que los otros tomen decisiones
Plazo de embarazo: seis semanas.Al recibir el informe de la ecografía, Lucía Torres se quedó petrificada. «¿Era posible que con solo una vez me quede embarazada? ¿Y ahora que voy a hacer? Si le cuento a Cristian, ¿anulará el divorcio? No, al revés, pensará que soy tan inútil que hasta puedo usar a mi hijo para amenazarlo.» Se calmó, y se guardó la angustia. Puso el informe dentro del bolso y salió del hospital. Fuera, desde la ventana media abierta de un Maybach negro, se veía un hermoso hombre sentado en el asiento del conductor. El deslumbrante coche con el hombre guapo atrajo la vista de mucha gente. Cristian Castillo es lindo y rico. Lucía ya se había acostumbrado de esta situación. Ignorando las miradas se subió al auto. El hombre que estaba descansando sintió el movimiento y frunció levemente las cejas. Con los ojos cerrados preguntó en tono frío.—¿Ya arreglaste todo?—¡Sí! —Asintió, le dio el contrato firmado con el hospital y agregó. —¡El Sr. Ramos te manda saludos!En
No llegó a pensar demasiado cuando se abrió la puerta de la habitación. Cristian estaba empapado, ni le dio una vista a Lucía y se metió de inmediato al baño. Luego se escuchó el agua correr. La llegada del hombre la despertó. Se levantó, se puso la ropa, sacó el pijama del hombre del armario y lo colgó en la puerta del baño. Al terminar esto, se fue al balcón. Era época de lluvias y estaba lloviendo ligeramente. El cielo se encontraba oscuro y se oía la lluvia golpeando los tejos.Al notar el movimiento en la recámara, se dio media vuelta y vio a Cristian envuelto con una toalla en la parte inferior de su cuerpo. Tenía el cabello todo mojado, gotas de agua caía en su perfecto cuerpo. Era una imagen encantadora. Apenas que sintió la vista de Lucía, la miró, frunció las cejas.—¡Ven aquí! Habló el hombre en un tono indiferente. Ella obedeció y caminó hacia él. Este le tiró la toalla que tenía en la mano y ordenó.—Sécame el pelo.Él siempre fue así, y ella ya estaba acostumbrada.
Lucía tenía claro en mente que era imposible detenerlo. Sin embargo, quería intentarlo al menos por una sola vez. Miró hacia el hombre y dijo. —No tengo problemas en divorciarme, pero hoy te tienes que quedar sí o sí. Una vez que mañana termine el funeral, de inmediato firmo el contrato. —Cristian entrecerró los ojos, con una sonrisa irónica comentó.—Intenta complacerme. — Se acercó hacia su oído. —Lucía, tienes que ganártelo y no solo con decir dos palabras. El hombre seducía en un tono helado. Ella entendió lo que quería, entonces lo abrazó de la cintura, levantó la cabeza, e hizo lo posible para acercarse. Sus estaturas eran muy diferentes, por lo que esa posición la hacía verse ridícula. No sabía cómo describir lo que sentía en el fondo del corazón. Era realmente triste que tuviera que detener a su esposo de esa manera. Lucía deslizó su mano, cuando de repente el hombre la agarró fuertemente. La chica levanto la vista y se encontró con la mirada oscura del hombre.—¡Ya basta