Marcos le sirvió un vaso de agua y con frialdad e indiferencia comentó. —Directora Torres, espere un momento. El presidente tardará aproximadamente media hora. —Lucía tomó el vaso de agua, ignorando su expresión habló. —Marcos, ¿el presidente está bebiendo mucho en estos días?Ayer, Julieta le había dicho que él iba muy seguido al bar a beber. Por eso quería saber la razón de por qué se emborrachaba. Al escuchar la pregunta, Marcos se quedó atónito, hizo una pausa. —¡Probablemente el presidente está de mal humor!—¿Por qué? «El asunto del bebé no debería afectarlo tanto, seguro era por tema de Lorena.» Al verla que estaba mirándolo con curiosidad, Marcos tosió y dijo. —¡Yo tampoco sé mucho!Lucía se quedó sin palabras. «¡Maldita sea!» Luego de esperar por mucho tiempo se quedó dormida. Al escuchar que ellos estaban saliendo, se obligó a sí misma para sentarse bien. Las tres personas la miraron. Iván levantó ligeramente sus hermosas cejas y frunció sus delgados labios. Miró
—¿Es esta tu solución?Cristian habló repentinamente, su voz era fría e indiferente. Su mirada la hacía temer.—¡Sí!Lucía asintió. Ella ya tenía planeado dimitir el trabajo y así tener la razón de irse de CABA. El hombre alto estaba frente a ella, y se echó a reír de manera burlona. Se acercó con frialdad.—Abortaste al bebé, firmaste el acuerdo de divorcio y ahora quieres renunciar al trabajo. Lucía, ¿qué estás planeando?Las manos de ella sudaban por los nervios. Estaban demasiado cerca, por instinto dio un paso hacia atrás. De repente, fue abrazada por la cintura y la miró penetrantemente.—¿A dónde te quieres ir después de dejar CABA?—¡No me voy a ir! —Ella lo negó con rapidez y dijo. —¿No era que siempre quisiste divorciarte? Ahora que lo firmé, tú y Lorena por fin pueden estar juntos. ¿Qué hay de malo? ¿No son eso tus deseos?—¡Está bien! —Sonrió cada vez más frío, y la agarraba con aún con más fuerza.—Lucía, sabes claramente que odio que los otros tomen decisiones
Plazo de embarazo: seis semanas.Al recibir el informe de la ecografía, Lucía Torres se quedó petrificada. «¿Era posible que con solo una vez me quede embarazada? ¿Y ahora que voy a hacer? Si le cuento a Cristian, ¿anulará el divorcio? No, al revés, pensará que soy tan inútil que hasta puedo usar a mi hijo para amenazarlo.» Se calmó, y se guardó la angustia. Puso el informe dentro del bolso y salió del hospital. Fuera, desde la ventana media abierta de un Maybach negro, se veía un hermoso hombre sentado en el asiento del conductor. El deslumbrante coche con el hombre guapo atrajo la vista de mucha gente. Cristian Castillo es lindo y rico. Lucía ya se había acostumbrado de esta situación. Ignorando las miradas se subió al auto. El hombre que estaba descansando sintió el movimiento y frunció levemente las cejas. Con los ojos cerrados preguntó en tono frío.—¿Ya arreglaste todo?—¡Sí! —Asintió, le dio el contrato firmado con el hospital y agregó. —¡El Sr. Ramos te manda saludos!En
No llegó a pensar demasiado cuando se abrió la puerta de la habitación. Cristian estaba empapado, ni le dio una vista a Lucía y se metió de inmediato al baño. Luego se escuchó el agua correr. La llegada del hombre la despertó. Se levantó, se puso la ropa, sacó el pijama del hombre del armario y lo colgó en la puerta del baño. Al terminar esto, se fue al balcón. Era época de lluvias y estaba lloviendo ligeramente. El cielo se encontraba oscuro y se oía la lluvia golpeando los tejos.Al notar el movimiento en la recámara, se dio media vuelta y vio a Cristian envuelto con una toalla en la parte inferior de su cuerpo. Tenía el cabello todo mojado, gotas de agua caía en su perfecto cuerpo. Era una imagen encantadora. Apenas que sintió la vista de Lucía, la miró, frunció las cejas.—¡Ven aquí! Habló el hombre en un tono indiferente. Ella obedeció y caminó hacia él. Este le tiró la toalla que tenía en la mano y ordenó.—Sécame el pelo.Él siempre fue así, y ella ya estaba acostumbrada.
Lucía tenía claro en mente que era imposible detenerlo. Sin embargo, quería intentarlo al menos por una sola vez. Miró hacia el hombre y dijo. —No tengo problemas en divorciarme, pero hoy te tienes que quedar sí o sí. Una vez que mañana termine el funeral, de inmediato firmo el contrato. —Cristian entrecerró los ojos, con una sonrisa irónica comentó.—Intenta complacerme. — Se acercó hacia su oído. —Lucía, tienes que ganártelo y no solo con decir dos palabras. El hombre seducía en un tono helado. Ella entendió lo que quería, entonces lo abrazó de la cintura, levantó la cabeza, e hizo lo posible para acercarse. Sus estaturas eran muy diferentes, por lo que esa posición la hacía verse ridícula. No sabía cómo describir lo que sentía en el fondo del corazón. Era realmente triste que tuviera que detener a su esposo de esa manera. Lucía deslizó su mano, cuando de repente el hombre la agarró fuertemente. La chica levanto la vista y se encontró con la mirada oscura del hombre.—¡Ya basta
El pasillo era angosto, Iván estaba asombrado al encontrarse con Lucía. Se acomodó la ropa y dijo. —Señorita Torres, vine a ver a Lore. Iván era uno de los mejores amigos de Cristian. Había un dicho que decía si quieres saber si el hombre te ama o no, solo tienes que ver la actitud de sus amigos. Ni hacía falta ver la actitud, con solo escuchar cómo la nombraba ya era evidente. Al parecer, ella solo tenía un título: Señorita Torres.¡Un título bien respetuoso y distante! No deberíamos prestar demasiada atención en detalles, si no sentiríamos mucha amargura. Lucía sonrió y se apartó del camino. —¡Están en la habitación!Hay veces que en serio envidiaba a Lorena. Con solo unas gotas de lágrimas podía tener el cariño que ella no podría tener ni gastando media vida. Una vez que volvió al dormitorio, sacó del armario un conjunto de ropa que Cristian nunca había usado. Salió de la habitación y se fue a la sala del primer piso. Iván revisó a Lorena con rapidez. Le tomó la temperatur
Al escuchar las palabras de Lucía, la expresión de Lorena estaba llena de asombro, su mirada se oscureció, miró hacia Cristian y tirando levemente de su ropa, le susurró. —Cris, anoche fui demasiado caprichosa y les causé demasiada molestia. ¿Puedes hacer que Luci se quede a desayunar con nosotros? Es para disculparme de mi hecho, ¿vale?Lucía… Evidentemente, hay personas que ni siquiera necesitan trabajar mucho, con solo coqueterías ya pueden obtener lo que los otros nunca podrán tener. Al principio, Cristian ni siquiera le dio importancia a la presencia de Lucía. Sin embargo, cuando Lorena habló, él miró hacia ella y ordenó. —¡Ven a comer juntos!Era un tono indiferente y autoritario. ¿Duele? Ya estaba acostumbrada. Lucía sonrió y asintió sin importar lo que sentía, con el paso de los meses, había aprendido a construir una coraza. —¡Gracias!Nunca pudo refutarle al hombre, era imposible soltar a alguien que lo amas a primera vista. Era la primera vez que comía algo hecho por
—Nunca supe que el cambio de expresión de la señorita Peralta fuera tan rápida. Lucía la miró levemente, agarró su bolso y estaba preparándose para ir a la mansión de la familia Castillo. Aunque Cristian no iba, ella debía ir de todas maneras. Justo al llegar a la puerta, Lorena la detuvo. Cristian ya no estaba y no tenía por qué de seguir fingiendo ser inocente. —¿Cuándo vas a divorciarte? —Lucía se veía sorprendida, sonrió antes de hablar. —¿Señorita Peralta me está obligando a divorciarme siendo una colada? —¡Tú eres la colada! —Se notaba que no le gustaba que la llamaran colada, por lo que su expresión se oscureció—. Lucía, si no fuera por tu culpa, yo debería ser la dueña de esta villa, no tú. Ahora Don Castillo ya falleció, nadie podrá protegerte. Si yo fuera tú, me divorciaría y me iría lejos con el dinero que me daría Cris. —¡Señorita Peralta, que lástima que usted no sea la señora de esta villa!Dijo indiferentemente ignorando su expresión. La esquivó y se dirigió a