Capítulo 3.

Semanas después.

Elisa se encuentra mirando por la ventana ya que esta por oscurecer,  al encontrarse con ese fondo del bosque absorbiendo de manera innegable el tono cobrizo del cielo, convirtiéndolo en uno oscuro no puede evitar pensar  en los ojos tan similares y fríos del  atractivo pero misterioso hombre se había infiltrado en sus sueños de manera repentina.

 “¿Quién era él? ¿Por qué aparece ahí en medio de la noche?” Elisa sonríe, porque en ocasiones hasta sentía que lo tenía presente en su pequeña habitación o que la observaba a la distancia.

Él también podría hacerle esas mismas preguntas sobre ella pero…

“¿Quién era ella? ¿Qué hacía ahí? Y ¿Cuál era su destino?” pensó, la sonrisa se esfumó de sus labios, ni ella misma lo sabía cómo para responderlo a alguien más.

Al momento de abrir la puerta de su pequeño hogar ella se encuentra con el hombre que menos hubiera imaginado… Alex.

— Finalmente… te… veo. — Le dice Alex con la vista borrosa por el alcohol además de tener la cara roja por lo intoxicado que estaba.

— ¿Qué haces aquí?— Elisa se había mantenido alejada de él desde ese horrible momento en que intentó abusar de ella, asegurándose de tomar rutas alternativas a su casa, aunque fuera más largo el trayecto. — Es más, solo vete no quiero volver a verte nunca. — No lo dejó hablar y comenzó a empujarlo fuera del pequeño escalón que tenía la puerta principal.

Pero el peso de él era mayor y no pudo moverlo demasiado.

— Jaja — La risa burlona de Alex la molestó aunque no tanto como el fétido olor de su aliento, el cual indicaba que tenía mucho tiempo, sino días tomando, eso no presagiaba nada bueno, poniéndola nerviosa. — Siempre tan orgullosa.

En ese momento el hombre toma a Elisa por los hombros  y la empuja dentro de la casa, lo hace con tanta fuerza que ella no puede evitar tropezar con una pequeña mesa de centro y caer al piso, golpeándose la cadera.

— ¡VETE DE AQUÍ! — Gritó de manera altiva mirándolo con rabia, Elisa no quería tenerlo cerca, pero tampoco le iba a dejar saber lo insegura que se sentía.

— No me vas a decir que hacer pequeña mugrosa. — Alex se abalanzó sobre ella dejándola inmovilizada con sus piernas.

Elisa comenzó a moverse de manera exhaustiva en un intento por conseguir liberarse de la presión que él ejercía sobre ella, pero al haber tanta diferencia de tamaño no lograba conseguir demasiado.

Mientras tanto Alex estaba disfrutando de  la sensación de sentirse poderoso, se estaba quitando la camisa aunque la torpeza de sus dedos provocaba que se tardara un poco más de lo habitual.

— Elisa… Elisa— decía el — Debes considerarte afortunada…— El tono de su voz era pastoso y poco comprensible—que este dios del sexo se haya rebajado a venir a ti en busca de placer.

Elisa no dejaba de gritar, lo que provocaba que respirar aceleradamente.

— ¡MALDITO DEJAME TRANQUILA! ¡LLAMARE A LA POLICIA! 

Pero él sonrió complacido con los gritos que tenía la pequeña mujer que estaba debajo de él.

— Eres tan estúpida que no entiendo cómo sigues viva, recuerda mujer… mi padre es el alguacil de este pueblo…

Elisa sintió como si un balde de agua helada la bañara al comprender que era verdad, si no se defendía ella misma no tendría a nadie quien lo hiciera por ella. 

El tipo sobre ella comenzó a forcejear hasta que consiguió tomar la playera que vestía y desgarrarla por la mitad desde el cuello hasta abajo.— Así me gusta— Dice de manera lasciva, relamiéndose los labios al concentrar su vista en el movimiento de los pechos de Elisa que subían y bajaban por su agitada respiración.

— Maldito asqueroso. — Aunque ella trataba de verse fuerte y segura, por dentro estaba temblando ante lo que se avecinaba, ya que se encontraba indefensa ante él.

— Deberías sentirte afortunada— Dice el con tono firme — no eres más que una basura en la sociedad, nadie voltearía a verte jamás, a nadie le ha importado lo que te suceda nunca y hoy no será diferente… De no ser por una apuesta que no estoy dispuesto a perder, no estaría aquí.

Ella sintió como si le hubieran quitado de tajo la venda de los ojos y pudiera ver con mayor claridad el tipo tan horrible que era él, si eso era posible.

En su mundo estarla sobajando de esta manera era solo un medio para poder conseguir lo que él deseaba.

En ese instante ella no pudo ver de manera clara lo que estaba sucediendo, pero una sombra oscura cubrió la luz de sus ojos para después eliminar el peso que estaba sobre su cuerpo.

De manera instintiva cerro los ojos como precaución, pero  los gritos desgarradores de parte de su atacante la hicieron que los abriera de nuevo. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué gritaba tan horrible si ella era la victima?

La imagen con la que se encontró era cautivadora pero aterrorizante al mismo tiempo, para ella en particular.

Una especie de poesía con sus dos grandes miedos enfrentándose entre sí.

Un lobo enorme, de pelaje absolutamente negro con un brillo azulado  al tener luz directa aunque resaltaba el lunar en el cuello con forma de luna en tono plateado, se encontraba sobre Alex, quien de manera desesperada intentaba protegerse con sus brazos de los ataques del lobo, de manera inútil. Las mordidas eran dirigidas hacia su rostro, como si quisiera devorarlo de un solo mordisco.

Pero en ese momento por increíble que pareciera, ella no podía moverse, estaba totalmente en shock, el terror al ver esa escena la petrificaba, no era posible que moviera cualquiera de sus músculos.

El lobo de sus pesadillas, el que tantas veces la había perseguido y atacado se encontraba ahora en su hogar, presente y real.

Su cuerpo había comenzado a temblar, en un intento por hacer que se moviera pero su terror era más grande que su sentido de sobrevivencia.

Para terminar con el detalle más importante, ¿Qué hacía ahí? Y ¿La estaba defendiendo o solo sería la siguiente en su ataque? ¿Podría ella defenderse si Alex estaba siendo despedazado en vida por el lobo?

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