Amor prohibido con el hermano de mi ex
Amor prohibido con el hermano de mi ex
Por: J. I. López
Capítulo 1: Humillación.

— Levántate, y vete quiero que te largues de mi casa tan pronto como te levantes…no eres más que una asquerosa traidora que me ha engañado, y el bebé que esperas, de ninguna manera puede ser mío —

Bernadette se tocó la mejilla mallugada por aquella bofetada que recibió de su esposo, luego de ser cruelmente acusada de una infidelidad que jamás cometió. Alzando su vista hacia el, notó con pesar aquella cruel mirada en Kendrick Godric, el hombre que prometió amarla y protegerla frente al altar y sus padres, para toda la vida. El, había preferido creer en las palabras de otra. Había preferido creerle a su amante.

— Eres tan blando, cariño, pero, ese vestido es demasiado costoso, mucho más de lo que merece una sucia infiel como ella. Al final, demostró ser la escoria que creías que era desde el principio, es una pena que tus padres la eligieran para ser tu esposa solo por su decadente apellido — dijo Chiara Cervantes, acercándose a Kendrick. — ¿No crees que ese vestido se verá mejor en mi? Ahora que seré tu esposa, y que sabes que yo jamás te traicionaría, debo de verme exactamente a tu altura mi amor…y sería un completo desperdicio que ella se llevase ese vestido… —

Kendrick miró con desprecio a aquella sucia mujer. Había sido un completo estúpido por haberla amado a pesar de todo. Bernadette Baskerville había demostrado ser exactamente el tipo de mujer que temía desde el principio…una marginal traidora que solo tenía un buen apellido. Acercándose a ella, la forzó a ponerse de pie y la miró directamente a sus ojos violeta que una vez había adorado. Luego, se alejó.

— Eres tan ruin que me acusas a mi de tener un amante cuando eres tú quien ha metido a esa mujer en nuestra cama. ¿Cómo te atreves? — cuestionó indignada.

Kendrick se río al mismo tiempo que Chiara.

— Oh no querida, yo no soy la amante de Kendrick, soy su mujer, su verdadera mujer, y así debió de haber sido siempre, firma esos papeles y libera a mi hombre del lastre que eres, un apellido prominente pero en la ruina, no es digno para un heredero de los Godric, si no lo haces, Kendrick hará que las empresas de tu padre dejen de recibir el apoyo de la reina, y no creo que quieras que tu familia pierda mas de lo que ya ha perdido… ¿O si Bernadette? —

Mirando a Kendrick, supo que el estaba dispuesto a arruinar aún más a su familia. Tomando aquellos papeles de las manos de Chiara, Bernadette puso su firma en ellos. Desde ese momento y para siempre, ella y Kendrick eran libres del otro.

— Te vas a arrepentir de esto… — musitó.

Acercándose nuevamente a Bernadette, Kendrick la tomó por la barbilla para contemplar su rostro. Aquella mirada no derramaba lágrimas, y el, lo odió.

— Chiara tiene razón, no mereces nada más de mi que no sea mi desprecio —

Y haciendo uso de su fuerza, Kendrick rápidamente comenzó a arrancar bruscamente aquel vestido del cuerpo de su ahora ex esposa, hasta dejarla en ropa interior. Bernadette, apretando sus puños ante aquella cruel hazaña, se mordió el labio inferior negándose a derramar una sola de sus lágrimas, pues no iba a darles el gusto a esos dos miserables de verla rota y herida.

— Que patética eres, Bernadette, pero eso te pasa por creer que alguien como tu, de tu…calaña, podría ser la digna esposa de Kendrick Godric, el próximo Duque de Devonshire —

La risa burlona de aquella mujer que tan solo se había dedicado a instigar y crear falsos rumores contra ella desde el primer instante en que puso un pie en el castillo Devonshire, resonó en aquella habitación. Los sirvientes habían volteado la mirada para no verla casi desnuda, maltratada y humillada; sus damas, sollozando casi en silencio, prefirieron salir corriendo de allí.

— Ven aquí m*****a traidora, ahora verás porque no debiste traicionarme jamás —

Y tomándola del brazo, Kendrick comenzó a empujarla en dirección a la enorme y vieja puerta que una vez la vio entrar como la esposa de aquel hombre al que ella amó desde que era una niña, y ahora, la veía salir sumergida en la humillación.

— Yo no te traicionaría jamás, Kendrick, pero si has decidido creer a esa mujer antes que a mí, entonces, que así sea. Algún día, volveremos a vernos las caras y te lo juro, haré que te arrodilles frente a mi. — dijo con voz firme la hermosa mujer de cabellos rubios y piel tan blanca como la nieve que caía fuera del castillo.

Mirándola con odio y sin ningún tipo de miramiento, Kendrick Godric arrojó con crueldad a Bernadette Baskerville casi desnuda hacia afuera, haciendo que está rodará las escaleras hacia abajo haciéndose daño.

— Escúchame bien, Bernadette, tu nunca has sido nada sin mi y jamás serás nada si no estoy a tu lado, el día que vuelva a verte y si tienes más poder que yo, entonces, me arrodillaré ante ti, mientras tanto, intenta sobrevivir a la nevada, porque nadie aquí, va a ayudarte. —

Bernadette pudo ver aquella sonrisa triunfal y burlona en Chiara Cervantes, y un profundo desprecio y rencor en Kendrick Godric. Levantándose a duras penas, y tocándose el vientre temiendo por la vida de su hijo o hija, la mujer les dio la espalda a ambos y caminó por el viejo sendero empedrado que una vez la recibió con regocijo. Ella volvería a ese lugar, y haría que esos dos miserables pagarán por lo que le habían hecho.

Chiara Cervantes se abrazó de Kendrick Godric mientras miraba a Bernadette marchando casi desnuda entre la nieve. Todas aquellas mentiras que le había dicho al hombre que deseo para ella siempre, finalmente dieron resultado después de todo un año, y ahora ella, y nadie más que ella, sería la esposa de Kendrick Godric, la única mujer que calentaría su cama.

El corazón de Bernadette se había roto en pedazos. Había sido la prometida de Kendrick desde que tenía memoria, y aún cuando su matrimonio fue un arreglo entre sus familias, siempre lo vio como aquel príncipe que la amaría a pesar de que su familia había perdido sus títulos décadas antes, pero, no había sido así, y esa imagen en su mente, se había desvanecido por completo.

Los pies le dolían, la helada nieve los estaban quemando, pero, aún así, no se detendría. Aquel sufrimiento, aquella humillación, le sería recompensada un día. De a poco, su piel amoratada se iba enfriando más y más ante aquella tormenta que sin piedad asolaba aquella región. Pronto, se quedaría sin fuerzas. No sabía por cuánto tiempo había estado caminando.

Aquel recorrido por la carretera azotada por la tormenta, era brutal. El hielo se le clavaba en la piel como pequeñas agujas que le hacían daño. Iba a morir pronto de no encontrar un refugio, y pocos autos pasaban por aquel lugar que estaba prohibido para las personas comunes. Kendrick y Chiara la querían muerta, pero ella no podía simplemente rendirse. Tomando todas las fuerzas de su ser siguió caminando, notando aquellas luces de un auto que parecía aproximarse y luego detenerse. Dando un paso en falso, y para aumentar aún más su sufrimiento y miseria, Bernadette tropezó, sin embargo, no fue recibida por la fría nieve.

— ¿Qué haces aquí? —

Aquella voz ronca y conocida la hizo mirar aquellos ojos azules como el cielo que tenía años sin ver. Los brazos fuertes y cálidos, la levantaron del suelo.

— ¿Q-Quien eres? — y musitando apenas sin voz aquella pregunta mirando al borroso rostro del desconocido, Bernadette, se desmayó.

Aquel hombre de cabellos oscuros como la noche y ojos azules como el cielo matutino después de una noche de lluvia, acarició el hermoso rostro de la mujer en sus brazos. Aquello que le habían hecho era imperdonable. Caminando con ella hacia su lujoso auto clásico, esa noche arrojó improperios y desprecios hacia quienes habían hecho aquello con aquella pobre mujer que parecía muerta, y cuyo sufrimiento se notaba en su hermoso rostro.

— Vamos al hospital — ordenó a su chófer con aquella frágil y temblorosa rubia en sus brazos.

El castillo de Devonshire, pronto, quedó atrás.

Horas después, en el hospital, Bernadette lloraba amargamente.

— Lo sentimos, señora Baskerville, pero no pudimos hacer nada para salvar la vida de su hijo —

Derramando lágrimas por la vida perdida debido a la crueldad de la mentira y desconfianza, Bernadette Baskerville juró vengarse de todos aquellos que habían causado su desgracia, y sin recordar el rostro de aquel extraño que la salvó en la carretera, le agradeció por ayudarla a sobrevivir. Tocando su vientre vacío, la mujer de ojos violeta derramó las últimas lágrimas que se permitirá derramar desde ese momento. Pues había nacido, su venganza.

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