— ¡Que alguien llame al médico! — gritó Henrick aterrorizado.Bernadette, apenas y si estaba respirando.Rápido, la tomó entre sus brazos para llevarla a la cama. Estaba pálida, y tenía la piel ligeramente fría. Tomando una de sus manos con extrema delicadeza, Henrick logró apreciar mejor lo amarillento en las puntas de sus dedos, y rápidamente vino a él el recuerdo de hacía dos noches, cuando ambos sacaron la tierra envenenada de los rosales para intentar salvarlos. La furia, se apoderó de él durante un segundo, y mirando con severidad a una de las sirvientas que ayudaban a acomodar la cama de la hermosa rubia, habló.—Esa noche, ¿Quién estuvo en los jardines de mi madre? — cuestionó aunque ya sabía demasiado bien quienes eran los culpables, pero necesitaba pruebas.La joven mujer, sabía qué hacía dos tardes la señora Chiara había ordenado envenenar los rosales blancos que cuidaba la señora Bernadette, pero sabiendo bien lo que había pasado con el sirviente del evento de las serpient
—Y se lo agradezco, su alteza. — —Y-Yo… —Henrick, en ese momento, por primera vez en toda su vida, se sintió vulnerable, y expuesto. Un sonrojo pronunciado se dibujó en su rostro, y rápidamente se levantó para caminar hacia la ventana. Bernadette miró su entorno. La enorme habitación de altos techos y tapiz rosado, parecía demasiado silenciosa. Sintiendo un pinchazo en el dorso de su mano, notó la intravenosa y posteriormente el suero que estaba conectado. No recordaba nada de lo ocurrido, salvó haberse sentido demasiado mareada antes de perder el conocimiento. —¿Qué fue lo que me ocurrió? — cuestionó más para si misma que para el futuro Duque de Devonshire. Henrick miró en dirección hacía los jardines de rosas blancas, y forzando sus nervios a recuperar el control, carraspeó para aclarar su garganta.—Te desmayaste, el médico dijo que habías sufrido un envenenamiento a causa de ese liquido que vertieron sobre los rosales. Si te sentías mal, debiste decirme. — reprochó. Berna
—¿A dónde crees que vas? — cuestionó Chiara esforzándose por no sonreír de satisfacción. —Te doy la razón, cariño, creo que debo personalmente dar aviso a mi padre de esta situación extraordinaria. — respondió. Viéndolo salir, Chiara se acomodó plácidamente en el enorme sofá de terciopelo. Bernadette Baskerville, de alguna manera había logrado quedarse hasta ese momento, pero solo era cuestión de tiempo para lograr sacarla una vez más de allí. Mirando los enormes espacios completamente llenos de lujo del hermoso castillo de Devonshire, sonrió al imaginarse siendo la única gran señora de esas vastas tierras. Había sacrificado demasiado para lograr estar en dónde estaba. Aún así, la relación cada vez más cercana entre Henrick Godric y esa zorra, la tenía preocupada. Agitando la campana, rápidamente una sirvienta apareció. —Que preparen mi coche y se aliste mi chófer, iré a la villa de mis suegros. — ordenó la castaña. Sabía que Kendrick calentaría la cabeza del Duque, pero ella,
— A pan y vino, sé mantiene feliz a la gente…y a los enemigos…— Observando el viejo camino, pronto la verja de hierro reforzado le daba a la reina la bienvenida al castillo de Devonshire. Sabía que no sería sencillo, que los Cervantes no darían un paso atrás como no lo habían dado nunca, pero, está vez, confiaba en que la vieja historia de siempre tuviese un final distinto. — Hemos llegado, su alteza real. — Pronto, Andrew anunció la llegada de la reina, y la verja se abrió para darle la bienvenida. Dentro del castillo, siendo las dos y cuarenta y cinco de la madrugada, la servidumbre entera se había puesto de pie y corría por todas partes para darle una bienvenida decente a su alteza real, que sin precio aviso los visitaba. Henrick, creía saber los motivos que traían a la reina arribando a tales horas, y estaba preparado. Mirando a Kendrick mostrando una sonrisa triunfante, confirmaba sus sospechas, pero manteniendo su postura y semblante completamente estoico y sin mostrar s
—Solo quería disculparme, te prometo, que a partir de mañana me ocuparé de ti, tal y como debí de hacerlo desde el momento en que llegaste. — dijo Chiara con una doble intención en sus palabras. —Por supuesto, estoy preparada para tus atenciones, y te agradezco por mostrarme tu gentileza, lo estaré esperando ansiosa. — respondió Bernadette en completa calma. Ambas mujeres sostuvieron la mirada de la otra. Aquella guerra silenciosa que se había declarado hacia ya un año atrás, aún no había terminado. —Dime, Bernadette, ¿Cuál es tu té favorito? Me asegúrate de que lo sirvan en el desayuno. — dijo Chiara sonriendo.—Me gusta el té de lavanda endulzado con miel. Te lo agradezco. — respondió.—Bien, entonces veré qué se sirva, que pases buenas noches. — Y caminando a sus aposentos, Chiara sonreía. Bernadette entró en su habitación. Aquello no iba a resultar sencillo, pero se daba una idea de que era lo que su tía estaba tramando. Recostándose en la cama, se sintió sola al no ver
—¿Pero que es lo que haces? — cuestionó Kendrick sorprendiendo a su esposa. Chiara se apresuró a esconder los medicamentos, y solo se quedó con uno de ellos en las manos. —Solo estaba revisando la etiqueta de este medicamento. Bernadette me dijo que no era lo que el doctor López le había recetado, pero mi médico me dijo que esto estaba bien. Ella parecía realmente molesta, yo solo intentaba ayudar. — dijo la falsa mujer con un deje de falsa mortificación en su voz. Kendrick se acercó a abrazar a su esposa por la espalda.—Eres un ángel mi amor, no tenías que ofrecerte a cuidar de esa perra malagradecida, y no tienes que hacerlo si no quieres, después de todo, el castillo esta lleno de sirvientes, o el propio Doctor López puede hacerse cargo de ella, lo puedo llamar una vez que amanezca si así lo deseas. — Chiara frunció el entrecejo. No podía dejar que ese doctor se interpusiera. —No cariño, estaré bien, después de todo, yo me comporte mal con ella, y no me molesta cuidar a l
—Ella ha comenzado a moverse, así que, debemos preparar todo para la tormenta. La princesa, corre peligro. — —Entonces, debes mantener un perfil bajo, nosotros, el pueblo, también tenemos voz en esta historia, así que debes protegerla. — Terminando aquella llamada, Andrew Lewis, colgó. En su habitación, Chiara escuchaba atenta a su sirvienta. —Estoy segura, señora, creo que ví como esa mujer escupía el medicamento. — —Bien, puedes retirarte. — ordenó la castaña.Apretando los dientes, Chiara se sintió frustrada. Bernadette Baskerville estaba dándole más molestias de las que quería soportar. Tenía que pensar en algo, y rápido. Saliendo de su habitación, la cruel mujer observó a Andrew Lewis salir con algo en sus manos. Aquello, sin duda alguna era aquel ángel que ella le había dado como burla a la rubia. Siguiéndolo en silencio, vio como el mayordomo le ordenaba algo a uno de los sirvientes que viajaría a Londres a petición de Henrick. Acercándose a la valija de aquel sirvien
— ¡Cállate maldita! ¡Intentaste matar a mi esposa! —Las miradas juiciosas de todos los que se hallaban presentes, se posaban sobre Bernadette mientras era agredida por un furioso Kendrick. Nadie, parecía tener la intención de defenderla. Chiara, fingiendo un desmayo, sonreía para sus adentros; de una u otra manera iba a deshacerse de esa mujer, y notando como nadie movía un solo dedo para ayudarla, supo que había logrado ganar la lealtad de la servidumbre. Con el pueblo a su favor, ella seria la ganadora de ese juego de tronos.—¡Basta no puedo permitir esto! — Andrew intentó defender a la hermosa rubia, pero un solo golpe del enfurecido Godric, lo había mandado lejos.Bernadette, intentando detener a ese hombre, se incorporó y lo abofeteo logrando que Kendrick, durante un momento, detuviera su agresión contra ella.—Ya te lo he dicho, yo no hice nada malo. — dijo la hermosa rubia intentando mantener la compostura lo mejor que podía.Su rostro estaba mallugado por el golpe, y su labi