— A pan y vino, sé mantiene feliz a la gente…y a los enemigos…— Observando el viejo camino, pronto la verja de hierro reforzado le daba a la reina la bienvenida al castillo de Devonshire. Sabía que no sería sencillo, que los Cervantes no darían un paso atrás como no lo habían dado nunca, pero, está vez, confiaba en que la vieja historia de siempre tuviese un final distinto. — Hemos llegado, su alteza real. — Pronto, Andrew anunció la llegada de la reina, y la verja se abrió para darle la bienvenida. Dentro del castillo, siendo las dos y cuarenta y cinco de la madrugada, la servidumbre entera se había puesto de pie y corría por todas partes para darle una bienvenida decente a su alteza real, que sin precio aviso los visitaba. Henrick, creía saber los motivos que traían a la reina arribando a tales horas, y estaba preparado. Mirando a Kendrick mostrando una sonrisa triunfante, confirmaba sus sospechas, pero manteniendo su postura y semblante completamente estoico y sin mostrar s
—Solo quería disculparme, te prometo, que a partir de mañana me ocuparé de ti, tal y como debí de hacerlo desde el momento en que llegaste. — dijo Chiara con una doble intención en sus palabras. —Por supuesto, estoy preparada para tus atenciones, y te agradezco por mostrarme tu gentileza, lo estaré esperando ansiosa. — respondió Bernadette en completa calma. Ambas mujeres sostuvieron la mirada de la otra. Aquella guerra silenciosa que se había declarado hacia ya un año atrás, aún no había terminado. —Dime, Bernadette, ¿Cuál es tu té favorito? Me asegúrate de que lo sirvan en el desayuno. — dijo Chiara sonriendo.—Me gusta el té de lavanda endulzado con miel. Te lo agradezco. — respondió.—Bien, entonces veré qué se sirva, que pases buenas noches. — Y caminando a sus aposentos, Chiara sonreía. Bernadette entró en su habitación. Aquello no iba a resultar sencillo, pero se daba una idea de que era lo que su tía estaba tramando. Recostándose en la cama, se sintió sola al no ver
—¿Pero que es lo que haces? — cuestionó Kendrick sorprendiendo a su esposa. Chiara se apresuró a esconder los medicamentos, y solo se quedó con uno de ellos en las manos. —Solo estaba revisando la etiqueta de este medicamento. Bernadette me dijo que no era lo que el doctor López le había recetado, pero mi médico me dijo que esto estaba bien. Ella parecía realmente molesta, yo solo intentaba ayudar. — dijo la falsa mujer con un deje de falsa mortificación en su voz. Kendrick se acercó a abrazar a su esposa por la espalda.—Eres un ángel mi amor, no tenías que ofrecerte a cuidar de esa perra malagradecida, y no tienes que hacerlo si no quieres, después de todo, el castillo esta lleno de sirvientes, o el propio Doctor López puede hacerse cargo de ella, lo puedo llamar una vez que amanezca si así lo deseas. — Chiara frunció el entrecejo. No podía dejar que ese doctor se interpusiera. —No cariño, estaré bien, después de todo, yo me comporte mal con ella, y no me molesta cuidar a l
—Ella ha comenzado a moverse, así que, debemos preparar todo para la tormenta. La princesa, corre peligro. — —Entonces, debes mantener un perfil bajo, nosotros, el pueblo, también tenemos voz en esta historia, así que debes protegerla. — Terminando aquella llamada, Andrew Lewis, colgó. En su habitación, Chiara escuchaba atenta a su sirvienta. —Estoy segura, señora, creo que ví como esa mujer escupía el medicamento. — —Bien, puedes retirarte. — ordenó la castaña.Apretando los dientes, Chiara se sintió frustrada. Bernadette Baskerville estaba dándole más molestias de las que quería soportar. Tenía que pensar en algo, y rápido. Saliendo de su habitación, la cruel mujer observó a Andrew Lewis salir con algo en sus manos. Aquello, sin duda alguna era aquel ángel que ella le había dado como burla a la rubia. Siguiéndolo en silencio, vio como el mayordomo le ordenaba algo a uno de los sirvientes que viajaría a Londres a petición de Henrick. Acercándose a la valija de aquel sirvien
— ¡Cállate maldita! ¡Intentaste matar a mi esposa! —Las miradas juiciosas de todos los que se hallaban presentes, se posaban sobre Bernadette mientras era agredida por un furioso Kendrick. Nadie, parecía tener la intención de defenderla. Chiara, fingiendo un desmayo, sonreía para sus adentros; de una u otra manera iba a deshacerse de esa mujer, y notando como nadie movía un solo dedo para ayudarla, supo que había logrado ganar la lealtad de la servidumbre. Con el pueblo a su favor, ella seria la ganadora de ese juego de tronos.—¡Basta no puedo permitir esto! — Andrew intentó defender a la hermosa rubia, pero un solo golpe del enfurecido Godric, lo había mandado lejos.Bernadette, intentando detener a ese hombre, se incorporó y lo abofeteo logrando que Kendrick, durante un momento, detuviera su agresión contra ella.—Ya te lo he dicho, yo no hice nada malo. — dijo la hermosa rubia intentando mantener la compostura lo mejor que podía.Su rostro estaba mallugado por el golpe, y su labi
—No. — dijo Bernadette separándose de ese beso. Henrick, retrocedió. — Esto no es correcto. La reina decidió que debo ser su esposa, su alteza, pero esto es solo un acuerdo entre mi familia y ustedes, yo no decidí serlo. No puedo solo aceptar ser la esposa del hermano menor de mi ex esposo, Kendrick también me trató bien al comienzo, y luego, arruinó mi vida. No seré engañada de nuevo. — Y apresurando sus pasos, Bernadette caminó hacia su habitación. Henrick no respondió nada. Por supuesto, el no esperaba que Bernadette simplemente se enamorara de el, había pasado por mucho. Sacando un cigarrillo, lo encendió para luego mirar a la luna mientras se preguntaba, ¿Que podría hacer para lograr que Bernadette Baskerville confiara en el? Sintiéndose frustrado, arrojó aquel cigarrillo, y se fue hacia su propia habitación. En su habitación, Bernadette se recargó en la pared, deslizándose poco a poco hacia el suelo. Mirando hacia el techo, meditó. Henrick Godric no parecía ser un mal hombre
—Señor Godric, bienvenido, los Condes de Derby lo están esperando. — Kendrick entraba en el castillo de Derby, aquel era mucho mas pequeño que el de Devonshire, pudo notar, pero no lo mencionaría. Necesitaba ganar el apoyo de los Condes para comenzar a hacer su jugada. —Ah, Kendrick Godric, es un placer tenerlo de visita, espero que se encuentre cómodo en mi pequeño hogar, aunque se que nuestro humilde castillo, en nada se compara con el de Devonshire. — dijo un hombre regordete de cara redonda y cejas delgadas. —Gracias por atenderme en medio de sus ocupaciones Conde Derby, se que las cosas han estado agitadas por estas tierras, pero creo que por esa razón, querrá escuchar mi propuesta. — respondió Kendrick.—¿Qué es lo que sabe de estás tierras señor Godric? — cuestionó una hermosa mujer de cabellos castaños, una Cervantes, sin duda alguna. —Se han estado esparciendo rumores de que el Conde Derby ha dejado el luto demasiado pronto, y se ha casado repentinamente con Nancy Ce
—Cuánto tiempo sin vernos, Bernadette, he venido a hablar con ambos sobre un cambio de planes. — Bernadette observó a su madre. —¿Has venido sola? ¿En dónde está mi padre? — cuestionó. Henrick avanzó un par de pasos hacía el frente. —Señora Baskerville, no esperábamos su visita. — dijo en tono descortés, pues no le tenía gran aprecio a la dama. Arqueando una ceja, Casandra Baskerville miró a Henrick Godric. —Eres más apuesto de lo que dicen los rumores, y te encuentro con un gran parecido a tu madre, la inolvidable Abigail. — dijo para luego sentarse en un sofá cercano. — Se que no esperaban mi visita, pero he venido a recoger a mi hija. — dijo sin más la mujer de cabellos rojos. Bernadette se mostró confundida y sorprendida. —¿De que estás hablando? Estoy aquí por órdenes de su majestad — reprochó Bernadette.Henrick frunció el entrecejo. Casandra Baskerville se mantuvo serena. —Se muy bien lo que dijo la reina, pero, siendo realistas mi querida hija, no existe una po