–Muy bien. –El joven Fernández se levanta con rapidez de su silla, para mirar hacia la pared de vidrio, que daba a una hermosa vista a la ciudad. –La señorita Gonzales, le estará dando mi agenda y todo lo que necesito para hoy.
Yo aún seguía sorprendida por el nuevo puesto que tenía, así que solo me le quede viendo como una tonta, mientras pasaba una de mis plumas por mis labios rojos. El joven Fernández al darse cuenta, que no respondía, voltea a verme. Pero cuando lo hace, él se encuentra con mis ojos verdes, que le miran impresionados.
El joven William se da cuenta de mi mirada, la respuesta inmediata de su cuerpo fue tragar saliva, nervioso al mirarme.
–¿Entendió? -Preguntó aclarando la voz.
–Sí, lo lamento. –Le respondí levantándome de mi asiento con rapidez, dándome cuenta que lo había mirado de más. ¡Qué vergüenza!
Al salir de la habitación, no puedo evitar recargarme en la puerta de madera suiza, para recuperar un poco el aliento. Mi corazón estaba latiendo con fuerza, nunca antes había sentido esta sensación de angustia, pero al mismo tiempo de placer. Era como si mi nuevo jefe tuviera algo que los demás hombres, no me provocaban.
No sé si era su aura de autoridad o sus ojos cafés claros, que demostraban un fuego e intensidad, que nunca antes había visto en un hombre, pero había algo en él que realmente me hacía sentir conmocionada.
Pero sabía que tenía que continuar con mi nuevo trabajo, así que acudí a Gaby para que me pudiera dar la agenda del joven Fernández. Ella me dio una agenda que estaba totalmente llena, no había ni siquiera un pequeño espacio para una nueva cita, así que de inmediato me di cuenta que la vida de William Fernández, era tan ajetreada y al mismo tiempo tan distinta a la vida laboral de mis anteriores jefes.
Mi oficina lentamente se empezó a llenar de cajas y cajas, de archivos que quizás el jefe pudiera necesitar, así que me dedique a enterarme un poco más de lo que haríamos hoy. Parecía que hoy tendríamos dos comidas con dos accionistas, que parecían ser franceses por sus apellidos, pero cuando intentaba familiarizarme un poco más con las personas que estaría viendo hoy, me doy cuenta como una joven alta y de cabellera rubia, pasa por el pasillo.
Sabía que ya antes había visto ese cuerpo estilizado y esa silueta tan elegante, así que no tarde en darme cuenta que no era nada más y nada menos, que Alicia Ferguson, una de las accionistas y dueñas de la empresa. Me quede sin aliento al saber que esa mujer, era la chica más casadera de la ciudad.
Mis ojos verdes curiosos no dejan de ver esa hermosa silueta, hasta que desaparece por completo, supuse de inmediato que entro a la habitación del jefe. Así que trate de hacer mi trabajo, sin distraerme tanto con las personas que estaría viendo esos días, pero mi trabajo fue interrumpido, cuando el teléfono empezó a sonar.
–Buen día, habla a la empresa Ferguson, ¿cómo le puedo ayudar? –Dije como un robot, ya que tenía mucho conocimiento al tomar llamadas.
–Buen día, me llamo Marco Petit. –De inmediato pude reconocer su nombre, era el hombre con el que se estaría reuniendo este día el joven Fernández. –Necesito que me comunique con su jefe.
–Sí, espere un momento. –Estaba nerviosa, no quería meter la pata en mi primera llamada.
Intente más de una vez, poder trasferir la llamada al teléfono del jefe, pero por más que lo hiciera, él no respondía. Así que después de intentar más de una vez, me levante de mi asiento, para caminar con rapidez hacia la oficina del jefe. La puerta estaba cerrada y se podía escuchar ruido dentro de esta, de inmediato puse mi oído contra la puerta suiza, para darme cuenta que se estaba teniendo una discusión adentro. Quizás era la famosa Alicia Ferguson, peleando con el jefe, pero ¿por qué estaban discutiendo? Si se suponía que estas dos personas eran como familia.
La intriga me mataba, quería saber el porqué de su discusión, pero también tenía en mente, que uno de los empresarios más grandes de Francia estaba al teléfono, y que tenía que hacerle saber a mi jefe que lo estaba esperando. Así que me atreví a entrar por esa gran puerta imponente, encontrándome con una escena algo extraña.
Alicia estaba llorando mientras mi jefe la miraba con desprecio, no podía creer que estaba interrumpiendo una conversación tan intima. Mis ojos se abrieron de par en par, para empezar a sentir como un balde de agua fría caía por mi cuerpo. Me quede congelada mientras miraba a ese par.
–¡Señorita Guevara! –Dijo mi jefe haciendo a un lado a la joven Ferguson y a sus lágrimas.
–Lamento mucho… –Claramente quería disculparme por el atrevimiento a interrumpir, pero parecía que mi jefe no estaba molesto, incluso parecía aliviado de que lo había hecho.
–No se preocupe, señorita Guevara. –Dijo con tranquilidad. –¿Qué pasa?
–Tengo en la línea a Marco Petit.
–¿Y por qué no me paso la llamada? –Pregunta sorprendido.
–Intente varias veces trasferir su llamada. –Miré su teléfono y vi que tenía uno de los focos prendido, eso significaba que él tenía una llamada desde mi oficina.
El joven hombre de traje negro y corbata del mismo color, solo suspira profundamente para caminar con mucho porte hacia el teléfono, tomándolo en sus manos para contestarle al tal Marco.
–¡Marco Petit, es bueno saber de ti! –Y mientras responde, nos pide tanto como a la señorita Ferguson y a mí, que nos retiremos de la oficina.
Yo no podía creer que él estaba corriendo a una de las accionistas de la empresa, que de inmediato entendió y salió de la oficina junto conmigo. Y al cerrar la puerta de esa gran oficina, me encuentro con la furia de una dama, que parecía estar sufriendo.
–¿Cómo pudiste entrar a una oficina sin aviso? -Me reclama la rubia.
–Lo lamento, no quise, pero …–Pero la joven no me deja terminar, era como si mi acción de abrir esa puerta, le hubiera lastimado bastante.
–Si vuelves a tratar de interrumpir una de mis conversaciones con William, hare que te despidan. –Me amenazo entre diente la joven, para después fulminarme como si fuera su peor enemiga. –¿Entendiste?
–Sí. –Le dije realmente molesta.
La mujer podía ser una autoridad muy grande en esta empresa, pero incluso para mí, la gente valía no por su dinero, sino por sus acciones. No le tenía ni una pizca de miedo a esta mujer, de alguna manera el respeto que parecía tenerle al principio, se había esfumado por su comportamiento. Y mientras me amenazaba, yo nunca baje la mirada. Era una mujer fuerte con un temperamento muy grande, así que sabía que, entre esta mujer y yo, habría problemas muy fuertes si no lograba contenerse.
Al final de compartir miradas llenas de emociones, la joven Alicia se retira del lugar, esfumándose más rápido que el humo. Estaba molesta, así que no dude en caminar hacia donde estaba Gaby. Ella era los ojos y oídos de este lugar, así que no pensé dos veces en preguntarle sobre la relación del joven Fernández y la señorita Ferguson.
–Ella era su prometida. –Me comenta la mujer mientras pretende estar haciendo su trabajo. –Pero se dice que rompieron, porque el jefe William no estaba listo para casarse.
Yo solo suspire profundamente, ya que la vida de estas personas parecía de ensueño, no entendía como una persona como la señorita Ferguson, pueda estar llorándole a su ex prometido de esa forma.
–¿Cómo? ¿Qué él no estaba listo? -Pregunté mientras arqueaba mis cejas.
–El jefe es muy estricto, perfeccionista y es incluso neurótico. –Suspira la mujer enamorada, como si la descripción que me acababa de dar sobre su mal humor, fuera un cumplido. –Tiene estándares muy altos. Supongo que Alicia jamás pudo llenarlos.
Había una línea muy fina en poder creer saber cómo es una persona, a realmente saber quién es quién, pero en ese momento mientras hablaba con Gaby, me di cuenta que podía estar equivocada en lo que decía. Ante mis ojos ese hombre aún era un misterio, que quería descubrí por mi sola, las palabras de Gaby por alguna razón no me hicieron cambiar de opinión. William Fernández aún era un extraño para mí.
Pasarón varias semanas, en donde estuve muy atareada de trabajo, pero de alguna manera, llegué a conocer un poco más a mi nuevo jefe. Era una persona estricta y con un carácter bastante fuerte, pero al mismo tiempo era un hombre con una increíble capacidad para poder hacer negocios. Era como si su sola presencia pudiera hacer que cualquier acuerdo, con empresas vecinas o internacionales, fuera algo predestinado. Su personalidad abierta para los negocios, le hacían justicia a su sobrenombre: “el empresario de los millones de contratos”. La empresa Ferguson estaba aliada con demasiadas empresas mexicanas y extranjeras, elevando el valor de esta empresa con facilidad.Y mientras la empresa Ferguson iba subiendo de categoría, dentro de mi familia y vida personal, estábamos teniendo cada vez más y más problemas. El despido de mis padres de la fábrica de zapatos, se convirtió en un increíble problema, ya no podíamos pagar los estudios de mi querida hermana Rosali, que estaba en primer año d
–Señorita Guevara. ¿Qué hace aquí? -Pregunta curioso mientras que detrás de él, están sus dos guardaespaldas, que siempre están con él.–Lo mismo estoy pensando yo. –Murmuré sin tan siquiera haberlo pensando. –Lo lamento. –Me disculpe al ser tan atrevida.De proto salió David, para poder ver la cara de mi jefe. Al mirarlos, pude darme cuenta que había unas miradas algo tensas, era como si ellos ya se conocieran.–David. –Dijo mi jefe con algo de amargura, mientras su cara demuestra algo de diversión. –Fernández. –Contestos el moreno con altanería.–Me entere sobre el nombramiento de tu hermano. –Yo estaba en medio de estos dos hombres gigantes para mi altura, mientras los miraba con mucha confusión. Había tensión entre este par. Realmente nunca hubiera imaginado, que uno de mis mejores amigos, conociera al hombre más poderoso y rico de la ciudad. –Lamento mucho que no hayas podido heredar, ni siquiera una pizca de lo que tus padres sembraron. –Mi jefe sonaba bastante burlón.–Tal ve
Me quede en silencio mientras mi cuerpo se relajaba. Era como si su saco portara algo de magia, que me hacía sentir mucho mejor. Era como si el olor de su perfume, me hiciera llegar a mi hogar, que en este momento se estaba derrumbando por completo.Al abrir mis ojos, me puedo dar cuenta que ya no estamos más enfrente de la empresa, de los padres de David, ni tampoco estábamos en las calles de la ciudad, sino que estábamos dentro de una enorme mansión con jardines enormes.–¿En donde estamos? –Pregunté con miedo.–Esta en mi casa, usted se quedo dormida en cuanto le puse mi saco.No pude evitar estar realmente avergonzada por haberme quedado dormida, así que mis mejillas empiezan a tornarse de un color rojizo, mientras que me empiezan a arden también.–No se preocupe, estará a salvo aquí. –Me comenta mientras sale del auto, para esperarme. –La llevare a casa después de que se seque. –Me promete mientras me ofrece su mano.Por alguna razón, yo me quede perpetua. Estaba avergonzada por
Había hecho la peor estupidez en mi vida, había echado por la borda mi ética laboral. Se que quizás tampoco mi jefe actuó con la mejor ética, pero yo era la mujer en esa situación. Yo misma quise desnudarme ante ese hombre, sabía lo que estaba haciendo, era por eso que pensaba en responder por mis acciones.Me puse mi ropa mojada, ya que a pesar de que mi jefe me había dado ropa seca y nueva, lo único que quería hacer ahora, era irme y renunciar a mi puesto. No puedo negar que fue bastante incomodo, volverme a poner mi ropa que estaba llena de agua y de tierra. La peor parte fue cuando me puse mis zapatos, que estaban llenos de agua.Después salí de la habitación que daba a un gran pasillo, que estaba tapizado por un tapiz color beige y había una enorme alfombra roja decorando el suelo. No sabía a donde ir, era una casa bastante grande y supuse de inmediato, que también podía ser fácil poder perderse entre tantas habitaciones y pasillos.Así que camine hacia donde mi instinto me decía
–¿Qué? –Respondió su padre atónito.–¿Qué? –Pregunté atónita al igual que su padre.–Sí, ella es Ana Guevara. –Toma mi mano entrelazando nuestros dedos.Al sentir sus dedos alrededor de mi mano, puedo sentir como un espasmo de energía pasa por mi cuerpo. Miles de preguntas se pasaba por mi mente, mientras que la sorpresa de mi cara es realmente evidente.–Señorita Guevara. –Se presenta su padre con educación, regalándome una mirada bastante alegre. –Es un honor conocer a la prometida de mi hijo, yo pensé que Alicia…–Pero su hijo lo detiene, antes de que pueda revelar una de mis grandes dudas.–Alicia esta en el pasado, ahora ella es mi presente. –Siento pasas sus delicados dedos por los míos. No podía negar que sentir su toque era agradable, sus manos eran suaves tal terciopelo, pero sus decisiones me hicieron temblar.Realmente no se porque no dije nada ante tal mentira, si lo que me sobraba era boca, cuando se trataba de pelear o de exigir algo, pero me quedé sin palabras al estar c
–¿Cuánto es lo que sus padres necesitan?–Más de un millón de peso calculo. –Murmuré apenada. –Mi padre no me ha dicho con certeza lo que debe, pero supongo que el valor de la casa y todo los prestamos que a pedido, alrededor de su vida y que no ha pagado, dan esa sumatoria.Mi jefe se me queda viendo pensativo, era como si hubiera encontrado mi debilidad. Me sentía apenada, pero al mismo tiempo responsable de hacerle saber a este hombre, que estaba en apuro y que quizás, era mi ultima esperanza para poder ayudar a mis padres.–Sabe señorita Guevara, soy el hombre más poderoso de esta ciudad. –Se acerca lentamente a mí, pero con una gran letalidad que me hacía sudar. –Pareciera que mi vida es perfecta y que puedo tener todo lo que quiero, con tan solo chasquear los dedos. –Yo solo asentí con la cabeza, porque realmente creía que era así. –Pero no, soy un hombre que tiene una diferente percepción de lo que es el dinero y su valor. –Y cuando se posa enfrente de mí, puedo ver la perfecci
Pero claramente no todo dura para siempre y a pesar, de que quería atesorar este beso dentro de mi corazón y mente, sabía que no me podía enamorar de una persona como mi jefe. Era un hombre inteligente y podía sacar provecho de cualquier sentimiento que le muestre, es por eso que lo alejo con fuerza. Incluso el joven castaño lastimo mis labios que se rasparon.–Eso va a sangrar. –Dijo con gracia mientras mira sus dedos, supongo que ya había un poco de sangre en ellos.–Hemos hecho tantas estupideces este día, así que no me bese. –Le dije un poco cortante, mirando el suelo. –¿Acaso cree que con un beso puede hacer que un hombre se enamore de usted? –Preguntó mientras alzaba una de sus cejas pobladas de color castaño.–No me crea una idiota, se que un beso no significa nada para usted. –Mire el suelo con tristeza.–Tiene que entender que, en este momento, estaremos tomando un paso muy grande. –Aclara su garganta. –Usted tendrá que luchar por la estabilidad económica de sus padres, y y
Ni siquiera en mis más locos sueño, pensé que estaría frente a un abogado, que estuviera haciendo un contrato para un compromiso. William estaba sentando a un lado mío, mientras que compartíamos el calor de la chimenea, que estaba cubriéndonos del frio de la mansión. Yo me sentía extraña, las manos me estaban sudando mientras que no dejaba de mover mis piernas. Llego un momento en donde mi jefe poso una mano sobre mi rodilla, para hacerme parar.–Tranquila. –Murmura con su voz gruesa.Yo solo asentí con la cabeza mientras los dos mirábamos al abogado, parecía que estaba bastante entretenido escribiendo en su portátil, hasta que por fin nos miró a los dos.–Bien. –Respondió el joven moreno. –Empezaremos a poner algunas cláusulas, que quieran que no se rompan. –Yo no sabía que decir, así que solo mire a mi jefe.–La señorita Ana deberá acatar algunas reglas, como… –Suspira. –Tendrá que mantener nuestro trato en secreto, no podrá decirle a nadie sobre esto. –El abogado empieza a escribi