–¿Cuánto es lo que sus padres necesitan?
–Más de un millón de peso calculo. –Murmuré apenada. –Mi padre no me ha dicho con certeza lo que debe, pero supongo que el valor de la casa y todo los prestamos que a pedido, alrededor de su vida y que no ha pagado, dan esa sumatoria.
Mi jefe se me queda viendo pensativo, era como si hubiera encontrado mi debilidad. Me sentía apenada, pero al mismo tiempo responsable de hacerle saber a este hombre, que estaba en apuro y que quizás, era mi ultima esperanza para poder ayudar a mis padres.
–Sabe señorita Guevara, soy el hombre más poderoso de esta ciudad. –Se acerca lentamente a mí, pero con una gran letalidad que me hacía sudar. –Pareciera que mi vida es perfecta y que puedo tener todo lo que quiero, con tan solo chasquear los dedos. –Yo solo asentí con la cabeza, porque realmente creía que era así. –Pero no, soy un hombre que tiene una diferente percepción de lo que es el dinero y su valor. –Y cuando se posa enfrente de mí, puedo ver la perfección de su cara simétrica. Era tan hermoso que no puedo contenerme a suspirar. –El dinero no compra la felicidad de nadie.
–¿Y que es la felicidad para usted? –Estaba curiosa.
–No es el tema. –Trató de no darme más información que pudiera ser muy personal para él. –Pero lo único que sé, es que quiero ser el presidente de la empresa Ferguson.
–¿No cree que su deseo de tener esa empresa, sea solo avaricia?
–Para nada. –Niega con seguridad. –Esa empresa sería más carga y trabajo para una persona tan joven como yo, pero esa empresa tiene mas significado para mi de lo que usted cree.
Yo lo mire dudando, ya que su pelea con su hermano y su decisión de anunciar un compromiso de la nada, me sonaba bastante efímero y poco significativo. Era como si un pequeño estuviera haciendo un berrinche por un capricho sencillo. Pero estaba más que equivocada, al parecer los hombres ricos también tiene problemas. Uno pienso que solo la gente normal y que parecen mortales, puede tener problemas, pero también los hombres ricos y poderosos como él los tenían.
Y como él dijo, el dinero vale diferente para cada persona. Puede que, para mí en ese momento, el dinero era lo que más importante, ya que quería salvar a mi familia de los cobradores, sabía que vendrían por mi padre y lo harían pagar incluso con su sangre. Él era tan viejo que sabía que con un golpe se podía desvanecer. También era consiente que los prestamos que había pedido, no eran con los bancos directamente, sino que había mucha gente que hacía prestamos exprés donde vivíamos, y no eran la clase de gente con la que quisiera toparte, ni tampoco verte involucrado.
–Dígame, ¿qué tan significativo es esa empresa para usted? –Lo mire con mis ojos verdes atentamente, mientras el joven solo tragaba saliva.
–Es mi vida, es mi lucha, es mi deseo. –Parpadeo varias veces mientras su voz ronca me hace querer acercarme a él. –Dígame, ¿qué tan significativo es ese dinero para usted? –Repite lo mismo que yo, solo cambiando el deseo.
–Es mi vida, es la lucha que hago diario y es mi familia.
–Yo tengo lo que usted necesita, y usted también tiene lo que yo necesito. –Su aliento a menta recorre mi cara. –Todo lo que necesitas, lo tengo yo. –Me afirma. –Pero solo necesito saber una cosa más.
–¿Qué? -Pregunté compartiéndole mi aliento.
–¿Esta dispuesta a firmar un contrato?
–¿Qué tipo de contrato?
–Uno en donde diga que usted será mi prometida, hasta que encuentre una manera de hacerle saber a mi padre que estoy listo para heredar esa empresa.
–¿Cuáles son las condiciones? -Pregunté realmente curiosa.
–En este momento debe saber que ser una prometida, es prácticamente comprometerse conmigo de todas las formas. –De pronto se acerca más y más a mí. –Soy un hombre de compromisos y no estoy dispuesto a darle un significado menor a esto.
–Pero estaremos mintiendo.
–¿Y eso que? –Alza las cejas retador. –También soy un hombre que le encanta saber que es de su propiedad y que no.
–Con ese papel no lograra tenerme por completo. –Murmuré.
–La tendré, eso es lo único que vale. –Sonríe como un pequeño diablillo.
–Esta siendo un canalla con las palabras que esta usando, no soy una puta a la que pueda comprar. –Estaba dispuesta a pelear por respeto.
–Jamás la llame de esa forma, ¿usted cree que yo pienso que es una puta? –Su mirada era muy fuerte y poderosa, era incluso más fuerte que la mía, pero aun así, no retire mi mirada de él. Ya que no sabía lo que había en su mente, no sabía que pensaba sobre mí. Incluso podía pensar que solo soy una cualquiera por pedir dinero. –Hay muchas en las calles, podría comprar a cualquiera, pero ahora le estoy pidiendo a usted que sea mi prometida y que firme un contrato conmigo. ¡Sepa su valor! -Me regaña.
De pronto se da la vuelta, era como si me hubiera desconocido. Supongo que pensó que era como cualquier chica, al saber mis dudas, pero antes de que saliera por esa habitación, lo detuve.
–¡Deténgase! –Le pedí con voz firme. –Se mi valor como mujer, pero no sabía que esa era su interpretación de mi valor, supongo que ahora lo se. –Tenía que aceptar que era bueno con las palabras. Me hizo hacerme arrepentir sobre mis palabras y como las usaba, lo cual era completamente humillante de admitir, para una persona tan orgullosa como yo. –Firmare ese contrato.
El hombre se detuvo en seco, era como si no pudiera moverse. De pronto me miró, como si no pudiera creerlo. Yo tampoco yo lo creía, pero solo me quede parada ahí, enfrente de la ventana mientras la luz de la luna me alumbraba. Era incluso más tentadora para ese hombre, lo sabía.
Mi jefe camino lentamente hacía mí, hasta quedarse a solo algunos centímetros de mi persona. Era como si quisiera comerme, pero solo suspiro profundamente, captando el olor de su jabón con el que me había bañado. De pronto me sentí tan desnuda, como cuando él entro a la habitación, solo para darme una toalla. Sentía que quería besarlo con todas mis ganas, sus labios estaban hidratados y rojos como una manzana recién cortada. Su aroma y su persona, eran realmente tentadoras. Él era perfecto y no podía creer que lo estaba diciendo, pero sentía que el corazón me estaba apunto de explotar. Mi sangre subía y bajaba, los nervios me estaban matando, quería besarlo y atraparlo entre mis labios.
Lentamente se fue acercando, era como si supiera de mis deseos. Acomoda sus labios sobre los míos y de pronto, me atrapa y me aferra a su cuerpo. Fue como sentir dos pesas sobre mí, pero el sentimiento se sintió dolores y satisfactorio. El sabor de sus labios a menta con una combinación a un poco de wiski, es un sabor realmente tentador.
Por un momento los dos dejamos de existir, de pronto las deudas de mis padres se fueron volando como un globo, al igual que los problemas con la empresa de mi jefe. Era como si me sujetara con fuerza, para llevarme al mismismo cielo.
Pero claramente no todo dura para siempre y a pesar, de que quería atesorar este beso dentro de mi corazón y mente, sabía que no me podía enamorar de una persona como mi jefe. Era un hombre inteligente y podía sacar provecho de cualquier sentimiento que le muestre, es por eso que lo alejo con fuerza. Incluso el joven castaño lastimo mis labios que se rasparon.–Eso va a sangrar. –Dijo con gracia mientras mira sus dedos, supongo que ya había un poco de sangre en ellos.–Hemos hecho tantas estupideces este día, así que no me bese. –Le dije un poco cortante, mirando el suelo. –¿Acaso cree que con un beso puede hacer que un hombre se enamore de usted? –Preguntó mientras alzaba una de sus cejas pobladas de color castaño.–No me crea una idiota, se que un beso no significa nada para usted. –Mire el suelo con tristeza.–Tiene que entender que, en este momento, estaremos tomando un paso muy grande. –Aclara su garganta. –Usted tendrá que luchar por la estabilidad económica de sus padres, y y
Ni siquiera en mis más locos sueño, pensé que estaría frente a un abogado, que estuviera haciendo un contrato para un compromiso. William estaba sentando a un lado mío, mientras que compartíamos el calor de la chimenea, que estaba cubriéndonos del frio de la mansión. Yo me sentía extraña, las manos me estaban sudando mientras que no dejaba de mover mis piernas. Llego un momento en donde mi jefe poso una mano sobre mi rodilla, para hacerme parar.–Tranquila. –Murmura con su voz gruesa.Yo solo asentí con la cabeza mientras los dos mirábamos al abogado, parecía que estaba bastante entretenido escribiendo en su portátil, hasta que por fin nos miró a los dos.–Bien. –Respondió el joven moreno. –Empezaremos a poner algunas cláusulas, que quieran que no se rompan. –Yo no sabía que decir, así que solo mire a mi jefe.–La señorita Ana deberá acatar algunas reglas, como… –Suspira. –Tendrá que mantener nuestro trato en secreto, no podrá decirle a nadie sobre esto. –El abogado empieza a escribi
Tuve que pasar la noche en la mansión Fernández. Rick me llevo hacia una de las habitaciones de huéspedes. La habitación era incluso más grande que mi propia casa, las paredes estaban tapizadas con un tapiz beige, mientras que todo el lugar era bastantes lujos. Cuando me acosté en esa cama tan cómoda y fina, no pude evitar extrañar mi casa y a mis padres.Sabía que hoy estaba cambiando mi vida entera, así que no dude en sollozar con miedo a lo que vendría. Estaba preocupada por mis padres y el como tomarían este compromiso, pero estaba más triste al saber que pronto, me alejaría de ellos para cumplir como una falsa prometida.Pero a pesar de que una enorme tristeza se estaba apoderando de mi cuerpo, el sueño y el cansancio le gano totalmente a la tristeza, haciéndome dormir con plenitud, soñando con cosas que me hacían feliz. En el sueño pude ver a toda mi familia, habíamos dejado de lado la pobreza y no debíamos, pero de pronto enfrente de mí, se aparece un hombre de gran altura, cab
Cuando la camioneta llego a mi vecindario, no pudimos evitar ver las miradas de la gente alrededor, todos estaban sorprendidos de ver un auto tan caro, en una colonia bastante pobre. La cara de William fue interesante, no miro el lugar con desprecio o con pena, sino que miro el lugar con atención. Incluso pude ver la reacción de sus guardaespaldas, que estaban preocupados por estar en un lugar así.–¿Está seguro que quiere entrar a este lugar? –Preguntó uno de sus guardaespaldas, que era moreno y alto, sonando como una gallina asustada. Creí que ellos eran los guardaespaldas, no Will.–No digas estupideces y prosigue. –Contesto William rodando los ojos, al oír el comentario de ese hombre. De pronto mi cuerpo se lleno de una felicidad, fue interesante ver la reacción de William, fue bastante respetuoso al no juzgar el lugar en donde yo vivía.El GPS hizo que la camioneta se detuviera enfrente de una casa muy deteriorada y algo vieja. Esa era mi casa, en donde fui criada por mis padres
Estaba nerviosa, las manos me sudaban, las piernas me temblaban y mi quijada estaba apretada. Me miraba en el espejo mientras dos sirvientas me ponían un hermoso vestido de encaje, de color carne mientras otras dos sirvientas me ponían zapatos de tacones del mismo color y fabrica que el vestido.–Luce muy tensa. –Me comenta Rick de la nada, mientras observa como me retocan cada cosa.–Esta familia es de locura, ¿cómo estarías si estuvieras en mi lugar?–Si me permite darle mi humilde opinión. –Me miro desde el reflejo del espejo, que estaba en frente de mí. –¡Estaría asustado!–Se empieza reír con gracia.–Que bien que te divierta. –Murmuré sin nada de gracia.De pronto las puertas de la habitación de huéspedes se abren, la persona que estaba pasando por esas hermosas puertas de madera era William, quién estaba usando una camisa blanca y un saco color arena, con unos jeans azul claro. Para ser sincera, nunca había visto a William vistiendo ropa casual, así que no pude evitar que me qui
Pero sabía que tenía que afrontar más que solo los comentarios de Tom, sino que ahora tenía que ver a los ojos a una mujer que estaba enamorada. De pronto miró a la joven que rogaba por estar en mi lugar. Alicia parece no reconocerme, pero estaba molesta de verme al lado de su amado.–¿Quién es ella? –Le pregunta a William.–Antes de todo, quiero presentarte a toda la familia. –William intenta hacer a un lado a Alicia, quién esta realmente furiosa. –Ya que reconociste al asqueroso de mi hermano, te puedo presentar a mi madrastra. –Yo lo mire sin saber que esa dama era su madrastra.–¿Por qué siempre me presenta así? –Preguntó la mujer rubia. –Hola, soy Susana. –Yo solo tome su mano con delicadeza, ya que ella también era delicada.–Un gusto, me llamo Ana. –Sonreí con todos los dientes.–Y bueno, ahora te presentare a mi otra familia. –Él me lleva directamente con Roberto Ferguson, un hombre rubio y de ojos cafés con una gran altura. –Roberto, ella es Ana.Roberto parecía más amable qu
Estaba lista para escuchar la historia de William. Mis manos me sudaban y no podía dejar de tragar saliva, pero estaba preparada para poder escucharlo.Por otra parte, William lucia desolado, como si no encontrara placer en nada.–Esa mujer fue la mejor amiga de mi madre por años. –Empieza a hablar con esa voz gruesa que lo caracteriza. –Recuerdo que esa mujer era muy cercana a mi madre, hasta que se mostro como una total enemiga. –Los ojos de William se enfocan en las teclas del piano. –Como una basura, se metió en el camino de mi familia, anunciando que estaba esperando un hijo de mi padre. –Mi mirada mostro sorpresa, ya que esa historia no era conocida por nadie. –Vi a mi madre sufrir como nunca antes, al darse cuenta que su mejor amiga y el amor de su vida, le habían jugado muy mal. –Lentamente sus dedos empezaron a acariciar las teclas. –Y como si fuera un cuento de horror, mi madre al poco tiempo de saber de la infidelidad de mi padre, se enfermo de cáncer de pulmón. –Suspira pr
Había algo en Tom Fernández que no me agradaba, no se si eran sus ojos castaños, o el cómo me miraba cuando está parado enfrente de mí, pero había una parte de mí, que tenia curiosidad en saber que es lo que estaba pasando en su cabeza, cuando dijo esas ultimas palabras. –¿Y usted sabe que cualquiera de sus rechazos, hace de mi un hombre aún más apasionado en saber que hay detrás de esta mujer tan inteligente?”Pero sabía que no podía confiar en ese tipo de personas, así que me encamine hacia mis padres, quienes ya estaban listo para irse. William les había prestado un auto, así que cuando me ven, de inmediato puedo escuchar a mi padre decir:–Ana, sube al auto. –Yo solo le sonreí, para después caminar hacia él.–Creo que me quedare. –Suspire con tristeza. –William quiere mostrarme algunas cosas.–¿Acaso te quedaras a dormir aquí? –Mi padre lucía preocupado.–Sí. –Afirme con la cabeza.–José deja a la niña. –Mi madre empieza a hablar inesperadamente. –Ella esta apunto de casarse con