Nunca busqué el amor, ni tampoco comprometerme con alguien de esta forma. No sé porque me escogió a mí en vez de millones de mujeres, que podían ser su prometida. Que fueran de su misma clase social, o que fueran el tipo ideal de él. Pero él termino eligiéndome a mí. Era como si toda mi vida fue una lucha campante, hasta que llegue a sus brazos. A los brazos de mi jefe.
Tenía una vida muy simple y algo caótica, mi única meta era poder trabajar en una buena empresa, ya que mi familia era realmente pobre. Mis padres habían perdido sus trabajos, en una fábrica de zapatos muy conocida en México. Mientras que también tenía una hermana, que tan solo tenía quince años y aún necesitaba de mí ayuda económicamente.
–Ana, ¿estas nerviosa? —Me pregunta mi hermosa hermanita Rosali.
Mi hermana era tan hermosa con su cabellera de color oro y sus ojos de color verde, que te quitaban el aliento con tan solo verla. Era una de las jóvenes más atractivas que había en nuestro barrio.
–No te preocupes por mí, estoy bien. —Le respondí con tranquilidad, a pesar de que estaba muy nerviosa, tal y como mi pequeña hermana me expresaba. Quizás ella podía ver mi notable nerviosismo.
Después de vestirme apropiadamente con una falda entallada, una camisa blanca de botones y un saco azul marino, bajo las escaleras hasta poder llegar la cocina, en donde me encuentro con que mi padre y mi madre, ya estaban despiertos desde temprano.
–¿Qué hacen levantados tan tempranos? –Les pregunté a los dos mientras estaban haciendo café.
–Mi pequeña Ana, quizás ya no trabajemos, pero nuestro reloj biológico está puesto a las cinco de la mañana. –Yo solo mofe mientras me acercaba a la barra de la cocina, para tomar un poco de café, que mi madre ya había preparado para mí.
–Aparte, quería verte hoy ya que es un día muy importante para ti.
–Solo es un trabajo. –Le respondí a mi padre, para empezar a beber lentamente mi café.
–No es solo un trabajo. –Ahora habla mi madre, quién tiene una cabellera rubia muy hermosa, mientras que compartía muchas facciones con Rosalí. –Estarás trabajando para una de las empresas más importantes del país. –Mi madre estaba obsesionada con las revistas de sociales, en donde salían familias con grandes empresas, como la empresa Ferguson, una de las empresas más importantes en la Ciudad de México. Todos sabían que la empresa Ferguson era dueña de la mayor parte de centros comerciales del país, e incluso tenía bastantes centros comerciales alrededor del mundo. También se sabía que su familia era dueña de varias escuelas privadas en la ciudad.
–Tengo mucha suerte de que esa empresa me haya aceptado, pero he trabajado muy duro para poder llegar ahí. –Les comenté a mis padres, todos los esfuerzos que había hecho, por llegar a el puesto de secretaria de uno de los magantes de negocios más importantes de la Ciudad de México.
–Estarás al lado de William Fernández. –Dijo mi madre en un tono romántico.
Mi padre y yo la miramos fijamente, ya que quizás, se estaba imaginándome al lado de ese joven tan guapo, que tanto ve en sus revistas de sociales.
–Sera uno de los hombre más guapos de la ciudad, pero dicen que tiene un carácter que asusta. –Murmuré con desagrado.
–Todo magnate de negocios tiene su carácter. –Mi padre trata de justificarlo como si lo conociera.
–Está bien. –Les dije a mis dos padres, mientras tomaba mi bolso y una manzana para poder desayunar en el transporte público.
–¿No desayunaras algo más? -Me pregunta mi madre preocupada.
–No, así estoy bien.
Salí de mi casa con rapidez, ya que no quería un sermón de parte de mis padres, sobre mi forma de alimentarme. Quizás era extraño o poco saludable, pero vivía bien con el estómago vacío. Me hacía recordar que había dolor en toda acción que hiciéramos. Incluso era doloroso vivir en uno de los lugares más pobres en el centro de la ciudad, en donde había muchas casuchas y bastante pobreza. Claramente no me topaba con los mejores vecinos de la ciudad, pero tampoco estaba avergonzada de mis raíces.
Tuve que tomar varios transportes públicos hasta llegar a las calles de Reforma, el lugar en donde se encontraban las empresas más importantes de la ciudad. Un lugar lleno de los famosos “Godínez”, que era el sobre nombre que se les daba, a todas las personas que trabajaran dentro de una empresa. Todos éramos iguales, usábamos trajes y corbatas, junto con alguna mochila o bolso en mano. Era normal poder ver a jóvenes con sus auriculares puestos, ya que no querían escuchar los ruidos que, por la mañana, eran bastante diversos. Yo hice lo mismo que otros, me puse mis auriculares para escuchar algunas canciones que estaban de moda.
El edificio al que iba, era la gran torre Ferguson, la empresa para la que estaría trabajando. El edificio se encontraba al lado de los edificios más importantes de la ciudad, como “Torre mayor”, que es un edificio de prestigio, que tiene a muchas empresas rentando en el edificio, por su gran alcurnia e importancia.
Al entrar a la torre Ferguson, me puedo dar cuenta que ya no estoy más en el centro de la ciudad, sino que estoy en un lugar lleno de lujos y de personas que visten de las mejores ropas.
No me sentía inferior ante esta gente, ya que por mucho tiempo he estado trabajando, en lugares parecidos a este lugar, pero puedo se franca al decir que nunca, en un lugar como este. La empresa Ferguson era una empresa que se dividía en dos, por una parte, estaba la famosa y gran familia Fernández, que se sabía que tenían acciones en el mercado, por más de cien millones de dólares invertidos en la empresa. Mientras que, por otra parte, se encontraba la familia Ferguson, que era una familia de dos hermanos, con mucho dinero también invertidos en la empresa. Se sabía que los Ferguson habían perdido a sus dos pilares, quienes era los padres de la joven Alicia Ferguson y el empresario Roberto Ferguson. Los dos hermanos quedaron al cuidado de la familia Fernández, lo cual era realmente sabido por la gente, que al igual que yo, estaba interesada por el puesto de secretaria del empresario William Fernández.
No puedo negar que tuve que sentarme a ver las revistas de mi madre a escondidas, ya que quería saber un poco más sobre la empresa y quienes estaban al mando de esta. Y por lo que había leído, se decía que era controlada por estas dos familias, pero la persona que estaba en la cabeza en este momento, era el joven William Fernández.
William parecía ser un hombre de los que ya no hay, o eso decían en las revistas. De decendencia británica, se crio en una de las mejores familias de México. Había estudiado en el extranjero por mucho tiempo, pero regreso cuando su padre Noel Fernández, se enfermó de cáncer. Su padre aún seguía vivo, pero claramente menos activo en la empresa. Así que supuse que a William le habían dejado al mando y quizás le habían dado la presidencia de la empresa, pero esas solo eran especulaciones mías, ya que públicamente el dueño y presidente de la empresa, aún era Noel Fernández.
La empresa estaba llena de gente, que caminaban de un lado para otro, se podía escuchar miles de tacones caminando al ritmo de un gran reloj, que estaba puesto en medio de la recepción. Tuve que dejar mis datos y me identificación, para poder entrar al lugar. Como pensé los pasillos, ascensores y demás cuartos, eran elegantes y sofisticados, tanto que por un momento perdí el aliento entre tanta opulencia.
Mi destino estaba en el último piso, el piso cuarenta y dos. Ahí se encontraban las oficinas de los miembros más importantes de la empresa, como la oficina del joven William, Roberto, Alicia y el hermano menor de William, Tom Fernández. Cuando llegue no sabía a donde ir, porque había varias recepciones hechas de mármol blanco. Estaba un poco preocupada de llegar tarde, por preguntar a donde tenía que ir. Así que me acerque a unos de los escritorios, en donde estaba una mujer de cabellera negra y risos brillantes.
–Buena día, soy Ana Guevara y… –Pero la joven no me dejo terminar, en cuanto escucho mi nombre, me miro con sus ojos cafés.
–Tú debes ser la nueva secretaría. –Dice la mujer con cordialidad.
–Sí. –Yo solo le sonreí.
–Bien, entra. –Ella me abre una puerta de color café, en donde me puedo encontrar con enormes pasillos y varios cubículos. Pero al final de todas las oficinas y salas, había una gran puerta de madera fina, que era tan imponente, que supuse de inmediato que era la oficina del joven William Fernández.
–Esa es la oficina del jefe. –Me comenta la secretaria. –Y, por cierto, mi nombre es Gaby. –Me ofrece sus manos amistosamente, sosteniendo una gran sonrisa muy armoniosa.
–Mucho gusto. –Le contesté nerviosa mientras tragaba saliva. –¿El jefe ya está dentro de la oficina? –Pregunté curiosa.
–No, él no ha llegado. Esta en una junta de negocios con los accionistas de la empresa. –Suspire profundamente, ya que eso significaba que había llegado a tiempo a mi primer día de trabajo. No me gustaba ser una persona que llegara tarde, así que no estaba dispuesta a manchar mi reputación en esta empresa.
Gaby de inmediato me ayudo a sentirme más cómoda, me indico que tenía una oficina justo al lado del empresario William. Las cual era bastante pequeña, pero lo suficientemente grande para una secretaría, no se esperaba más ni menos. La joven de cabellera negra, me ayudó a instalarme, dándome una portátil de la empresa y brindándome toda la información y documentos de su jefe.
Después ella solo me acompaño con una charla de bienvenida. Ella me preguntaba en cuales empresas había trabajado, lo cual la lista era muy extensa, había trabajado para mucha gente muy importante, pero nunca con una persona como el empresario William Fernández. Pero nuestra platica se termina, cuando un joven alto, de cabellera castaña y ojos cafés grandes, se aparece de la nada enfrente de mi oficina.
La boca de Gaby y la mía no dudaron en abrirse, al ver a esa hermosa aparición, que mostraba una cara que asustaba un poco, pero que, al mismo tiempo, demostraba una sensualidad sorprendente.
–Señorita Gabriela. –De repente puedo escuchar una voz gruesa, llena de testosterona. –A usted le encanta perder el tiempo, distrayendo a los demás empelado. –Movió su pie varias veces contra el suelo de madera, haciendo notar su molestia. Gaby de inmediato se levanta, ya que estaba sentada sobre mi escritorio.
–Lo lamento, señor Fernández. –Dijo la joven sudando un poco. –Es solo que le di la bienvenida a su nueva secretaria.
Cuando William escucho sobre mi presencia, su mirada profunda se fijó en mi persona. Nunca antes me habían deslumbrado unos ojos tan cafés, el sentimiento fue extraño tanto para mí, como para él. El jefe solo frunció un poco el ceño, para después decir:
–Venga a mi oficina. –Y sin decir más, se retiró del lugar como un fantasma.
Gaby y yo tragamos saliva, mientras la sangre volvía a nuestros cuerpos. Las dos estábamos pálidas, como si hubiéramos visto a un fantasma, pero supongo que solo quedamos impactadas por su porte y su enorme presencia. Era una persona increíblemente imponente, un hombre que te hacía perder el aliento, al tan solo escuchar su voz gruesa.
–No tengas miedo. –Me anima Gaby, luciendo bastante insegura.
–Sí, no tengo miedo. –Mentí tenía mucho miedo.
Pero ya era una adulta, no podía comportarme como una niña enfrente de un hombre tan importante, así que camine con nervios hacía su oficina, mientras mis piernas delgadas temblaban al caminar. Antes de entrar a la oficina, toque con mis dedos finos la puerta.
–Adelante. –Escucho su voz gruesa, un poco hostil.
Entre con timidez a esa hermosa oficina realmente moderna, que tenía una vista realmente hermosa a la Ciudad de México. Mis ojos se abren con rapidez, mirando cada detalle del lugar. Había trabajado en muchos lugares, en donde las oficinas eran hermosas y elegantes, pero este lugar podía deslumbrar a cualquier mortal como yo.
–Señorita Guevara. –Llama mi atención el joven de cabellera castaña. –Puede sentarse. –Me indica mientras señala una silla, que estaba enfrente de su escritorio.
Con timidez camine hacia la silla que estaba enfrente de su escritorio, para después sentarme un poco rígida, mientras mis dientes estaban tensados contra mi mandíbula.
–Lamentablemente esta mañana, no pude darle la bienvenida. –Abre la boca el joven, sin dejar de sonar muy serio y hasta un poco molesto. Podía notar que era una persona con un carácter realmente fuerte.
–No se preocupe, sé que estuvo en una junta muy importante. –Y mientras hablo, el hombre se me queda mirando con detenimiento. Era como si me estuviera analizando desde los pies hacia la cabeza. No podía negar que había una cierta aura de perfección alrededor de él.
–Bueno, le agradezco mucho por la espera. –Suspira un poco más tranquilo, después de haberme escuchado hablar. –Su puesto es muy importante, como mi secretaria yo estaré tomando su servicio como si fuera mi asistente personal.
¿Asistente personal? Tendría que pagarme más y renombrarme a otro puesto, si quería que hiciera todo lo que hace una asistente persona.
–Se que no la contrate como mi asistente. –Aclara. –Pero esta es una oportunidad grande para usted, la pondré a prueba algunos meses y si hace bien su trabajo, podre subirle el cargo.
Esta era una de las mejores empresas de México, no me podía negar al conveniente cargo que me estaba ofreciendo. Así que di un suspiro algo profundo, para después asentir con mi cabeza.
–Lo hare.
–Muy bien. –El joven Fernández se levanta con rapidez de su silla, para mirar hacia la pared de vidrio, que daba a una hermosa vista a la ciudad. –La señorita Gonzales, le estará dando mi agenda y todo lo que necesito para hoy.Yo aún seguía sorprendida por el nuevo puesto que tenía, así que solo me le quede viendo como una tonta, mientras pasaba una de mis plumas por mis labios rojos. El joven Fernández al darse cuenta, que no respondía, voltea a verme. Pero cuando lo hace, él se encuentra con mis ojos verdes, que le miran impresionados.El joven William se da cuenta de mi mirada, la respuesta inmediata de su cuerpo fue tragar saliva, nervioso al mirarme.–¿Entendió? -Preguntó aclarando la voz. –Sí, lo lamento. –Le respondí levantándome de mi asiento con rapidez, dándome cuenta que lo había mirado de más. ¡Qué vergüenza!Al salir de la habitación, no puedo evitar recargarme en la puerta de madera suiza, para recuperar un poco el aliento. Mi corazón estaba latiendo con fuerza, nunca
Pasarón varias semanas, en donde estuve muy atareada de trabajo, pero de alguna manera, llegué a conocer un poco más a mi nuevo jefe. Era una persona estricta y con un carácter bastante fuerte, pero al mismo tiempo era un hombre con una increíble capacidad para poder hacer negocios. Era como si su sola presencia pudiera hacer que cualquier acuerdo, con empresas vecinas o internacionales, fuera algo predestinado. Su personalidad abierta para los negocios, le hacían justicia a su sobrenombre: “el empresario de los millones de contratos”. La empresa Ferguson estaba aliada con demasiadas empresas mexicanas y extranjeras, elevando el valor de esta empresa con facilidad.Y mientras la empresa Ferguson iba subiendo de categoría, dentro de mi familia y vida personal, estábamos teniendo cada vez más y más problemas. El despido de mis padres de la fábrica de zapatos, se convirtió en un increíble problema, ya no podíamos pagar los estudios de mi querida hermana Rosali, que estaba en primer año d
–Señorita Guevara. ¿Qué hace aquí? -Pregunta curioso mientras que detrás de él, están sus dos guardaespaldas, que siempre están con él.–Lo mismo estoy pensando yo. –Murmuré sin tan siquiera haberlo pensando. –Lo lamento. –Me disculpe al ser tan atrevida.De proto salió David, para poder ver la cara de mi jefe. Al mirarlos, pude darme cuenta que había unas miradas algo tensas, era como si ellos ya se conocieran.–David. –Dijo mi jefe con algo de amargura, mientras su cara demuestra algo de diversión. –Fernández. –Contestos el moreno con altanería.–Me entere sobre el nombramiento de tu hermano. –Yo estaba en medio de estos dos hombres gigantes para mi altura, mientras los miraba con mucha confusión. Había tensión entre este par. Realmente nunca hubiera imaginado, que uno de mis mejores amigos, conociera al hombre más poderoso y rico de la ciudad. –Lamento mucho que no hayas podido heredar, ni siquiera una pizca de lo que tus padres sembraron. –Mi jefe sonaba bastante burlón.–Tal ve
Me quede en silencio mientras mi cuerpo se relajaba. Era como si su saco portara algo de magia, que me hacía sentir mucho mejor. Era como si el olor de su perfume, me hiciera llegar a mi hogar, que en este momento se estaba derrumbando por completo.Al abrir mis ojos, me puedo dar cuenta que ya no estamos más enfrente de la empresa, de los padres de David, ni tampoco estábamos en las calles de la ciudad, sino que estábamos dentro de una enorme mansión con jardines enormes.–¿En donde estamos? –Pregunté con miedo.–Esta en mi casa, usted se quedo dormida en cuanto le puse mi saco.No pude evitar estar realmente avergonzada por haberme quedado dormida, así que mis mejillas empiezan a tornarse de un color rojizo, mientras que me empiezan a arden también.–No se preocupe, estará a salvo aquí. –Me comenta mientras sale del auto, para esperarme. –La llevare a casa después de que se seque. –Me promete mientras me ofrece su mano.Por alguna razón, yo me quede perpetua. Estaba avergonzada por
Había hecho la peor estupidez en mi vida, había echado por la borda mi ética laboral. Se que quizás tampoco mi jefe actuó con la mejor ética, pero yo era la mujer en esa situación. Yo misma quise desnudarme ante ese hombre, sabía lo que estaba haciendo, era por eso que pensaba en responder por mis acciones.Me puse mi ropa mojada, ya que a pesar de que mi jefe me había dado ropa seca y nueva, lo único que quería hacer ahora, era irme y renunciar a mi puesto. No puedo negar que fue bastante incomodo, volverme a poner mi ropa que estaba llena de agua y de tierra. La peor parte fue cuando me puse mis zapatos, que estaban llenos de agua.Después salí de la habitación que daba a un gran pasillo, que estaba tapizado por un tapiz color beige y había una enorme alfombra roja decorando el suelo. No sabía a donde ir, era una casa bastante grande y supuse de inmediato, que también podía ser fácil poder perderse entre tantas habitaciones y pasillos.Así que camine hacia donde mi instinto me decía
–¿Qué? –Respondió su padre atónito.–¿Qué? –Pregunté atónita al igual que su padre.–Sí, ella es Ana Guevara. –Toma mi mano entrelazando nuestros dedos.Al sentir sus dedos alrededor de mi mano, puedo sentir como un espasmo de energía pasa por mi cuerpo. Miles de preguntas se pasaba por mi mente, mientras que la sorpresa de mi cara es realmente evidente.–Señorita Guevara. –Se presenta su padre con educación, regalándome una mirada bastante alegre. –Es un honor conocer a la prometida de mi hijo, yo pensé que Alicia…–Pero su hijo lo detiene, antes de que pueda revelar una de mis grandes dudas.–Alicia esta en el pasado, ahora ella es mi presente. –Siento pasas sus delicados dedos por los míos. No podía negar que sentir su toque era agradable, sus manos eran suaves tal terciopelo, pero sus decisiones me hicieron temblar.Realmente no se porque no dije nada ante tal mentira, si lo que me sobraba era boca, cuando se trataba de pelear o de exigir algo, pero me quedé sin palabras al estar c
–¿Cuánto es lo que sus padres necesitan?–Más de un millón de peso calculo. –Murmuré apenada. –Mi padre no me ha dicho con certeza lo que debe, pero supongo que el valor de la casa y todo los prestamos que a pedido, alrededor de su vida y que no ha pagado, dan esa sumatoria.Mi jefe se me queda viendo pensativo, era como si hubiera encontrado mi debilidad. Me sentía apenada, pero al mismo tiempo responsable de hacerle saber a este hombre, que estaba en apuro y que quizás, era mi ultima esperanza para poder ayudar a mis padres.–Sabe señorita Guevara, soy el hombre más poderoso de esta ciudad. –Se acerca lentamente a mí, pero con una gran letalidad que me hacía sudar. –Pareciera que mi vida es perfecta y que puedo tener todo lo que quiero, con tan solo chasquear los dedos. –Yo solo asentí con la cabeza, porque realmente creía que era así. –Pero no, soy un hombre que tiene una diferente percepción de lo que es el dinero y su valor. –Y cuando se posa enfrente de mí, puedo ver la perfecci
Pero claramente no todo dura para siempre y a pesar, de que quería atesorar este beso dentro de mi corazón y mente, sabía que no me podía enamorar de una persona como mi jefe. Era un hombre inteligente y podía sacar provecho de cualquier sentimiento que le muestre, es por eso que lo alejo con fuerza. Incluso el joven castaño lastimo mis labios que se rasparon.–Eso va a sangrar. –Dijo con gracia mientras mira sus dedos, supongo que ya había un poco de sangre en ellos.–Hemos hecho tantas estupideces este día, así que no me bese. –Le dije un poco cortante, mirando el suelo. –¿Acaso cree que con un beso puede hacer que un hombre se enamore de usted? –Preguntó mientras alzaba una de sus cejas pobladas de color castaño.–No me crea una idiota, se que un beso no significa nada para usted. –Mire el suelo con tristeza.–Tiene que entender que, en este momento, estaremos tomando un paso muy grande. –Aclara su garganta. –Usted tendrá que luchar por la estabilidad económica de sus padres, y y