Me quede en silencio mientras mi cuerpo se relajaba. Era como si su saco portara algo de magia, que me hacía sentir mucho mejor. Era como si el olor de su perfume, me hiciera llegar a mi hogar, que en este momento se estaba derrumbando por completo.
Al abrir mis ojos, me puedo dar cuenta que ya no estamos más enfrente de la empresa, de los padres de David, ni tampoco estábamos en las calles de la ciudad, sino que estábamos dentro de una enorme mansión con jardines enormes.
–¿En donde estamos? –Pregunté con miedo.
–Esta en mi casa, usted se quedo dormida en cuanto le puse mi saco.
No pude evitar estar realmente avergonzada por haberme quedado dormida, así que mis mejillas empiezan a tornarse de un color rojizo, mientras que me empiezan a arden también.
–No se preocupe, estará a salvo aquí. –Me comenta mientras sale del auto, para esperarme. –La llevare a casa después de que se seque. –Me promete mientras me ofrece su mano.
Por alguna razón, yo me quede perpetua. Estaba avergonzada por el hecho de que mi jefe me vio dormir, ni siquiera sabía si había hablado dormida, ya que solía hacerlo. Mi cabeza solo pensaba en todas las posibilidades de poder haber hablado dormida, o haber hecho algo estúpido.
–¡Señorita Guevara! –Pero aún había un hombre que me seguía esperando, con la mano estirada, para que yo la tomara.
Deje de pensar y solo tome su mano, que me ayudo a bajar de esa camioneta tan alta. Para poder visualizar mis alrededores, que eran totalmente hermosos. No podía creer que podía existir una casa con tantos jardines frondosos y llenos de flores. El lugar en donde me encontraba, era dentro de una mansión de color blanca, con varios balcones que lucían muy elegantes.
Todo por fuera era muy minimalista y de color blanco, mientras que incluso tenía un estanque de peces, en donde había un pequeño puente de madera, en donde podías cruzar para poder observar la variedad de peces. Después pude ver que tenían una gran cochera, con autos más caros que mi casa, era una cosa totalmente increíble. Y al final, solo pude ver la opulencia de gran mansión por dentro, que terminaba con la tranquilidad de la parte exterior.
Los pisos eran de mármol blanco, mientras que la casa tenía un tapiz realmente elegante de color dorado. La casa también lucia bastantes pinturas, adornando las paredes con gran belleza. Pero a pesar de ser una casa tan hermosa, parecía estar completamente vacía. No fue hasta que el mismo William nos llevo a un gran salón, que pudimos ver a alguien. Esa persona era un hombre de edad avanzada, usando una mascarilla para oxígeno.
El hombre lucia ropa cómoda, pero al mismo tiempo elegante, mientras estaba al lado de una chimenea eléctrica, leyendo un libro que parecía estar bastante pesado. El anciano al darse cuenta de nuestra presencia, deja su libro a un lado, en una pequeña mesa de madera, para después quitarse la mascarilla y apagar su oxígeno. Al verlo sin la mascarilla, pude ver que era Noel Fernández. Aquel hombre era tan famoso, que lo pude reconocer bastante bien, incluso cuando lucia delgado y muy cansado.
–¡Hijo! –Dijo con felicidad el hombre.
–Padre, buena tarde. –El saludo de mi jefe es bastante educado y frio, nada parecido al saludo de un hijo que le quiere a su padre.
–¿Quién es ella? –Pregunta al verme justo al lado de William.
–Ella es… –Él quería presentarme con su padre, como su secretaria, pero el hombre de chaleco de tela estilo polar, decide interrumpirlo.
–Es tu novia. –Dijo con una felicidad increíble.
Y al decirlo, la mirada de mi jefe y la mía salto como nunca antes. ¿Cómo había llegado a esa conclusión tan rápido?
Tanto mi jefe y yo, empezamos a negar con la cabeza, intentando negar lo que el viejo trataba de asegurar. Pero al final, el hombre siempre tenía la palabra.
–¡A buena hora! Te he dicho un millón de veces que te quiero ver casado. –Yo empiezo a sentir un poco de pena por mi jefe, ya que su padre lo esta exponiendo ante mí. –No heredaras mi empresa si no te casas.
Yo solo abrí los ojos y cerré la boca. ¿Entonces esa era la razón, por la que se decía que mi jefe no iba heredar la empresa de su padre?
–No me importa que tan buen empresario puedas ser, se que, sin una mujer a tu lado, no podrás con esa gran empresa. –De inmediato mire a mi jefe, quién miraba a su padre con enojo, endureciendo los nudillos y la mandíbula.
–¡Padre en este momento no! -Regaña entre dientes al hombre mayor, para después poner una mano sobre mi hombro. Yo de inmediato lo mire, en cuanto siento su tacto en mi cuerpo. –Debo de llevar a la señorita Guevara, a que se seque.
Sin más el hombre me toma del brazo, para llevarme hacia una habitación, que por dentro era realmente lujosa, de tapicería color gris y de sillones de cuero, parecía que era la habitación de mi jefe. Incluso había un hermoso baño hecho de vidrio, que hacia lucir a este lugar mucho más refinado.
–Señorita Guevara. –Mi jefe llama mi atención, mientras el hombre va hacia su armario. –Puede meterse a bañar. –Me comenta mientras yo miró hacia el baño, que estaba prácticamente hecho de paredes de vidrio, todo se podría trasparentar.
–No creo que sea una buena idea.
–Si no lo hace, se resfriará y no podrá ir a trabajar. –Miró al joven castaño y veo que viene con algo de ropa en sus manos. De pronto se puso enfrente de mí, para ofrecerme una sudadera color crema, unos pantaloncillos de deportes negro y unos calcetines blancos, que se veían muy calientes.
}Yo lo mire atónita, ya que uno de los hombres más importantes de la ciudad, me estaba ofreciendo su ropa, para que no me resfriara. Nunca pensé ni en mis sueños más locos, que, en ese preciso momento estuviera enfrente de William Fernández, recibiendo su ropa dentro de su habitación.
Con lentitud tome lo que el joven me ofrecía, mientras que la mirada de mi jefe, era muy letal. Mi corazón empezó a palpitar mucho, mientras que mi cuerpo mojado, empieza a sudar, pero de nervios. El hombre me sigue mirando, sin apartar su mirada de mí, era como si me estuviera contemplándome. Y mientras él me mira, la lluvia empieza a empeorar, escuchando como de la nada suena un gran trueno, que incluso hizo que la mansión retumbara. Yo instantáneamente respondí con un pequeño salto, para después sostenerme con fuerza el cuerpo atlético de mi jefe.
Cerré los ojos con una gran cobardía, ya que odiaba los truenos o cualquier ruido, que pudiera sorprenderme de la nada. Pero al final de todo, a pesar de que fuera una cobarde o no, era a mi jefe a quién estaba abrazando con fuerza. Así que al sentir sus brazos alrededor de mí, doy un gran brinco para no sofocarlo.
La mirada del joven era diferente, era como si no estuviera molesto por mi atrevimiento, ya que solía molestarse hasta por el detalle más mínimo.
–Lo lamento. –Me disculpe mientras miraba al suelo.
–No debe lamentarse, por una reacción realmente esperada. –De pronto empezó a actuar con frialdad, mientras que su cuerpo emanaba todo lo contrario. Entonces mire una vez más sus nudillos, apretándose con fuerza. Era como si se estuviera conteniendo.
–Toma una ducha, iré a otro lugar. –Metió sus manos dentro de sus bolsillos, para retirarse y darme privacidad.
La reacción que mi jefe me dejaba, era algo increíble y al mismo tiempo muy molesto. Hacia que cada nervio que tengo en el cuerpo, se afinara de una forma, en la que podía sentir con más facilidad. Mientras que su cuerpo sensual, su cara esculpida y sus brazos enormes, me hacen querer estar cerca de él. Era como si su aroma fuera una carnada para abrazarlo con fuerza. Por unos segundos, en mi mente paso la idea de no volver a soltarlo, pero después desperté al escuchar otro rayo.
Me hago pequeña y tapo mis oídos, mientras intento pensar en que hacer.
Resignada voy al baño de vidrio, desnudándome lentamente y quitándome la ropa que estaba empapada. Después abrí la llave de la regadera, haciendo que el agua tuviera un efecto en las paredes, evaporizando todo. Supuse que esta era la magia de este baño. Me sentí más segura ahora que sabía, que nadie podía verme. Me metí a la regadera, que tenía el agua más caliente que había sentido, no puedo negar que me queme al principio, pero cuando logre que la temperatura del agua fuera apropiada, empecé a disfrutar de este baño. Cerré los ojos y me dejé de llevar, este baño era como una terapia en el spa, o más bien, era la idea más cercana de lo que era un spa.
Y mientras disfruto de mi baño, puedo escuchar como alguien tose.
De inmediato me doy vuelta, para poderme dar cuenta que es mi jefe, sosteniendo una toalla en sus manos. Yo de inmediato salto avergonzada, para agacharme y esconder mi cuerpo desnudo.
–¿Qué esta haciendo? -Le pregunté mientras me tapaba los pechos.
–Se me olvido comentarle, que no tenia toallas. –Así que empecé a mirar a mi alrededor, dándome cuenta que tenía razón. –¿Acaso cree que la quiero ver desnuda? –Pregunta con un tono de ironía. –No me mal interprete, es una mujer realmente hermosa y lista. Pero las tentaciones que mujeres como usted provocan, no son tan tentadoras para mí.
En ese momento se me quito el pudor que tenía, ya que su respuesta hizo que me levantara del suelo, para hacerle frente.
–¿Las mujeres como yo? -Pregunté enojada mientras él hombre abría un poco los ojos, mostrando algo de sorpresa al escuchar mi respuesta, mientras las gotas de agua se resbalaban por todo mi cuerpo.
–Hermosa, lista y sexi. –De pronto empieza a hablar con mucha seguridad y sin pena.
Mientras que, por mi parte, yo me sentía extraña.
No sabía si sentirme ofendida, o sentirme alagada por lo que decía. Así que decidí hablar con toda sinceridad, ya que él se estaba expresando cómodamente, como lo hacía sentir.
–¿Acaso usted es gay? -Mofe mientras ponía una mano sobre mi cadera, mostrándole ahora mi cuerpo desnudo, mientras lentamente el vapor que me había proporcionado la regadera, se iba secando cada vez más con el viento.
El hombre al notar mis pechos, traga saliva con lentitud mientras que su mirada, ahora es como la mirada de un león, que esta mirando a su presa. Realmente me quería entre sus brazos, era algo que podía sentir, mientras que muerde su labio inferior de color rojo como la sangre. Para mostrarte desnuda ante alguien, requiere mucho valor, pero cuando lo miraba a los ojos, sentía una seguridad que nunca antes había sentido.
Las venas de sus manos se empezaron a inflamar, sabía que quizás su hombría también estuviera sufriendo al ver como las gotas de agua, recorren mi cuerpo. Y a pesar de que quería cada vez más; quería que me tocara, lo quería todo de él, pero lastimosamente lo único que pude conseguir, fue que él abriera la puerta de vidrio, para después lanzarme la toalla, tapando mi cuerpo desnudo, para luego retirarse de la habitación, casi corriendo. Era como si no quisiera sentirse tentado por mí cuerpo, que le estaba llamando para que se uniera conmigo en la bañera.
Cuando estuve sola, pasé la toalla por mi cuerpo, sintiendo que mi respiración iba a mil por segundo. No podía creer que me había atrevido a desnudarme enfrente de mi jefe, así que volví al suelo sintiendo la misma vergüenza de antes. ¿Por qué te atreviste a desnudarte enfrente de él? No es nada profesional. ¿Acaso algo esta cambiando en ti? Lentamente camine hacia un espejo, que me demuestra que hay una Ana diferente.
–¿Por qué siento que no puedo respirar? -Me pregunte mientras pasaba mis dedos por mi pecho.
Había hecho la peor estupidez en mi vida, había echado por la borda mi ética laboral. Se que quizás tampoco mi jefe actuó con la mejor ética, pero yo era la mujer en esa situación. Yo misma quise desnudarme ante ese hombre, sabía lo que estaba haciendo, era por eso que pensaba en responder por mis acciones.Me puse mi ropa mojada, ya que a pesar de que mi jefe me había dado ropa seca y nueva, lo único que quería hacer ahora, era irme y renunciar a mi puesto. No puedo negar que fue bastante incomodo, volverme a poner mi ropa que estaba llena de agua y de tierra. La peor parte fue cuando me puse mis zapatos, que estaban llenos de agua.Después salí de la habitación que daba a un gran pasillo, que estaba tapizado por un tapiz color beige y había una enorme alfombra roja decorando el suelo. No sabía a donde ir, era una casa bastante grande y supuse de inmediato, que también podía ser fácil poder perderse entre tantas habitaciones y pasillos.Así que camine hacia donde mi instinto me decía
–¿Qué? –Respondió su padre atónito.–¿Qué? –Pregunté atónita al igual que su padre.–Sí, ella es Ana Guevara. –Toma mi mano entrelazando nuestros dedos.Al sentir sus dedos alrededor de mi mano, puedo sentir como un espasmo de energía pasa por mi cuerpo. Miles de preguntas se pasaba por mi mente, mientras que la sorpresa de mi cara es realmente evidente.–Señorita Guevara. –Se presenta su padre con educación, regalándome una mirada bastante alegre. –Es un honor conocer a la prometida de mi hijo, yo pensé que Alicia…–Pero su hijo lo detiene, antes de que pueda revelar una de mis grandes dudas.–Alicia esta en el pasado, ahora ella es mi presente. –Siento pasas sus delicados dedos por los míos. No podía negar que sentir su toque era agradable, sus manos eran suaves tal terciopelo, pero sus decisiones me hicieron temblar.Realmente no se porque no dije nada ante tal mentira, si lo que me sobraba era boca, cuando se trataba de pelear o de exigir algo, pero me quedé sin palabras al estar c
–¿Cuánto es lo que sus padres necesitan?–Más de un millón de peso calculo. –Murmuré apenada. –Mi padre no me ha dicho con certeza lo que debe, pero supongo que el valor de la casa y todo los prestamos que a pedido, alrededor de su vida y que no ha pagado, dan esa sumatoria.Mi jefe se me queda viendo pensativo, era como si hubiera encontrado mi debilidad. Me sentía apenada, pero al mismo tiempo responsable de hacerle saber a este hombre, que estaba en apuro y que quizás, era mi ultima esperanza para poder ayudar a mis padres.–Sabe señorita Guevara, soy el hombre más poderoso de esta ciudad. –Se acerca lentamente a mí, pero con una gran letalidad que me hacía sudar. –Pareciera que mi vida es perfecta y que puedo tener todo lo que quiero, con tan solo chasquear los dedos. –Yo solo asentí con la cabeza, porque realmente creía que era así. –Pero no, soy un hombre que tiene una diferente percepción de lo que es el dinero y su valor. –Y cuando se posa enfrente de mí, puedo ver la perfecci
Pero claramente no todo dura para siempre y a pesar, de que quería atesorar este beso dentro de mi corazón y mente, sabía que no me podía enamorar de una persona como mi jefe. Era un hombre inteligente y podía sacar provecho de cualquier sentimiento que le muestre, es por eso que lo alejo con fuerza. Incluso el joven castaño lastimo mis labios que se rasparon.–Eso va a sangrar. –Dijo con gracia mientras mira sus dedos, supongo que ya había un poco de sangre en ellos.–Hemos hecho tantas estupideces este día, así que no me bese. –Le dije un poco cortante, mirando el suelo. –¿Acaso cree que con un beso puede hacer que un hombre se enamore de usted? –Preguntó mientras alzaba una de sus cejas pobladas de color castaño.–No me crea una idiota, se que un beso no significa nada para usted. –Mire el suelo con tristeza.–Tiene que entender que, en este momento, estaremos tomando un paso muy grande. –Aclara su garganta. –Usted tendrá que luchar por la estabilidad económica de sus padres, y y
Ni siquiera en mis más locos sueño, pensé que estaría frente a un abogado, que estuviera haciendo un contrato para un compromiso. William estaba sentando a un lado mío, mientras que compartíamos el calor de la chimenea, que estaba cubriéndonos del frio de la mansión. Yo me sentía extraña, las manos me estaban sudando mientras que no dejaba de mover mis piernas. Llego un momento en donde mi jefe poso una mano sobre mi rodilla, para hacerme parar.–Tranquila. –Murmura con su voz gruesa.Yo solo asentí con la cabeza mientras los dos mirábamos al abogado, parecía que estaba bastante entretenido escribiendo en su portátil, hasta que por fin nos miró a los dos.–Bien. –Respondió el joven moreno. –Empezaremos a poner algunas cláusulas, que quieran que no se rompan. –Yo no sabía que decir, así que solo mire a mi jefe.–La señorita Ana deberá acatar algunas reglas, como… –Suspira. –Tendrá que mantener nuestro trato en secreto, no podrá decirle a nadie sobre esto. –El abogado empieza a escribi
Tuve que pasar la noche en la mansión Fernández. Rick me llevo hacia una de las habitaciones de huéspedes. La habitación era incluso más grande que mi propia casa, las paredes estaban tapizadas con un tapiz beige, mientras que todo el lugar era bastantes lujos. Cuando me acosté en esa cama tan cómoda y fina, no pude evitar extrañar mi casa y a mis padres.Sabía que hoy estaba cambiando mi vida entera, así que no dude en sollozar con miedo a lo que vendría. Estaba preocupada por mis padres y el como tomarían este compromiso, pero estaba más triste al saber que pronto, me alejaría de ellos para cumplir como una falsa prometida.Pero a pesar de que una enorme tristeza se estaba apoderando de mi cuerpo, el sueño y el cansancio le gano totalmente a la tristeza, haciéndome dormir con plenitud, soñando con cosas que me hacían feliz. En el sueño pude ver a toda mi familia, habíamos dejado de lado la pobreza y no debíamos, pero de pronto enfrente de mí, se aparece un hombre de gran altura, cab
Cuando la camioneta llego a mi vecindario, no pudimos evitar ver las miradas de la gente alrededor, todos estaban sorprendidos de ver un auto tan caro, en una colonia bastante pobre. La cara de William fue interesante, no miro el lugar con desprecio o con pena, sino que miro el lugar con atención. Incluso pude ver la reacción de sus guardaespaldas, que estaban preocupados por estar en un lugar así.–¿Está seguro que quiere entrar a este lugar? –Preguntó uno de sus guardaespaldas, que era moreno y alto, sonando como una gallina asustada. Creí que ellos eran los guardaespaldas, no Will.–No digas estupideces y prosigue. –Contesto William rodando los ojos, al oír el comentario de ese hombre. De pronto mi cuerpo se lleno de una felicidad, fue interesante ver la reacción de William, fue bastante respetuoso al no juzgar el lugar en donde yo vivía.El GPS hizo que la camioneta se detuviera enfrente de una casa muy deteriorada y algo vieja. Esa era mi casa, en donde fui criada por mis padres
Estaba nerviosa, las manos me sudaban, las piernas me temblaban y mi quijada estaba apretada. Me miraba en el espejo mientras dos sirvientas me ponían un hermoso vestido de encaje, de color carne mientras otras dos sirvientas me ponían zapatos de tacones del mismo color y fabrica que el vestido.–Luce muy tensa. –Me comenta Rick de la nada, mientras observa como me retocan cada cosa.–Esta familia es de locura, ¿cómo estarías si estuvieras en mi lugar?–Si me permite darle mi humilde opinión. –Me miro desde el reflejo del espejo, que estaba en frente de mí. –¡Estaría asustado!–Se empieza reír con gracia.–Que bien que te divierta. –Murmuré sin nada de gracia.De pronto las puertas de la habitación de huéspedes se abren, la persona que estaba pasando por esas hermosas puertas de madera era William, quién estaba usando una camisa blanca y un saco color arena, con unos jeans azul claro. Para ser sincera, nunca había visto a William vistiendo ropa casual, así que no pude evitar que me qui