–Señorita Guevara. ¿Qué hace aquí? -Pregunta curioso mientras que detrás de él, están sus dos guardaespaldas, que siempre están con él.
–Lo mismo estoy pensando yo. –Murmuré sin tan siquiera haberlo pensando. –Lo lamento. –Me disculpe al ser tan atrevida.
De proto salió David, para poder ver la cara de mi jefe. Al mirarlos, pude darme cuenta que había unas miradas algo tensas, era como si ellos ya se conocieran.
–David. –Dijo mi jefe con algo de amargura, mientras su cara demuestra algo de diversión.
–Fernández. –Contestos el moreno con altanería.
–Me entere sobre el nombramiento de tu hermano. –Yo estaba en medio de estos dos hombres gigantes para mi altura, mientras los miraba con mucha confusión. Había tensión entre este par. Realmente nunca hubiera imaginado, que uno de mis mejores amigos, conociera al hombre más poderoso y rico de la ciudad. –Lamento mucho que no hayas podido heredar, ni siquiera una pizca de lo que tus padres sembraron. –Mi jefe sonaba bastante burlón.
–Tal vez no haya conseguido nada, pero por lo que dicen los rumores, parece que tu padre no te quiere dejar tampoco ni una pizca de lo que él sembró. –Arremetió David en contra de mi jefe, que no parecía estar tan dolido por lo que le decía mi mejor amigo. Al contrario, de la nada se dibujo una sonrisa en su cara, que parecía de porcelana.
–Te equivocas, como normalmente lo haces. –Suspira profundamente el castaño pomposo. –Mi padre fundo esa empresa, pero al contrario de ti, yo he sembrado muchos de los negocios de mi padre, desde que volví de Londres, en donde trabajé tan duro, para ganarme un lugar en este negocio. –David al escuchar la respuesta de mi jefe, se siente humillado. –Trabaje mucho tiempo para uno de los bancos más importantes de Inglaterra, y volví a México a terminar muchos negocios que mi padre no pudo concluir, y quizás ahora mi padre no este seguro de dejarme el negocio a mí, pero te puedo asegurar que cambiara de opinión. -Le mira con una gran superioridad, incluso el hecho de que mi jefe fuera más alto que David, hizo de esta situación mucho más vergonzosa.
Esta batalla claramente había sido ganada por mi jefe, quién fue más listo e incluso más rápido que David. Sabía que David no podía contra la respuesta de mi jefe, ya que como dije antes, a David le encantaba hablar y ser un fanfarrón, pero nunca a actuar sobre las cosas que decía.
Después de la batalla, mire a mi jefe realmente confundida, mientras él me mira de pies a cabeza.
–¿Qué le ha pasado, señorita Guevara? -Pregunta mientras pone una de sus manos sobre mi hombro, mirándome con detenimiento.
–La lluvia. –Es lo único que pude contestar, ya que la mirada de mi jefe era realmente intimidante.
–La llevare a casa. –Toma de mi brazo y me jala, pero antes de que saliéramos del pasillo, para ir hacía los ascensores, David detiene a los guardias de seguridad de mi jefe.
–Ella está conmigo. –Le advierte.
Mi jefe me mira con detenimiento, para después sonreír luciendo como un felino, por sus facciones tan delicadas. Era como si hubiera sido esculpido por las mejores manos.
–Ella es mi asistente y tiene que ir conmigo.
David me miró directamente a los ojos, sabía que no podía desacatar sus órdenes, así que solo suspire profundamente.
–Te vere luego. –Le contesté con tristeza.
David solo suspiro y miró hacia el suelo, quizás sintiendo mucho enojo, al ver que mi jefe no solo le había ganado la pelea verbal, sino que también le habían ganado a su chica.
Al subir al elevador, puedo ver una sonrisa dibujada en la cara de mi jefe, era como si le hubiera hecho mucha gracia lo que había hecho con David. Para ser sincera, esta era la primera vez que le veía sonreír. Incluso sus guardaespaldas, lo miran sorprendidos tras de unos lentes negros y gruesos que llevan puestos, notando que su jefe estaba actuando algo extraño.
Cuando llegamos a planta baja, puedo ver que su sonrisa se ha borrado. El hombre de tez blanca pone una cara de pocos amigos, mientras que la estructura de su cara, lo hace ver muy refinado, al alzar su cara y caminar por todo el edificio junto con los guardaespaldas. Yo solo intento seguirles el pie, mientras me siento tan pequeña al lado de un hombre como él.
Una camioneta nos estaba esperando en la entrada del lugar, así que es mi jefe quién por primera vez, abre la puerta de la camioneta, para hacerme subir con la ayuda de su mano. Yo estaba realmente sorprendida, cuando sus dedos cálidos y suaves, tocaron mi piel, en un roce que se hizo un apretón de mano. Al final él se subió tras de mí, mientras que sus guardaespaldas, se fueron en la parte delantera del auto.
No sabía que decir, ni que hacer. Estaba pasando por uno de los momentos más bajos de mi vida, y al mismo tiempo, estaba pasando el día más extraño de toda mi vida, ya que había presenciado una pelea de grandes hombres poderosos de la sociedad mexicana. Y aún que sabía que David, no se podía comparar con William Fernández, fue increíble poder ver que estas dos personas, que eran tan cercana a mí, podían tener tantos problemas.
La camioneta empezó a avanzar, al igual que mi cabeza, que empezó a trabajar.
–Se ve muy mal. –Me dice de la nada mi jefe, con esa voz gruesa y llena de testosterona que lo caracterizaba. –¿Acaso quiere decir algo?
En ese momento mire a mi jefe y lo fulmine, ya que estaba enojada.
–Si, ¿por qué estaba sonriendo tan campante en el ascensor? –Pregunté sin miedo.
–Supongo que todo el mundo puede sonreír cuando a uno se le plazca, es por eso que las sonrisas ni las risas tienen precio. –Respondió astutamente.
–No, usted…. –Llame su atención. –No lo conozco mucho, pero el tiempo que llevo trabajando para usted, no ha sonreído. –Suspire. –Ni siquiera una vez.
El castaño solo se mofó, demostrándome una vez más, que tenía razón. Algo había cambiado en él.
–En realidad no lo sé, fue divertido pelear con ese fanfarrón. –Confiesa. –Pero créame que mi intención de llevarla a casa es seria, en realidad me preocupe.
–¿Qué le preocupo? -Pregunté algo sorprendida.
Mi jefe solo suspira profundamente, para poner su mirada sobre la ventana polarizada.
–Ninguna dama debe de estar en el estado, en el que usted esta. –Yo lo mire fijamente, estaba confundida.
De pronto, el hombre me miró con todo el poder de su mirada, para jalar el saco que era de David. El hombre lo tomo como si fuera un trapo viejo, para tirarlo al suelo del auto. Después se quito su saco.
–No es necesario. –Me negué más de una vez, pero supongo que no había nadie que pudiera detener a William Fernández. Me puso su saco color café, que tenía piel cálida por dentro. De pronto mi nariz empezó a recibir ese rico aroma, el aroma de su perfume natural.
–Gracias. –Le contesté sin hacer muchos movimientos.
Estaba impactada, siempre pensé que mi jefe era una persona muy fría e incluso una persona, que quizás no pudiera tener sentimientos, pero al verlo pelear contra David y al ver su preocupación en cuanto me vio mojada, pude ver que había muchos sentimientos dentro de él. Sabía que había un hombre caliente, detrás de esa cara y cuerpo tan frio.
Me quede en silencio mientras mi cuerpo se relajaba. Era como si su saco portara algo de magia, que me hacía sentir mucho mejor. Era como si el olor de su perfume, me hiciera llegar a mi hogar, que en este momento se estaba derrumbando por completo.Al abrir mis ojos, me puedo dar cuenta que ya no estamos más enfrente de la empresa, de los padres de David, ni tampoco estábamos en las calles de la ciudad, sino que estábamos dentro de una enorme mansión con jardines enormes.–¿En donde estamos? –Pregunté con miedo.–Esta en mi casa, usted se quedo dormida en cuanto le puse mi saco.No pude evitar estar realmente avergonzada por haberme quedado dormida, así que mis mejillas empiezan a tornarse de un color rojizo, mientras que me empiezan a arden también.–No se preocupe, estará a salvo aquí. –Me comenta mientras sale del auto, para esperarme. –La llevare a casa después de que se seque. –Me promete mientras me ofrece su mano.Por alguna razón, yo me quede perpetua. Estaba avergonzada por
Había hecho la peor estupidez en mi vida, había echado por la borda mi ética laboral. Se que quizás tampoco mi jefe actuó con la mejor ética, pero yo era la mujer en esa situación. Yo misma quise desnudarme ante ese hombre, sabía lo que estaba haciendo, era por eso que pensaba en responder por mis acciones.Me puse mi ropa mojada, ya que a pesar de que mi jefe me había dado ropa seca y nueva, lo único que quería hacer ahora, era irme y renunciar a mi puesto. No puedo negar que fue bastante incomodo, volverme a poner mi ropa que estaba llena de agua y de tierra. La peor parte fue cuando me puse mis zapatos, que estaban llenos de agua.Después salí de la habitación que daba a un gran pasillo, que estaba tapizado por un tapiz color beige y había una enorme alfombra roja decorando el suelo. No sabía a donde ir, era una casa bastante grande y supuse de inmediato, que también podía ser fácil poder perderse entre tantas habitaciones y pasillos.Así que camine hacia donde mi instinto me decía
–¿Qué? –Respondió su padre atónito.–¿Qué? –Pregunté atónita al igual que su padre.–Sí, ella es Ana Guevara. –Toma mi mano entrelazando nuestros dedos.Al sentir sus dedos alrededor de mi mano, puedo sentir como un espasmo de energía pasa por mi cuerpo. Miles de preguntas se pasaba por mi mente, mientras que la sorpresa de mi cara es realmente evidente.–Señorita Guevara. –Se presenta su padre con educación, regalándome una mirada bastante alegre. –Es un honor conocer a la prometida de mi hijo, yo pensé que Alicia…–Pero su hijo lo detiene, antes de que pueda revelar una de mis grandes dudas.–Alicia esta en el pasado, ahora ella es mi presente. –Siento pasas sus delicados dedos por los míos. No podía negar que sentir su toque era agradable, sus manos eran suaves tal terciopelo, pero sus decisiones me hicieron temblar.Realmente no se porque no dije nada ante tal mentira, si lo que me sobraba era boca, cuando se trataba de pelear o de exigir algo, pero me quedé sin palabras al estar c
–¿Cuánto es lo que sus padres necesitan?–Más de un millón de peso calculo. –Murmuré apenada. –Mi padre no me ha dicho con certeza lo que debe, pero supongo que el valor de la casa y todo los prestamos que a pedido, alrededor de su vida y que no ha pagado, dan esa sumatoria.Mi jefe se me queda viendo pensativo, era como si hubiera encontrado mi debilidad. Me sentía apenada, pero al mismo tiempo responsable de hacerle saber a este hombre, que estaba en apuro y que quizás, era mi ultima esperanza para poder ayudar a mis padres.–Sabe señorita Guevara, soy el hombre más poderoso de esta ciudad. –Se acerca lentamente a mí, pero con una gran letalidad que me hacía sudar. –Pareciera que mi vida es perfecta y que puedo tener todo lo que quiero, con tan solo chasquear los dedos. –Yo solo asentí con la cabeza, porque realmente creía que era así. –Pero no, soy un hombre que tiene una diferente percepción de lo que es el dinero y su valor. –Y cuando se posa enfrente de mí, puedo ver la perfecci
Pero claramente no todo dura para siempre y a pesar, de que quería atesorar este beso dentro de mi corazón y mente, sabía que no me podía enamorar de una persona como mi jefe. Era un hombre inteligente y podía sacar provecho de cualquier sentimiento que le muestre, es por eso que lo alejo con fuerza. Incluso el joven castaño lastimo mis labios que se rasparon.–Eso va a sangrar. –Dijo con gracia mientras mira sus dedos, supongo que ya había un poco de sangre en ellos.–Hemos hecho tantas estupideces este día, así que no me bese. –Le dije un poco cortante, mirando el suelo. –¿Acaso cree que con un beso puede hacer que un hombre se enamore de usted? –Preguntó mientras alzaba una de sus cejas pobladas de color castaño.–No me crea una idiota, se que un beso no significa nada para usted. –Mire el suelo con tristeza.–Tiene que entender que, en este momento, estaremos tomando un paso muy grande. –Aclara su garganta. –Usted tendrá que luchar por la estabilidad económica de sus padres, y y
Ni siquiera en mis más locos sueño, pensé que estaría frente a un abogado, que estuviera haciendo un contrato para un compromiso. William estaba sentando a un lado mío, mientras que compartíamos el calor de la chimenea, que estaba cubriéndonos del frio de la mansión. Yo me sentía extraña, las manos me estaban sudando mientras que no dejaba de mover mis piernas. Llego un momento en donde mi jefe poso una mano sobre mi rodilla, para hacerme parar.–Tranquila. –Murmura con su voz gruesa.Yo solo asentí con la cabeza mientras los dos mirábamos al abogado, parecía que estaba bastante entretenido escribiendo en su portátil, hasta que por fin nos miró a los dos.–Bien. –Respondió el joven moreno. –Empezaremos a poner algunas cláusulas, que quieran que no se rompan. –Yo no sabía que decir, así que solo mire a mi jefe.–La señorita Ana deberá acatar algunas reglas, como… –Suspira. –Tendrá que mantener nuestro trato en secreto, no podrá decirle a nadie sobre esto. –El abogado empieza a escribi
Tuve que pasar la noche en la mansión Fernández. Rick me llevo hacia una de las habitaciones de huéspedes. La habitación era incluso más grande que mi propia casa, las paredes estaban tapizadas con un tapiz beige, mientras que todo el lugar era bastantes lujos. Cuando me acosté en esa cama tan cómoda y fina, no pude evitar extrañar mi casa y a mis padres.Sabía que hoy estaba cambiando mi vida entera, así que no dude en sollozar con miedo a lo que vendría. Estaba preocupada por mis padres y el como tomarían este compromiso, pero estaba más triste al saber que pronto, me alejaría de ellos para cumplir como una falsa prometida.Pero a pesar de que una enorme tristeza se estaba apoderando de mi cuerpo, el sueño y el cansancio le gano totalmente a la tristeza, haciéndome dormir con plenitud, soñando con cosas que me hacían feliz. En el sueño pude ver a toda mi familia, habíamos dejado de lado la pobreza y no debíamos, pero de pronto enfrente de mí, se aparece un hombre de gran altura, cab
Cuando la camioneta llego a mi vecindario, no pudimos evitar ver las miradas de la gente alrededor, todos estaban sorprendidos de ver un auto tan caro, en una colonia bastante pobre. La cara de William fue interesante, no miro el lugar con desprecio o con pena, sino que miro el lugar con atención. Incluso pude ver la reacción de sus guardaespaldas, que estaban preocupados por estar en un lugar así.–¿Está seguro que quiere entrar a este lugar? –Preguntó uno de sus guardaespaldas, que era moreno y alto, sonando como una gallina asustada. Creí que ellos eran los guardaespaldas, no Will.–No digas estupideces y prosigue. –Contesto William rodando los ojos, al oír el comentario de ese hombre. De pronto mi cuerpo se lleno de una felicidad, fue interesante ver la reacción de William, fue bastante respetuoso al no juzgar el lugar en donde yo vivía.El GPS hizo que la camioneta se detuviera enfrente de una casa muy deteriorada y algo vieja. Esa era mi casa, en donde fui criada por mis padres