Había hecho la peor estupidez en mi vida, había echado por la borda mi ética laboral. Se que quizás tampoco mi jefe actuó con la mejor ética, pero yo era la mujer en esa situación. Yo misma quise desnudarme ante ese hombre, sabía lo que estaba haciendo, era por eso que pensaba en responder por mis acciones.
Me puse mi ropa mojada, ya que a pesar de que mi jefe me había dado ropa seca y nueva, lo único que quería hacer ahora, era irme y renunciar a mi puesto. No puedo negar que fue bastante incomodo, volverme a poner mi ropa que estaba llena de agua y de tierra. La peor parte fue cuando me puse mis zapatos, que estaban llenos de agua.
Después salí de la habitación que daba a un gran pasillo, que estaba tapizado por un tapiz color beige y había una enorme alfombra roja decorando el suelo. No sabía a donde ir, era una casa bastante grande y supuse de inmediato, que también podía ser fácil poder perderse entre tantas habitaciones y pasillos.
Así que camine hacia donde mi instinto me decía. Camine y camine, hasta llegar a una hermosa sala con un enorme candil hecho de diamantes, colgado del techo.
–¡Demonios! –Maldije enojada sin darme cuenta, que alguien más estaba en el lugar escuchando.
–¿Qué lenguaje? –Me quede perpetua al escuchar una voz gruesa y raspada. Había un hombre sentado en un hermoso y lujoso sillón de piel negra, tomando un poco de vino.
–Lo lamento. –Me disculpe mientras mi cuerpo se sentía helado.
–¿Quién eres tú? –El hombre desconocido, se levantó de su asiento con rapidez, mientras su mirada me recorría desde la cabeza hacia los pies. Insegura empecé a mirar el suelo.
–Yo soy… –Pero antes de poder contestar, escucho una voz que me da mucha más tranquilidad.
–Ella es Ana. –Alzo la mirada y puedo ver que es mi jefe. –Él es mi hermano, Tom. –Dijo el castaño entrando a la sala, para pone una mano sobre mi hombro y alejarme de su hermano.
–No sabía que salías con alguien. –Responde el tal Tom, que era realmente parecido a mi jefe, con la única diferencia en que Tom era un poco más pequeño y delgado, mientras que sus ojos eran de color verde. –Pensé que tu ultima conquista era nuestra querida Alicia, pero ahora veo que sigues intentando.
–No digas estupideces. –Responde mi jefe poniendo su brazo duro sobre mí. –Tú no eres nadie, para pedirme detalles de lo que hago o no hago.
–¿Y tu si debes? –Preguntó Tom enojado.
–¡Claro que sí! -Gritó mi jefe haciendo que las paredes retumbaran, asustándome. –Cuando estas poniendo en mal a mi familia y a su empresa, claro que te pediré cuentas de lo que haces. –Después baja el tono de su voz. – Lo que hagas con tu vida personal, es tu problema.
Los dos hermanos se miraron con tanto odio, que parecía que las revista de sociales mentían en todo lo que escribían. Toda la vida había pintado a esta familia, como una de las mejores en la ciudad, pero era bastante claro que no era así. Tanto en la familia Fernández y Ferguson, había problemas y secretos de los que nadie en la prensa te puede contar. Sin más mi jefe me tomo del brazo, llevándome fuera de ese peligroso salón.
–¡Hijo de perra! -Mi jefe estaba demasiado enojado, que no se percato que estaba diciendo malas palabras enfrente de mí. Ni tampoco que me estaba arrastrando, al paso tan veloz en el que él iba.
–¡Deténgase! –Le grité mientras frenaba con mis dos pies, que ya estaba muy cansados de tratar de seguirle el paso. Al mirar a mi jefe, pude darme cuenta que no estaba bien, la vena de su frente estaba muy marcada, mientras que el color de su piel había cambiado a un color rojo cereza. Pero cuando se dio cuenta, que estaba demostrando muchos sentimientos, solo suspiro con fuerza, para después dar un grito ahogado.
–Lo lamento. –Me dice con su aliento al mil por hora.
–No lo lamente. –Le dije con sencilles. –Supongo que todos tenemos problemas familiares.
El jefe solo asintió con la cabeza, mientras pasaba su mano por su frente sudorosa.
–Lamento mucho que se haya peleado con su hermano.
–No lo lamentes, siempre lo hacemos. –Responde el hombre frio, como si no hubiera explotado como una bomba, hace solo algunos segundos atrás. –Peleamos desde que éramos chicos, los dos tenemos diferentes objetivos y formas de ver la vida.
Parecía que esa relación entre hermano, era bastante complicada.
–Y también, lamento mucho lo que paso en su baño, es que … –Quería explicarle que había hecho las cosas por el impulso del momento, pero no pude hacerlo, ya que mi jefe se empezó a reír de mí. –¿Qué le da gracia?
Mi jefe me miró a los ojos, demostrándome una vez más que había mucho poder contenido. Era como si él fuera una bomba de tiempo, que en cualquier momento pudiera explotar. ¿Pero por que quería que explotara en mí? –Usted se esta disculpando conmigo, ¿por no haberse cubierto enfrente mío? -Alza las cejas mientras que yo, solo asentí con la cabeza.
–Debería de decirle gracias por hacerlo, al lado de lo que usted vio, lo que paso con usted en mi habitación no fue nada. –Renuncio. –Dije de la nada.
–¿Qué? -El hombre me mira como si estuviera loca. –
Yo no soy así, es que…–Pero parecía que, en esta casa, se solía interrumpir mucho. De pronto veo que el padre de mi jefe entra al lugar en donde estamos.
–No deberías de renunciar por salir con mi hijo. –Yo solo negué con la cabeza. –Deberían de ser maduro y poder tener una relación amistosa, incluso en el trabajo.
–Padre, es que tu no entiendes…–Pero una vez más, mi jefe es interrumpido por su padre.
–Realmente estaré orgulloso de ti, cuando llegues al altar con esta bella dama. –Yo solo abrí mi boca bastante grande, tratando de asimilar todo lo que pasaba por los labios de ese hombre. –Se que cuando se casen, mi empresa será bien manejada.
–¿De que hablas? –Pregunta mi jefe sin entender.
–Si te casas con esta mujer, por supuesto que la empresa será tuya. Quiero que cuando uno de mis hijos se case, tome el mandato de la empresa, ya siendo un hombre realizado. –Respira un poco, para tomar aliento. –Tome las mejores decisiones cuando me case con tu madre, es por eso que creo en el matrimonio. Y creo que cualquiera de mis dos heredados, tenga un matrimonio estable y una familia. –De pronto mi jefe se quedo pensativo por un largo tiempo, para después decir:
–¡Lo haremos! –Dijo de la nada.
—¿Qué? –Pregunte atónita.
De pronto me toma de la mano con fuerza.
–Nos casaremos. –Asegura como nunca antes, mientras pone su pecho duro como una roca.
–¿Qué? –Respondió su padre atónito.–¿Qué? –Pregunté atónita al igual que su padre.–Sí, ella es Ana Guevara. –Toma mi mano entrelazando nuestros dedos.Al sentir sus dedos alrededor de mi mano, puedo sentir como un espasmo de energía pasa por mi cuerpo. Miles de preguntas se pasaba por mi mente, mientras que la sorpresa de mi cara es realmente evidente.–Señorita Guevara. –Se presenta su padre con educación, regalándome una mirada bastante alegre. –Es un honor conocer a la prometida de mi hijo, yo pensé que Alicia…–Pero su hijo lo detiene, antes de que pueda revelar una de mis grandes dudas.–Alicia esta en el pasado, ahora ella es mi presente. –Siento pasas sus delicados dedos por los míos. No podía negar que sentir su toque era agradable, sus manos eran suaves tal terciopelo, pero sus decisiones me hicieron temblar.Realmente no se porque no dije nada ante tal mentira, si lo que me sobraba era boca, cuando se trataba de pelear o de exigir algo, pero me quedé sin palabras al estar c
–¿Cuánto es lo que sus padres necesitan?–Más de un millón de peso calculo. –Murmuré apenada. –Mi padre no me ha dicho con certeza lo que debe, pero supongo que el valor de la casa y todo los prestamos que a pedido, alrededor de su vida y que no ha pagado, dan esa sumatoria.Mi jefe se me queda viendo pensativo, era como si hubiera encontrado mi debilidad. Me sentía apenada, pero al mismo tiempo responsable de hacerle saber a este hombre, que estaba en apuro y que quizás, era mi ultima esperanza para poder ayudar a mis padres.–Sabe señorita Guevara, soy el hombre más poderoso de esta ciudad. –Se acerca lentamente a mí, pero con una gran letalidad que me hacía sudar. –Pareciera que mi vida es perfecta y que puedo tener todo lo que quiero, con tan solo chasquear los dedos. –Yo solo asentí con la cabeza, porque realmente creía que era así. –Pero no, soy un hombre que tiene una diferente percepción de lo que es el dinero y su valor. –Y cuando se posa enfrente de mí, puedo ver la perfecci
Pero claramente no todo dura para siempre y a pesar, de que quería atesorar este beso dentro de mi corazón y mente, sabía que no me podía enamorar de una persona como mi jefe. Era un hombre inteligente y podía sacar provecho de cualquier sentimiento que le muestre, es por eso que lo alejo con fuerza. Incluso el joven castaño lastimo mis labios que se rasparon.–Eso va a sangrar. –Dijo con gracia mientras mira sus dedos, supongo que ya había un poco de sangre en ellos.–Hemos hecho tantas estupideces este día, así que no me bese. –Le dije un poco cortante, mirando el suelo. –¿Acaso cree que con un beso puede hacer que un hombre se enamore de usted? –Preguntó mientras alzaba una de sus cejas pobladas de color castaño.–No me crea una idiota, se que un beso no significa nada para usted. –Mire el suelo con tristeza.–Tiene que entender que, en este momento, estaremos tomando un paso muy grande. –Aclara su garganta. –Usted tendrá que luchar por la estabilidad económica de sus padres, y y
Ni siquiera en mis más locos sueño, pensé que estaría frente a un abogado, que estuviera haciendo un contrato para un compromiso. William estaba sentando a un lado mío, mientras que compartíamos el calor de la chimenea, que estaba cubriéndonos del frio de la mansión. Yo me sentía extraña, las manos me estaban sudando mientras que no dejaba de mover mis piernas. Llego un momento en donde mi jefe poso una mano sobre mi rodilla, para hacerme parar.–Tranquila. –Murmura con su voz gruesa.Yo solo asentí con la cabeza mientras los dos mirábamos al abogado, parecía que estaba bastante entretenido escribiendo en su portátil, hasta que por fin nos miró a los dos.–Bien. –Respondió el joven moreno. –Empezaremos a poner algunas cláusulas, que quieran que no se rompan. –Yo no sabía que decir, así que solo mire a mi jefe.–La señorita Ana deberá acatar algunas reglas, como… –Suspira. –Tendrá que mantener nuestro trato en secreto, no podrá decirle a nadie sobre esto. –El abogado empieza a escribi
Tuve que pasar la noche en la mansión Fernández. Rick me llevo hacia una de las habitaciones de huéspedes. La habitación era incluso más grande que mi propia casa, las paredes estaban tapizadas con un tapiz beige, mientras que todo el lugar era bastantes lujos. Cuando me acosté en esa cama tan cómoda y fina, no pude evitar extrañar mi casa y a mis padres.Sabía que hoy estaba cambiando mi vida entera, así que no dude en sollozar con miedo a lo que vendría. Estaba preocupada por mis padres y el como tomarían este compromiso, pero estaba más triste al saber que pronto, me alejaría de ellos para cumplir como una falsa prometida.Pero a pesar de que una enorme tristeza se estaba apoderando de mi cuerpo, el sueño y el cansancio le gano totalmente a la tristeza, haciéndome dormir con plenitud, soñando con cosas que me hacían feliz. En el sueño pude ver a toda mi familia, habíamos dejado de lado la pobreza y no debíamos, pero de pronto enfrente de mí, se aparece un hombre de gran altura, cab
Cuando la camioneta llego a mi vecindario, no pudimos evitar ver las miradas de la gente alrededor, todos estaban sorprendidos de ver un auto tan caro, en una colonia bastante pobre. La cara de William fue interesante, no miro el lugar con desprecio o con pena, sino que miro el lugar con atención. Incluso pude ver la reacción de sus guardaespaldas, que estaban preocupados por estar en un lugar así.–¿Está seguro que quiere entrar a este lugar? –Preguntó uno de sus guardaespaldas, que era moreno y alto, sonando como una gallina asustada. Creí que ellos eran los guardaespaldas, no Will.–No digas estupideces y prosigue. –Contesto William rodando los ojos, al oír el comentario de ese hombre. De pronto mi cuerpo se lleno de una felicidad, fue interesante ver la reacción de William, fue bastante respetuoso al no juzgar el lugar en donde yo vivía.El GPS hizo que la camioneta se detuviera enfrente de una casa muy deteriorada y algo vieja. Esa era mi casa, en donde fui criada por mis padres
Estaba nerviosa, las manos me sudaban, las piernas me temblaban y mi quijada estaba apretada. Me miraba en el espejo mientras dos sirvientas me ponían un hermoso vestido de encaje, de color carne mientras otras dos sirvientas me ponían zapatos de tacones del mismo color y fabrica que el vestido.–Luce muy tensa. –Me comenta Rick de la nada, mientras observa como me retocan cada cosa.–Esta familia es de locura, ¿cómo estarías si estuvieras en mi lugar?–Si me permite darle mi humilde opinión. –Me miro desde el reflejo del espejo, que estaba en frente de mí. –¡Estaría asustado!–Se empieza reír con gracia.–Que bien que te divierta. –Murmuré sin nada de gracia.De pronto las puertas de la habitación de huéspedes se abren, la persona que estaba pasando por esas hermosas puertas de madera era William, quién estaba usando una camisa blanca y un saco color arena, con unos jeans azul claro. Para ser sincera, nunca había visto a William vistiendo ropa casual, así que no pude evitar que me qui
Pero sabía que tenía que afrontar más que solo los comentarios de Tom, sino que ahora tenía que ver a los ojos a una mujer que estaba enamorada. De pronto miró a la joven que rogaba por estar en mi lugar. Alicia parece no reconocerme, pero estaba molesta de verme al lado de su amado.–¿Quién es ella? –Le pregunta a William.–Antes de todo, quiero presentarte a toda la familia. –William intenta hacer a un lado a Alicia, quién esta realmente furiosa. –Ya que reconociste al asqueroso de mi hermano, te puedo presentar a mi madrastra. –Yo lo mire sin saber que esa dama era su madrastra.–¿Por qué siempre me presenta así? –Preguntó la mujer rubia. –Hola, soy Susana. –Yo solo tome su mano con delicadeza, ya que ella también era delicada.–Un gusto, me llamo Ana. –Sonreí con todos los dientes.–Y bueno, ahora te presentare a mi otra familia. –Él me lleva directamente con Roberto Ferguson, un hombre rubio y de ojos cafés con una gran altura. –Roberto, ella es Ana.Roberto parecía más amable qu