–Muy bien. –El joven Fernández se levanta con rapidez de su silla, para mirar hacia la pared de vidrio, que daba a una hermosa vista a la ciudad. –La señorita Gonzales, le estará dando mi agenda y todo lo que necesito para hoy.Yo aún seguía sorprendida por el nuevo puesto que tenía, así que solo me le quede viendo como una tonta, mientras pasaba una de mis plumas por mis labios rojos. El joven Fernández al darse cuenta, que no respondía, voltea a verme. Pero cuando lo hace, él se encuentra con mis ojos verdes, que le miran impresionados.El joven William se da cuenta de mi mirada, la respuesta inmediata de su cuerpo fue tragar saliva, nervioso al mirarme.–¿Entendió? -Preguntó aclarando la voz. –Sí, lo lamento. –Le respondí levantándome de mi asiento con rapidez, dándome cuenta que lo había mirado de más. ¡Qué vergüenza!Al salir de la habitación, no puedo evitar recargarme en la puerta de madera suiza, para recuperar un poco el aliento. Mi corazón estaba latiendo con fuerza, nunca
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