Recuerdo perfectamente la voz de Tatiana, mi representante diciéndome —¡Leonel, vamos arriba! ¡Hoy tienes que ir a conocer al ganador del concurso! — Honestamente no tenia ganas de cumplir otro día mas de protocolo. Hacia ya tres meses que venía trabajando arduamente y cumpliendo con compromisos de diferentes tipos gracias al ultimo Derby ganado, estaba cansado de tantos viajes, de tanta gente, y lo peor de todo; es que eso recién comenzaba ya que me esperaban muchos tornes más, tanto como entrenador, así como jinete.
Con desgano me levante de aquel sofá que tenia en mi pent-house en Madrid, apague la televisión, y ahí iba otro capitulo más de mi serie de televisión favorita que tendría que dejar a la mitad. Me deje llevar nuevamente por mi agenda hasta la escuela hípica donde me esperaba el ganador del concurso organizado por el lugar, una costumbre que tenían hace tiempo y que ofrecía esta oportunidad para quienes tenían talento en la disciplina. Aquella persona tendría una clase complementaria conmigo y también la oportunidad de correr una carrera si era lo suficientemente bueno, asique eso significaba que podría llegar a ser más de una clase y algunos viajes con este desconocido.
Me senté en el banco que estaba en el establo del centro hípico y simplemente me quedé observando a mi alrededor a los caballos que relinchaban y buscaban mi atención. Me imaginaba que le estarían tomando fotografías y entrevistándolo para preguntarle que se sentía ganar ese concurso 《al final del día todo esto también es una estrategia de mercadeo para la escuela hipica》 pensaba mientras seguía inmerso en mi pequeña burbuja.
—Leonel, ya viene la chica.— Me dijo Tatiana al oído y entrecerré mis ojos.
—¿Es una chica?— Pregunte confundido ya que nadie me había dicho que se trataba de una mujer.
—Si, y es muy talentosa. — Comento mientras yo pensaba 《genial... una chica que intentara que me fije en ella como las otras que ya lo han intentado alguna vez》
Debo de admitir que estaba un poco reacio al amor y algo decepcionado de absolutamente todo lo que me rodeaba. Mi mundo se había roto en mil pedazos hacia un mes cuando aquella mujer que tanto ame me dijo “No puedo más con tu estilo de vida, esto no es para mí; lo siento mucho” y se marchó sin dejar rastros de hacia donde se fue. Se olvido de todo, fue como si esos dos años entre nosotros no hubiesen existido.
—Vale, intentare mostrarme entusiasmado. — Le dije a Tatiana mientras me levantaba de aquel banco y pretendía estar esperándote con ansias.
Dibujé mi mejor sonrisa en mi rostro al notar como la puerta del establo se abría poco a poco, pero tuve que dejar de fingir cuando te vi. Te debo confesar que me pareciste absolutamente hermosa desde el primer segundo que mis ojos se encontraron contigo. Tienes un rostro angelical, tus ojos brillan con una luz que no sé ni como explicar, tu cabello bailaba con la brisa que provoco la puerta y centre mi vista en esa manera tan peculiar que tienes de moverte. No sé si estabas nerviosa por mi presencia o porque entrenarías. Solo sé que te acercaste a mi de manera algo torpe y me saludaste. —Hola Leonel, no lo puedo creer...— Dijiste nerviosa y luego me diste dos besos en la mejilla que me dejaron acércame a ti para inhalar el exquisito aroma de perfume, ¿o era tu piel? Aun no estoy muy en claro acerca de eso.
—Bienvenida. — Dije sin saber como te llamabas, pero sin dejar de analizarte. —¿Cómo te llamas?— Pregunte y Tatiana me miro extrañada. Creo que se supone que debía saber tu nombre, pero ella nunca me lo dijo, ¿o sí?
—Sinai.— Respondiste acomodando un mechón de cabello detrás de tu oído.
Fue en el instante que comencé a comprender lo que me estaba sucediendo que luché conmigo mismo y me dije 《Leonel, tu no estas para estas cosas. No te dejes engañar más.》
—Muy lindo nombre. — Comente con honestidad bajo el efecto de tu sonrisa —Es inusual. — Continúe diciendo y reíste tímidamente.
—Lo sé...— Rebatiste muy bajito y me di cuenta de que no sabías que más decir.Supongo que te intimidaba mi presencia o simplemente siempre fuiste tímida y nunca me di cuenta.
—¿Porque no montas uno de los caballos y me muestras que sabes hacer?— Te pregunte y fue en ese preciso momento donde tengo la sensación de que escuchaste lo que querías oír.
Una enorme sonrisa se dibujo en tu rostro al ver aquel caballo que estaba asignado para ti —De acuerdo. — Dijiste y caminaste hacia él como si estuvieses caminando hacia un tesoro.
Te acomodaste las botas, te pusiste el casto y mientras sacaban al caballo, caminamos hacia el picadero. Yo no dejaba de mirarte, esos pantalones oscuros y tu polo me mostraban que sabías lo que hacías, pero tu actitud de jinete no concordaba con tu cara angelical. Minutos después, ya en el picadero, montaste a Zorro y comenzaste a hacer magia junto a él. Parecía que se conocían de toda la vida, y que tú habías nacido para esto. Te veías hermosa con tu pelo al viento y dando una muestra magistral de como un jinete debe estar conectado con su caballo.
Me quede mudo en aquel momento que terminaste tu espectáculo. Solo pude caminar hasta a ti sin importarme absolutamente nadie de los que estaban allí y estrechar mi mano con la suya. —Me vuelvo a presentar, soy Leonel Ritter, y tú mujer de talento increíble ¿eres? — Pregunte haciéndote sonreír.
—Sinai Feraud.— Dijiste sin entender mucho lo que yo hacía.
—¿Hace cuanto que montas?— Pregunte perdido en tu mirada.
—Seis años...— Contestaste y no entendí mucho, eso no es tanto tiempo...
—¿Y cuantos años tienes?— Fue mi siguiente pregunta y la cual no sé si debí de hacer.
—17.— Sentenciaste y fingí no darle importancia.
—¡Oh guau, eres muy joven!— Es lo único que logré decir dando dos pasos hacia atrás y pensando que no debía volver a verte como lo hice cuando entraste al establo. Tu cara era de confusión ante mi reacción era tanto o igual que lo que pasaba en mi mente. Eras menor de edad, te llevaba ocho años, no debía de fijarme en ti de ninguna manera. Solo debía pensar en el talento que tienes, solo eso intente convencerme, pero no sé si lo conseguí.
Te bajaste del caballo, caminaste conmigo hacia el otro picadero donde me esperaba Tornado y miraste detenidamente cada movimiento que daba. Monte a mi caballo bajo el efecto de tus ojos y entendí que ese momento estaba escrito para nosotros en algún sitio. Unos pocos aplausos fueron los encargados de regresarme a la realidad de aquel lugar, y es que debo confesar que me había transportado contigo a otro sitio cuando nuestras miradas se cruzaron después de que me baje del caballo. —Aun no puedo creer que este aquí contigo y que me hayas visto montar. — Dijiste y me mostraste tus manos para que yo me diera cuenta como te temblaban. Me quede mirándolas y me perdí en la perfección que había en tus dedos, imagine que rozabas mi rostro con ellos y reprendí aquel pensamiento de inmediato.—No te pongas así de nerviosa. — Te dije y sostuve tus manos con las mías.
Aquel día fue fatal. Estaba de reunión en reunión con patrocinadores, gente del ambiente y no recuerdo quien más, lo que si recuerdo es que no podía más que recordar tu voz, tu rostro... a ti en todo momento. No entendía muy bien lo que me habías hecho, solo sé que eras una niña, de acuerdo, no una niña, pero si una mujer muy joven para mí que me podía meter en muchos problemas.Los días pasaron y llegaba el momento de volver a encontrarnos, estaba nervioso, lo admito. Caminaba por la escuela hípico mientras escuchaba a Zorro y sabía que tú lo estabas montando, pero al verte más de cerca me quede inmóvil a algunos pasos de ti. No sé muy bien aun si es que fue mi presencia o algún ruido lo que hizo que te detuvieras y me miraras, y fue ahí cuando vi una lagrima recorriendo tu mejilla. Me miraste apenada y quitaste el ra
Nuestras manos volvieron a unirse sobre las riendas del caballo mientras que te subías a Zorro. No era la primera vez que nos veíamos, pero tampoco es que lleváramos una vida conociéndonos. Sin embargo, parecía que llevábamos años haciendo esto. Tu maravillosa mirada llena de melancolía se fijaba en el horizonte mientras que te lucias en cada movimiento que provocabas que hiciera Zorro y por alguna razón no te veías tan feliz y mi curiosidad me ganaba.Te mire como queriendo descubrir en tus ojos todos tus secretos o quizás todas tus verdades, 《¿Qué secretos podía tener alguien como tú?》 Pensé. Me mirabas fijamente y después de lo que pareció una eternidad sonreíste. —Es tan fácil montar contigo mirándome… siento que todo lo hago mal — Dijiste tímidamente y allí estaba ese gesto nuevamente, tus dedo
No sabía muy bien como sobrellevar esa semana que pasábamos alejados. Antes de ti, disfrutaba ir a Barcelona y pasar tiempo con mi familia, pero todo había cambiado. Todo lo que quería hacer después de haberte conocido, era verte. Comprendía que no podía hacer nada, que no podía ni siquiera intentar robarte un beso, pero con verte me era suficiente. No tienes idea de lo bien que me hace tu presencia.Aquella noche de regreso en Madrid, mi gran amigo Sebas, había insistido en ir por algunas copas a un bar. Necesitaba distraerme, me era urgente que alguien escuchara lo que me estaba sucediendo y me dijese que estaba loco, que no podía fijarme en ti y quede con él en uno de los mejores bares de la ciudad. Me encontré con mi amigo en la puerta y entramos al lugar bajo el espectacular sonido de la música. Intentábamos hablar, pero hasta no sentarnos sería imposible.<
Aquella noche nos seguimos moviendo al ritmo de la música hasta que nos cansamos de bailar. Se había convertido en una obsesión para mí bailar contigo. Era la manera más natural que encontraba de tenerte cerca, de rozar tu figura, y de que tú me tocaras con o sin intención como lo hacías. Me enseñaste unos cuantos pasos aquella noche, pero el trato que hicimos fue seguir esas "clases" después de nuestras practicas. Me despedí de ti con tristeza en el momento que tu hermano dijo que era hora de irse y te llevo con él. Quería pedirle que te dejara quedar; que luego yo te llevaba a tu casa, pero habría sido demasiado en una sola noche.Tu ausencia dejo un vacío en este lugar lleno de gente, que no pude ocultar y Sebas se dio cuenta. —¿Estas atra&ia
Cada vez te veía más segura con Zorro, me emocionaba ver la conexión que tenías con él y ver lo feliz que eras al hacer esto que tanto te gustaba y es que sí, un entrenamiento se convirtió en algo más extenso y me encantaba la idea. Así mismo, cada despedida era mas difícil; solo que esta vez conseguí tener tu numero de móvil. Finalmente, no tendría que esperar más a que un intermediario te diera mis recados y eso me encantaba. Te di un beso en la mejilla, el cual tú me regresaste, el cual me supo a poco, y me marché de aquel lugar queriéndome quedar a tu lado.Fui a cerrar algunos detalles del Derby que estaba a punto de iniciar cuando la gente de la escuela hípica propuso que hiciéramos tres muestras en Madrid ya que la primera se había agotado. Pensé en todos los riegos que eso llevaba, pero también pensé que
Despedirme de ti en la puerta del edificio donde vivías fue más complicado de lo que creí. De alguna manera tú terminaste acorralada entre la pared y mi cuerpo, respiraba tu aroma y pedía al cielo ser lo suficientemente fuerte para no besarte. Tuve la impresión un par de veces que tú querías que te besara, o quizás fueron roces no intencionales los que ocurrieron y me confundieron. —Debo subir, si no mi hermano me matara.— Dijiste tímidamente al ver tu reloj. Era la una de la madrugada, vaya que el tiempo junto a ti volaba. Había olvidado completamente lo que era que impusieran un horario de llegada. Con toda la tristeza, me despedí de ti con un beso en la mejilla y me marché. De camino a casa te pensé tanto... me carcomía la angustia de saber que no te vería en tres meses.Los días comenzaron a transitar y los paisajes de las diferentes ciu
Los días junto a mi familia claro que los disfrute, pero seguí mirando el calendario esperando a aquellos días de junio donde finalmente nos reencontraríamos. Pasaban lentos... muy lentos... Las competencias en España ya habían comenzado, y la espera iba llegando a su fin de a poco. No hubo ni un solo día donde no nos escribiéramos. No hubo un solo día donde no esculcara tus redes sociales, quería verte, quería saber que estabas haciendo y el preguntártelo no me era suficiente. Me estaba dando pánico la manera que mis sentimientos estaban descontrolando mi ser. Llevaba casi cinco meses callando y a cada día que pasaba en vez de olvidarte, te pensaba más. No había mujer que me hiciera olvidarte por más esfuerzo que ella pusiese en llamar mi atención, al final del día tus ojos siempre aparecían en mis pensamientos.Después un u