Nuestras manos volvieron a unirse sobre las riendas del caballo mientras que te subías a Zorro. No era la primera vez que nos veíamos, pero tampoco es que lleváramos una vida conociéndonos. Sin embargo, parecía que llevábamos años haciendo esto. Tu maravillosa mirada llena de melancolía se fijaba en el horizonte mientras que te lucias en cada movimiento que provocabas que hiciera Zorro y por alguna razón no te veías tan feliz y mi curiosidad me ganaba.
Te mire como queriendo descubrir en tus ojos todos tus secretos o quizás todas tus verdades, 《¿Qué secretos podía tener alguien como tú?》 Pensé. Me mirabas fijamente y después de lo que pareció una eternidad sonreíste. —Es tan fácil montar contigo mirándome… siento que todo lo hago mal — Dijiste tímidamente y allí estaba ese gesto nuevamente, tus dedos llevando un mechón de tu largo cabello detrás de tu oreja.
Mire el reloj que llevaba en mi muñeca y regrese mi mirada a ti. — Lo haces genial, pero creo que deberías tomarte un descanso ¿Te gustaría ir por un café?— Pregunte con naturalidad.
Era la primera vez que te invitaba a algo y tu rostro reflejo la misma sorpresa que paso por mi mente al darme cuenta de mi osadía. El deseo de seguir conversando contigo fue mas fuerte que mis dudas —Vale.— Respondiste tímidamente y sonreí.
Me puse de pie rápidamente y te ofrecí mi mano para que bajaras del caballo. La tomaste con algo de dudas y apenas te incorporaste la soltaste. Te daba vergüenza el contacto conmigo, lo sentí.
Salimos del picadero y dando alguna que otra explicación a los que estaban alrededor nos fuimos a cambiar para después salir de la escuela hípica. Luego de subirnos a mi auto e ir al centro de Madrid, nos bajamos de este para caminar hasta encontrar un lugar que nos agradara. Era invierno y tenias frio a pesar del abrigo que llevabas puesto; tengo que decir que tenia tantas ganas de abrazarte y caminar así por las calles de la ciudad... No lo hice por el simple hecho de que no debía. —¿Te parece bien aquí?— Te pregunte señalando la puerta de un café que había a tres calles de donde había estacionado. Asentiste y te abrí la puerta para que entrases. El lugar no estaba ni muy lleno, ni muy vacío; estaba bien para que tú y yo nos sentáramos en la mesa más lejana al escaparate del lugar y disfrutáramos de este momento.
El mesero se acerco a nosotros para tomar la orden y me llamo la atención que pidieses un café con chocolate, dijiste que era tu favorito y sonreí ante tu gusto. Ya sabía algo mas de ti y me estaba encantando conocerte —Y dime, ¿Hace mucho que entrenas? — Te pregunte para romper el hielo.
Este era tu tema favorito; me di cuenta cuando tus ojos brillaron. —Si, hace seis años.—
—¿Y tu familia te apoya en esto de la equitación y de querer ser Jockey?— Era un mal actor, solo quería que me contaras de ellos.
Miraste el mantel de la mesa y al darte cuenta de que era de papel y a un costado había crayones para dibujar, tomaste uno y comenzaste a dibujar imágenes al azar. —Si, mi madre, sobre todo. A mi padre le cuesta un poco más, pero es porque creo que no le gusta que este viviendo en Madrid sola.— Me dijiste sacándome de contexto, no entendí... ¿vivías sola aquí?
—¿Cómo que vives aquí sola?— Pregunte preocupado.
—Bueno, en realidad vivo con mi hermano Francisco...— Me explicaste y seguía sin entender muy bien.
—¿Y porque se han quedado ustedes dos aquí? ¿Dónde viven tus padres? — Cuestione y me miraste con una leve sonrisa.
—Hace tres años que a mi padre lo trasladaron por trabajo a Berlín y yo no me quise mudar porque aquí tenia a mis amigos, lugar para entrenar, y bueno... mi vida. Me dijeron que no podía quedarme sola, que era una locura... y ahí fue cuando mi hermano que es 15 años mayor que yo y que estaba terminando su carrera de medicina propuso que me quedara con el aquí. — Esa explicación fue como una revelación, me explicaba tanto de ti y de cómo era tu personalidad...
—¿Es decir que tienes un hermano doctor?— Pregunte de manera muy curiosa.
—Si, eso es muy bueno... me ha salvado muchas veces de ir al hospital.— Me dijiste entre risas.
—Me imagino... ¿y extrañas a tus padres?— Esa pregunta cambio todo.
—Por supuesto, pero mi sueño es los caballos y aquí es uno de los mejores lugares del mundo para eso. —
No estaba equivocado, había algo muy grande que nos unía y ese día lo comprendí todo... Eran los caballos...
—Sé perfectamente lo que significa los caballos para alguien que los ama. Sinai, eres demasiado talentosa y quiero ayudarte en todo lo que pueda.— Ese fue mi más sincero ofrecimiento, ese que sin darnos cuenta cambiaria absolutamente todo entre los dos.
No sabía muy bien como sobrellevar esa semana que pasábamos alejados. Antes de ti, disfrutaba ir a Barcelona y pasar tiempo con mi familia, pero todo había cambiado. Todo lo que quería hacer después de haberte conocido, era verte. Comprendía que no podía hacer nada, que no podía ni siquiera intentar robarte un beso, pero con verte me era suficiente. No tienes idea de lo bien que me hace tu presencia.Aquella noche de regreso en Madrid, mi gran amigo Sebas, había insistido en ir por algunas copas a un bar. Necesitaba distraerme, me era urgente que alguien escuchara lo que me estaba sucediendo y me dijese que estaba loco, que no podía fijarme en ti y quede con él en uno de los mejores bares de la ciudad. Me encontré con mi amigo en la puerta y entramos al lugar bajo el espectacular sonido de la música. Intentábamos hablar, pero hasta no sentarnos sería imposible.<
Aquella noche nos seguimos moviendo al ritmo de la música hasta que nos cansamos de bailar. Se había convertido en una obsesión para mí bailar contigo. Era la manera más natural que encontraba de tenerte cerca, de rozar tu figura, y de que tú me tocaras con o sin intención como lo hacías. Me enseñaste unos cuantos pasos aquella noche, pero el trato que hicimos fue seguir esas "clases" después de nuestras practicas. Me despedí de ti con tristeza en el momento que tu hermano dijo que era hora de irse y te llevo con él. Quería pedirle que te dejara quedar; que luego yo te llevaba a tu casa, pero habría sido demasiado en una sola noche.Tu ausencia dejo un vacío en este lugar lleno de gente, que no pude ocultar y Sebas se dio cuenta. —¿Estas atra&ia
Cada vez te veía más segura con Zorro, me emocionaba ver la conexión que tenías con él y ver lo feliz que eras al hacer esto que tanto te gustaba y es que sí, un entrenamiento se convirtió en algo más extenso y me encantaba la idea. Así mismo, cada despedida era mas difícil; solo que esta vez conseguí tener tu numero de móvil. Finalmente, no tendría que esperar más a que un intermediario te diera mis recados y eso me encantaba. Te di un beso en la mejilla, el cual tú me regresaste, el cual me supo a poco, y me marché de aquel lugar queriéndome quedar a tu lado.Fui a cerrar algunos detalles del Derby que estaba a punto de iniciar cuando la gente de la escuela hípica propuso que hiciéramos tres muestras en Madrid ya que la primera se había agotado. Pensé en todos los riegos que eso llevaba, pero también pensé que
Despedirme de ti en la puerta del edificio donde vivías fue más complicado de lo que creí. De alguna manera tú terminaste acorralada entre la pared y mi cuerpo, respiraba tu aroma y pedía al cielo ser lo suficientemente fuerte para no besarte. Tuve la impresión un par de veces que tú querías que te besara, o quizás fueron roces no intencionales los que ocurrieron y me confundieron. —Debo subir, si no mi hermano me matara.— Dijiste tímidamente al ver tu reloj. Era la una de la madrugada, vaya que el tiempo junto a ti volaba. Había olvidado completamente lo que era que impusieran un horario de llegada. Con toda la tristeza, me despedí de ti con un beso en la mejilla y me marché. De camino a casa te pensé tanto... me carcomía la angustia de saber que no te vería en tres meses.Los días comenzaron a transitar y los paisajes de las diferentes ciu
Los días junto a mi familia claro que los disfrute, pero seguí mirando el calendario esperando a aquellos días de junio donde finalmente nos reencontraríamos. Pasaban lentos... muy lentos... Las competencias en España ya habían comenzado, y la espera iba llegando a su fin de a poco. No hubo ni un solo día donde no nos escribiéramos. No hubo un solo día donde no esculcara tus redes sociales, quería verte, quería saber que estabas haciendo y el preguntártelo no me era suficiente. Me estaba dando pánico la manera que mis sentimientos estaban descontrolando mi ser. Llevaba casi cinco meses callando y a cada día que pasaba en vez de olvidarte, te pensaba más. No había mujer que me hiciera olvidarte por más esfuerzo que ella pusiese en llamar mi atención, al final del día tus ojos siempre aparecían en mis pensamientos.Después un u
Te miraba sin saber que decirte exactamente después de aquel primer beso. En realidad, si sabía que quería decirte, pero ¿Cómo hacia para que no salieras corriendo si te decía ahí mismo que te amaba?Respirabas de manera inconstante, tenias tu mirada clavada en mi y de repente, te deslizaste en el asiento para esconderte prácticamente en el suelo. No entendí nada —Leonel, ¡Arranca ya!— Exclamaste —Esta llegando mi hermano.— Explicaste finalmente.A pesar de que aún seguía saboreando el sabor de tu boca en mis labios y de que tenia ganas de besarte nuevamente; arranqué el auto y emprendí camino rumbo al restaurante donde tenia planeado llevarte.Te incorporaste nuevamente en el asiento y reíste como nunca te había escuchado reír antes.Te miré y morí de amor al verte tan feliz —Creo que te gus
De alguna manera aquella noche logramos entrar a aquel restaurante y sentarnos frente a frente. Honestamente, te quería tener más cerca, pero debía controlar todo lo que sentía. Me mirabas fijamente después de que ambos ordenáramos nuestros platos. La mesa estaba perfectamente ubicada para que tú y yo habláramos aquella noche a solas. Nadie nos veía, estábamos en una esquina y la luz era tenue haciendo que todo se viera mucho más romántico de lo que ya lo era.—¿Qué vamos a hacer ahora?— Me preguntaste de la nada y sonreí ante tu pregunta.Yo estaba igual que tú, todo era muy confuso, pero muy profundo.<
Salimos de aquel restaurante después de haber cenado conociéndonos mucho más y mirándonos como diciendo todo lo que no podíamos con nuestras bocas y una idea cruzo mi mente. Me detuve antes de abrir la puerta del auto y quería probar tus labios nuevamente mientras tenia tu cuerpo acorralado entre el auto y mi cuerpo. —¿Qué sucede?— Preguntaste tímidamente.Me sucedían tantas cosas en aquel momento... —Sucede que quiero invitarte a bailar, ¿Qué dices?— Te pregunte y me miraste con muchísima ilusión.Sabía que amabas bailar, pero también sabía que era la excusa que le habías dado a tu hermano para salir aquella noche. Me parecía un plan perfecto ir a bailar contigo. —¿Y si nos ven?— Me preguntaste con muchas dudas a pesar de que sé que querías ir.Por ti estaba dispuesto a move