Aquella noche nos seguimos moviendo al ritmo de la música hasta que nos cansamos de bailar. Se había convertido en una obsesión para mí bailar contigo. Era la manera más natural que encontraba de tenerte cerca, de rozar tu figura, y de que tú me tocaras con o sin intención como lo hacías. Me enseñaste unos cuantos pasos aquella noche, pero el trato que hicimos fue seguir esas "clases" después de nuestras practicas. Me despedí de ti con tristeza en el momento que tu hermano dijo que era hora de irse y te llevo con él. Quería pedirle que te dejara quedar; que luego yo te llevaba a tu casa, pero habría sido demasiado en una sola noche.
Tu ausencia dejo un vacío en este lugar lleno de gente, que no pude ocultar y Sebas se dio cuenta. —¿Estas atraído por ella?— Me pregunto de la nada en medio de una copa.
Lo mire con mis ojos abiertos de par en par y me di cuenta en aquel momento de lo que me estaba sucediendo, aunque intente ocultarlo. —¡¿Qué?! ¡No! ¿Cómo crees? Es una niña.— Fueron las palabras que utilice para defenderme.
—Que te conozco tío.— Insistió.
Intente explicar que solo me parecías atractiva, pero que eras menor de edad, tampoco funciono. Al parecer mi mirada lo decía todo. al menos eso es lo que Sebas dijo. Fue tal la insistencia que me hizo decir lo que hasta ese momento no quería admitir. —Vale, creo que me estoy enamorando de ella y no sé cómo frenar estos sentimientos, sé mejor que nadie que no debería sucederme.— Esas fueron mis palabras exactas.
Esas palabras se convertirían en mi fantasma. Debía cargar con la mochila de saber lo que me estaba sucediendo y alertar a mi corazón de lo que podía ocurrir a partir de ahora. Tenía que estar preparado para negarme a intentar algo contigo. Tenía que mentalizarme que solo a la distancia podía mirarte. No era correcto, no debía... eras mi amor imposible. Al menos así lo veía yo.
Los consejos de Sebas, y sus advertencias de cómo mantenerme alejado de los problemas me persiguieron toda la noche al igual que el recuerdo de tus ojos mirándome mientras bailábamos.
Fueron días difíciles los que le siguieron a esa noche. Mi cuerpo estaba en las competencias pactadas, o incluso publicidades con los sponsors, pero mi mente estaba contigo. Jamás había pensado tanto a alguien como te pensaba a ti. Rogaba que las semanas pasaran rápido y regresara a Madrid para volver a verte. A pesar de todo, cada día que pasaba te iba queriendo un poquito más. Me conformaba con ver tu cuenta de I*******m a escondidas y disfrutar de tu sonrisa a través de las fotos. Me encantaba lo relajada que te veías junto a tus amigas de instituto, montando a caballo, o simplemente en el parque. Me di cuenta de que te gustaba mucho la naturaleza e imaginaba lo sitios tan bonitos donde podía invitarte a ir conmigo, pero debía reprimir esos pensamientos de mi mente.
Me prohibía pensar en ti, pero vamos... no funcionaba mucho. Así paso ese mes queriéndote sin poder hacerlo.
Entre a la escuela hipica con los nervios a flor de piel y me quedé paralizado cuando te vi bailando frente al establo de Zorro al ritmo de un sesión de cuerdas que sonaba en el tu móvil y te le acercabas a él para acariciarlo como si estuvieras intentando crear una mejor relación con el caballo. Mire a mi alrededor y no había nadie; solo el caballo y tu bailando con los ojos cerrados de a momentos. No te diste cuenta de que te veía y aproveche la situación para incorporarme enfrente tuyo y tomarte de la cintura asustándote. No dijiste nada, solo dábamos vueltas por el pasillo del establo juntos bajo el sonido de la música. Parecía que bailábamos un vals, pero nada estaba más lejos que eso.
—Pensé que primero entrenariamos.— Comentaste e hiciste que una de mis manos se tomara con la tuya. Ahora si que bailábamos de manera correcta.
—En este caso el orden de los factores no altera el producto.— Dije refiriéndome al meme que habías colgado en I*******m.
Me miraste sorprendida y luego entrecerraste tus ojos sin dejar de bailar. —¿Has estado viendo mi cuenta de I*******m?— Preguntaste conteniendo tu sonrisa.
Me encanto como mordiste tus labios con tal de no sonreír al darte cuenta de que te espiaba —Tan solo un poco.— Te mentí y esta vez reíste.
Me hiciste reír mucho con tu respuesta —Creí que solo tus admiradoras espiaban cuentas de I*******m intentando buscar información.—
Me quede pensando en tus palabras un instante y te mire con mucha curiosidad —¿Por qué lo dices exactamente?— Pregunte.
—Es que ellas también han estado viendo mi cuenta...— Comentaste y sonreí.
Me encantaba estar así contigo; me sentía en casa. —¿Nos tomamos una foto?— Te pregunte y parece que hubieses escuchado algo que no esperabas.
—Me daba mucha vergüenza pedírtela.— Comentaste y me causaste tanta ternura que quería abrazarte fuerte.
Sin decirte nada más, saque mi móvil del bolsillo. Detuvimos nuestro baile por un instante y nos tome una selfie. Tenía toda la intención de subirla a las redes cuando vi tu cara de sorpresa —¿La subirás?— Preguntaste.
—Claro— Te dije como si fuese obvio y reíste.
Eres tan preciosa que no sabes el esfuerzo que hice en ese momento para no besarte.
Bajo tu atenta mirada, subí la foto a las redes con la frase "Con la talentosa Sinai. Nunca cambies ni dejes de amar a los caballos con esa luz. Loco porque te vean competir" Era toda una metáfora, la luz la traías... pero a mi vida...
Tenía tantas cosas que confesarte... solo callé y sonreí para luego pedirte que entrenaramos, y es que como siempre el reloj corría en mi contra.
Cada vez te veía más segura con Zorro, me emocionaba ver la conexión que tenías con él y ver lo feliz que eras al hacer esto que tanto te gustaba y es que sí, un entrenamiento se convirtió en algo más extenso y me encantaba la idea. Así mismo, cada despedida era mas difícil; solo que esta vez conseguí tener tu numero de móvil. Finalmente, no tendría que esperar más a que un intermediario te diera mis recados y eso me encantaba. Te di un beso en la mejilla, el cual tú me regresaste, el cual me supo a poco, y me marché de aquel lugar queriéndome quedar a tu lado.Fui a cerrar algunos detalles del Derby que estaba a punto de iniciar cuando la gente de la escuela hípica propuso que hiciéramos tres muestras en Madrid ya que la primera se había agotado. Pensé en todos los riegos que eso llevaba, pero también pensé que
Despedirme de ti en la puerta del edificio donde vivías fue más complicado de lo que creí. De alguna manera tú terminaste acorralada entre la pared y mi cuerpo, respiraba tu aroma y pedía al cielo ser lo suficientemente fuerte para no besarte. Tuve la impresión un par de veces que tú querías que te besara, o quizás fueron roces no intencionales los que ocurrieron y me confundieron. —Debo subir, si no mi hermano me matara.— Dijiste tímidamente al ver tu reloj. Era la una de la madrugada, vaya que el tiempo junto a ti volaba. Había olvidado completamente lo que era que impusieran un horario de llegada. Con toda la tristeza, me despedí de ti con un beso en la mejilla y me marché. De camino a casa te pensé tanto... me carcomía la angustia de saber que no te vería en tres meses.Los días comenzaron a transitar y los paisajes de las diferentes ciu
Los días junto a mi familia claro que los disfrute, pero seguí mirando el calendario esperando a aquellos días de junio donde finalmente nos reencontraríamos. Pasaban lentos... muy lentos... Las competencias en España ya habían comenzado, y la espera iba llegando a su fin de a poco. No hubo ni un solo día donde no nos escribiéramos. No hubo un solo día donde no esculcara tus redes sociales, quería verte, quería saber que estabas haciendo y el preguntártelo no me era suficiente. Me estaba dando pánico la manera que mis sentimientos estaban descontrolando mi ser. Llevaba casi cinco meses callando y a cada día que pasaba en vez de olvidarte, te pensaba más. No había mujer que me hiciera olvidarte por más esfuerzo que ella pusiese en llamar mi atención, al final del día tus ojos siempre aparecían en mis pensamientos.Después un u
Te miraba sin saber que decirte exactamente después de aquel primer beso. En realidad, si sabía que quería decirte, pero ¿Cómo hacia para que no salieras corriendo si te decía ahí mismo que te amaba?Respirabas de manera inconstante, tenias tu mirada clavada en mi y de repente, te deslizaste en el asiento para esconderte prácticamente en el suelo. No entendí nada —Leonel, ¡Arranca ya!— Exclamaste —Esta llegando mi hermano.— Explicaste finalmente.A pesar de que aún seguía saboreando el sabor de tu boca en mis labios y de que tenia ganas de besarte nuevamente; arranqué el auto y emprendí camino rumbo al restaurante donde tenia planeado llevarte.Te incorporaste nuevamente en el asiento y reíste como nunca te había escuchado reír antes.Te miré y morí de amor al verte tan feliz —Creo que te gus
De alguna manera aquella noche logramos entrar a aquel restaurante y sentarnos frente a frente. Honestamente, te quería tener más cerca, pero debía controlar todo lo que sentía. Me mirabas fijamente después de que ambos ordenáramos nuestros platos. La mesa estaba perfectamente ubicada para que tú y yo habláramos aquella noche a solas. Nadie nos veía, estábamos en una esquina y la luz era tenue haciendo que todo se viera mucho más romántico de lo que ya lo era.—¿Qué vamos a hacer ahora?— Me preguntaste de la nada y sonreí ante tu pregunta.Yo estaba igual que tú, todo era muy confuso, pero muy profundo.<
Salimos de aquel restaurante después de haber cenado conociéndonos mucho más y mirándonos como diciendo todo lo que no podíamos con nuestras bocas y una idea cruzo mi mente. Me detuve antes de abrir la puerta del auto y quería probar tus labios nuevamente mientras tenia tu cuerpo acorralado entre el auto y mi cuerpo. —¿Qué sucede?— Preguntaste tímidamente.Me sucedían tantas cosas en aquel momento... —Sucede que quiero invitarte a bailar, ¿Qué dices?— Te pregunte y me miraste con muchísima ilusión.Sabía que amabas bailar, pero también sabía que era la excusa que le habías dado a tu hermano para salir aquella noche. Me parecía un plan perfecto ir a bailar contigo. —¿Y si nos ven?— Me preguntaste con muchas dudas a pesar de que sé que querías ir.Por ti estaba dispuesto a move
Dejarte en la puerta de tu edificio aquella noche fue una despedida sin poder besarte. De regreso a mi casa pensé en todo lo que estaba sucediendo y me preguntaba a mi mismo de cómo sobrellevaría todos esto sentimientos. Tenía miedo de mi mismo. ¿Y si te hacia mal? Ya de por si mi vida personal no era fácil de llevar, y si a eso le sumaba todo lo que significaba esta relación para ti, me hacía dudar una y mil veces... Solo pensaba en tu frase para espantar mis miedos, "Seamos fugitivos del miedo a amar".Aquellos pocos días que quedaban para las competencias pasaron entre entrenamientos y encuentros clandestinos en un parque que había a dos calles de donde vivías. Nuestras cenas, nuestros bailes en el salón de mi casa, y las tardes qu
Nos fue muy difícil hacer como si nada hubiese pasado. Fuimos al área donde se llevaba a cabo la competencia y fuimos el entrenador y la jinete que sorprendía a todos en su primera competencia, una que yo había decidido que no sería la única. El público no dejaba de mirarte y comentar acerca de tu conexión tan especial con el caballo y sabía perfectamente que este era solo el principio. No sé que habrás sentido tú, pero yo sentí que aquella gente desapareció y éramos solo tú y yo en nuestro pequeño espacio en el mundo. Fueron los aplausos los que me hicieron regresar a la realidad y darme cuenta de que estaba aquí en calidad de entrenador y no como tu novio. Ellos fueron los que hicieron que aquella burbuja que nos protegía explotara y nos hiciera ver que realmente no est&aacut