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6. Traes Luz A Mi Vida

Aquella noche nos seguimos moviendo al ritmo de la música hasta que nos cansamos de bailar. Se había convertido en una obsesión para mí bailar contigo. Era la manera más natural que encontraba de tenerte cerca, de rozar tu figura, y de que tú me tocaras con o sin intención como lo hacías. Me enseñaste unos cuantos pasos aquella noche, pero el trato que hicimos fue seguir esas "clases" después de nuestras practicas. Me despedí de ti con tristeza en el momento que tu hermano dijo que era hora de irse y te llevo con él. Quería pedirle que te dejara quedar; que luego yo te llevaba a tu casa, pero habría sido demasiado en una sola noche.

Tu ausencia dejo un vacío en este lugar lleno de gente, que no pude ocultar y Sebas se dio cuenta. —¿Estas atraído por ella?— Me pregunto de la nada en medio de una copa.

Lo mire con mis ojos abiertos de par en par y me di cuenta en aquel momento de lo que me estaba sucediendo, aunque intente ocultarlo. —¡¿Qué?! ¡No! ¿Cómo crees? Es una niña.— Fueron las palabras que utilice para defenderme.

—Que te conozco tío.— Insistió.

Intente explicar que solo me parecías atractiva, pero que eras menor de edad, tampoco funciono. Al parecer mi mirada lo decía todo. al menos eso es lo que Sebas dijo. Fue tal la insistencia que me hizo decir lo que hasta ese momento no quería admitir. —Vale, creo que me estoy enamorando de ella y no sé cómo frenar estos sentimientos, sé mejor que nadie que no debería sucederme.— Esas fueron mis palabras exactas.

Esas palabras se convertirían en mi fantasma. Debía cargar con la mochila de saber lo que me estaba sucediendo y alertar a mi corazón de lo que podía ocurrir a partir de ahora. Tenía que estar preparado para negarme a intentar algo contigo. Tenía que mentalizarme que solo a la distancia podía mirarte. No era correcto, no debía... eras mi amor imposible. Al menos así lo veía yo.

Los consejos de Sebas, y sus advertencias de cómo mantenerme alejado de los problemas me persiguieron toda la noche al igual que el recuerdo de tus ojos mirándome mientras bailábamos.

Fueron días difíciles los que le siguieron a esa noche. Mi cuerpo estaba en las competencias pactadas, o incluso publicidades con los sponsors, pero mi mente estaba contigo. Jamás había pensado tanto a alguien como te pensaba a ti. Rogaba que las semanas pasaran rápido y regresara a Madrid para volver a verte. A pesar de todo, cada día que pasaba te iba queriendo un poquito más. Me conformaba con ver tu cuenta de I*******m a escondidas y disfrutar de tu sonrisa a través de las fotos. Me encantaba lo relajada que te veías junto a tus amigas de instituto, montando a caballo, o simplemente en el parque. Me di cuenta de que te gustaba mucho la naturaleza e imaginaba lo sitios tan bonitos donde podía invitarte a ir conmigo, pero debía reprimir esos pensamientos de mi mente.

Me prohibía pensar en ti, pero vamos... no funcionaba mucho. Así paso ese mes queriéndote sin poder hacerlo.

Entre a la escuela hipica con los nervios a flor de piel y me quedé paralizado cuando te vi bailando frente al establo de Zorro al ritmo de un sesión de cuerdas que sonaba en el tu móvil y te le acercabas a él para acariciarlo como si estuvieras intentando crear una mejor relación con el caballo. Mire a mi alrededor y no había nadie; solo el caballo y tu bailando con los ojos cerrados de a momentos. No te diste cuenta de que te veía y aproveche la situación para incorporarme enfrente tuyo y tomarte de la cintura asustándote. No dijiste nada, solo dábamos vueltas por el pasillo del establo juntos bajo el sonido de la música. Parecía que bailábamos un vals, pero nada estaba más lejos que eso.

—Pensé que primero entrenariamos.— Comentaste e hiciste que una de mis manos se tomara con la tuya. Ahora si que bailábamos de manera correcta.

—En este caso el orden de los factores no altera el producto.— Dije refiriéndome al meme que habías colgado en I*******m.

Me miraste sorprendida y luego entrecerraste tus ojos sin dejar de bailar. —¿Has estado viendo mi cuenta de I*******m?— Preguntaste conteniendo tu sonrisa.

Me encanto como mordiste tus labios con tal de no sonreír al darte cuenta de que te espiaba —Tan solo un poco.— Te mentí y esta vez reíste.

Me hiciste reír mucho con tu respuesta —

Creí que solo tus admiradoras espiaban cuentas de I*******m intentando buscar información.—

Me quede pensando en tus palabras un instante y te mire con mucha curiosidad —¿Por qué lo dices exactamente?— Pregunte.

—Es que ellas también han estado viendo mi cuenta...— Comentaste y sonreí.

Me encantaba estar así contigo; me sentía en casa. —¿Nos tomamos una foto?— Te pregunte y parece que hubieses escuchado algo que no esperabas.

—Me daba mucha vergüenza pedírtela.— Comentaste y me causaste tanta ternura que quería abrazarte fuerte.

Sin decirte nada más, saque mi móvil del bolsillo. Detuvimos nuestro baile por un instante y nos tome una selfie. Tenía toda la intención de subirla a las redes cuando vi tu cara de sorpresa —¿La subirás?— Preguntaste.

—Claro— Te dije como si fuese obvio y reíste.

Eres tan preciosa que no sabes el esfuerzo que hice en ese momento para no besarte.

Bajo tu atenta mirada, subí la foto a las redes con la frase "Con la talentosa Sinai. Nunca cambies ni dejes de amar a los caballos con esa luz. Loco porque te vean competir" Era toda una metáfora, la luz la traías... pero a mi vida...

Tenía tantas cosas que confesarte... solo callé y sonreí para luego pedirte que entrenaramos, y es que como siempre el reloj corría en mi contra.

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