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7. Los Sentimientos Crecen

Cada vez te veía más segura con Zorro, me emocionaba ver la conexión que tenías con él y ver lo feliz que eras al hacer esto que tanto te gustaba y es que sí, un entrenamiento se convirtió en algo más extenso y me encantaba la idea. Así mismo, cada despedida era mas difícil; solo que esta vez conseguí tener tu numero de móvil. Finalmente, no tendría que esperar más a que un intermediario te diera mis recados y eso me encantaba. Te di un beso en la mejilla, el cual tú me regresaste, el cual me supo a poco, y me marché de aquel lugar queriéndome quedar a tu lado. 

Fui a cerrar algunos detalles del Derby que estaba a punto de iniciar cuando la gente de la escuela hípica propuso que hiciéramos tres muestras en Madrid ya que la primera se había agotado. Pensé en todos los riegos que eso llevaba, pero también pensé que podrías estar conmigo esos tres días y no una como estaba estipulado. No puedes ni imaginarte la enorme sonrisa que se dibujo en mi rostro al imaginarme esos tres días a tu lado. 11, 12, y 13 de junio; esas eran las fechas. Faltaban algunos meses aun, pero las ansias de dejar todo listo para aquellos días me consumían. Al salir de aquella reunión, no dude ni un segundo y te envié un W******p.

Leonel:

Sinai, estoy muy feliz. Se han agregado dos fechas mas en Madrid, ¿Te atreves a ser parte de la muestra previa a la competencia esos tres días?

Ese fue el primer W******p que te envié, y aun lo tengo guardado.

Miraba la pantalla como un tonto esperando tu respuesta. El móvil sonó y no sabes lo feliz que fui en ese instante, parecía un adolescente. 

Sinai:

¡Felicidades! ¡Que locura! Claro que me atrevo ¿Quién no quiere ser parte de la muestra de tu equipo? Además, tú me das paz.

Debo admitir que leí tu mensaje una y mil veces; fue especial. 

Mire mi agenda y me asuste. Solo tenia una semana antes que tuviera que viajar para competir en otro Derby internacional.

Leonel:

Deberíamos entrenar una ultima vez, en una semana viajo afuera del país. ¿Cuándo puedes?

Quería que fueses tú quien decidiera algunas cosas; no quería presionarte. Acordamos de vernos en dos días, y nuevamente el reloj jugaba en mi contra al mover sus agujas de manera tan lenta.

Esta vez fui yo quien llego primer a la escuela hípica. Me senté en uno de los bancos y simplemente hablaba con los caballos como hacia tiempo no lo hacia. Volvi a sentirme conectado con ellos y entendia que todo era gracias a ti, tú me llevabas a reencontrarme con la mejor versión de mi.

Te escuche entrar y al voltear a verte, me quede sin palabras. Te veías deslumbrante. Tan sencilla como eres tú, pero tan perfecta... es que no te hace falta nada para que siempre te veas increíble. 

—Hola.— Dijiste acercándote a mi de manera tímida y me saludaste dejándome inhalar el exquisito de la fragancia que adornaba tu piel y era nueva. Me gustaba mucho, provocaba querer morderte el cuello de lo dulce que olías ¿sabes cuantas veces reprimí ese pensamiento aquella tarde? Muchas...

—Hola.— Respondí sonriente, aunque por dentro tenia una guerra de sentimientos. Sabía que era la ultima vez que te vería... estaría tres meses de viaje entre una competencia y otra hasta que nos tocara las muestras en Madrid y me ponía muy mal saber que pasaría tanto tiempo lejos de ti. 

Conversamos acerca de todo lo que podrías esperar aquellos días y de alguno que otro arreglo que podíamos hacerle a la rutina de la muestra la misma que harías en la competencia. Hablar contigo de equitacion siempre ha sido tan fácil.

El tiempo pasaba, pero yo me negaba a separarme de ti. Vi la hora, y sí, era bastante tarde. —¿Quieres ir a cenar conmigo?— Me atreví a preguntarte en contra de lo que era correcto.

Me miraste tímidamente y mordiste tu labio inferior de una manera tan sensual, que tuve que reprimir mis deseos por besarte. —Vale. — Contestaste con una media sonrisa y sin dudarlo deje todo y te escolte a la salida. Caminaba a tu lado sin dejar de apreciar la manera que te movías. Tus piernas son un imán, tienes algo tan especial a la hora de caminar, que me hipnotiza. 

Entramos a aquel restaurante mientras te veía escribirle un mensaje a tu hermano diciendo que estabas conmigo. Aparte tu silla de aquella mesa ubicada al fondo del lugar y agradeciste mi gesto de caballerosidad con entusiasmo. No deje de mirarte mientras me sentaba enfrente de ti. No sé si te dabas cuenta de lo que me sucedía contigo, pero yo tenia la certeza de que tenia un cartel en la frente que decía "Estoy enamorado de ti". 

Tardamos un poco en decidir que ordenar; nuestra primera cena juntos, y nos entretuvimos hablando sin prestar atención al menú. Finalmente logramos pedir nuestros platos y cuando comenzamos a conocernos un poco más, me fue inevitable no preguntarte —¿Y cuando es tu cumpleaños?— Ya conocía tu color favorito, tu película favorita, tu flor favorita, pero no tu cumpleaños.

—Diez de Diciembre— Sentenciaste y sentí que me estaban quitando el aire. 

Estábamos en Febrero... estaba enamorado de una chica que hace apenas dos meses había cumplido 17... literalmente me estaba ahogando. Me tocaba esperar ocho meses para que fueras mayor de edad. 

Intente sonar normal el resto de nuestra conversación, pero creo que no creíste mi teatro. Me mirabas de manera extraña y yo no sabía como disimular más lo que me sucedía. —No quiero perder el contacto contigo estos meses que este fuera del país. — Solté en medio de nuestra charla y sonreíste.

—Yo tampoco Leonel. Sé que lo único que nos ha encontrado, ha sido ese concurso, pero me la paso muy bien contigo. — Me dijiste y fue como si el sol saliera en medio de la noche; iluminaste absolutamente todo con tan solo una frase.

—Y yo contigo. Me haces muy bien. — Te explique y nuevamente ese gesto tuyo. Ya no tenia dudas, cuando acomodabas un mechón de cabello detrás de tu oreja era porque estabas nerviosa.

—Te escribiré siempre que pueda. — Te dije y sonreíste.

—Y yo a ti. — Replicaste devolviéndome un poco de todo el aire que habías quitado hace instantes.

Te miraba mientras cenábamos y no dejaba de pensar que jamás había sido así con alguien. Nunca he estado dispuesto a esperar a alguien como lo estaba contigo. Quizás era porque todo contigo era diferente. Los sentimientos iban creciendo a cada día y lejos de asustarme como debería de haber sucedió; me sentía orgulloso de lo que me sucedía. Era el amor más puro que sentí. Sabía bien que era imposible, pero así todo no estaba dispuesto a dejarlo ir. 

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