Aquel día fue fatal. Estaba de reunión en reunión con patrocinadores, gente del ambiente y no recuerdo quien más, lo que si recuerdo es que no podía más que recordar tu voz, tu rostro... a ti en todo momento. No entendía muy bien lo que me habías hecho, solo sé que eras una niña, de acuerdo, no una niña, pero si una mujer muy joven para mí que me podía meter en muchos problemas.
Los días pasaron y llegaba el momento de volver a encontrarnos, estaba nervioso, lo admito. Caminaba por la escuela hípico mientras escuchaba a Zorro y sabía que tú lo estabas montando, pero al verte más de cerca me quede inmóvil a algunos pasos de ti. No sé muy bien aun si es que fue mi presencia o algún ruido lo que hizo que te detuvieras y me miraras, y fue ahí cuando vi una lagrima recorriendo tu mejilla. Me miraste apenada y quitaste el rastro de aquella lagrima rápidamente —Lo siento. — Dijiste y no entendí porque te disculpabas.
Te bajaste de Zorro y aproveche ese momento para acercarme a ti lentamente con mucho miedo de que lo que me sucedía contigo empeorara—¿Por qué me pides disculpas?— Pregunte entrecerrando mis ojos. —Emocionarse montando a caballo es lo más bonito que hay. — Te explique logrando robarte una sonrisa.
—Es que no sé, siento una conexión muy especial con los caballos, no mucha gente me entiende, pero tal vez tú si — Me dijiste y sentí que algo muy especial nos unía en aquel momento.
—Sabes, los caballos nos conocen mucho, y es que me han roto el corazón alguna vez... y ellos nunca lo harán, tal vez por eso yo me siento así con ellos, pero... tú seguramente no has pasado por eso aún. — Dije queriendo darte una explicación, pero al final del día lo que buscaba era saber mas de ti. Discúlpame, sé que no debía.
—Claro que sé lo que es que te rompan el corazón.— Dijiste con un hilo de voz y de repente te pusiste a llorar.
No comprendía que sucedía. Solo pude extender mis brazos y abrazarte mientras desahogabas tus penas. —Sinai, ¿Qué sucede?— Pregunte en lo que era casi un susurro. Me rompía el corazón verte llorar así, pero a la vez me estremecía sentirte así de cerca.
No sé que sucedió, pero te alejaste de mi y me miraste avergonzada. —Lo siento, no debí... apenas te conozco... eres Leonel Ritter...— Dijiste sin respirar.
—Ey, tranquila... no tengas vergüenza, considérame tu amigo.— Te dije mientras que con mi dedo pulgar quitaba algunas de tus lagrimas.
Miraste a nuestro alrededor como queriendo asegurarte de que no hubiese nadie y al comprobarlo volviste a mirarme. —Debes pensar que soy una tonta... lo siento.— Volviste a decir y te di una tímida sonrisa.
—¿Por qué no me cuentas que sucede? ¿Te has peleado con tu novio?— Te pregunte y mis intensiones detrás de esa pregunta me daban miedo. Sabía que algo ocurría... No era normal que una chica de tu edad llorara de tal manera al montar un caballo.
—Creerás que soy una niñita si te lo cuento... me da vergüenza, apenas te conozco.— Insististe y tus palabras despertaron más mi curiosidad.
—Jamás creería que eres una niñita... tal vez si me cuentas, pueda ayudarte. No soy un experto en el amor, pero créeme que en sufrimiento si.— Dije y por primera vez reíste levemente.
—Ese es un buen motivo...— Comentaste con apenas un poquito más de animo e instintivamente acaricie tu rostro.
—En estos casos si.— Sentencie y dejaste de mirarme.
—Mi novio me ha dejado anoche.— Confesaste tan bajito que apenas pude escucharte.
Escuche tus palabras e intente sentir empatía ante ellas, pero no puedo mentirte... para mi era algo bueno... bueno, no... no debía serlo. —¿Por qué un hombre dejaría a una chica tan linda como tú?— Pregunte y mis palabras salieron de mi boca más rápido de lo que las pensé.
Me miraste fijamente y no entendí si era por mis palabras o que, pero tus mejillas se tornaron rojas al igual que el polo que llevabas puesto. —Porque no me quise acostar con él.— Sentenciaste y vaya que sentí el ambiente cambiar drásticamente.
¿Qué se supone que debía de decirte en ese momento? Mi insistencia gano ese momento incomodo y no quiero ni decir todo lo que se cruzo por mi mente —Sinai, un hombre que te deja por eso no es hombre. — Es lo único que pude decirte y es que es lo que realmente pensaba.
Más lagrimas comenzaron a recorrer tu rostro —Es que yo lo amaba, pero...— Intentaste decirme.
—Pero no estabas lista.— Termine tu frase y me miraste sorprendida.
—Que vergüenza... yo hablando de esto contigo.— Dijiste y te pusiste fuiste hacia la otra esquina del picadero donde estábamos los dos solos.
No lo dude ni un minuto, fui a donde estabas tú. No sé porque, pero sentí que debía ayudarte o al menos que supieras que me importabas —Sinai, no tengas vergüenza... todos, créeme... todos, hemos pasado por esto. No te dejes presionar de nadie, ni siquiera por el hombre del que estas enamorada. — Te dije bajo tu atenta mirada.
Una tierna sonrisa se dibujo en tu rostro y sentí la paz que comenzaba a reflejar tu mirada —El día que tengas hijos, serás un gran padre. Gracias por esas palabras. — Me dijiste de la manera más inocente sin saber todo lo que me hiciste sentir en aquel momento.
Fue una tormenta de sentimientos la que paso sobre mi cuando intentabas recuperarte para regresar al caballo y hacer la que nada había pasado aquí. Era tal tu inocencia que ni cuenta te dabas lo que me estaba sucediendo y eso me encantaba...
Nuestras manos volvieron a unirse sobre las riendas del caballo mientras que te subías a Zorro. No era la primera vez que nos veíamos, pero tampoco es que lleváramos una vida conociéndonos. Sin embargo, parecía que llevábamos años haciendo esto. Tu maravillosa mirada llena de melancolía se fijaba en el horizonte mientras que te lucias en cada movimiento que provocabas que hiciera Zorro y por alguna razón no te veías tan feliz y mi curiosidad me ganaba.Te mire como queriendo descubrir en tus ojos todos tus secretos o quizás todas tus verdades, 《¿Qué secretos podía tener alguien como tú?》 Pensé. Me mirabas fijamente y después de lo que pareció una eternidad sonreíste. —Es tan fácil montar contigo mirándome… siento que todo lo hago mal — Dijiste tímidamente y allí estaba ese gesto nuevamente, tus dedo
No sabía muy bien como sobrellevar esa semana que pasábamos alejados. Antes de ti, disfrutaba ir a Barcelona y pasar tiempo con mi familia, pero todo había cambiado. Todo lo que quería hacer después de haberte conocido, era verte. Comprendía que no podía hacer nada, que no podía ni siquiera intentar robarte un beso, pero con verte me era suficiente. No tienes idea de lo bien que me hace tu presencia.Aquella noche de regreso en Madrid, mi gran amigo Sebas, había insistido en ir por algunas copas a un bar. Necesitaba distraerme, me era urgente que alguien escuchara lo que me estaba sucediendo y me dijese que estaba loco, que no podía fijarme en ti y quede con él en uno de los mejores bares de la ciudad. Me encontré con mi amigo en la puerta y entramos al lugar bajo el espectacular sonido de la música. Intentábamos hablar, pero hasta no sentarnos sería imposible.<
Aquella noche nos seguimos moviendo al ritmo de la música hasta que nos cansamos de bailar. Se había convertido en una obsesión para mí bailar contigo. Era la manera más natural que encontraba de tenerte cerca, de rozar tu figura, y de que tú me tocaras con o sin intención como lo hacías. Me enseñaste unos cuantos pasos aquella noche, pero el trato que hicimos fue seguir esas "clases" después de nuestras practicas. Me despedí de ti con tristeza en el momento que tu hermano dijo que era hora de irse y te llevo con él. Quería pedirle que te dejara quedar; que luego yo te llevaba a tu casa, pero habría sido demasiado en una sola noche.Tu ausencia dejo un vacío en este lugar lleno de gente, que no pude ocultar y Sebas se dio cuenta. —¿Estas atra&ia
Cada vez te veía más segura con Zorro, me emocionaba ver la conexión que tenías con él y ver lo feliz que eras al hacer esto que tanto te gustaba y es que sí, un entrenamiento se convirtió en algo más extenso y me encantaba la idea. Así mismo, cada despedida era mas difícil; solo que esta vez conseguí tener tu numero de móvil. Finalmente, no tendría que esperar más a que un intermediario te diera mis recados y eso me encantaba. Te di un beso en la mejilla, el cual tú me regresaste, el cual me supo a poco, y me marché de aquel lugar queriéndome quedar a tu lado.Fui a cerrar algunos detalles del Derby que estaba a punto de iniciar cuando la gente de la escuela hípica propuso que hiciéramos tres muestras en Madrid ya que la primera se había agotado. Pensé en todos los riegos que eso llevaba, pero también pensé que
Despedirme de ti en la puerta del edificio donde vivías fue más complicado de lo que creí. De alguna manera tú terminaste acorralada entre la pared y mi cuerpo, respiraba tu aroma y pedía al cielo ser lo suficientemente fuerte para no besarte. Tuve la impresión un par de veces que tú querías que te besara, o quizás fueron roces no intencionales los que ocurrieron y me confundieron. —Debo subir, si no mi hermano me matara.— Dijiste tímidamente al ver tu reloj. Era la una de la madrugada, vaya que el tiempo junto a ti volaba. Había olvidado completamente lo que era que impusieran un horario de llegada. Con toda la tristeza, me despedí de ti con un beso en la mejilla y me marché. De camino a casa te pensé tanto... me carcomía la angustia de saber que no te vería en tres meses.Los días comenzaron a transitar y los paisajes de las diferentes ciu
Los días junto a mi familia claro que los disfrute, pero seguí mirando el calendario esperando a aquellos días de junio donde finalmente nos reencontraríamos. Pasaban lentos... muy lentos... Las competencias en España ya habían comenzado, y la espera iba llegando a su fin de a poco. No hubo ni un solo día donde no nos escribiéramos. No hubo un solo día donde no esculcara tus redes sociales, quería verte, quería saber que estabas haciendo y el preguntártelo no me era suficiente. Me estaba dando pánico la manera que mis sentimientos estaban descontrolando mi ser. Llevaba casi cinco meses callando y a cada día que pasaba en vez de olvidarte, te pensaba más. No había mujer que me hiciera olvidarte por más esfuerzo que ella pusiese en llamar mi atención, al final del día tus ojos siempre aparecían en mis pensamientos.Después un u
Te miraba sin saber que decirte exactamente después de aquel primer beso. En realidad, si sabía que quería decirte, pero ¿Cómo hacia para que no salieras corriendo si te decía ahí mismo que te amaba?Respirabas de manera inconstante, tenias tu mirada clavada en mi y de repente, te deslizaste en el asiento para esconderte prácticamente en el suelo. No entendí nada —Leonel, ¡Arranca ya!— Exclamaste —Esta llegando mi hermano.— Explicaste finalmente.A pesar de que aún seguía saboreando el sabor de tu boca en mis labios y de que tenia ganas de besarte nuevamente; arranqué el auto y emprendí camino rumbo al restaurante donde tenia planeado llevarte.Te incorporaste nuevamente en el asiento y reíste como nunca te había escuchado reír antes.Te miré y morí de amor al verte tan feliz —Creo que te gus
De alguna manera aquella noche logramos entrar a aquel restaurante y sentarnos frente a frente. Honestamente, te quería tener más cerca, pero debía controlar todo lo que sentía. Me mirabas fijamente después de que ambos ordenáramos nuestros platos. La mesa estaba perfectamente ubicada para que tú y yo habláramos aquella noche a solas. Nadie nos veía, estábamos en una esquina y la luz era tenue haciendo que todo se viera mucho más romántico de lo que ya lo era.—¿Qué vamos a hacer ahora?— Me preguntaste de la nada y sonreí ante tu pregunta.Yo estaba igual que tú, todo era muy confuso, pero muy profundo.<