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3. Tormenta De Sentimientos

Aquel día fue fatal. Estaba de reunión en reunión con patrocinadores, gente del ambiente y no recuerdo quien más, lo que si recuerdo es que no podía más que recordar tu voz, tu rostro... a ti en todo momento. No entendía muy bien lo que me habías hecho, solo sé que eras una niña, de acuerdo, no una niña, pero si una mujer muy joven para mí que me podía meter en muchos problemas. 

Los días pasaron y llegaba el momento de volver a encontrarnos, estaba nervioso, lo admito. Caminaba por la escuela hípico mientras escuchaba a Zorro y sabía que tú lo estabas montando, pero al verte más de cerca me quede inmóvil a algunos pasos de ti. No sé muy bien aun si es que fue mi presencia o algún ruido lo que hizo que te detuvieras y me miraras, y fue ahí cuando vi una lagrima recorriendo tu mejilla. Me miraste apenada y quitaste el rastro de aquella lagrima rápidamente —Lo siento. — Dijiste y no entendí porque te disculpabas.

Te bajaste de Zorro y aproveche ese momento para acercarme a ti lentamente con mucho miedo de que lo que me sucedía contigo empeorara—¿Por qué me pides disculpas?— Pregunte entrecerrando mis ojos. —Emocionarse montando a caballo es lo más bonito que hay. — Te explique logrando robarte una sonrisa.

—Es que no sé, siento una conexión muy especial con los caballos, no mucha gente me entiende, pero tal vez tú si — Me dijiste y sentí que algo muy especial nos unía en aquel momento.

—Sabes, los caballos nos conocen mucho, y es que me han roto el corazón alguna vez... y ellos nunca lo harán, tal vez por eso yo me siento así con ellos, pero... tú seguramente no has pasado por eso aún. — Dije queriendo darte una explicación, pero al final del día lo que buscaba era saber mas de ti. Discúlpame, sé que no debía.

—Claro que sé lo que es que te rompan el corazón.— Dijiste con un hilo de voz y de repente te pusiste a llorar.

No comprendía que sucedía. Solo pude extender mis brazos y abrazarte mientras desahogabas tus penas. —Sinai, ¿Qué sucede?— Pregunte en lo que era casi un susurro. Me rompía el corazón verte llorar así, pero a la vez me estremecía sentirte así de cerca.

No sé que sucedió, pero te alejaste de mi y me miraste avergonzada. —Lo siento, no debí... apenas te conozco... eres Leonel Ritter...— Dijiste sin respirar.

—Ey, tranquila... no tengas vergüenza, considérame tu amigo.— Te dije mientras que con mi dedo pulgar quitaba algunas de tus lagrimas.

Miraste a nuestro alrededor como queriendo asegurarte de que no hubiese nadie y al comprobarlo volviste a mirarme. —Debes pensar que soy una tonta... lo siento.— Volviste a decir y te di una tímida sonrisa.

—¿Por qué no me cuentas que sucede? ¿Te has peleado con tu novio?— Te pregunte y mis intensiones detrás de esa pregunta me daban miedo. Sabía que algo ocurría... No era normal que una chica de tu edad llorara de tal manera al montar un caballo.  

—Creerás que soy una niñita si te lo cuento... me da vergüenza, apenas te conozco.— Insististe y tus palabras despertaron más mi curiosidad.

—Jamás creería que eres una niñita... tal vez si me cuentas, pueda ayudarte. No soy un experto en el amor, pero créeme que en sufrimiento si.— Dije y por primera vez reíste levemente.

—Ese es un buen motivo...— Comentaste con apenas un poquito más de animo e instintivamente acaricie tu rostro.

—En estos casos si.— Sentencie y dejaste de mirarme.

—Mi novio me ha dejado anoche.— Confesaste tan bajito que apenas pude escucharte.

Escuche tus palabras e intente sentir empatía ante ellas, pero no puedo mentirte... para mi era algo bueno... bueno, no... no debía serlo. —¿Por qué un hombre dejaría a una chica tan linda como tú?— Pregunte y mis palabras salieron de mi boca más rápido de lo que las pensé.

Me miraste fijamente y no entendí si era por mis palabras o que, pero tus mejillas se tornaron rojas al igual que el polo que llevabas puesto. —Porque no me quise acostar con él.— Sentenciaste y vaya que sentí el ambiente cambiar drásticamente. 

¿Qué se supone que debía de decirte en ese momento? Mi insistencia gano ese momento incomodo y no quiero ni decir todo lo que se cruzo por mi mente —Sinai, un hombre que te deja por eso no es hombre. — Es lo único que pude decirte y es que es lo que realmente pensaba. 

Más lagrimas comenzaron a recorrer tu rostro —Es que yo lo amaba, pero...— Intentaste decirme.

—Pero no estabas lista.— Termine tu frase y me miraste sorprendida.

—Que vergüenza... yo hablando de esto contigo.— Dijiste y te pusiste fuiste hacia la otra esquina del picadero donde estábamos los dos solos.

No lo dude ni un minuto, fui a donde estabas tú. No sé porque, pero sentí que debía ayudarte o al menos que supieras que me importabas —Sinai, no tengas vergüenza... todos, créeme... todos, hemos pasado por esto. No te dejes presionar de nadie, ni siquiera por el hombre del que estas enamorada. — Te dije bajo tu atenta mirada. 

Una tierna sonrisa se dibujo en tu rostro y sentí la paz que comenzaba a reflejar tu mirada —El día que tengas hijos, serás un gran padre. Gracias por esas palabras. — Me dijiste de la manera más inocente sin saber todo lo que me hiciste sentir en aquel momento. 

Fue una tormenta de sentimientos la que paso sobre mi cuando intentabas recuperarte para regresar al caballo y hacer la que nada había pasado aquí. Era tal tu inocencia que ni cuenta te dabas lo que me estaba sucediendo y eso me encantaba... 

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