Narrador:
Después de leer una y otra vez la notificación del juzgado, finalmente tomó asiento en la cama. Respiró hondo. Alejandro estaba entre rejas, sin embargo seguía vivo y era algo que la seguía atormentado y perturbando su paz mental.
Apartó la carta una vez que Adam asomó su cabeza por la puerta.
—¿Estás bien?
Asintió. Aunque no lo estaba del todo, pero no quería preocuparlos más de la cuenta, él también estaba afectado.
Tomó asiento junto a ella y extendió sus brazos invitándola a refugiarse en ellos.
Era extraño, porque en seguida dejó de tener miedo, y solo quería seguir pegada a él.
—No quiero que tengas miedo a nada, porque jamás volverá a hacerte daño.
Levantó su mirada con la intención de encontrar al muchacho que vio por primera vez, pero Adam ya ni siquiera escuchaba su música romántica ni sonreía como antes. Aun así con él el miedo dejaba de existir.
—Prométeme que nunca me dejarás sola.
S
Lo que sucedió ese día fue el comienzo y el fin de una relación, mi comienzo con Adam y el final de mi amistad con Oliver.Salí reluciente del baño, sonriendo por lo que acababa de pasar, y feliz de saber que Adam estaba dispuesto a quedarse conmigo. Me aferraba a él como si los hombres se hubieran extinguido del todo. No tenía explicación a ese hecho, tal vez fueron sus confesiones o simplemente me gustó la primera vez que lo vi, igual que yo a él.—Oliver se ha ido.Mi burbuja de felicidad reventó al escuchar las palabras de Adam.—Debió escucharnos, y tal vez pensó que sobraba y se largó.—¿Cómo sabes que se ha ido?Adam levantó una pequeña nota: "que seas muy felices."Ni siquiera un «adiós». Oliver se había esfumado. Me había abandonado. Aunque esta vez dolió menos que la primera.—Debe odiarme. Llevaba el año entero diciendo lo enamorado que estaba de ti...A Adam lo consumía la culpa, y yo siendo todo lo egoísta q
Los momentos más insignificantes de mi vida pasan a ser algo único, especial e irrepetibles. Cosas que para otros no tienen importancia alguna, como el simple hecho de poder despertar en mi cama, o un tierno beso de la mujer que me trajo a este mundo.Tengo recuerdos de momentos que pensé había olvidado, como la primera vez que mamá me dejó ir sola al colegio, o el primer beso de aquel chico que no consigo recordar el nombre, pero sé que fue en primaria y que después del beso, ambos salimos corriendo por la vergüenza.Momentos únicos que no volveré a vivir jamás.Evito mirar a mi alrededor y contemplar con tristeza lo que ahora me rodea, no es que tuviera una vida llena de lujos, pero comprada con esto, lo era.Lo peor son los olores corporales, los que intento no respirar cubriendo mi boca y nariz con mi propia camiseta, a decir verdad, yo también huelo mal.—Tengo sed...Su mal aliento golpea mi cara, aspiro aquel repugnante olor que sale cada v
La sangre se ha secado, pasó de un rojo vivo a un marrón algo oscuro. Oscuro como la turbia mirada de Oliver, sujetando mi pasaporte en sus manos aún manchadas. Dejándome con el culo al aire sin opción a seguir negando mi verdadera identidad.—¿Por qué estoy aquí?Debería estar alarmada, preocupada, y asustada. Pero solo estoy curiosa por saber el motivo por el cual me han traído.—Antes decías que querías llamar. Te doy la opción de llamar a tu padre.—Deberías limpiarte la herida... Es solo un consejo. —No estoy preocupada por su estúpida cara.Solo necesito ganar un poco de tiempo. Asimilar que estoy metida en un lío bien gordo, y que dependo de mi padre.—Entraré al baño a lavarme la cara, tú deberías vestirte.En cuanto él pone un pie en lo que deduzco es el baño, rápidamente me pongo la camiseta de Oliver, la cual no tapa demasiado, a lo que me veo obligada a enrollar la sábana a mi cintura.—¡Estúpida, zorra! —le oigo maldecir.<
Lo miro furiosa al igual que él me mira a mí, aunque parece que él lo hace con asco.Me incorporo y vuelvo a la sábana que él ha arrojado al suelo para poder taparme.—¡Se te va a infectar!—¿Cuál es tu nombre y cuánto hace que estás aquí?Mi labio superior tiembla, mis piernas parece que van a fallar, él es imponente, y yo un saco de huesos.—¡Tengo que llamar a mi madre! Debe estar muy preocupada.Se esfuerza por sonreír de medio lado, lo que hace que una gota de sangre penetre su boca. Se limpia asqueado.Localizo la puerta, la cual esta cerrada. Solo se me ocurre la idea de correr, aunque esté descalza. Necesito salir de aquí y volver a casa.Recojo la sábana colocándola bien alrededor de mi cuerpo, dispuesta a correr como si no existiera un mañana, su mano agarra mi brazo con fuerza.—¿Qué necesitas?Frunzo el ceño algo confusa, paso la lengua por mis labios resecos, los cuales duelen cada vez que abro la boca. Clavo m
Flashback:Llegué antes de lo previsto, porque el casero no había llegado todavía. Estaba en una ciudad totalmente desconocida, cansada, y las maletas me impedían moverme con facilidad.Me quedé sentada en el portal, con la batería del móvil agotándose, y a la espera de que aquel hombre apareciera con las llaves de mi nueva casa.Mi madre me había llamado como un centenar de veces, y gracias a ello se agotó la batería. Una vez más la pantalla del teléfono se iluminó por una nueva llamada, pero al mismo tiempo, mi teléfono se apagó.—¡Oh, mierda! ¡Mierda! Me incorporé de las diminutas escaleras totalmente frustrada y con ganas de estampar en el suelo ese cacharro que se negaba a encenderse y concederme tan solo dos minutos para llamar.<
Hay una parte de mí que tiene fe en que todo va a salir bien. Por eso no tengo miedo, pero también tengo una mala sensación sobre todo esto.Nunca había pensado en la muerte, hasta hoy. Incluso durante el viaje no había barajado la idea de morir. No sé qué es peor, morir o vivir lo que pueda venir.Es extraño que solo me preocupe mi madre, que no esté pensando solo en mí.Miro la habitación en la que Alejandro me ha instalado y no puedo evitar pensar que es un lugar hostil y frío, casi inhabitable.Pienso tanto que me duele la cabeza, aunque supongo que es por llorar demasiado. Llorar por algo que todavía no ha sucedido.Me sobresalto cuando la puerta se abre de golpe, Oliver y su fea cicatriz hacen presencia. El imbécil no se ha suturado la herida.—¿Sabes qué es lo que más odio en esta vida? —
Lo miro fijamente antes de dar una respuesta, aunque lo único que quiero decir es que su hermano está totalmente desequilibrado. Pero creo que en la condición que estoy no me conviene protestar demasiado.—¿Tendré ropa para el viaje o voy en pijama a todos lados?Alejandro sonríe de medio lado, aunque no es una broma ni mucho menos, es algo muy serio.—Buena respuesta a mi pregunta.—No quiero discutir el tema contigo.—Muy bien, Cassy. ¿Te gusta más que Cristal?—Cassy es el nombre de mi madre, y por el cual me conocen todos mis amigos, Cristal es como mi padre decidió llamarme.Alejandro vuelve a tenderme la mano para levantarme. La acepto sin poner pegas y me incorporo.—Ojalá nuestro encuentro no se haya dado en esta fea situación.—Ojalá no hicieras lo que haces para conseguir dinero.
Vestida; si es que se le puede llamar así a lo que llevo puesto.Tiro del maldito vestido, con la intención de que al menos mi trasero no quede al descubierto. ¿Para quién han diseñado esta mierda? ¿Para una Barbie?—Necesito unos pantalones —protesto. —Parezco una prostituta y de las que se paran en las esquinas.Oliver sonríe, lo sé, demasiado divertido para su mente enferma. En cuanto a Alejandro, él solo asiente.—Procuraré encontrar algo más decente.Alejandro saca lo que deduzco es mi pasaporte. Pero en cuanto lo abro, lo único que reconozco es mi fotografía.María Thomson López.—No te alarmes, los billetes están a ese nombre...—¡Es un pasaporte falso!—Nadie tiene por qué saber que has viajado a México, a la vuelta, podrías tene