Hay una parte de mí que tiene fe en que todo va a salir bien. Por eso no tengo miedo, pero también tengo una mala sensación sobre todo esto.
Nunca había pensado en la muerte, hasta hoy. Incluso durante el viaje no había barajado la idea de morir. No sé qué es peor, morir o vivir lo que pueda venir.
Es extraño que solo me preocupe mi madre, que no esté pensando solo en mí.
Miro la habitación en la que Alejandro me ha instalado y no puedo evitar pensar que es un lugar hostil y frío, casi inhabitable.
Pienso tanto que me duele la cabeza, aunque supongo que es por llorar demasiado. Llorar por algo que todavía no ha sucedido.
Me sobresalto cuando la puerta se abre de golpe, Oliver y su fea cicatriz hacen presencia. El imbécil no se ha suturado la herida.
—¿Sabes qué es lo que más odio en esta vida? —Aparto la mirada en cuanto saca su teléfono del bolsillo. ¡Bien! La he cagado. —¡Mírame!
Su grito hace que mi cuerpo entre pánico, bloqueado cada extremidad por completo.
Camina hasta mí, y aún con miedo, me atrevo a desafiarlo. Debí borrar el número.
Cuando los ojos de Oliver oscurecen, es porque está realmente enfadado, supongo...
Sin preámbulo, Oliver tira de mi brazo sacándome de la cama.
—Puede que para Alejandro seas una invitada, para mí solo eres el enemigo. Y los enemigos me gusta que estén bajo tierra o darles por el culo, niñata malcriada.
Sus palabras me llenan de furia. Y mi primera reacción, como cualquier persona normal, es deshacerme de sus sucias manos. Lo empujo con todas mis fuerzas, casi consiguiendo que pierda el equilibrio. Pero el maldito no cae.
Retrocedo en cuanto él avanza, me subo a la cama, y camino por el colchón hasta llegar al otro extremo.
—¿Quieres jugar?
—¡Déjame en paz!
Sé que no quiero problemas con este demente, que ya tengo mucho de que preocuparme.
—¿Sabes rezar, Cassy?, deberías rezar mucho para que Sandra regrese sana y salva, porque de lo contrario "paz" será lo que jamás tendrás.
Niego al mismo tiempo que espero que se largue por donde ha venido. Pero por mi mala suerte, Oliver, se ha quedado con ganas de torturarme.
Sonríe de una manera casi diabólica, lo que me hace apartar la mirada de inmediato.
Dirige sus pasos hacia el otro lado de la cama, con la intención de llegar hasta mí. Pero una vez más, camino por el colchón hasta llegar al otro extremo.
Oliver retrocede en cuanto Alejandro, después de haber llamado a la puerta, la abre.
Sí, todavía estoy de pie encima del colchón.
—¿Qué haces aquí, Oliver?
Se pasa una mano por la nuca, no sé cómo será la relación entre ellos, pero está claro que Alejandro es el que tiene la sartén por el mango.
—Quería asegurarme de que nuestra "invitada" estaba a gusto en su suite.
Alejandro camina hasta mí, creo que puede notar de sobras que estoy alterada y algo asustada.
No puedo evitar mirarlo con desconfianza cuando me tiende la mano, invitándome a bajar de la cama y dejar de hacer el ridículo.
—¿Estás bien?
—Tengo sed.
Miento, pero necesito salir de cualquier sitio donde el imbécil de Oliver pueda acceder a mí. No quiero convertirme en su problema personal, ya es bastante que mi padre tenga a su hermana.
Tomo asiento bajo la atenta mirada de ambos, sujeto el vaso con agua con ambas manos y evito mantener cualquier contacto visual.
—Viajaremos mañana, Cristal.
—Cassy —corrijo a Alejandro.
—Me guío por lo que pone en tu pasaporte —recalca. —Tu padre está alojado en México, cuanto antes lleguemos antes podrás irte.
Me muero de ganas de llegar, ver a la tal Sandra, conocer a mi "hermano". Regresar a casa y decirle a mi padre lo mucho que lo odio en estos momentos. Pero parece que voy a paso de tortuga porque todavía no he dado ni un sorbito a mi agua.
—¿Puedo quedarme en tu habitación?
Alejandro frunce el ceño, espero que no esté pensando en que le estoy haciendo una proposición indecente, cuando lo único que quiero es seguir siendo lo más decente posible.
—Puedo dormir en el sofá mismo —aclaro ante su cara de estupefacción.
—Pensé que estarías cómoda en la habitación donde estás, es una de las mejores.
—Pienso lo mismo —interviene Oliver.
Levanto mi mirada suplicante, casi con la intención de acusar a Oliver, y al mismo tiempo con temor de que todo se vuelva contra mí.
—Por favor —añado.
Alejandro solo asiente. Sé que es mejor estar cerca de él, ya que parece que Oliver obedece a sus órdenes. Mucho mejor que estar sola, desprotegida y al alcance del miserable de su hermano.
Quiero estar lejos de los problemas.
Sonrío al ver la cara de fastidio que tiene, ¿lo estoy provocado?, no lo sé, pero su cara no tiene precio.
Entiendo que no sea de su agrado, pero su actitud no es la más correcta a la hora tratar conmigo.
Oliver sale del comedor algo enfadado.
—No hagas caso a lo que Oliver diga, él y Sandra son mellizos, siempre han estado muy unidos, y desde que ella no está con nosotros, vive enfadado con el mundo. Pero ya me he puesto en contacto con tu padre, en cuanto lleguemos a México hablarás con él, para que me tome totalmente en serio.
—Sé que dices que soy una invitada, pero he llegado aquí en un tráiler lleno de chicas, las cuales al igual que tú hermana, alguien las está echando de menos en estos momentos, como mi madre a mí.
—Son mis negocios, Cristal.
—Negocios que destrozan vidas humanas, familias enteras. Tú sientes ese dolor al no tener a Sandra...
—No es asunto tuyo, ya te dije que no eras parte de mi negocio, sino parte de un trato importante.
—Tal vez los padres y hermanos de esas chicas estén dispuestos a hacer tratos importantes con tal de volver a verlas.
Lo enfrento, aún sabiendo que no estoy en condiciones de exigir nada y menos intervenir por personas que ni siquiera conozco.
—No voy a discutir esto contigo. Ahora dime algo, ¿Por qué has pedido quedarte conmigo en mi habitación?
Lo miro fijamente antes de dar una respuesta, aunque lo único que quiero decir es que su hermano está totalmente desequilibrado. Pero creo que en la condición que estoy no me conviene protestar demasiado.—¿Tendré ropa para el viaje o voy en pijama a todos lados?Alejandro sonríe de medio lado, aunque no es una broma ni mucho menos, es algo muy serio.—Buena respuesta a mi pregunta.—No quiero discutir el tema contigo.—Muy bien, Cassy. ¿Te gusta más que Cristal?—Cassy es el nombre de mi madre, y por el cual me conocen todos mis amigos, Cristal es como mi padre decidió llamarme.Alejandro vuelve a tenderme la mano para levantarme. La acepto sin poner pegas y me incorporo.—Ojalá nuestro encuentro no se haya dado en esta fea situación.—Ojalá no hicieras lo que haces para conseguir dinero.
Vestida; si es que se le puede llamar así a lo que llevo puesto.Tiro del maldito vestido, con la intención de que al menos mi trasero no quede al descubierto. ¿Para quién han diseñado esta mierda? ¿Para una Barbie?—Necesito unos pantalones —protesto. —Parezco una prostituta y de las que se paran en las esquinas.Oliver sonríe, lo sé, demasiado divertido para su mente enferma. En cuanto a Alejandro, él solo asiente.—Procuraré encontrar algo más decente.Alejandro saca lo que deduzco es mi pasaporte. Pero en cuanto lo abro, lo único que reconozco es mi fotografía.María Thomson López.—No te alarmes, los billetes están a ese nombre...—¡Es un pasaporte falso!—Nadie tiene por qué saber que has viajado a México, a la vuelta, podrías tene
¡Oh, Dios mío! Todo era mentira. En el fondo sabía que mi padre no sería incapaz de hacer algo tan perverso.Retrocedo apartándome de María con la intención de salir corriendo. Tengo que alejarme de este lugar.—¿Está bien, señorita?Niego.—¡Necesito salir de aquí!Sea lo que sea, no es bueno. Tal vez vayan a usarme para extorsionar a mi padre, o para algo peor.En cuanto llego a la puerta, Alejandro asoma por ella.Me quedo totalmente asustada, con los ojos clavados en los suyos. Sin más preámbulos lo empujo con todas mis fuerzas y echo a correr. Pero no llego demasiado lejos. Alejandro me atrapa del brazo y me inmoviliza contra su pecho.Tengo mi espalda pegada a él. Me sujeta con tanta fuerza que se me dificulta respirar. Y por el colmo, Oliver está presente.—Tranquila... &mdash
—¿Cuánto tiempo llevas haciéndote pasar por él?No puedo creer que le haya estado contando a un desconocido tantas cosas sobre mí, ni que le haya mandado fotos de casi todo lo que hacía.—¡Lo que has hecho es enfermizo! —le reprocho.—¿Recuerdas lo del piso? —asiento. —Yo mandé a Mario. Parecía encantador, ¿verdad? —se regocija. —En realidad lo hacía porque me daba pena lo sola que te sentías. Yo escogí tu bonito piso. El mejor que pude encontrar. ¿Sabes que habría hecho tu padre? —pregunta sin esperar una respuesta. —Tan solo te habría mandado el dinero, pero yo me encargaré personalmente de verlos uno por uno.—¡Oh, Dios mío! Esto tiene que ser una puta pesadilla.—Es tan real como yo. ¡Y vas a devolverme lo que tu padre me quito!&nbs
OliverLa primera vez que vi a Cassy no sabía quién era, Alejandro jamás me mostró unas de esas decenas de fotografías que ella le había mandado, no a él, sino a su padre.Pero cuando la vi en mi habitación, me pareció graciosa, ¿Quién en su sano juicio se preocupa por una cicatriz de la persona que pretende dañarte? Aunque en ese momento pensé que era una ingenua, luego me di cuenta de que solo quería ganar tiempo.A pesar de que mi hermano no me había permitido ver sus fotos, fui el primero en verla completamente desnuda. Entiendo a Alejandro, a mí también me impresionaron sus enormes ojos azules, pero tengo que decir que desnuda gana mucho más.Disfruté haciendo mi papel de malo, acosando a Cassy, haciéndola creer que era un depredador que pretendía devorarla. ¿A qué viene todo
Alejandro tira del pañuelo que cubre mis ojos, pero el haber estado cegada, no quiere decir que también haya estado sorda. Sé que hablaba con alguien más...Hace una mueca, y yo tiro de mis atadas manos, provocando un daño severo en mis muñecas.—Suéltame, por favor.—Si no te suelto, ¿qué puedes hacer?Patalear, gritar, insultar... Nada que pueda sacarme de la situación en la que estoy.—Por favor —suplico una vez más.—No sé lo cómoda que estés, pero espero que sea lo suficiente como para pasar la noche.Niego. No puede dejarme desnuda y atada, es humillante.Él cubre mi cuerpo con una fina sábana y se dispone a marcharse.—¡No! ¡Desátame, por favor!—Buenas noches, Cassy.El muy bastardo besa mi frente antes de irse
OliverMe sirvo una taza de café, mientras observo a María, es tan rápida preparando las cosas que me canso con solo verla.—¿Te hago huevos rancheros?Tengo el estómago cerrado, y demasiado sueño, no he podido pegar ojo en toda la noche. Pero asiento, solo porque a ella me cuesta decirle que no quiero algo.—¿Cassy tomará el desayuno en la habitación?Arqueo una ceja. No puedo tomar decisiones por Cassy, tampoco me importa saber dónde va a desayunar esa niñata que me perturba por la noche, y que gracias a ella he amanecido más cansado de lo habitual.—Deberías preguntarle al señor de la casa.Ella pone los ojos en blanco y niega.—Tú también lo eres, Oliver. Deberías dejar esa actitud, Alejandro y tú sois hermanos y debéis cuidar el uno del otro.Ma
CassyRetrocedo con la intención de volver a mi habitación y no salir de ella. Avergonzada por llevar un vestido tan ajustado, aunque me llega hasta las rodillas.—Escogí lo primero que encontré — interviene Oliver.Alejandro clava los ojos en su hermano. Me hace una señal para que me siente justo a su lado. Siento la mano de Oliver empujándome para que avance.Me cuesta mucho llegar hasta el asiento, aunque en realidad está a tan solo unos pasos.María sirve el desayuno una vez que todas estamos sentados.Se forma un incómodo silencio, solo el sonido de los cubiertos haciendo contacto con los platos. Me llevo un trozo de huevo a la boca, y en seguida siento que se ha atascado en mi garganta al notar la mano de Alejandro paseando por mi muslo.Respiro hondo. Solo quiero comer un poco, lo necesito. La falta de alimento me hace sentir muy debilit