Vestida; si es que se le puede llamar así a lo que llevo puesto.
Tiro del maldito vestido, con la intención de que al menos mi trasero no quede al descubierto. ¿Para quién han diseñado esta mierda? ¿Para una Barbie?
—Necesito unos pantalones —protesto. —Parezco una prostituta y de las que se paran en las esquinas.
Oliver sonríe, lo sé, demasiado divertido para su mente enferma. En cuanto a Alejandro, él solo asiente.
—Procuraré encontrar algo más decente.
Alejandro saca lo que deduzco es mi pasaporte. Pero en cuanto lo abro, lo único que reconozco es mi fotografía.
María Thomson López.
—No te alarmes, los billetes están a ese nombre...
—¡Es un pasaporte falso!
—Nadie tiene por qué saber que has viajado a México, a la vuelta, podrías tener problemas si utilizas el original, podrían relacionarte con tu padre.
Niego una vez más.
—¿Dónde está el mío?
—¡Mira, niñata! Estamos haciendo todo lo posible para que no tengas ningún problema, deja de poner tantas trabas y colabora, que esto es culpa de tu padre.
Las palabras de Oliver me golpean con la verdad, a la vez me hacen sentir culpable.
Pero aun así, no pienso salir con este vestido a la calle.
—Necesito unos pantalones.
Alejandro camina hacia la puerta y no puedo evitar tener ganas de seguirlo. No quiero quedarme sola con su hermano.
***
El viaje hasta al aeropuerto se me hace demasiado corto.
Alejandro consiguió unos leggins negros, lo que hace que esté algo cómoda.
De camino he memorizado los detalles del pasaporte por si me hacen alguna pregunta.
Pronto llegaremos y todo acabará.
Desconecto de la realidad durante el viaje, y de nuevo mis pensamientos se llenan de recuerdos insignificantes, pero que por alguna razón, hoy, son más importantes de lo que pensaba.
Cuando aterriza el avión me invade una sensación extraña. Cómo de abandono. Pero me concentro en no ponerme nerviosa mientras las autoridades revisan mi pasaporte sin percatarse de que es totalmente falsificado.
Camino en medio de ambos sin mencionar palabra alguna.
En cuanto salimos del aeropuerto, un coche espera por nosotros. Alejandro ha sido atento y gentil durante todo el viaje, incluso ofreciéndome un libro en el avión para no aburrirme.
Oliver es un caso perdido para mí. Solo evito no hablar con él, y así no tener problemas.
Alejandro abre la puerta del vehículo invitándome a entrar. Todo lo que me rodea es desconocido.
Me siento acorralada en cuanto me veo sentada en medio de ellos.
—¿Cuánto queda?
No sé qué postura adaptar para no rozar mis piernas con las de ellos. Y más cuando el idiota de Oliver está sentado como si estuviera completamente solo. ¡Maldito egoísta!
Mi rabia y la frustración que siento me llevan a pegar mi pierna a la de él, intentando invadir su espacio, como hace él en todo el trayecto.
Empieza casi una guerra de empujones, a lo que él responde con una sonrisa burlona.
Pierdo los papeles en cuando golpea con fuerza su estómago, supongo que he estado demasiado tiempo queriendo hacerlo.
—¡Estás loca!
Gruñe al mismo tiempo que arruga su cara en señal de dolor. ¡Que le jodan!
Oliver me empuja, impacto contra Alejandro, y lo miro furiosa.
—¿Podéis comportaron como adultos?
—Le exiges demasiado —me burlo.
No lo he podido evitar, lleva dos días buscándome, y al final va a obtener lo que buscaba. Alejandro arroja el libro a mis muslos.
—Deberías haberle comprado uno para colorear.
—¿Por qué no te callas de una maldita vez? —le grito molesta.
Sinceramente me gustaría arrancarle los ojos y hacerme un bonito collar con ellos, pero queda mucho para Halloween.
Siento mi cuerpo cansado, mi trasero dolorido por permanecer tanto tiempo sentada, y mis párpados se cierran en contra de mi voluntad.
Sueño. Tengo mucho sueño, y procuro no dormirme...
Despierto con la cabeza apoyada sobre el hombro de Alejandro. Lo que hace que me sienta totalmente avergonzada y la retiro de inmediato.
—Lo siento...
Él sonríe. Ojalá Oliver fuera tan amable como su hermano, todo sería más llevadero.
Me doy cuenta de que Oliver se ha trasladado al asiento delantero, respiro hondo. Al menos tengo espacio para no sentirme ahogada.
Me acerco a la ventanilla, y miró a través de ella; la carretera se encuentra casi vacía, y no se visualiza más que la nada.
Hacemos una parada de veinte minutos, en la que aprovecho para ir al servicio y comer algo.
—Queda muy poco.
A lo que Alejandro llama poco, pasan a ser tres horas más.
En las cuales intento no volver a dormirme... Sin éxito, llevo una dormilona dentro de mí.
Cuando se detiene el vehículo, me despierto de manera automática.
Alejandro me mira fijamente y sonríe.
—Ya hemos llegado.
Podría decir que la casa por fuera es espectacular, y que solo he visto casas parecidas en mis millones de búsquedas por internet.
Tal vez hacia esas búsquedas de casas porque siempre soñé en vivir en una gran mansión. Tardes y horas mirando y soñando con casas con esta. Rodeadas por un impresionante jardín.
Boquiabierta, salgo del vehículo. Dejo de mirar a mi alrededor para concentrarme en una joven, vestida por completo con uniforme, pelo perfectamente peinado, una amplia sonrisa, de piel morena y ojos rasgados. Hermosa en todos los sentidos.
—Vamos... —Alejando me motiva a caminar.
Oliver aprieta a la joven algo efusivo. Lo que parece totalmente fuera de lugar, y más viniendo de él.
—Bienvenida, señorita.
—Gracias... —murmuro.
Debería estar tranquila, porque estoy ya a la mitad de todo el proceso. Solo me queda hablar con mi padre, hacer el intercambio, volver a mi casa, y abrazar a mi madre.
En cuanto pongo un pie en la casa, me sorprende lo bien colocado y organizado que está todo. Incluso me da pena pisar el suelo con mis zapatos sucios.
—María, acompaña a Cassy a su habitación.
¿A mi habitación? Dirá a la de invitados, porque se ha pasado dos días repitiendo y dejando claro que solo era una invitada.
Aún confusa por las palabras de Alejandro, camino detrás de la muchacha sin decir nada.
Recorremos la impresionante casa, decorada con mucha elegancia, hasta que María abre la puerta de una enorme habitación.
—Acabo de poner toallas en el baño por si deseas bañarte.
Es muy luminosa, ya que hay un enorme ventanal. María camina hasta correr la enorme puerta del vestidor.
Alucino por unos segundos por la cantidad de ropa, zapatos y complementos.
—¿Era la habitación de Sandra? —Pregunto toqueteando todo, todo demasiado caro para mí.
—¿Sandra? —cuestiona con el ceño fruncido.
—La hermana de Alejandro...
—¡Oh, no! El señor Alejandro lo mando comprar todo para usted. De hecho los señores no tienen ninguna hermana.
Se me eriza la piel por uno segundos. Miro fijamente a la empleada y siento que todo gira a mi alrededor.
—¿Estás segura de lo que dices?
—Llevo tres años trabajando con los señores, y que yo sepa, ellos no tienen más familiares.
Mi respiración se vuelve irregular, mi pecho sube y baja de manera exagerada. Y por un instante me doy cuenta de que no he hecho caso a nada sobre las advertencias que me hacía mi madre.
Una y otra vez me repetía que no me fiara de nadie que dijera saber algo sobre mi padre, de nadie que lo conociera... De nadie que esté relacionado con él para bien o para mal. Ahora estoy metida en problemas con un destino incierto en manos de dos perturbados.
¡Oh, Dios mío! Todo era mentira. En el fondo sabía que mi padre no sería incapaz de hacer algo tan perverso.Retrocedo apartándome de María con la intención de salir corriendo. Tengo que alejarme de este lugar.—¿Está bien, señorita?Niego.—¡Necesito salir de aquí!Sea lo que sea, no es bueno. Tal vez vayan a usarme para extorsionar a mi padre, o para algo peor.En cuanto llego a la puerta, Alejandro asoma por ella.Me quedo totalmente asustada, con los ojos clavados en los suyos. Sin más preámbulos lo empujo con todas mis fuerzas y echo a correr. Pero no llego demasiado lejos. Alejandro me atrapa del brazo y me inmoviliza contra su pecho.Tengo mi espalda pegada a él. Me sujeta con tanta fuerza que se me dificulta respirar. Y por el colmo, Oliver está presente.—Tranquila... &mdash
—¿Cuánto tiempo llevas haciéndote pasar por él?No puedo creer que le haya estado contando a un desconocido tantas cosas sobre mí, ni que le haya mandado fotos de casi todo lo que hacía.—¡Lo que has hecho es enfermizo! —le reprocho.—¿Recuerdas lo del piso? —asiento. —Yo mandé a Mario. Parecía encantador, ¿verdad? —se regocija. —En realidad lo hacía porque me daba pena lo sola que te sentías. Yo escogí tu bonito piso. El mejor que pude encontrar. ¿Sabes que habría hecho tu padre? —pregunta sin esperar una respuesta. —Tan solo te habría mandado el dinero, pero yo me encargaré personalmente de verlos uno por uno.—¡Oh, Dios mío! Esto tiene que ser una puta pesadilla.—Es tan real como yo. ¡Y vas a devolverme lo que tu padre me quito!&nbs
OliverLa primera vez que vi a Cassy no sabía quién era, Alejandro jamás me mostró unas de esas decenas de fotografías que ella le había mandado, no a él, sino a su padre.Pero cuando la vi en mi habitación, me pareció graciosa, ¿Quién en su sano juicio se preocupa por una cicatriz de la persona que pretende dañarte? Aunque en ese momento pensé que era una ingenua, luego me di cuenta de que solo quería ganar tiempo.A pesar de que mi hermano no me había permitido ver sus fotos, fui el primero en verla completamente desnuda. Entiendo a Alejandro, a mí también me impresionaron sus enormes ojos azules, pero tengo que decir que desnuda gana mucho más.Disfruté haciendo mi papel de malo, acosando a Cassy, haciéndola creer que era un depredador que pretendía devorarla. ¿A qué viene todo
Alejandro tira del pañuelo que cubre mis ojos, pero el haber estado cegada, no quiere decir que también haya estado sorda. Sé que hablaba con alguien más...Hace una mueca, y yo tiro de mis atadas manos, provocando un daño severo en mis muñecas.—Suéltame, por favor.—Si no te suelto, ¿qué puedes hacer?Patalear, gritar, insultar... Nada que pueda sacarme de la situación en la que estoy.—Por favor —suplico una vez más.—No sé lo cómoda que estés, pero espero que sea lo suficiente como para pasar la noche.Niego. No puede dejarme desnuda y atada, es humillante.Él cubre mi cuerpo con una fina sábana y se dispone a marcharse.—¡No! ¡Desátame, por favor!—Buenas noches, Cassy.El muy bastardo besa mi frente antes de irse
OliverMe sirvo una taza de café, mientras observo a María, es tan rápida preparando las cosas que me canso con solo verla.—¿Te hago huevos rancheros?Tengo el estómago cerrado, y demasiado sueño, no he podido pegar ojo en toda la noche. Pero asiento, solo porque a ella me cuesta decirle que no quiero algo.—¿Cassy tomará el desayuno en la habitación?Arqueo una ceja. No puedo tomar decisiones por Cassy, tampoco me importa saber dónde va a desayunar esa niñata que me perturba por la noche, y que gracias a ella he amanecido más cansado de lo habitual.—Deberías preguntarle al señor de la casa.Ella pone los ojos en blanco y niega.—Tú también lo eres, Oliver. Deberías dejar esa actitud, Alejandro y tú sois hermanos y debéis cuidar el uno del otro.Ma
CassyRetrocedo con la intención de volver a mi habitación y no salir de ella. Avergonzada por llevar un vestido tan ajustado, aunque me llega hasta las rodillas.—Escogí lo primero que encontré — interviene Oliver.Alejandro clava los ojos en su hermano. Me hace una señal para que me siente justo a su lado. Siento la mano de Oliver empujándome para que avance.Me cuesta mucho llegar hasta el asiento, aunque en realidad está a tan solo unos pasos.María sirve el desayuno una vez que todas estamos sentados.Se forma un incómodo silencio, solo el sonido de los cubiertos haciendo contacto con los platos. Me llevo un trozo de huevo a la boca, y en seguida siento que se ha atascado en mi garganta al notar la mano de Alejandro paseando por mi muslo.Respiro hondo. Solo quiero comer un poco, lo necesito. La falta de alimento me hace sentir muy debilit
OliverAprovecho que Alejandro se ha levantado para observar con atención a Cassy. Sigue mirando el periódico, tal vez yo en su situación tendría la misma esperanza que tiene ella. Aunque me resulta absurdo, no hay nadie allí a fuera esperando por ella. Nadie.—Tendrás que portarte lo mejor que puedas. Los amigos de Alejandro son algo especiales.Cassy se vuelve casi pálida con mis palabras, aunque en muchas ocasiones solo pretendo burlarme de ella. Ahora solo trato de aconsejarla.—¿Pretendes asustarme?—Pretendo prepararte para lo que pueda venir. Tal vez intenten provocarte para que él te ceda a ellos...Los ojos de Cassy se vuelven cristalinos, espero que no empiece a llorar, no es momento ni lugar.—Oír, ver y callar... ¿Tu madre nunca te lo dijo?—Extraño a mi madre...—¡Olv
CassyMe encierro en mi habitación con un nudo en la garganta, con más ganas de llorar que incluso cuando Alejandro invadió todo de mí, sin pedírselo y sin permiso.No quiero ser el juguete de nadie, y menos uno que se puede prestar a cualquiera cuando se le antoje.Sé que huir es complicado, pero no puedo evitar pensar en ello una y otra vez. Me acerco a la venta, la cual da directamente al jardín. Es tan fácil como dar un pequeño salto y correr. Pero estoy en México, no sé ni dónde tengo que dirigirme una vez que esté fuera. Bueno sí, al consulado. Pero, ¿Dónde demonios estará? Ni siquiera sé en qué parte de México estoy.Ojalá hubiera tenido un padre normal. Tal vez él ha causado tanto daño a los demás, y que por ello me toca pagarlo a mí. Algo así como el