Narrador:
Adam caminó decidido sin haberse despedido de ella, Oliver intentaba alcanzarlo. Volver a ver a Cassy había despertado en él ciertos sentimientos que quería evadir. Por eso, en las cuatro veces que había conducido hasta ese pueblo, no se había atrevido a acercarse a ella.
El sentimiento nació en el mismo instante que la vio, y aunque lo negaba, por respeto a Mel, la quería tener cerca.
Aunque esta vez había tenido la oportunidad, sabía que no era justo para Oliver.
—¿Por qué demonios has hecho eso?
Adam solo se precipitó a abrir el coche una vez que llegó.
—¿El qué?
—Tratarla como si no te importara, creía que sentías cariño por ella.
—¿Sabes lo que no voy a hacer? Quedarme aquí, porque tú estés enamorado.
—¿Seguro que es por eso? Porque tengo la sensación de qué es por un motivo personal, que no tiene nada que ver conmigo.
Adam subió al coche y cerró la puerta ignorando la discusión con Oliver.<
Cassy:—Una señora me ha llamado sinvergüenza —espeta ofendido entrando una vez que abro la casa.Adam lo sigue con una sonrisa malvada en sus labios y yo... Yo me quedo sujetando la puerta algo impacta por lo que acaba de pasar.Hace como media hora que se han ido, y vuelven a entrar como Pedro por su casa sin dar explicación alguna.Cierro la puerta confusa. Más bien ellos me confunden y me empiezan a estresar.Dirijo mis pasos hacia la cocina, cuando Oliver ya se ha adueñado de mi cafetera.—Luego dicen que los jóvenes somos unos maleducados.—¿A qué viene toda esta indignación? ¿Y, por qué estáis en mi casa y no en Venecia paseando en una barca bajo la luz de la luna?—¿Lo ves? Ella piensa que eres gay, esa música te hace gay.Pongo los ojos en blanco y tomo asiento, se avecina un nuevo espectáculo, se han convertido en una pareja de cómicos y probablemente es como se ganan la vida,no será así, pero ima
Narrador:Al ver las marcas que Alejandro había dejado en Cassy, le hirvió la sangre, a ese animal no le había bastado con marcar su nalga de por vida. Se sintió tan impotente, tan dolido como lo había estado ella aquel día.Tomó una bocanada de aire y cerró los ojos tratando de no pensar más en todo lo que lo atormentaba.Oliver estaba entretenido preparando la cena, y él se sentía incapaz de realizar algo tan sencillo como cocinar, sus pensamientos lo tenían totalmente absorbido.—Creo que mi hermano nunca salió de México.Cassy volvió su mirada hacia Oliver, y siguió cortando las verduras.—No es tan idiota como para entrar a los Estados Unidos después de lo ocurrido —dejó salir el aire contenido y siguió dándole la vuelta a la carne que tenía sobre la plancha. —Dudo que se atreva a venir a buscarte, no es tan tonto.—Entonces, iré yo a por él...Oliver clavó sus ojos en ella, y negó.—¿Quieres volver a México
CassyTengo a dos maravillosos hombres a mi lado, los cuales han marcado mi vida para siempre. Porque tengo claro que no importa el tiempo que pase, a ellos siempre los tendré presentes.Finalmente me siento feliz, feliz de sentirme querida, consentida, y me gusta demasiado tener la atención de ambos.—No quiero volver a dormir en esa habitación, sentí que Bomer me violaba con la mirada...Es perfecto.—Que más quisieras tú que amanecer en los brazos de ese hombre.Bueno... casi perfecto. No importa que Adam y Oliver se pasen el día discutiendo por tonterías, ni por quién parece más idiota. Me empiezo a enamorar de sus discusiones, aunque a veces me sacan de quicio.En cuanto Adam se incorpora, no contengo mis ganas de lanzarme sobre él. Para mí es un juego, para él debo mejorar.—Ponte en posición.A él le gusta tener el control, dar órdenes y mostrarse algo serio. Supongo que perder a su hermano y a Mel, lo hiz
Me siento muy perdida en la vida, pero puedo asegurar que lo que siento por Adam, implica sentimientos, más allá del deseo carnal. Lo noté en el instante en que se me sentí rescatada por él, por sus abrazos, aquellos que me dan fortaleza y seguridad. Adam es como el sol de cada mañana, algo necesario e imprescindible en mi vida, no se puede comprar con la atracción física que hay entre Oliver y yo. Aunque lo que le falta a Adam lo aporta Oliver, a pesar de ser un idiota, lo adoro. Ambos me complementan, pero tres es multitud.En el gran silencio incómodo que se ha formado, el timbre salva el momento.—Ya voy yo —le digo a Oliver cuando hace intención de querer ir a abrir.Abro la puerta y mis ojos chocaron de lleno contra los de ella, luego centro mi mirada en sus labios, los cuales lucen suaves, carnosos, hermosos y nada desagradables.Rechel, la chica de los labios secos, la del mal aliento, la que no se callaba ni debajo del agua.—¿Cassy
Narrador: Después de leer una y otra vez la notificación del juzgado, finalmente tomó asiento en la cama. Respiró hondo. Alejandro estaba entre rejas, sin embargo seguía vivo y era algo que la seguía atormentado y perturbando su paz mental.Apartó la carta una vez que Adam asomó su cabeza por la puerta.—¿Estás bien?Asintió. Aunque no lo estaba del todo, pero no quería preocuparlos más de la cuenta, él también estaba afectado.Tomó asiento junto a ella y extendió sus brazos invitándola a refugiarse en ellos.Era extraño, porque en seguida dejó de tener miedo, y solo quería seguir pegada a él.—No quiero que tengas miedo a nada, porque jamás volverá a hacerte daño.Levantó su mirada con la intención de encontrar al muchacho que vio por primera vez, pero Adam ya ni siquiera escuchaba su música romántica ni sonreía como antes. Aun así con él el miedo dejaba de existir.—Prométeme que nunca me dejarás sola.S
Lo que sucedió ese día fue el comienzo y el fin de una relación, mi comienzo con Adam y el final de mi amistad con Oliver.Salí reluciente del baño, sonriendo por lo que acababa de pasar, y feliz de saber que Adam estaba dispuesto a quedarse conmigo. Me aferraba a él como si los hombres se hubieran extinguido del todo. No tenía explicación a ese hecho, tal vez fueron sus confesiones o simplemente me gustó la primera vez que lo vi, igual que yo a él.—Oliver se ha ido.Mi burbuja de felicidad reventó al escuchar las palabras de Adam.—Debió escucharnos, y tal vez pensó que sobraba y se largó.—¿Cómo sabes que se ha ido?Adam levantó una pequeña nota: "que seas muy felices."Ni siquiera un «adiós». Oliver se había esfumado. Me había abandonado. Aunque esta vez dolió menos que la primera.—Debe odiarme. Llevaba el año entero diciendo lo enamorado que estaba de ti...A Adam lo consumía la culpa, y yo siendo todo lo egoísta q
Los momentos más insignificantes de mi vida pasan a ser algo único, especial e irrepetibles. Cosas que para otros no tienen importancia alguna, como el simple hecho de poder despertar en mi cama, o un tierno beso de la mujer que me trajo a este mundo.Tengo recuerdos de momentos que pensé había olvidado, como la primera vez que mamá me dejó ir sola al colegio, o el primer beso de aquel chico que no consigo recordar el nombre, pero sé que fue en primaria y que después del beso, ambos salimos corriendo por la vergüenza.Momentos únicos que no volveré a vivir jamás.Evito mirar a mi alrededor y contemplar con tristeza lo que ahora me rodea, no es que tuviera una vida llena de lujos, pero comprada con esto, lo era.Lo peor son los olores corporales, los que intento no respirar cubriendo mi boca y nariz con mi propia camiseta, a decir verdad, yo también huelo mal.—Tengo sed...Su mal aliento golpea mi cara, aspiro aquel repugnante olor que sale cada v
La sangre se ha secado, pasó de un rojo vivo a un marrón algo oscuro. Oscuro como la turbia mirada de Oliver, sujetando mi pasaporte en sus manos aún manchadas. Dejándome con el culo al aire sin opción a seguir negando mi verdadera identidad.—¿Por qué estoy aquí?Debería estar alarmada, preocupada, y asustada. Pero solo estoy curiosa por saber el motivo por el cual me han traído.—Antes decías que querías llamar. Te doy la opción de llamar a tu padre.—Deberías limpiarte la herida... Es solo un consejo. —No estoy preocupada por su estúpida cara.Solo necesito ganar un poco de tiempo. Asimilar que estoy metida en un lío bien gordo, y que dependo de mi padre.—Entraré al baño a lavarme la cara, tú deberías vestirte.En cuanto él pone un pie en lo que deduzco es el baño, rápidamente me pongo la camiseta de Oliver, la cual no tapa demasiado, a lo que me veo obligada a enrollar la sábana a mi cintura.—¡Estúpida, zorra! —le oigo maldecir.<