La sangre se ha secado, pasó de un rojo vivo a un marrón algo oscuro. Oscuro como la turbia mirada de Oliver, sujetando mi pasaporte en sus manos aún manchadas. Dejándome con el culo al aire sin opción a seguir negando mi verdadera identidad.
—¿Por qué estoy aquí?
Debería estar alarmada, preocupada, y asustada. Pero solo estoy curiosa por saber el motivo por el cual me han traído.
—Antes decías que querías llamar. Te doy la opción de llamar a tu padre.
—Deberías limpiarte la herida... Es solo un consejo. —No estoy preocupada por su estúpida cara.
Solo necesito ganar un poco de tiempo. Asimilar que estoy metida en un lío bien gordo, y que dependo de mi padre.
—Entraré al baño a lavarme la cara, tú deberías vestirte.
En cuanto él pone un pie en lo que deduzco es el baño, rápidamente me pongo la camiseta de Oliver, la cual no tapa demasiado, a lo que me veo obligada a enrollar la sábana a mi cintura.
—¡Estúpida, zorra! —le oigo maldecir.
Mis manos tiemblan constantemente, y tengo una sensación desagradable recorriendo mi cuerpo.
Ojalá mi padre no haya cometido una estupidez.
¿Qué puede tener tanto valor para él?
Camino arrastrando la sábana por el suelo hasta llegar a la otra puerta.
Deslizo mi mano por la manilla indecisa por abrir la puerta o quedarme quieta. Mis nervios aumentan, y sin pensarlo dos veces, giro la manilla y abro despacio con sumo cuidado.
—¡Cierra!
La potente voz de Oliver hace que mis manos vuelvan a temblar.
—No tienes escapatoria, Cassy.
Su voz se suaviza, pero sus palabras suenan a algo horrible y desagradable.
Evito tener pensamientos turbios, e intento calmarme para no entrar en pánico.
—Tengo una hermana de tu edad —dice algo melancólico, captando mi atención en seguida. —Lleva casi dos años desaparecida, tanto Alejandro cómo yo llevamos dos años sin saber lo que es tener paz interior. Alejandro piensa que es el karma, cuando haces cosas malas la vida te lo devuelve.
—¿Qué tiene que ver conmigo? —lo interrumpo frenética.
—Mucho, tu querido padre tiene a mi hermana pequeña. La cual tengo entendido; dio a luz a un bebé hace unos meses, fruto de las múltiples violaciones por parte de él.
Siento mi boca seca, mis labios escuecen y mi corazón al borde de un infarto. Un leve mareo me obliga a precipitarme a la cama, sentarme y mantener mi mente despejada.
—Quiero recuperar a mi hermana, Cassy. Y prometo que no sufrirás ningún daño mientras ella siga viva, pero juro que si le pasa algo... —aprieta sus dientes y entonces me fijo en él, en su rostro ya limpio, pero lleno de dolor.
—Lo que dices es imposible —interrumpo.
Oliver vuelve a cambiar de parecer, sus facciones se endurecen, y camina decidido hasta llegar a mí.
Me incorporo de inmediato. No soy tan alta como él, pero al menos me siento menos insignificante.
—Si le pasa algo a Sandra, juro que lo pagarás con tu vida.
Me siento incapaz de articular ni una sola palabra coherente. El miedo invade cada rincón de mi mente, con maletas incluidas instalándose de manera indefinida.
Aun así mantengo una postura digna, no quiero que note lo vulnerable que me siento ahora mismo.
Sus manos aprietan mi barbilla al mismo tiempo que me desafía con la mirada. Por un momento me siento algo confusa por la proximidad de sus labios, como si tuviera la intención de querer besarme, pero la puerta abriéndose hace que Oliver me suelte de mala manera.
—Ya le dije a tu mano derecha que no iba a tocarla.
Mi cerebro ordena toda la información para ser asimilada con más facilidad, pero se me hace muy difícil pensar que mi padre ha podido hacer algo tan perverso.
En cuanto tengo los pies sobre la tierra de nuevo, mis ojos solo se clavan en el que supongo es Alejandro. Algo mayor que Oliver, aunque muy parecidos, ambos tienen los ojos verdes, pelo castaño, más altos que yo, aunque Alejandro no parece tan enfadado con la vida como se ha mostrado su hermano.
—Te he traído algo de ropa —dice ofreciéndome una pequeña bolsa. —Ya me han informado que llegaste en malas condiciones, y me gustaría disculparme por ello. Ahora, podrías vestirte para que podamos hablar sobre un tema bastante importante.
Se me eriza la piel de nuevo, provocando el frío invernal de hace tan solo unas horas. Aunque Alejandro parece una persona pacífica, no lo conozco y puede cambiar de un momento a otro.
—No soy culpable de lo que hace mi padre —le aclaro con frialdad.
No somos amigos, he sido secuestrada, y amenazada por parte de su hermano. Y dudo mucho que lo que vaya a decir se tome en cuenta.
—Ya le he dejado las cosas claras.
—A diferencia de lo que te haya dicho mi hermano, yo te quiero informar que eres nuestra invitada, que no tienes nada que ver con nuestros negocios, que nadie te hará ningún daño y que una vez mi hermana se encuentre de regreso a la casa, tú también serás libre de volver a la tuya.
Le rezo a todos los dioses que conozco para que mantengan a salvo a esa chica, aunque todavía no me cabe en la cabeza que mi padre haya sido capaz de cometer un error de tal calibre.
—Dijo que me mataría...
Alejandro acribilla a su hermano con la mirada y acto seguido se esfuerza por mostrar una falsa sonrisa. Ninguno de los dos está en sus cabales y ambos me transmiten desconfianza.
—¿Y si tu hermana no vuelve? ¿Qué pasará conmigo?
Alejandro aparta la mirada sobre mí y Oliver sonríe con evidencia.
—Si te pones la ropa podrás comer algo, me imagino que estarás hambrienta.
Eso me hace recordar que tengo sed, que mi estómago duele, pero más por los nervios de toda la situación que por el hambre que tengo.
Aun así, asiento. Por el momento solo debo saber en qué parte estoy. Conocer lo que me rodea, y poner en marcha los métodos de supervivencia que he visto en tantos programas de televisión.
Lo miro furiosa al igual que él me mira a mí, aunque parece que él lo hace con asco.Me incorporo y vuelvo a la sábana que él ha arrojado al suelo para poder taparme.—¡Se te va a infectar!—¿Cuál es tu nombre y cuánto hace que estás aquí?Mi labio superior tiembla, mis piernas parece que van a fallar, él es imponente, y yo un saco de huesos.—¡Tengo que llamar a mi madre! Debe estar muy preocupada.Se esfuerza por sonreír de medio lado, lo que hace que una gota de sangre penetre su boca. Se limpia asqueado.Localizo la puerta, la cual esta cerrada. Solo se me ocurre la idea de correr, aunque esté descalza. Necesito salir de aquí y volver a casa.Recojo la sábana colocándola bien alrededor de mi cuerpo, dispuesta a correr como si no existiera un mañana, su mano agarra mi brazo con fuerza.—¿Qué necesitas?Frunzo el ceño algo confusa, paso la lengua por mis labios resecos, los cuales duelen cada vez que abro la boca. Clavo m
Flashback:Llegué antes de lo previsto, porque el casero no había llegado todavía. Estaba en una ciudad totalmente desconocida, cansada, y las maletas me impedían moverme con facilidad.Me quedé sentada en el portal, con la batería del móvil agotándose, y a la espera de que aquel hombre apareciera con las llaves de mi nueva casa.Mi madre me había llamado como un centenar de veces, y gracias a ello se agotó la batería. Una vez más la pantalla del teléfono se iluminó por una nueva llamada, pero al mismo tiempo, mi teléfono se apagó.—¡Oh, mierda! ¡Mierda! Me incorporé de las diminutas escaleras totalmente frustrada y con ganas de estampar en el suelo ese cacharro que se negaba a encenderse y concederme tan solo dos minutos para llamar.<
Hay una parte de mí que tiene fe en que todo va a salir bien. Por eso no tengo miedo, pero también tengo una mala sensación sobre todo esto.Nunca había pensado en la muerte, hasta hoy. Incluso durante el viaje no había barajado la idea de morir. No sé qué es peor, morir o vivir lo que pueda venir.Es extraño que solo me preocupe mi madre, que no esté pensando solo en mí.Miro la habitación en la que Alejandro me ha instalado y no puedo evitar pensar que es un lugar hostil y frío, casi inhabitable.Pienso tanto que me duele la cabeza, aunque supongo que es por llorar demasiado. Llorar por algo que todavía no ha sucedido.Me sobresalto cuando la puerta se abre de golpe, Oliver y su fea cicatriz hacen presencia. El imbécil no se ha suturado la herida.—¿Sabes qué es lo que más odio en esta vida? —
Lo miro fijamente antes de dar una respuesta, aunque lo único que quiero decir es que su hermano está totalmente desequilibrado. Pero creo que en la condición que estoy no me conviene protestar demasiado.—¿Tendré ropa para el viaje o voy en pijama a todos lados?Alejandro sonríe de medio lado, aunque no es una broma ni mucho menos, es algo muy serio.—Buena respuesta a mi pregunta.—No quiero discutir el tema contigo.—Muy bien, Cassy. ¿Te gusta más que Cristal?—Cassy es el nombre de mi madre, y por el cual me conocen todos mis amigos, Cristal es como mi padre decidió llamarme.Alejandro vuelve a tenderme la mano para levantarme. La acepto sin poner pegas y me incorporo.—Ojalá nuestro encuentro no se haya dado en esta fea situación.—Ojalá no hicieras lo que haces para conseguir dinero.
Vestida; si es que se le puede llamar así a lo que llevo puesto.Tiro del maldito vestido, con la intención de que al menos mi trasero no quede al descubierto. ¿Para quién han diseñado esta mierda? ¿Para una Barbie?—Necesito unos pantalones —protesto. —Parezco una prostituta y de las que se paran en las esquinas.Oliver sonríe, lo sé, demasiado divertido para su mente enferma. En cuanto a Alejandro, él solo asiente.—Procuraré encontrar algo más decente.Alejandro saca lo que deduzco es mi pasaporte. Pero en cuanto lo abro, lo único que reconozco es mi fotografía.María Thomson López.—No te alarmes, los billetes están a ese nombre...—¡Es un pasaporte falso!—Nadie tiene por qué saber que has viajado a México, a la vuelta, podrías tene
¡Oh, Dios mío! Todo era mentira. En el fondo sabía que mi padre no sería incapaz de hacer algo tan perverso.Retrocedo apartándome de María con la intención de salir corriendo. Tengo que alejarme de este lugar.—¿Está bien, señorita?Niego.—¡Necesito salir de aquí!Sea lo que sea, no es bueno. Tal vez vayan a usarme para extorsionar a mi padre, o para algo peor.En cuanto llego a la puerta, Alejandro asoma por ella.Me quedo totalmente asustada, con los ojos clavados en los suyos. Sin más preámbulos lo empujo con todas mis fuerzas y echo a correr. Pero no llego demasiado lejos. Alejandro me atrapa del brazo y me inmoviliza contra su pecho.Tengo mi espalda pegada a él. Me sujeta con tanta fuerza que se me dificulta respirar. Y por el colmo, Oliver está presente.—Tranquila... &mdash
—¿Cuánto tiempo llevas haciéndote pasar por él?No puedo creer que le haya estado contando a un desconocido tantas cosas sobre mí, ni que le haya mandado fotos de casi todo lo que hacía.—¡Lo que has hecho es enfermizo! —le reprocho.—¿Recuerdas lo del piso? —asiento. —Yo mandé a Mario. Parecía encantador, ¿verdad? —se regocija. —En realidad lo hacía porque me daba pena lo sola que te sentías. Yo escogí tu bonito piso. El mejor que pude encontrar. ¿Sabes que habría hecho tu padre? —pregunta sin esperar una respuesta. —Tan solo te habría mandado el dinero, pero yo me encargaré personalmente de verlos uno por uno.—¡Oh, Dios mío! Esto tiene que ser una puta pesadilla.—Es tan real como yo. ¡Y vas a devolverme lo que tu padre me quito!&nbs
OliverLa primera vez que vi a Cassy no sabía quién era, Alejandro jamás me mostró unas de esas decenas de fotografías que ella le había mandado, no a él, sino a su padre.Pero cuando la vi en mi habitación, me pareció graciosa, ¿Quién en su sano juicio se preocupa por una cicatriz de la persona que pretende dañarte? Aunque en ese momento pensé que era una ingenua, luego me di cuenta de que solo quería ganar tiempo.A pesar de que mi hermano no me había permitido ver sus fotos, fui el primero en verla completamente desnuda. Entiendo a Alejandro, a mí también me impresionaron sus enormes ojos azules, pero tengo que decir que desnuda gana mucho más.Disfruté haciendo mi papel de malo, acosando a Cassy, haciéndola creer que era un depredador que pretendía devorarla. ¿A qué viene todo