Los momentos más insignificantes de mi vida pasan a ser algo único, especial e irrepetibles. Cosas que para otros no tienen importancia alguna, como el simple hecho de poder despertar en mi cama, o un tierno beso de la mujer que me trajo a este mundo.
Tengo recuerdos de momentos que pensé había olvidado, como la primera vez que mamá me dejó ir sola al colegio, o el primer beso de aquel chico que no consigo recordar el nombre, pero sé que fue en primaria y que después del beso, ambos salimos corriendo por la vergüenza.
Momentos únicos que no volveré a vivir jamás.
Evito mirar a mi alrededor y contemplar con tristeza lo que ahora me rodea, no es que tuviera una vida llena de lujos, pero comprada con esto, lo era.
Lo peor son los olores corporales, los que intento no respirar cubriendo mi boca y nariz con mi propia camiseta, a decir verdad, yo también huelo mal.
—Tengo sed...
Su mal aliento golpea mi cara, aspiro aquel repugnante olor que sale cada vez que ella abre la boca. Me niego a pensar que mi boca huele igual de mal o peor.
El agua, aquel con el que llenaba la bañera de mi casa, o el que dejaba correr del grifo cuando me cepillaba los dientes sin preocupación alguna, ahora se a convertido en un bien escaso, igual que la poca comida que nos dan.
Al principio esperaba mi parte cuando la mayoría de ellas peleaban por un trozo de pan. Mi parte; la que nunca llegaba. Me negaba a comportarme como una miserable rata, pero al igual que ellas, el hambre y la sed sacaron a relucir mis instintos más primarios.
—Tengo sed.
Una arcada hace que un asqueroso líquido suba por mi garganta, y mis ganas de vomitar vuelven.
Evito el contacto visual con ella, hago de mi cuerpo un ovillo rodeando mis rodillas con mis propias manos. Tengo los pies llenos de mugre, por no hablar de mi ropa, o de mi aspecto en general.
La poca luz muestra a la perfección la cruda realidad. Y es que yo no soy la única que está en malas condiciones. Todas lo estamos.
Algunas quejas llegan en cuanto el tráiler se pone en marcha, aunque me aterra llegar a donde sea que nos dirigimos, deseo salir de aquí lo antes posible.
Para no pensar en la comida o en lo sedienta que me siento, intento dormir todo lo que puedo, aunque los movimientos bruscos o el ruido me despierta cada dos segundos.
—Cassy...
Oigo su molesta voz, lo sé, soy una mala persona, pero la llevo escuchando desde hace tantos días, que todo se ha vuelto demasiado molesto para mí.
—Nos hemos detenido hace rato.
—Qué más da.
Nos detenemos cada X tiempo y nunca pasa nada, ahora no tiene por qué ser diferente a las anteriores.
Las puertas se abren, cada vez que lo hace es para que nosotras podamos salir de dos en dos a hacer nuestras necesidades. Pero esta vez no es en medio de la nada, es delante de un inmenso edificio de color gris, rodeado por una enorme valla que me recuerda a la de una frontera.
Los empujones no tardan en llegar por parte de los gorilas disfrazados de humanos, no es que lo hagan con mucha fuerza, pero estamos tan debilitadas que si soplara un poco de viento nos haría caer al suelo.
—¿Dónde estamos, Cassy?
Ahora puedo ver lo secos que están sus labios, los cuales se agrietan un poco más cada vez que habla.
—¡Camina!
El empujón me hace perder el equilibrio, mi estómago ruge una vez más, me siento incapaz de dar un paso más y menos seguir de pie.
Caigo.
Mi trasero impacta sobre el duro suelo, un mareo me obliga a permanecer tirada. La chica de labios secos y ojos rojizos se agacha hasta mí, e intenta ayudarme.
Pero todo se vuelve confuso, silencioso, y un frío helado envuelve mi cuerpo.
—¡Cassy!
Su voz suena tan lejana, tan apagada. Tal vez esté gritando, pero apenas la oigo y en segundos la oscuridad se apodera de mi ser. Desconectado mi cuerpo de la realidad.
Días antes del secuestro:
—No hables con desconocidos.
Puse los ojos en blanco, creo que había repetido esa frase como cien veces.
Mamá me apretó tanto entre sus brazos que sentí que me faltaba el aire.
—No te preocupes, ¿sí?
Sabía que para mi madre era una situación muy difícil, pero estudia e ir a la universidad siempre fue lo que quise.
—Llámame todas las noches antes de acostarte y procura comer como es debido.
—Lo prometo.
Le di otro abrazo, y aunque no me sentía preparada para marcharme, era mi oportunidad de ser independiente y volar por mi propia cuenta.
—Te quiero mucho, Cassy.
—Y yo a ti.
Actualidad:
Gritos. Un hombre grita desquiciado y acto seguido un portazo que hace vibrar mi cuerpo. Me despierto desorienta, lo último que recuerdo es el empujón del hombre y haberme caído al suelo.
Me siento congelada, dolorida y veo borroso.
—¿Qué coño es esto?
Mi visión vuelve poco a poco a la normalidad, lo primero que detectan mis ojos es al gritón, y lo que me impacta es la sangre que brota de su mejilla.
—¡Sal de mi cama! —me grita furioso, señalándome con el dedo.
Me muevo asustada, percatándome de que huelo a limpio, y estoy completamente desnuda. Cubro mi cuerpo con la sábana e intento incorporarme.
Él me sigue con la mirada.
—¡Suelta mi sábana! —ordena.
Niego nerviosa aferrándome todavía más a ella. No pienso dejar que este imbécil me vea como dios me trajo al mundo.
Sus amenazantes pasos avanzando hacia mí, me hacen decir lo primero que pienso.
—Soy estudiante de enfermería, y se nota que tienes una herida profunda que se debe suturar.
—¿Me has visto cara de idiota?
Niego aferrando mis manos a la sábana.
—Puedo hacerlo si me facilitas el material que necesito.
—Ya tengo médico —aclara molesto. —Ahora dime algo, ¿qué hacías en mi cama?
Se detiene delante de mí, acerca sus manos a la sábana y tira de ella con fuerza, lo que hace que yo caiga al suelo, exponiendo mi desnudez ante él.
—¿Por qué no estás marcada?
Su pregunta me eriza la piel, mi miedo va en aumento y siento que el corazón se me va a detener en cualquier momento.
La sangre se ha secado, pasó de un rojo vivo a un marrón algo oscuro. Oscuro como la turbia mirada de Oliver, sujetando mi pasaporte en sus manos aún manchadas. Dejándome con el culo al aire sin opción a seguir negando mi verdadera identidad.—¿Por qué estoy aquí?Debería estar alarmada, preocupada, y asustada. Pero solo estoy curiosa por saber el motivo por el cual me han traído.—Antes decías que querías llamar. Te doy la opción de llamar a tu padre.—Deberías limpiarte la herida... Es solo un consejo. —No estoy preocupada por su estúpida cara.Solo necesito ganar un poco de tiempo. Asimilar que estoy metida en un lío bien gordo, y que dependo de mi padre.—Entraré al baño a lavarme la cara, tú deberías vestirte.En cuanto él pone un pie en lo que deduzco es el baño, rápidamente me pongo la camiseta de Oliver, la cual no tapa demasiado, a lo que me veo obligada a enrollar la sábana a mi cintura.—¡Estúpida, zorra! —le oigo maldecir.<
Lo miro furiosa al igual que él me mira a mí, aunque parece que él lo hace con asco.Me incorporo y vuelvo a la sábana que él ha arrojado al suelo para poder taparme.—¡Se te va a infectar!—¿Cuál es tu nombre y cuánto hace que estás aquí?Mi labio superior tiembla, mis piernas parece que van a fallar, él es imponente, y yo un saco de huesos.—¡Tengo que llamar a mi madre! Debe estar muy preocupada.Se esfuerza por sonreír de medio lado, lo que hace que una gota de sangre penetre su boca. Se limpia asqueado.Localizo la puerta, la cual esta cerrada. Solo se me ocurre la idea de correr, aunque esté descalza. Necesito salir de aquí y volver a casa.Recojo la sábana colocándola bien alrededor de mi cuerpo, dispuesta a correr como si no existiera un mañana, su mano agarra mi brazo con fuerza.—¿Qué necesitas?Frunzo el ceño algo confusa, paso la lengua por mis labios resecos, los cuales duelen cada vez que abro la boca. Clavo m
Flashback:Llegué antes de lo previsto, porque el casero no había llegado todavía. Estaba en una ciudad totalmente desconocida, cansada, y las maletas me impedían moverme con facilidad.Me quedé sentada en el portal, con la batería del móvil agotándose, y a la espera de que aquel hombre apareciera con las llaves de mi nueva casa.Mi madre me había llamado como un centenar de veces, y gracias a ello se agotó la batería. Una vez más la pantalla del teléfono se iluminó por una nueva llamada, pero al mismo tiempo, mi teléfono se apagó.—¡Oh, mierda! ¡Mierda! Me incorporé de las diminutas escaleras totalmente frustrada y con ganas de estampar en el suelo ese cacharro que se negaba a encenderse y concederme tan solo dos minutos para llamar.<
Hay una parte de mí que tiene fe en que todo va a salir bien. Por eso no tengo miedo, pero también tengo una mala sensación sobre todo esto.Nunca había pensado en la muerte, hasta hoy. Incluso durante el viaje no había barajado la idea de morir. No sé qué es peor, morir o vivir lo que pueda venir.Es extraño que solo me preocupe mi madre, que no esté pensando solo en mí.Miro la habitación en la que Alejandro me ha instalado y no puedo evitar pensar que es un lugar hostil y frío, casi inhabitable.Pienso tanto que me duele la cabeza, aunque supongo que es por llorar demasiado. Llorar por algo que todavía no ha sucedido.Me sobresalto cuando la puerta se abre de golpe, Oliver y su fea cicatriz hacen presencia. El imbécil no se ha suturado la herida.—¿Sabes qué es lo que más odio en esta vida? —
Lo miro fijamente antes de dar una respuesta, aunque lo único que quiero decir es que su hermano está totalmente desequilibrado. Pero creo que en la condición que estoy no me conviene protestar demasiado.—¿Tendré ropa para el viaje o voy en pijama a todos lados?Alejandro sonríe de medio lado, aunque no es una broma ni mucho menos, es algo muy serio.—Buena respuesta a mi pregunta.—No quiero discutir el tema contigo.—Muy bien, Cassy. ¿Te gusta más que Cristal?—Cassy es el nombre de mi madre, y por el cual me conocen todos mis amigos, Cristal es como mi padre decidió llamarme.Alejandro vuelve a tenderme la mano para levantarme. La acepto sin poner pegas y me incorporo.—Ojalá nuestro encuentro no se haya dado en esta fea situación.—Ojalá no hicieras lo que haces para conseguir dinero.
Vestida; si es que se le puede llamar así a lo que llevo puesto.Tiro del maldito vestido, con la intención de que al menos mi trasero no quede al descubierto. ¿Para quién han diseñado esta mierda? ¿Para una Barbie?—Necesito unos pantalones —protesto. —Parezco una prostituta y de las que se paran en las esquinas.Oliver sonríe, lo sé, demasiado divertido para su mente enferma. En cuanto a Alejandro, él solo asiente.—Procuraré encontrar algo más decente.Alejandro saca lo que deduzco es mi pasaporte. Pero en cuanto lo abro, lo único que reconozco es mi fotografía.María Thomson López.—No te alarmes, los billetes están a ese nombre...—¡Es un pasaporte falso!—Nadie tiene por qué saber que has viajado a México, a la vuelta, podrías tene
¡Oh, Dios mío! Todo era mentira. En el fondo sabía que mi padre no sería incapaz de hacer algo tan perverso.Retrocedo apartándome de María con la intención de salir corriendo. Tengo que alejarme de este lugar.—¿Está bien, señorita?Niego.—¡Necesito salir de aquí!Sea lo que sea, no es bueno. Tal vez vayan a usarme para extorsionar a mi padre, o para algo peor.En cuanto llego a la puerta, Alejandro asoma por ella.Me quedo totalmente asustada, con los ojos clavados en los suyos. Sin más preámbulos lo empujo con todas mis fuerzas y echo a correr. Pero no llego demasiado lejos. Alejandro me atrapa del brazo y me inmoviliza contra su pecho.Tengo mi espalda pegada a él. Me sujeta con tanta fuerza que se me dificulta respirar. Y por el colmo, Oliver está presente.—Tranquila... &mdash
—¿Cuánto tiempo llevas haciéndote pasar por él?No puedo creer que le haya estado contando a un desconocido tantas cosas sobre mí, ni que le haya mandado fotos de casi todo lo que hacía.—¡Lo que has hecho es enfermizo! —le reprocho.—¿Recuerdas lo del piso? —asiento. —Yo mandé a Mario. Parecía encantador, ¿verdad? —se regocija. —En realidad lo hacía porque me daba pena lo sola que te sentías. Yo escogí tu bonito piso. El mejor que pude encontrar. ¿Sabes que habría hecho tu padre? —pregunta sin esperar una respuesta. —Tan solo te habría mandado el dinero, pero yo me encargaré personalmente de verlos uno por uno.—¡Oh, Dios mío! Esto tiene que ser una puta pesadilla.—Es tan real como yo. ¡Y vas a devolverme lo que tu padre me quito!&nbs