Capítulo 421
Celia y Fidel no murieron atropellados, pero estuvieron cerca. Ambos cubiertos de sangre, con la cabeza herida y el rostro magullado.

Cuando el camión los embistió, Fidel seguía revolcándose en el suelo. Cuando reaccionó, ya era demasiado tarde. Sus piernas y brazos temblaban, paralizado por el miedo, incapaz de levantarse siquiera.

Solo pudo ver cómo la parte delantera del camión se le venía encima.

—¡Mamá! —gritó con un alarido desgarrador.

Creyó que moriría sin remedio, pero en el último segundo, el camión giró bruscamente, desviándose en el último momento.

Fidel quedó paralizado, sentado en el suelo. Cuando recuperó el sentido, notó que había orinado encima.

El camión ahora se dirigía hacia Celia.

Ella intentó escapar instintivamente, pero el vehículo la perseguía como un gato acosando a un ratón. No parecía querer matarla, pero tampoco dejarla ir fácilmente.

La acosaba, la provocaba...

Celia corría, se escondía, gritaba, como una loca.

Agotada, pero el instinto de supervivencia le
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